En esta entrada recojo el guante que me lanzó mi amiga Gema. Había encontrado la aplicación a su profesión que hacía un abogado de los "Diez mandamientos para no ser infeliz", propuestos por Eduardo Punset en la p.268 de su libro Excusas para no pensar; y me sugirió hacer lo propio para el profesorado universitario. Va por ti Gema...
1- “No intente ser feliz todo el rato”. Cualquier profesional sabe que en su trabajo hay tareas que son muy gratificantes y otras que no lo son tanto. Para un educador lo más gratificante seguramente sea, para mí lo es, el contacto con el alumnado; dar clase; debatir conceptos y situaciones. Pero... ¿y las reuniones? ¿y la corrección? ¿el pasar notas? ¿las revisiones? ¿las tareas de gestión?... Para mi todo cobra sentido porque forma parte de la labor que legitima y da sentido a mi trabajo, contribuir a la formación integral del alumnado.
2- “Intente
disfrutar la preparación y la búsqueda de sus metas y objetivos”. Lo importante no es sólo llegar a la meta u objetivo, muchas veces el camino es muy satisfactorio, o al menos sirve para aprender y crecer. ¿Quién no ha perdido la noción del tiempo leyendo, preparando una clase o una conferencia? ¿Quién no ha dejado que la clase se le desbarate un poco por seguir con un tema que interesa al alumnado?
3- “La
felicidad es, primordialmente, la ausencia del miedo”. Mientras no vivamos sin miedo en el aquí y ahora difícilmente seremos felices. Mi amigo Rogelio Fernández escribía en un blog: "Vivir el presente nos ayudará a disfrutar más de
lo que hacemos, de lo que sentimos. Nos ayudará a quitarnos muchos miedos
inútiles y paralizantes que no nos ayudan en nada. Nos permitirá ver con mayor
claridad la realidad en la que vivimos y nos permitirá también
responsabilizarnos más de ella. Nos permitirá, en definitiva, vivir más felices
aunque esto… nos de miedo aceptarlo".
4- “Cuide
los detalles y las cosas pequeñas en lugar de seguir obsesionándose por los
grandes proyectos”. En la labor de un educador/investigador son muchas cosas las que cuentan. Además, con nuestra actitud, con nuestras acciones transmitimos mucho, a veces más que con nuestras palabras. Quizá no podamos hacer grandes aportaciones al conocimiento, a la ciencia... pero igual sí podemos contribuir a cambiar una vida, a despertar una vocación profesional, a hacer visible una realidad ¿Acaso no es eso algo grande?
5- “Las
investigaciones más recientes demuestran que el nivel de felicidad aumenta con
la edad”. Ciertamente, cada vez me siento más feliz a pesar de que la vida ya me ha dado unas cuantas sacudidas, me ha puesto algunas pruebas. Quizá por eso mismo, porque he vivido, sé apreciar mejor cada momento, cada situación; sé que no puedo esperar a mañana, que debo vivir en el presente. Y disfruto más también de mi trabajo [siendo consciente de que la institución en y para la que trabajo no es perfecta] porque he hecho de mi vocación mi profesión; porque encuentro sentido a mi quehacer.
6- “Concentre todos sus esfuerzos
en disfrutar de aquello que más le guste: leer, jugar al tenis o al golf, hasta
trabajar si le apetece”. Es un privilegio saber disfrutar de las cosas pequeñas, poder entregarte a cada tarea que realizas. Quienes trabajamos en educación tenemos el privilegio de poder realizar tareas muy enriquecedoras: leer, escribir, debatir, transmitir...
7- “No desprecie a nadie. La
antítesis del amor no es el odio, sino el desprecio hacia los demás”. No se me ocurre principio más fundamental en educación que el respeto. Debemos tratar a todas y a cada una de las personas con un exquisito respeto, reconociendo su dignidad (condición que les caracteriza de forma permanente y fundamental por el hecho de ser personas).
8- “Cuide
sus relaciones personales”. Uno de los padres de la psicología positiva, Martin Seligman, concluye en sus estudios sobre la felicidad que del trío salud, amor y dinero lo que más contribuye a la felicidad es el amor, unas relaciones sanas y satisfactorias. En nuestra profesión si algo hay es contacto con otras personas (alumnado, profesorado, personal no docente, otros profesionales, etc.). Y cada contacto, cada grupo con el que interactúas, es una posibilidad de crecimiento y aprendizaje.
9- “Aproveche la capacidad que
tenemos de imaginar -lo único que realmente nos diferencia de los chimpancés-
para pensar en cosas bellas, en lugar de en desgracias”. Una de las competencias claves que aparecen en todos los grados de nuestra universidad (Universidad de Deusto) es el pensamiento creativo, entendido como "el comportamiento mental que genera procesos de búsqueda y descubrimiento de soluciones nuevas e inhabituales, pero con sentido, en los distintos ámbitos de la vida". Ciertamente es una competencia básica para el trabajo y la vida; es importante potenciar y desarrollar este pensamiento a lo largo de toda la existencia. Sin embargo, no siempre lo ponemos en funcionamiento; en ocasiones creemos que está reservado a genios y similares. Sin embargo, todos podemos desarrollarlo y hacerlo funcionar a nuestro favor. Cuántas veces utilizamos nuestra imaginación únicamente para contemplar todas pegas, excusas y desgracias posibles... ¡Cambiemos el 'chip'!
10- “Durante el invierno no paramos de invertir en nuestro futuro
o en el de los seres queridos […] Aproveche las vacaciones y
el tiempo libre para invertir menos y colmar el déficit de mantenimiento de
uno mismo”. En una conferencia escuché una vez que "nadie da lo que no tiene". No puedo estar más de acuerdo. Es necesario parar, tomar fuerzas, escuchar y escucharse, leer, estudiar, cultivarse, etc. para poder compartirlo con los demás, para poder transmitir desde el convencimiento. Utilicemos nuestro tiempo libre para regenerarnos y recargar energía.
Una última reflexión... ¿eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?
Una última reflexión... ¿eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?