miércoles, 31 de julio de 2024

La imagen femenina en la prensa

[Entrada publicada originalmente el 07.10.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024] 

“A pesar de la incorporación de las mujeres a la profesión periodística, la ampliación de la mirada informativa hacia temáticas sociales y los mecanismos de control que se han desarrollado a fin de propagar imágenes equitativas de hombres y mujeres, el discurso transmitido por la prensa permanece inalterable sustrayéndose de las funciones formativas e informativas que posee como referente indiscutido en la conformación de la opinión pública”.

Vera Balanza, M.T. y Ballesteros García, R.M (2004, p.16): “Introducción: un siglo de discontinuidades” en Vera Balanza, M.T. y Ballesteros García, R.M (Coords.): Mujeres y medios de comunicación: Imágenes, mensajes y discursos. Málaga: Universidad de Málaga.

Hoy quiero escribir estas líneas porque me he ‘encendido’ un poco al leer el ADN (me refiero al ejemplar del diario gratuito de fecha 23 de septiembre, edición Bilbao. Voy a comentar tres artículos de portada que vierten una imagen que no sé si ayuda a fomentar la igualdad de oportunidades y la valoración social de la mujer.

El primero de ellos, sobre la cabecera del periódico, señala “La formación de los padres determina los estudios que tendrán los hijos” (p.13). Este titular es muy sugerente e invita a adentrarse en la noticia. Cuando uno llega a la página 13, en una sección titulada “Educación Informe”, el titular cambia sustancialmente: “La formación paterna determina la del hijo” y el subtítulo reza “Más fracaso escolar si la madre sólo hizo primaria”. Una vez más parecería que las mujeres tenemos mayor responsabilidad en un gran problema social como es el fracaso escolar. Me gustaría saber quién se implica más en la educación de los hijos e hijas... En el resto del texto presenta otras variables e indicadores pero no se sabe si se refieren a hombres o mujeres... ¡Curioso!

El segundo artículo, bajo la cabecera del periódico en un recuadro de fondo marrón y letras blancas, anuncia: “Cine en femenino. Cultura primará en la concesión de ayudas las producciones dirigidas por mujeres” (p. 16). Al llegar a la p.16, por cierto sección Cultura y Ocio -Novedad Normativa-, el titular con la letra más grande de todo el periódico indica: “Una ley femenina”, subtítulo: “Discriminación positiva en el cine”, destacado: “Las películas en que una mujer sea la responsable o directora recibirán más dinero”. No sabría decir si es un titular positivo o negativo. Creo que caben muchas interpretaciones sobre el mismo y que probablemente no lo leeremos igual hombres y mujeres. Son muchas las facetas de la vida en las que hay discriminación positiva y, en mi opinión, debe haberla mientras no exista igualdad de oportunidades reales (que supone, en muchos casos, superar posiciones de partida muy desequilibradas).

El tercer artículo aparece en la portada con el titular destacado “Economía. Las mujeres ganan un 25% menos de media” (p. 8). En el interior el titular es similar “Las mujeres ganan menos”, subtítulo: “El sueldo es un 25,6% más bajo y el Gobierno anuncia inspecciones”. En la foto aparecen los ministros de Igualdad y Trabajo, Bibiana Aído y Celestino Corbacho. Esta noticia es la más positiva. Evidencia un hecho y señala que se va a perseguir desde el Gobierno. Además, se presenta en la sección de Economía.

En el resto del periódico la mujer únicamente aparece en los titulares de dos breves. El de la p. 6 lleva por título “Una mujer podría dirigir la UNESCO”... ¿Y? ¿Es motivo de sorpresa? ¿Acaso dudan de su competencia para el cargo? Sería muy diferente un titular como: “Por primera vez una mujer es candidata a dirigir la UNESCO”. En la p.13 otro breve, que podría parecer un caso de violencia de género, titula: “La cooperante Vicki Sherpa, apalizada” en referencia a la paliza policial recibida.

Está claro que los estereotipos de género también se construyen y transmiten, y de forma muy sutil, a través de las noticias, artículos y entrevistas (por no mencionar la publicidad).

¿Usted qué opina?

NOTA - Para quien quiera leer un artículo especializado accesible e interesante:

  • Márquez Guerrero, María y Jáuregui Lobera, Ignacio (2006): “La imagen de la mujer en los medios de comunicación: textos periodísticos y publicitarios”, Espéculo. Revista de estudios literarios en https://idus.us.es/handle/11441/62573

 



martes, 30 de julio de 2024

La vuelta al cole y la conciliación

 [Entrada publicada originalmente el 15.09.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”. Simone de Beauvoir

Voy a empezar estas líneas parafraseando las últimas palabras de algunas presentaciones de powerpoint que recibo de vez en cuando: “escribo esto para mujeres que comparten la experiencia y para hombres que puedan asimilarla y sacar algo de ella”. Voy a hablar de mi experiencia, que es personal, pero no única.

Hace ya unos días que he vuelto al trabajo y las vacaciones son algo que ya casi está olvidado y que me pregunto si habrá servido para “cargar las pilas” suficientemente hasta las próximas. Habrá quien al leer esto vislumbre en mi ánimo el tan mencionado en esta época del año, “síndrome postvacacional” (síndrome que tiene sus defensores y detractores, pero sobre el que incluso la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria edita unas recomendaciones.

Mis hijos ya han vuelto al cole y siento una mezcla de pena, culpa y alivio que voy a tratar de explicar, aunque la viñeta que acompaña al texto lo refleja muy bien. Pena porque es la confirmación de vuelve la rutina que predomina en mi vida y porque vamos a compartir menos momentos. Además, a medida que crecen, y lo hacen muy rápido, esos momentos compartidos van a ser menos cada vez y eso como madre me entristece. Culpa porque algo dentro de mí dice: “¡Qué bien! ¡Por fin recupero mi vida! (y a esto hay que ponerle muchas comillas) ¡Ya podrían pasar algunas horas más en el cole! ¡A ver si recuperan la disciplina...! (Los padres y madres sabemos que nuestros vástagos se 'asilvestran' un poco en vacaciones y los horarios y la disciplina suelen brillar por su ausencia)”. Alivio porque la tarea educativa pasa a ser compartida.

Como madre trabajadora esta época del año es muy complicada para mí. A la pereza de la vuelta a la rutina se le suma todo lo relacionado con la vuelta al cole y la puesta en marcha de la vida familiar cotidiana. Cuando mi marido se reincorpora al trabajo sólo se tiene que preocupar de qué ropa se va a poner, consultar la agenda y recuperar aquello que necesita para su trabajo. Sin embargo, en mi caso tengo que: llenar la nevera (que antes de las vacaciones había vaciado); pasar por la librería a recoger los libros que encargué en junio y forrarlos; preocuparme de que en la cuenta haya dinero para cuando pasen la factura de dichos libros; enterarme de los horarios de clase y de las actividades extraescolares; comprar el material escolar y los libros de última hora; revisar que el chándal, las equipaciones deportivas y las batas les valen para este curso y salir corriendo si se les han quedado pequeñas; hacer que jueguen menos con la consola; hacer que cenen y se vayan antes a la cama para ir recuperando los horarios, etc.

En fin, que los medios hablan mucho del síndrome postvacacional y de la vuelta al cole pero nadie menciona lo complicado que esto es para quienes soportan el mayor peso de la vida familiar y además trabajan.

¿Y usted qué opina?





lunes, 29 de julio de 2024

El valor de educar


 [Entrada publicada originalmente el 20.08.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

En estas líneas voy a plasmar las principales ideas extraídas de la conferencia pronunciada el 10 de junio por el filósofo y escritor José Antonio Marina, dentro del ciclo “Vivir, ¿para qué? del Forum Deusto, y cuyo título era El valor de educar.

 

En esta conferencia planteó ideas que se encuentran recogidas en sus múltiples libros y que han dado pie a un interesantísimo proyecto, que surge de la revisión de la literatura seria sobre psicología evolutiva y psicología de la educación de los últimos 15 años, que es la Universidad de Padres  y que tiene un bonito lema, Para educar a un niño, hace falta la tribu entera.

 

Voy a empezar por el final, por la respuesta que dio a una de las preguntas planteadas: “¿Quién es más culpable de que la educación funcione mal?”. Su respuesta me encantó y la suscribo completamente. Los problemas sociales son multicausales. El problema es que hemos entrado en un círculo de excusas. Los padres echan la culpa a la escuela, los docentes a la familia y a los dirigentes educativos, los medios de comunicación… Hay que partir de una premisa básica: educar es influir en los comportamientos, pensamientos, etc. de las personas. Y visto así: TODOS EDUCAMOS. Y se puede educar bien o mal. Cada uno tendrá que ver qué parcela le toca, cuál es su campo de actuación. El profesor Marina señalaba que habría que establecer una Carta de los Deberes Educativos de la Sociedad y a cada uno medirle en función de su actuación. ¡Interesante!

 

Uno de los rasgos fundamentales de los educadores debe ser el optimismo, que en el caso de padres y madres y docentes es imprescindible. Se debe creer firmemente que es posible mejorar las cosas. En educación ha proliferado mucho el discurso del déficit y del fracaso, lo cual es peligroso porque podemos encontrarnos ante una profecía que se autocumple.

 

El modelo educativo que defiende el profesor Marina, y que inspira la Universidad de Padres, se basa en una premisa básica: “La educación tiene dos componentes principales: INSTRUCCIÓN FORMACIÓN DEL CARÁCTER. Por instrucción entendemos el conjunto de conocimientos que los niños y jóvenes deben adquirir -lingüísticos, matemáticos, científicos, culturales, históricos, etc.-. formación de carácter es el conjunto de RECURSOS personales que deben desarrollar nuestros niños y jóvenes para ser capaces de elegir bien su proyecto personal, tomar decisiones, enfrentarse con los problemas, establecer vínculos afectivos valiosos, disfrutar de las cosas buenas, en una palabra, dirigir bien la propia vida. Esos recursos son HÁBITOS intelectuales, afectivos y morales que se van adquiriendo -o no- durante la etapa educativa”.

 

Para el profesor Marina existen tres niveles de la personalidad:

  1. Recibida, que determina tres aspectos fundamentales: a) el hecho de ser hombre o mujer; b) el tipo de inteligencia; y c) el temperamento o pauta estable de respuesta a los estímulos. Es la herencia biológica que cada uno llevamos.
  2. Aprendida, conjunto firme de hábitos (cuesta tanto adquirirlos como cambiarlos) que marcan nuestro modo de interpretar y reaccionar. Aquí los centros educativos juegan un papel importante, al igual que la familia y el entorno.
  3. Elegidaque tiene que ver con nuestra jerarquía de valores y nuestro proyecto personal de vida. Es el terreno de la libertad. Es muy importante estar en contacto con buenos valores para que luego los podamos elegir.

En palabras del profesor Marina el lema de que “Todos los seres humanos nacemos libres” es una ficción que lo único que nos dice es que no nos pueden esclavizarLa libertad se aprende obedeciendo, primero a otros y luego a uno mismo. Un valor que se debe recuperar en la educación es la construcción de la voluntadque incluye cuatro destrezas, que necesariamente hay que adquirirlas en edades tempranas:

  1. Inhibir el impulsoHay que aprender a no responder inmediatamente al impulso para poder discernir si éste es bueno o no.
  2. Deliberar. Hay que aprender a discernir los impulsos y a buscar alternativas a aquellos que se nos presentan de forma inmediata.
  3. Decidir. Hay muchas personas incapaces de decidir, y esto es algo que se aprende en la práctica, sorbreponiéndose a un gran limitador que es el miedo.
  4. Poner en práctica. Soportar el esfuerzo supone también un aprendizaje. Las generaciones más jóvenes están intoxicadas de comodidad. Tenemos que educar en la resiliencia, que supone aguantar un choque y recuperarse con facilidad.

Por último, voy a señalar los hábitos intelectuales, afectivos y morales fundamentales para el profesor Marina:

  1. Tener una buena representación de la realidad. Hay que evitar las creencias que distorsionan la realidad. Por ejemplo, no se enfrenta igual a la educación quien cree que la inteligencia es innata que quien cree que ésta es permeable.
  2. Tono vital y estilo afectivo animoso, activo. Uno de los grandes derechos del niño y la niña es la experiencia de haber triunfado en algo, ya que es el mayor acicate para volver a intentarlo y es la base para una sana autoestima. Debemos organizar las metas de los niños y niñas para que sientan “yo he sido capaz”.
  3. Habilidades cognoscitivas. Desde pequeños nos gusta reflexionar sobre cómo pensamos y cómo construimos nuestro conocimiento.
  4. Binomio libertad-responsabilidad. Este aprendizaje debe ser creciente y adaptado al momento vital.
  5. Dignidad. La libertad que interesa es la que nos permite pasar de ser “animales listos” a ser “personas dignas”. Debemos educar en valores y en la Justicia.
  6. Hacer proyectos y resolverlos. Debemos educar para ser capaces de anticipar y poner en práctica, para desarrollar la tenacidad, para no claudicar antes de tiempo, para ser críticos a la vez que creativos.

Y si somos capaces de todo esto contribuiremos a la felicidad de nuestras generaciones futuras que no es otra cosa que la satisfacción de tres grandes necesidades que todo ser humano tiene y que cada una por sí sola no basta:

  1. Pasarlo bien, disfrutar. Actualmente estamos intoxicando de comodidad a nuestros hijos e hijas.
  2. Vinculaciones afectivas, sociales, amorosas y de amistad. Necesitamos que estas vinculaciones sean buenas y que nos ayuden a crecer.
  3. Hacer algo que valga la pena, crear algo. Hacer algo valioso que no existía y que existe por mí (un hijo o hija, una obra, una relación, etc.). 

¿Estás dispuesto a educar en los parámetros que aquí hemos señalado?





domingo, 28 de julio de 2024

Una cuestión de suerte...

[Entrada publicada originalmente el 29.06.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

A lo largo de la vida me he encontrado tanto con personas que decían tener buena suerte como con otras que permanentemente se quejaban de su mala suerte y de lo mal que les ha tratado la vida, a la par que negaban cualquier responsabilidad por su parte (aunque no fuera de forma explícita). Yo, ciertamente, me encuentro en el primer grupo. Soy feliz con la vida que tengo, que en parte me la he labrado y en parte ha estado condicionada por múltiples factores, uno de ellos la suerte.

Acabo de leer el libro El mito de la diosa fortuna de Jorge Bucay (Barcelona, RBA, 2006) y me ha gustado mucho el enfoque que hace del tema de la suerte. “En principio, hablamos de suerte cuando alguien se ve afectado significativamente por un acontecimiento inesperado” (p. 30). Ante este tema se pueden encontrar tres posturas que se basan en las tres ideas que presento a continuación:

  1. La suerte no existe, postura de los cientificistas que afirman que todo tiene una causa, una razón de ser;
  2. La suerte existe y no depende ni de nuestros deseos ni de nuestras acciones, esta postura está emparentada con supersticiones o antiguas costumbres de origen incierto cuyo objetivo es explicar por qué ocurren las cosas;
  3. La suerte existe y nos afecta pero se puede incidir sobre ella. Yo me inclino por la última, reconociendo que no basta con una buena actitud y un cúmulo de méritos y virtudes para que la suerte nos sonría.

Como dice Bucay (2006, p. 38): “El azar, por supuesto, no es ecuánime ni ético ni razonable... Y mucho menos justo. Lo sospechamos y confirmamos cuando la buena suerte beneficia a quienes nosotros sabemos que no se lo merecen o cuando la mala suerte golpea a los inocentes o desprotegidos”.

Bucay (2006, pp.54-56) señala que para calcular si habrá suerte, suponiendo que se pudiera, deberíamos sumar nuestra Fortuna, más el Destino, más el Azar. Nuestra fortuna estaría constituida por todos los recursos con los que contamos, tanto internos como externos. El destino sería aquello que está predeterminado. Y el azar sería esa cuota de lo impredecible que siempre existe y que, como él señala más adelante, forma parte del atractivo de la vida; el hecho de no saber a ciencia cierta el resultado de nuestras acciones evita que nos aburramos. Pero aún falta añadir lo adecuado y efectivo (o no) de nuestra acción más comprometida. Nuestras acciones están necesariamente relacionadas con nuestras decisiones y en estas influye lo que podríamos llamar nuestro talento. “Soy, si no el único causante, al menos un cómplice necesario de todo lo que me ocurre” (Bucay, 2006, p. 56).

Acabo, la negrita es mía, con el texto del epílogo del libro (Bucay, 2006, p. 158):

Recuerda...

Deberás estar atento, con los ojos bien abiertos y la mirada curiosa.

Deberás cambiar de lugar en vez de esperarla siempre en el mismo sitio, porque bien podría ser que ya haya pasado por allí y nunca repita su paso.

Deberás verla, reconocerla.

Tendrás que acercarte cuando pase por tu lado: si te distraes no la podrás agarrar ni de la trenza porque esta cuelga hacia delante.

Si se te escapa no la persigas, porque corre mucho más rápido que tú.

Sólo aprende y permanece alerta para la próxima vez que te cruces con ella.

Me preguntarás: ¿qué pasa si nunca más te la encuentras...?

No me preguntes ni me preguntes cómo lo sé...

Pero, si te mantienes en movimiento, te la volverás a encontrar... No lo dudes.

 ¿Y tú cómo te relacionas con la suerte? 

Bibliografía:

  • Bucay, Jorge (2006): El mito de la diosa fortuna. Barcelona: RBA
  • Rovira Celma, Alex y Tríaas de Bés, Fernando (2004): La buena suerte. Barcelona. Empresa activa.

 





sábado, 27 de julio de 2024

A un amigo que se casa...

 

[Entrada publicada originalmente el 17.06.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024] 

“Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Antoine de Saint-Exupéry, El principito

Hace unos días mandaba desde aquí un abrazo y todo mi apoyo [post Abrazo a un amigo] a un amigo que lo estaba pasando mal. Hoy ese abrazo y ese apoyo son para un amigo que se casa.

Alfonso significa mucho para mí. Fue mi alumno y con el tiempo se ha convertido en un buen amigo. Yo le suelo decir que es mi hermano pequeño (su hermano tiene mi edad...). Hemos compartido muchas cosas y experiencias. No sé si lo sabe pero admiro de él su gran generosidad y disponibilidad. Nunca olvidaré que cuando murió mi padre él se ofreció, y así lo hizo, a traer a mi hermana a Bilbao desde Pamplona... son cosas que sólo hacen los buenos amigos...

Pero no sólo se casa, que ya de por sí es una aventura, sino que en su caso coinciden varias decisiones de gran envergadura. Se casa con una mexicana, deja su trabajo, se va a vivir a Monterrey (México) y a su nueva familia se suman los dos hijos preadolescentes de su prometida, Betty. ¡Es un valiente!... y lo digo como hermana mayor, madre y esposa. Creo que es consciente de las dificultades que entrañan tantos cambios y de tanto calado, sabe que el camino no será fácil... pero es lo que ha elegido. Y lo ha hecho por amor y desde el amor. ¡Bonita tarea! ¡Gran responsabilidad!

Creo que a los que le queremos sólo nos queda decir que respetamos su decisión y estamos ahí, aunque haya un océano de por medio, para apoyarle y acompañarle en este camino. ¡Alfonso no estarás solo!

“De nuevo Almitra preguntó: ¿QUÉ PIENSAS DEL MATRIMONIO?

 Y Almustafá contestó:

Juntos habéis nacido y seguiréis así para siempre,

Aun cuando las blancas alas de la muerte disipen vuestros días,

y juntos, también, en la memoria de Dios.

Mas permitid que haya espacios en vuestra unión, y dejad que los vientos dancen entre vosotros.

Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión: Es preferible que sea un inquieto mar entre las playas de vuestras almas.

Llenad el uno al otro la copa, mas no bebáis de una sola. De vuestro pan convidaos, empero, no comáis de la misma hogaza.

Cantad y danzad juntos, y sed alegres, pero dejad que cada uno esté solo,

Como lo están las cuerdas de un laúd, a pesar de estremecerse con la misma música.

Ofreceos el corazón, pero que cada cual sea su fiel guardián, Porque únicamente la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.

Y erguíos juntos, mas no muy próximos: Las columnas del templo se plantan firmes y separadas, y el encino y el ciprés no crecen uno a la sombra del otro”.

Khalil Gibran, El Profeta

viernes, 26 de julio de 2024

Reflexiones sobre El filósofo y el lobo


[Entrada publicada originalmente el 10.06.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Acabo de leer el libro El filósofo y el lobo (Barcelona, Seix Barral, 2009) de Mark Rowlands. Este libro lleva como subtítulo Lecciones sobre el amor y la felicidad y narra los aprendizajes del autor, Doctor en Filosofía y profesor en distintas universidades, tras diez años de convivencia con Brenin, un lobo, a los que más tarde se sumaron Nina (cruce de malamute y pastor alemán) y Tess (hija de Brenin y una pastor alemán).

El libro cuenta, de una forma experiencial a la vez que introduce cuestiones filosóficas, las similitudes y diferencias entre el simio y el lobo. Aquí quiero compartir dos de las cuestiones que más me han gustado: por un lado la idea del mal; y, por otro, la diferencia entre las criaturas del tiempo y las criaturas del momento.

Rowlands no está de acuerdo con la moderna noción del mal cuyos dos argumentos principales son que el mal sólo existe en lo marginal (en los desfavorecidos psicológica o socialmente) y que no es culpa de nadie (si quien realiza el mal es un enfermo mental o sus circunstancias sociales le han negado toda oportunidad, no podemos considerarle responsable de sus actos, no es moralmente malo). En su opinión “el mal es cotidiano, normal, banal” (p.121). El mal que resulta de una intención de causar dolor y sufrimiento, y su disfrute, es la excepción y no la norma. Acciones realmente malas son fallos en el cumplimiento del deber moral (que consiste en proteger a los indefensos de aquellos que los consideran inferiores, y por tanto prescindibles) o del deber epistémico (deber de someter las propias creencias a un examen crítico). Y lo ilustra con un ejemplo en el que se ven dos actos de maldad, partiendo de que dichos actos no tienen nada que ver con el regodearse en el sufrimiento ajeno: 1) los repetidas violaciones de un padre a una hija, si éste no comprendiese que lo que hacía está mal y lo considerase natural estaría cometiendo un fallo contra el deber epistémico; y 2) la complicidad activa de la madre, que está fallando en el cumplimiento del deber moral de proteger a la hija (y es irrelevante el terror que pueda sentir hacia el padre). 

“Los seres humanos no somos capaces de ver el mal en el mundo porque nos distraen de tal modo los motivos brillantes y lustrosos que no reparamos en la fealdad que encubren” (p.120)

Esta visión del mal me ha resultado enriquecedora ya que siempre tiendo a creer que debe haber razones para un actuación mala. Me cuesta creer que existe un mal que se pueda cometer bien por ignorancia o empecinamiento, bien por irresponsabilidad o insensibilidad ante quien está en una situación de inferioridad o debilidad.

Relacionado con temas como el sentido de la vida, la muerte y la felicidad Rowlands introduce una distinción que me parece muy sugerente. Según él, los seres humanos y los lobos tenemos una relación distinta con el tiempo. Los lobos son, sobre todo, criaturas del momento, aceptan cada momento por separado. Los seres humanos somos más criaturas del tiempo. Concebimos el tiempo como una línea que se extiende del presente al pasado. Y esto nos puede hacer neuróticos de una forma que las criaturas del momento no lo son, pasamos una cantidad exagerada de tiempo anclados en un pasado que no volverá o proyectados en un futuro que está por venir. Miramos a través de los momentos más que mirar los momentos en sí. Los momentos para nosotros son los fantasmas del pasado y del futuro.

Hace muchos años vi la película El club de los poetas muertos en la cual el lema que les inculcaba el profesor, Robin Williams, era la famosa frase del poeta romano Horacio, Carpe Diem [Carpe diem quam minimum credula postero - 'Aprovecha el día, no confíes en mañana']. Hay quien hace una versión simple de este lema y lo interpreta como el vivir el momento al límite sin preocuparse por nada más. Tampoco es eso, se trata de “arrancarle pedacitos al tiempo”, de conseguir vencerle la batalla al tiempo, de lograr que el tiempo no nos quite vida (ni por quedarnos en el pasado ni por esperar siempre a un mañana). Esto es especialmente importante a medida que nos vamos haciendo mayores o cuando nos diagnostican una enfermedad terminal y vemos más de cerca la muerte.

Acabo con unas citas del libro para que cada quien saque sus conclusiones.

“Somos seres mortales, seres que siguen el rastro de la muerte de un modo que, pensamos, ningún otro animal es capaz de hacer. Tanto el sentido de nuestra vida como el final de nuestra vida se encuentran más adelante en la línea, razón por la cual dicha línea nos fascina y nos horroriza. Ése es, en esencia, el dilema existencial de los seres humanos” (pp.238-9)

“La muerte no es el límite de mi vida. Siempre he llevado la muerte conmigo” (p. 247)

“El sentido de la vida reside precisamente en aquellas cosas que las criaturas temporales no podemos poseer: momentos” (p.267)

¿Qué has aprendido hoy de los lobos?

 

 




jueves, 25 de julio de 2024

Abrazo a un amigo


[Entrada publicada originalmente el 25.05.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Hoy quiero, con estas letras, mandar un gran abrazo y un mensaje de ánimo a un amigo que lo está pasando mal.

Yo hace no mucho tiempo viví una situación parecida a la que está viviendo él. No sé si el origen, porque no creo que haya factores únicos, pero la gran fuente del problema fue el trabajo. El trabajo, para mí, es una gran fuente de satisfacciones que contribuye a la autorrealización, pero reconozco que es un arma de ‘doble filo’. Asumí, sin demasiado convencimiento, una tarea de gestión y responsabilidad que suponía un esfuerzo y dedicación desmedida. No soy persona a la que le asuste trabajar, es más, a veces asumo muchas cosas aunque no tengan recompensa alguna. Tampoco me asustan las responsabilidades. Sin embargo, aquella tarea me minó física y psicológicamente. Lo que me resultó más duro fue la soledad y la falta de apoyo (hay quien lo llama la ‘soledad del cargo’). Lo que nunca me hubiera imaginado es que la organización no iba a apoyar mis decisiones y que me iban a dejar sola. No entiendo el que se den responsabilidades pero no se den recursos, que se pidan resultados pero se pongan cortapisas. Nunca pensé que con quien más iba a tener que pelear fuera los de dentro. Además, se sumó un problema en el que se mezclaba lo personal y lo profesional. Una compañera, y amiga, no se sentía valorada y lanzó un ‘órdago’ diciendo que se iba si no se le mejoraban las condiciones, que ciertamente no respondían a su contribución a la organización. Al final se fue y descargó en mí, su jefa, toda su furia, frustración o qué se yo. Decía que no le había dado el respaldo suficiente y que no había sabido distinguir lo personal y lo profesional. Para mí aquello fue el detonante. En aquel instante decidí que iba a dejar aquella responsabilidad, que no estaba dispuesta a sufrir más por el trabajo, que no iba a dejar que afectara a mi vida. Y para entonces ya afectaba, y mucho. Tenía problemas para dormir, el carácter se me había agriado, estaba irritable... Recuerdo un día que mi hijo mayor me dijo: “Ama, ¿por qué siempre estás enfadada?”.

A día de hoy me he recuperado, pero me ha costado. Tardé bastante más de un año en superar el insomnio. Todavía hoy me pasa que a la menor preocupación se me altera el patrón de sueño. Vengo a trabajar sin que me den taquicardias al acercarme a la puerta. Y lo hago con una sonrisa. He recuperado la ilusión y siento más vocación que nunca por mi trabajo. Pero ha sido un proceso. Cuando estaba en el peor momento tuve la tentación de dejarlo todo y aceptar cualquier trabajo, de lo que fuera. En todo el tiempo que llevo en la organización, más de 15 años, nunca he mirado ofertas de trabajo como entonces. Pero, por fortuna, hice mío el lema ignaciano deen tiempo de desolación, no hacer mudanza’. Creo firmemente que nunca hay que tomar decisiones del tipo ‘quemar los barcos’ cuando uno está en el fondo del hoyo. Es muy tentador, pero siempre hay alguien que te quiere bien que te lo recuerda. Mi entorno me entendió y me apoyo en la decisión, primero de dejar el puesto, y segundo de rebajar mi dedicación al trabajo pero seguir con aquello que me gusta y que me llena.

Hoy te quiero lanzar ese mensaje. Recuerda el lema ignaciano. Decidas lo que decidas estaré ahí, te apoyaré, pero decide con cierta paz, con serenidad. Toma la mejor decisión para ti no sólo a corto plazo. Y recibe, sobre todo, un abrazo muy fuerte. Un abrazo es algo que nos desmonta, que nos que nos une a la realidad, que nos conecta con nuestro entorno incluso en los peores momentos.

Me encanta decirles a mis hijos y mis sobrinos: “Ven aquí que yo doy los mejores abrazos del mundo”. La respuesta es siempre la misma, un niño que se abalanza y se deja ‘achuchar’ transmitiéndote una infinita ternura.  Os animo a que veáis el siguiente vídeo sobre la ‘abrazoterapia’ y a que abracéis a toda aquella persona que lo necesita (aunque... ¿Quién no necesita un abrazo?).

¿A quién has abrazado hoy?

 




miércoles, 24 de julio de 2024

Sensibilidad ante las injusticias


[Entrada publicada originalmente el 08.05.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Escribo esta líneas porque he sido testigo mudo de una situación que creo encierra una injusticia y no he hecho nada ante la misma. Situación: sábado por la tarde, 18.00, en la cola del supermercado con mi hijo de 10 años. Delante de nosotros estaban una pareja de rumanos que llevaban un paquete gigante de pipas. Cuando han ido a pagar, 87 céntimos, lo han querido hacer con monedas de 1, 2 y 5 céntimos, sobre todo las dos primeras. La cajera se ha puesto muy dura y no les ha dejado pagar con esas monedas. Ha estado dos o tres minutos repitiéndoles frases como: “Sabéis que no se puede pagar con monedas tan pequeñas”, “Id al banco a que os las cambien”, “Os lo hemos dicho muchas veces”, “Ahora no hay cola, pero yo no puedo ponerme a contarlas”, etc. Además, lo hacía en un tono muy alto. Ellos muy educados y sin alzar la voz ni perder los nervios le decían: “Es dinero, ¿no?”. Al final la mujer ha sacado una moneda de un euro y ha pagado diciendo: “¿Esto sí es dinero y lo otro no? ¿No sabes contar?”, a lo que la cajera ha respondido: “Y tú no sabes ir al banco”. Cuando se han marchado me ha empezado a pedir disculpas, y a decir algunas cosas en alto como si quisiera que las demás cajeras y el resto de la clientela le oyeran. Yo no he dicho nada ni tampoco le he mirado porque, lejos de sentir simpatía hacia ella, lo que estaba era indignada.

Ya en casa hemos comentado la situación en familia. El hijo que había presenciado la situación decía: “Igual es una norma del supermercado...”. Mi marido comentaba que era perfectamente legal, que deben aceptar el dinero que les den aunque sean monedas pequeñas, y recordaba el caso de Ruiz Mateos cuando pagó una multa de forma similar. Al intentar buscar esa noticia me he encontrado con una parecida y más cercana en el tiempo (julio de 2008). Un ciudadano belga decidió pagar su factura de la luz con 215 kilos de monedas de un céntimo para protestar por la subida de los precios de la energía en los países europeos. Noticias como estas despiertan la solidaridad y la simpatía y aparecen en numerosos medios. Sin embargo, nadie hemos hecho ni dicho nada en el supermercado.

A mí me venían pensamientos y sentimientos contradictorios.  Por un lado me ponía en el lugar de la cajera, trabajando un sábado por la tarde, encontrándose con numerosas situaciones desagradables y teniendo que, supuestamente, cumplir una norma que su superior le había dado. Por otro lado veía completamente injustificado el tono y la actitud que tenía. Hubiera tardado menos en contar las monedas que lo que ha tardado en cobrarles. Me surgía la duda de si, en parte, la actitud se debería a que eran extranjeros ¿Si mi hijo o yo le hubiéramos dado monedas pequeñas se habría comportado igual? Además era a todas luces ilegal e injusto lo que estaba haciendo, pero sabía que esas personas nunca llamarían a los municipales porque podría ser perjudicial para ellos. ¿No es eso un abuso de poder? He estado dudando si cambiarle yo algunas monedas o decir algo, pero ha podido el argumento de: “¿Para qué meterte en líos? Tienes que volver muchas veces a este supermercado”.

Sin embargo, he decidido que la próxima vez, de forma educada diré que legalmente deben aceptar ese dinero. Lo haré porque no me gusta colaborar, aunque sea con mi silencio, ante una injusticia y porque quiero educar a mis hijos en la responsabilidad y la sensibilidad. Y lo haré también por solidaridad con la parte más débil.

¿Y usted qué haría?

 



 





martes, 23 de julio de 2024

Ante el dolor y la muerte


 [Entrada publicada originalmente el 27.04.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Creo que en la vida no hay apenas certezas, salvo la de que igual que nacemos, un día moriremos, nuestro paso por la vida tiene fecha de caducidad. Y si esto es así ¿por qué tenemos una relación tan mala con el dolor y la muerte? Está claro que nadie quiere sufrir (todos funcionamos con la máxima de “buscar el placer y evitar el dolor”) y que pensar en la muerte asusta porque no sabemos qué nos espera (aunque en esto quienes tienen fe llevan ventaja).

Acabo de vivir la agonía de mi tío Antonio, enfermo de cáncer que ha luchado contra distintos ‘brotes’ durante más de treinta años. A pesar de una vida superando el dolor y la incertidumbre siempre le han acompañado un arrojo y fortaleza envidiables (y también bastante genio, para ser fiel a la verdad). Por eso, los últimos momentos en los que la enfermedad, literalmente, le ha consumido han sido muy duros. Costaba reconocerle en esa imagen distorsionada postrada en una cama de hospital. Durante todos estos años, tuvo el primer ‘brote’ cuando llevaban pocos años de casados, le ha acompañado mi tía Montse (hermana de mi padre). Mi tía pertenece a la misma generación que mi madre [post Mujeres en Huelga], el de esas mujeres que no han trabajado mucho de forma remunerada, que nunca cobran una pensión, pero que han hecho del cuidado una profesión/vocación y un ejemplo. Había que verle en el hospital atendiendo a mi tío en todo momento y hasta el último suspiro. Sin reproches y con constantes gestos amables y de cariño.  El personal sanitario le decía que no estaban acostumbrados a ver lo que ella hacía, que normalmente la gente quiere tener al enfermo o enferma fuera de casa. Si mi tía no se llevó a mi tío a casa fue porque los médicos se lo desaconsejaron debido al gran deterioro que tenía y para asegurarle un final sin dolor, que era lo que más temía.

Estos días he observado mucho y he pensado mucho. Las personas nos ‘retratamos’ ante el dolor y la muerte, lo que decimos, lo que hacemos, cómo nos dirigimos al enfermo y a su entorno... Alrededor de la cama de mi tío se podían observar actitudes muy diferentes. Había quienes lo vivían en la lejanía, bien porque su relación no era muy estrecha o porque no veían a la muerte cara a cara. También había quien observaba con el miedo y la súplica del que sabe que su final no está muy lejano, y día a día firma una prórroga. El personal sanitario (desde el primer al último escalafón) le ha dispensado a él, y a los demás, un trato exquisito y atento, más allá de su deber profesional. También está la actitud de mi tía que ha llevado hasta las últimas consecuencias lo que en su día le prometió, “fidelidad... hasta que la muerte nos separe”. Hay quienes lloran, hay quienes no; hay quienes se quedan mudos y quienes se ven impelidos a una verborrea sin fin; hay quienes buscan el contacto con el enfermo y quienes lo evitan (no se sabe si por respeto, por miedo o por qué), etc.

¿Y cómo lo he afrontado yo? Ya he vivido varios procesos de enfermedad y muertes muy cercanas, y algunas muy recientes. En poco más de un año se ha muerto mi padre, mi mentor [post Un deber de gratitud], el bebé de unos amigos [post Acompañar en la muerte de un hijo] y ahora mi tío. Tengo la sensación de que en cada muerte se reviven todas las anteriores, lloras por todos tus muertos. Además, veo como poco a poco van ‘desapareciendo’ mis mayores, mis conexiones al pasado, a la infancia. Es ley de vida pero no por ello deja de ser duro. Y también me hace ver más cerca la enfermedad y la muerte, algo que cuando eres joven ni te planteas. Me hace enfrentarme al deterioro del cuerpo, a la pérdida de vitalidad, que cada vez viviré más en primera persona, y que cuesta asumir.

Pero no quiero acabar en un tono pesimista porque la muerte es la otra cara de la vida. Y creo que mi tío ha tenido una vida muy plena y con sentido a pesar de las dificultades. ¡Ha sido una suerte haberte conocido!

¿Cómo te relacionas tú con la enfermedad y la muerte?

lunes, 22 de julio de 2024

Síndrome Angelina


 [Entrada publicada originalmente el 21.04.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

 En el XL Semanal del 22 de marzo de 2009 he leído un artículo, “El 'síndrome Angelina”, que me ha causado gran impacto, aunque ya había oído hablar sobre el caso de Nadya Suleman de 33 años, soltera, en paro, con 6 hijos y que recientemente ha tenido octillizos.   El artículo está acompañado de dos fotografías, una de cuando tuvo a su primer hijo y otra con uno de los octillizos, después de haber pasado por el quirófano para varias intervenciones estéticas que le han dejado un parecido razonable con Angelina Jolie. Del artículo me quedo con un párrafo: “Utilizó esperma cedido por un exnovio (quien, al parecer, no estaba informado) y encontró un médico lo suficientemente irresponsable como para colocarle varios óvulos fecundados, pese a que no tiene un problema de infertilidad. Contra todo pronóstico, los ocho bebés viven, aunque aún no se conocen los daños que pueden sufrir” 

Por curiosidad he mirado en Google y me he encontrado con numerosas entradas relacionadas con el caso. Los informaciones que aparecen me parecen espeluznantes. En Virus Alive (08.05.2009) he encontrado lo siguiente: “La compañía pornográfica Vivid Entertainment le ofreció $1 millón de dólares a la madre de octillizos Nadya Suleman, de 33 años, para protagonizar una cinta erótica. (...) Nadya todavía no le contesta a Vivid si aceptará su oferta, pero una compañía rival, Pink Visual, le ofreció un año de pañales gratis si ella no acepta la propuesta”. Al introducir su nombre en Youtube la primera entrada que aparece tiene cerca de 300.000 visitas en el poco más de un mes que lleva colgado.

En este vídeo (ya no está disponible) aparece Nadya en una entrevista defendiéndose de diversas acusaciones. El tono, los gestos, las respuestas... parecen artificiales, estudiados, como si se tratara de una actuación. Resulta, como mínimo, extraño.

No se puede juzgar la vida de nadie, y menos sin conocerla, pero son muchas las cuestiones que me surgen ¿Qué puede buscar una persona de 33 años con todo esto? ¿Fama? ¿Notoriedad? ¿Dinero? ¿Vivir un sueño rodeada de cámaras? ¿Por qué la obsesión de parecerse a otra persona? Estamos hablando de una persona adulta y que se supone competente para decidir sobre su vida, y ahora sobre la de sus 14 hijos. ¿Qué pensará su entorno? Parece que es hija única y si es soltera y está en paro, puede que viva con sus padres. No me puedo ni imaginar lo que tiene que en tu vida irrumpan 14 personitas que tienen que ver contigo pero que tú no has decidido tener. ¿Cuáles son los procedimientos para hacer inseminaciones? ¿No se analiza la situación social, psicológica y económica de los futuros progenitores? ¿No se valora cómo van a vivir esos futuros seres y cuál va a ser su entorno cercano? ¿Qué seguimiento hacen los servicios sociales de casos como estos?...

Y también está el papel de los medios de comunicación ¿Deben ser el altavoz de casos como estos y favorecer cosas como “mantendré a mis hijos con exclusivas”? ¿Le hacen bien a esa mujer manteniéndole en el “candelero”? ¿Qué imagen se da a las generaciones futuras? Ciertamente puede parecer que resulta más fácil hacer dinero con una historia por muy truculenta que sea, cuanto más truculenta más dinero, que ganarlo tras es estudio, la preparación y el esfuerzo. 

Además, cada vez saltan a las portadas noticias más extrañas. Recientemente hemos vivido las de unos adolescentes que han sido él padre a los 13 y ella madre a los 15 (ver vídeo), con el agravante de que parece que han salido hasta ocho padres para la pequeña (ver noticia); o el de Jade Goody, participante de Gran Hermano en el Reino Unido, que se convirtió en un personaje público a raíz de participación y que ha hecho de su muerte por cáncer un show televisivo (ver noticia).

¿Qué les parece? ¿Qué harían si vivieran una historia así de cerca? ¿Cómo se reparten responsabilidades en situaciones como las mencionadas? ¿Se puede y se debe hacer algo para evitarlas?



domingo, 21 de julio de 2024

Inteligencia Ética

 [Entrada publicada originalmente el 08.04.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Voy a compartir algunas ideas y reflexiones surgidas a partir de la conferencia que tuvo lugar el 31 de marzo de 2009 en el Kursaal de San Sebastián, en la que José Antonio Marina, filósofo, y José Félix Martí Massó, Jefe de Neurología del Hospital Donostia dialogaron sobre “Inteligencia emocional e inteligencia ética”, en el marco de los “Diálogos de Ética, Humanismo y Ciencia”, promovidos por la Diputación de Gipuzkoa, Osakidetza y Caja Laboral.

El concepto de inteligencia ha evolucionado mucho. Hace no demasiado se consideraba mayor demostración de inteligencia el ser capaz de resolver ecuaciones diferenciales que el tener buenas relaciones afectivas, construir una sociedad justa u organizar una familia feliz. Según el profesor Marina la inteligencia tiene que ver con la capacidad de resolver problemas teóricos, aquellos que se resuelven cuando conozco la solución, pero tienen más que ver con resolver problemas prácticos, aquellos que se resuelven cuando los pongo en práctica y esto es lo realmente difícil ya que entran en juego los miedos, las dudas, las inseguridades, etc. Y contaba un ejemplo realmente ilustrativo. A mediados del siglo pasado en China tenían un grave problema con las ratas. A los dirigentes se les ocurrió una solución teórica que parecía buena. Si cada ciudadano mataba 2 ó 3 ratas podían acabar con el problema. A todo el que llevara un cadáver de rata se le gratificaría. ¿Qué ocurrió? Que los campesinos llegaron a la conclusión de que les resultaba más rentable criar ratas y luego matarlas que cultivar arroz. Los fracasos vienen por no ser capaces de resolver los problemas prácticos. Todos conocemos personas que dan resultados muy buenos en los test de inteligencia pero que no son capaces de desenvolverse con normalidad en su vida cotidiana o que tienen serias dificultades para relacionarse con los demás ¿Realmente son tan inteligentes?

Siempre existe la pregunta sobre si la inteligencia es congénita. Existen factores hereditarios que son decisivos pero también hay otros que son ambientales, como la educación, la motivación o los hábitos saludables (comida sana, práctica habitual de ejercicio físico, etc.).

Según el profesor Marina la inteligencia emocional se debe dar en un marco más amplio que es la Inteligencia ética, y esto me parece fundamental. La inteligencia emocional se caracteriza por:

  1. capacidad de identificar y comprender bien el sentimiento que tengo, muchas veces se ha confundido, por ejemplo, celos y amor;
  2. capacidad de gestionar, modular, regular la emoción y la conducta;
  3. capacidad de identificar y comprender bien los sentimientos de los demás;
  4. capacidad de interactuar con los sentimientos de los demás;
  5. capacidad de motivarme a mí mismo y desarrollo del autocontrol, fundamental en la educación y en la búsqueda de la felicidad.

Pero sólo con esto no basta. La empatía es fundamental para la convivencia, pero es un arma de doble filo, se puede usar muy mal (veamos, por ejemplo, a los grandes dictadores, los timadores o los agitadores sociales). Además no podemos pensar sólo en desarrollar sentimientos agradables y evitar los desagradables porque eso nos puede llevar al narcisismo o a la intolerancia a la frustración. Por todo esto debemos hablar de la inteligencia ética.

El profesor Marina señaló los tres puntos que considera claves en la evolución de la especie y que marcan la diferencia con otras especies con las que compartimos mucho de nuestro mapa genético:

  • Momento en el que la especie es capaz de utilizar la función simbólica, cuando nos servimos de algo presente para utilizarlo cuando está ausente. Recordemos el caso de Anne Sullivan con Hellen Keller, que se quedó ciega y sorda a los 19 meses de edad.
  • Capacidad de controlar nuestra atención y nuestro comportamiento. Todos tenemos una atención automática, esa que se despierta cuando, por ejemplo, oímos un ruido fuerte e inesperado; pero somos capaces también de dirigirla a lo que queremos, por ejemplo el niño que es capaz de seguir las instrucciones de la profesora aunque no le interesen demasiado. Esta capacidad está muy determinada por el lenguaje. Todos nos hablamos a nosotros mismos constantemente. Nos preguntamos y nos respondemos, nos damos órdenes. Esto se debe a que hemos aprendido a manejar nuestro cerebro a través del lenguaje.
  • Cuando la especie hace el gran proyecto de “no quiero ser un animal listo, quiero ser una animal digno”. En la naturaleza impera la “ley del más fuerte”. Sin embargo, los humanos somos capaces de diseñar modos de vida nobles (aunque también podemos ser los seres más crueles). Reconocemos que todos los seres humanos, por el hecho de pertenecer a la especie y no por ser inteligentes, somos valiosos, tenemos un valor intrínseco.

El ser buenos, la inteligencia ética, el hacer un uso adecuado de nuestra inteligencia nos hace más felices. Este fue para mí el gran argumento del diálogo. La inteligencia nos debe ayudar a solucionar los problemas prácticos con los que nos encontramos y a hacerlo, además, no perdiendo de vista la dignidad, el valor intrínseco, de todo ser humano. Este es el camino para la felicidad.

Al final de la conferencia el profesor Marina habló sobre la Universidad de Padres, “iniciativa de la sociedad civil, liderada por Movilización Educativa, sin ninguna relación religiosa o política, y financiada por personas e instituciones privadas”. En la página web hay foros adaptados a las distintas edades. Me quedo con el lema de Movilización Educativa, “Para educar a un niño, hace falta la tribu entera”. La educación es un esfuerzo de muchos agentes que deben remar en la misma dirección para llegar a buen puerto. El problema que tenemos padres y madres es que nuestro hijos e hijas no vienen con manual de instrucciones y no siempre contamos con los recursos necesarios para educarlos bien. Este es un tema que lo dejo para otro post.

¿Está usted de acuerdo con que la inteligencia ética nos hace más felices?

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sábado, 20 de julio de 2024

Veinticuatro horas de regalo

 

Viernes 19 de julio. Las vacaciones están cerca, pero todavía quedan muchos temas por cerrar. El día no comienza demasiado bien. Al encender el ordenador me aparece la temida pantalla azul de error (más tarde nos enteraremos de que ha habido una caída mundial de un sistema de Microsoft que afecta a muchas empresas, entre ellas la nuestra). Cuando llego a la universidad voy a la oficina del servicio informático, donde había otras dos personas con el mismo problema, y me dicen que tengo que esperar a que se restablezca el sistema, que a lo largo del día vaya probando a reiniciar el ordenador. Después de varios intentos de revivir el ordenador, cedo y, siguiendo una sugerencia de mi jefe, me pongo a leer un libro que me atrapa inmediatamente, El hoy es lo que importa: 10 hábitos para una vida y un mundo mejores. Su autor, Chris Lowney, fue novicio jesuita, tiene una dilatada trayectoria en empresa y es un reconocido experto en temas de liderazgo. [Véase una entrada anterior, Sobre líderes y liderazgo].

Voy a recoger y comentar aquí las principales enseñanzas del libro (me atrapó tanto que lo acabé). Punto de partida, primera invitación: “En lugar de pensar primero en una carrera o en un determinado objetivo financiero, decidir qué clase de persona quieres ser. Solo cuando sepas con absoluta claridad qué es lo que verdaderamente importa, estarás en condiciones de tomar las decisiones acertadas con respecto a tu carrera, tu estilo de vida, etcétera”. Eso sí, hay que ser muy conscientes de que tener claro lo importante no implica que lo elijamos día a día… Y más en un mundo VUCA (volatile -inestable, uncertain -incierto, confusing -confuso, ambiguous -ambiguo). A veces nos desviamos del camino. Sin embargo, hay una serie de hábitos (a cada uno de los cuales dedica un capítulo) que nos pueden ayudar a tener presentes nuestras prioridades:

  1.   Indicar el camino”. Cada día influimos en otras personas, constantemente lideramos con nuestro ejemplo. [En una ocasión a un amigo que me preguntó cómo se transmitían valores le di esa respuesta: “La única forma es con el ejemplo”].
  2. Mostrar siempre gran corazón”. “Se nos ha confiado un tesoro, hemos sido bendecidos con infinidad de dones, talentos, recursos y oportunidades” (p.37), y debemos desarrollarlos y ponerlos al servicio de grandes objetivos. Debemos correr cada carrera como si fuera la última…
  3. No ganes la carrera: Contribuye a la carrera (humana)”. Los seres humanos perdemos mucho tiempo, ilusión y energía comparándonos con otras personas. Alcanzada una cumbre siempre hay otra mayor. “Nunca podemos ganar el juego de ‘soy un ganador’” (p.46). Es mejor hacerte corresponsable de la parcelita del mundo que te corresponde.
  4.  Regala tus zapatos: Ayuda a alguien hoy”. Tendemos a pasar de largo ante quienes están en dificultades. Cada día tenemos posibilidades de hacer una diferencia para otra persona.
  5. Ahuyenta tus demonios interiores: Sé libre para lo que importa”. Nuestros demonios pueden tener distintas formas: apegos, malos hábitos, miedos profundos, codicia, etc. Y pueden hacer “una demostración de sus oscuros poderes en los peores momentos posibles: Cuando estamos al borde de importantes decisiones con respecto a nuestras relaciones, nuestros trabajos, o frente a graves dilemas morales” (p.58). Sin embargo, sólo podemos perseguir lo que importa si tomamos decisiones.
  6.  Cambia tu pequeña parte del mundo”. No podemos evitar o reparar todas las injusticias y el mal del mundo, pero sí podemos, cada día, hacer algo importante por otra persona.
  7. No dejes de subir y bajar la colina: Persevera”. “Algunos de tus planes no tendrán éxito; algunas personas te decepcionarán; incluso tú te sentirás decepcionado de ti mismo. Solo superarás los contratiempos construyendo tu propia resiliencia, aprendiendo a poner un pie delante del otro y subiendo y bajando las colinas de tu viaje por la vida” (p.75). En los buenos momentos tus hábitos se irán reforzando, y en los malos los hábitos desarrollados te ayudarán a perseverar. “Cuando nos proponemos un noble objetivo que sobrepasa nuestras escasas fuerzas, topamos con un impensable manantial de sentido, de paz y de valor” (p.77).
  8. Sé más agradecido”. El agradecimiento es algo que todas las tradiciones espirituales proponen. Una actitud agradecida es una inmejorable compañera de camino, da foco y sentido.
  9. Controla lo que es controlable: Escucha el susurro de la brisa”. Es importante distinguir aquello que podemos controlar de lo que no y concentrar nuestras energías en lo primero. “Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, escribió que la voz interior de la sabiduría espiritual le llega al alma ‘dulce, leve y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja’ (EE-Ejercicios Espirituales, 335)” (p.93).
  10. Atiende a la necesidad que este mundo herido tiene de ‘guerreros felices’”, de personas entregadas a la tarea de hacer del mundo un lugar mejor, personas que no dejen de intentarlo a pesar de las dificultades.

Como última invitación una práctica, a modo de “aplicación sabiduría”, que contribuye a incorporar lo hábitos señalados, el examen ignaciano, o dicho de forma coloquial la “parada en boxes mental”.  Lowney explica esta práctica de forma que sirva para cualquier persona, con o sin convicciones religiosas. Se trata de parar toda actividad durante cinco minutos en dos momentos y, de forma sucesiva, dar los siguientes pasos: “1) Recuerda por qué te sientes agradecido. 2) ‘Amplia tu horizonte’. Es decir, no te centres en lo inmediato (…) céntrate en el panorama general. Rememora lo que básicamente te importa, tu razón de ser o tus objetivos más importantes para este año. Luego... 3) Revive las últimas horas. ¿Qué ha ocurrido en tu interior? ¿Qué puedes aprender de esas últimas horas que podría serte de utilidad para las horas que vienen a continuación?” (p.108).

A lo largo de la mañana practiqué, ahora me doy cuenta, alguno de los hábitos señalados. “Escuché el susurro de la brisa”, acepté que no podía hacer nada para acelerar la recuperación del ordenador y me entregué a una lectura que resultó muy gratificante. “Regalé mis zapatos”, ayudé a un amigo que necesitaba algo muy concreto. Y agradecí vivamente tanto a una amiga que respondió de corazón a una petición que le hice, como al “ángel” del servicio informático que me arregló el ordenador. Y me sentí profundamente alegre y en paz.

Parafraseando a Thich Nhat Hanh, cada día nos regala 24 horas en las que podemos vivir de forma que seamos felices nosotros y quienes nos rodean. ¿Qué vas a hacer con tu regalo?

 

Referencias:

Construir un hogar con ladrillos emocionales

 


[Entrada publicada originalmente el 25.03.2009 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Navegar sin naufragar por el mundo de las emociones requiere una brújula. Porque no basta con amar: hay que amar de forma incondicional. No basta con escuchar: hay que escuchar atentamente. No basta con llorar: hay que aprender a superar el dolor. No basta con intentar resolver los problemas de quienes amamos: hay que ayudarles a responsabilizarse y a sobreponerse a los obstáculos” (p. 15)

Todos los comportamientos no son aceptables, pero todas las emociones y los deseos lo son” (p.41)
Punset, Elsa (2008): Brújula para navegantes emocionales. Madrid: Aguilar

En estas líneas voy a compartir algunos de los aprendizajes que he obtenido de la lectura del libro de Elsa Punset, que me parecen básicos para la educación en el ámbito familiar.

Construir un hogar exige mucho más que los ladrillos, telas, materiales y muebles que tanto tiempo dedicamos a escoger. La clave del éxito de un hogar está en construir con buenos ladrillos emocionales, que nunca son fruto del azar y que no siempre conocemos ni manejamos.

En la adolescencia te pasas mucho tiempo diciendo que tal y tal cosa nunca las harás cuando tengas tu casa y tu familia. Y cuando llega el momento te ves repitiendo una y otra vez aquellas conductas que tanto rechazabas, junto con otras que veías como positivas. Hemos heredado patrones emocionales de nuestros progenitores, que tenían su sentido y explicación en unas circunstancias y en unas personas que no somos nosotros. Debemos “aprender a desaprender” dichos patrones y es posible porque, como demuestra la ciencia, la plasticidad del cerebro es muy grande. De esta manera podemos recuperar nuestra propia brújula emocional. Y lo podemos hacer a cualquier edad.

Una base esencial para las relaciones humanas, y más en el caso de adultos-niños, es la autenticidad por dos razones fundamentales: 

  • Porque ellos perciben a los demás de forma directa e intuitiva, ya que todavía no han aprendido a comunicarse desde el disimulo y la desconfianza.
  • Porque aprenden por imitación, consciente o inconsciente. Siempre me han hecho mucha gracia frases como: “cuando seas padre comerás huevos” o “haz lo que digo, no lo que hago”.

En la familia debemos educar en la solidaridad, tanto hacia dentro como hacia fuera de la misma. Los niños necesitan saber que los adultos se preocupan por ellos y por lo demás, y esto es algo que también se aprende por el ejemplo. Yo tengo grabado a fuego cientos de gestos que he visto en mi casa, ayudas desinteresadas y no siempre correspondidas.

Y siempre debemos tener presentes los obstáculos que dificultan la convivencia y la educación y cuyos efectos pueden ser muy dañinos y duraderos. A veces tenemos expectativas sobre el otro que no nos dejan ver quién es en realidad. También debemos tener cuidado de no humillar con burlas o comentarios aparentemente inofensivos. Debemos evitar las etiquetas, tanto negativas (“es que es muy torpe“) como las supuestamente positivas (“es siempre tan formal“), ya que dan una imagen rígida de la persona. Las comparaciones siempre son negativas y perjudiciales. ¡Cuántas veces comparamos a un hijo con otro, o con un primo, o con un compañero…! Y tampoco podemos olvidar que las críticas constantes debilitan el esfuerzo de las personas. El esfuerzo merece respeto y apoyo.

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente podremos construir desde una base sólida unas relaciones sanas y de apoyo y crecimiento.

¿Y usted cómo construye su hogar?