lunes, 28 de octubre de 2019

En defensa de la voz

[He publicado esta entrada el 28.10.2019 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]

Hay una anécdota personal que tengo grabada a fuego por lo que me dolió. Mis hijos tendrían unos 9 y 10 años y medio, respectivamente.  En cualquier caso fue antes de que me separara de su padre. Estábamos los cuatro sentados en la mesa de la cocina y mi hijo mayor me preguntó: “Ama ¿a ti te pagan por los libros que escribes?”. Le respondí: “Cariño he escrito artículos, capítulos de libros y sólo hay un libro por el que me han pagado derechos de autora pero que es un libro técnico y no es de una gran tirada” [Aunque he de decir que estoy muy orgullosa de que en su día fuera traducido al portugués]. El comentario del padre fue demoledor: “Ya sabes… las cositas de amatxu”. ¡Qué pocas palabras para tirar por tierra el conocimiento, el esfuerzo… el trabajo de otra persona! ¡Y delante de mis hijos! Hoy más que nunca sé por qué me dolió tanto… Fue un intento de callar mi voz, no sé si intencionado o no, pero sí efectivo… En ese momento callé con un puñal clavado en mis entrañas. Creo que hoy actuaría de forma diferente…

Esta anécdota que he compartido ilustra una constante que hemos vivido las mujeres a lo largo de la historia. Se nos ha vetado el poder, o no lo hemos tenido fácil para alcanzarlo, y se ha acallado nuestra voz, se nos ha mantenido alejadas del discurso público (salvo de las ‘causas femeninas’). En México tienen una expresión que me impactó la primera vez que la escuché: “Calladita te ves más bonita”. Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge y especialista en estudios clásicos, explica muy bien cómo se nos suele callar actualmente (en el libro incluye ejemplos a lo largo de la historia empezando por el mundo clásico): “La situación es la siguiente: en una reunión, una mujer hace una observación, le sigue un breve silencio y tras unos incómodos segundos, un hombre retoma su argumento allí donde lo había dejado:  ’lo que estaba diciendo es que…’. El efecto es como si nunca hubiera abierto la boca y termina culpándose a sí misma y a los hombres a cuyo exclusivo club parece pertenecer la discusión (Beard, 2018: 46). Esto es el mansplaining [man – hombre + explaining – explicando], fenómeno al que Rebecca Solnit dedicó un interesante  conjunto de ensayos.

Incluso podríamos ir más allá… “Un aspecto todavía más interesante es la conexión cultural que se pone de manifiesto cuando una mujer defiende opiniones impopulares, polémicas o simplemente diferentes: en este caso se consideran indicativas de su estulticia. No es que uno esté en desacuerdo con ella, es que es tonta: ‘Lo siento, cariño, pero es que no lo entiendes’” (Beard, 2018: 40). Cuando estaba haciendo la tesis encontré un libro, La ventaja de ser mujer: el liderazgo femenino, de Sally Helgensen quien es reconocida por Forbes como la primera experta mundial en liderazgo femenino. En el libro destacaba la importancia de la voz en el ejercicio del liderazgo. Al hablar de liderazgo se suele hacer hincapié en el poder de elaborar y transmitir una visión que llegue a ser compartida por todas las personas. Para Helgensen la voz es un concepto más amplio que el de visión (y lo abarca), y el liderazgo femenino tiene mucho que ver con esa voz.  Y la voz hay que desarrollarla…

Y para hacerlo hay que repensar el poder que tradicionalmente se ha entendido como algo casi exclusivo de hombres, un objeto de propiedad al alcance de muy pocos. Me parece muy sugerente la propuesta de Beard (2018: 88): “significa separarlo del prestigio público; significa pensar de forma colaborativa, en el poder de los seguidores y no solo de los líderes; significa, sobre todo, pensar en el poder como atributo o incluso como verbo (‘empoderar’),  no como una propiedad”.

Me quedo con la frase de  Onda Feminista (medio online que busca impulsar la equidad de género en América Latina): “Olvida lo que te enseñaron. Calladita no te vas más bonita. Suma tu voz”. Os animo y me animo a no callar, a reivindicar vuestra voz y a hacerlo en todos los ámbitos, públicos y privados. Pensemos más en empoderarnos y empoderar a otras personas que en el ejercicio del poder como hasta ahora se ha hecho.


Bibliografía
  • Beard, Mary (2018). Mujeres y poder. Un manifiesto. Barcelona: Crítica.
  • Helgesen, Sally (1993). La ventaja de ser mujer: el liderazgo femenino. Barcelona: Granica


viernes, 11 de octubre de 2019

¿Podremos vivir juntos?


El 9 de octubre asistí a una conferencia que llevaba por título: “¿Podremos vivir juntos? Reconciliar contrarios en un mundo de conflictos”, y que era el acto inaugural del curso del Centro Loyola de Bilbao. Fue impartida por Jacques Haers, sj, profesor de Teología en la Universidad de Lovaina y estudioso de la globalización, la violencia y la paz, el cambio climático. Licenciado en Matemáticas y Filosofía y Doctor en Teología. Voy a compartir aquí las principales ideas que me llevé y algunas reflexiones. La conferencia se centró en cuatro ideas.

1.Visión relacional de la realidad

Los seres humanos somos seres relacionales, no individuos separados de otros seres y del mundo. Somos seres que también nos relacionamos con nuestro propio ser. Somos mucho más que la suma de las moléculas que nos componen. Estamos en encuentro con otras personas antes de ser individuos. Y lo ilustró con dos historias personales una de las cuales intentaré reproducir:

Se encontraba en la cola de pagar de un supermercado. Allí había una señora mayor y detrás de ella una madre con un niño de unos cinco años que estaba molestando a la señora porque le daba golpecitos con el carro. La señora se quejó a la madre que respondió indignada: “Mi Tomás hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere”. Un hombre que también estaba en la cola tomó un botellín de agua, se acercó al niño y le vacío el botellín en la cabeza. La madre protestó enfadada y el hombre le contestó: “Yo hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero”.

Un sujeto que decide tiene que darse cuenta de la relación, que es un nivel más fundamental que lo escogido. Ya somos relación antes de escoger. El individuo es relación por su mera existencia. Sin embargo, estamos habituados a ver la sociedad como un conjunto de individuos separados. Si utilizamos la teoría de conjuntos, tenemos que darnos cuenta de que no hay elementos sin conjunto, y que el conjunto más importante es el de toda la realidad.

Si lo observamos desde un punto de vista de fe, la creación es el conjunto en el que las relaciones construyen subjetividades. Estamos conectados en el sentido de ser creados conjuntamente (alianza de destino). No podemos comportarnos como si no estuviéramos en relación con el resto de la realidad.

Yo no puedo considerar ‘otros’ solamente a una parte, los ‘otros otros’ ya están aquí, aunque tengan una alteridad diferente de la que me gustaría. Aquí reside el gran reto, tratar a esos ‘otros otros’ con el mismo respeto, derechos, etc. Hay identidades geográficas, de género, políticas, etc. muy diferentes ¿Cómo construimos un bien común desde esa complejidad de identidades? Una identidad en relación evoluciona, que no es lo mismo que decir que sea relativa. Este hecho cobra mucha relevancia en el diálogo interreligioso. La religión se puede vivir desde 3 perspectivas diferentes: 1) exclusivismo, sólo hay una fe verdadera y se trata de convertir a los que no la profesan; 2) inclusivismo, reconozco en la otra fe matices de razón; 3) pluralismo, somos diferentes y tenemos distintas opciones. En el diálogo interreligioso arriesgamos nuestra identidad para redescubrirla en Dios que se nos ofrece de diferentes maneras. En definitiva, participamos del mismo mundo, hay un plan que nos une.

2. Justicia restaurativa

Víctima y victimario viven en una comunidad herida y la justicia restaurativa trata de ver si se puede construir una realidad de consolación, si se puede transformar la realidad herida [Jean Schmitz, experto en Prácticas Restaurativas, explica en este vídeo las diferencias entre Justicia Punitiva y Justicia Restaurativa]. Esto supone un largo camino. Incluso hay heridas que no se pueden sanar en esta vida. En estos procesos es muy importante la figura de la persona mediadora, que es quien transmite la fe en la posibilidad de un mundo reconciliado. Es una persona amiga que va a hablar con ambas partes mostrándole a cada una el punto de vista de la otra y que ayuda a buscar el modo de reparar. La reparación es una decisión conjunta, un discernimiento en común para juntos construir una realidad reconciliada. La parábola de Lázaro y el rico (Lc16, 19-26) es un buen ejemplo de lo que ocurre cuando no sanamos la realidad. Cuando tanto Lázaro como el rico mueren la misma relación se repite pero al revés. Las divisiones nos llevan a caminos sin salida. No se trata de buscar la verdad o la falsedad sino aquello que da consolación. Es muy inspiradora esta historia de la aldea de Rwimikoni, El pueblo ruandés donde asesinos y víctimas del genocidio viven en armonía. Igualmente, es muy interesante esta charla TED de Daniel Reisel, profesor del Univertity College of London: “La neurociencia de la justicia restaurativa”. En ella apuesta por programas de justicia restaurativa como vía para “cambiar los cerebros” de quienes han cometido crímenes, ayudándoles a desarrollar la empatía y así facilitar su rehabilitación.

3. Encarnación

Para transitar el camino de la reconciliación hay que trabajar desde la herida, desde el saberse solidarios en el dolor. En la parábola de la mujer sirofenicia (Mc 7, 24-30), en un primer momento Jesús le dice que ella no es judía, pero reconoce la voz del padre en esta mujer y entra en su herida. Al entrar en la herida se puede hacer un cambio, se puede conseguir lo imposible de la reconciliación.

4. La persona mediadora es quien cuida de la misión

Hay una misión que se nos ha dado y a la que queremos ser fieles: encaminar hacia la reconciliación; empezar un camino que, a priori, parece imposible. Para los cristianos  esta misión es primariamente la de relacionarnos en Dios todos juntos, la creación entera; construir un mundo en paz.

No solo podemos vivir juntos sino que estamos llamados a transformar la realidad y construir la paz para todas las personas, para toda la creación.

En el siguiente vídeo (a partir del minuto 16) se puede ver la intervención, con el mismo título, de Jacques Haers, sj  el pasado 7 de octubre en el acto inaugural del curso del centro de estudios Cristianisme i Justícia.