El origen de este post es una Charla TED de julio de 2009, “Chimamanda
Adichie: El peligro de la historia única”, que cuenta con más de 10 millones de
visitas.
Chimamanda se define
como una “contadora de historias” y en
la charla cuenta varias historias personales sobre el peligro de una historia
única. Comentaré aquí algunas de ellas... Se presenta como una lectora y escritora
precoz. Empezó a leer sobre los 4 años y sus primeros escritos los hizo sobre
los 7. Relata que al principio leía historias sobre niños ingleses y
americanos. Y los personajes sobre los que escribía eran como aquellos sobre
los que leía: blancos y de ojos azules, jugaban en la nieve, comían manzanas y
hablaban del tiempo. Ella, sin embargo, vivía en Nigeria, comía mangos y allí no
se hablaba del tiempo porque no era necesario… Moraleja: somos muy vulnerables e influenciables ante una historia y más en la
infancia… Esto me hace pensar lo importante que es lo que leen nuestros niños y nuestros jóvenes, la mirada
se educa desde muy temprano…
Todo cambió para ella cuando empezó a leer libros africanos;
eso le salvó de ver una historia única y le ayudó a descubrir su propia voz. Otra
historia que narra… En su casa tenían personal doméstico. Lo único que ella
podía ver sobre Fidé, a quien su madre ayudaba mucho, era su pobreza. .. Su
imagen pasó a ser otra después de que un día fue a su casa y estuvo con su
familia. “Es así como creamos la historia
única, mostramos a un pueblo como una cosa, una sola cosa, una y otra vez, hasta que se convierte en eso”.
La historia única tiene que ver con el poder. Chimamanda explica que cuando piensa en el
poder siempre le viene una palabra del idioma igbo (idioma hablado por la etnia igbo, localizada en lo que antes era Biafra), el sustantivo nkali, que significa “ser más grande que
el otro”. En el mundo político y económico las historias se rigen por este
principio. Todo depende de cómo y cuándo se cuenta, quién cuenta, cuántas
historias se cuentan… El poder no es sólo la capacidad de contar la historia del otro,
sino de hacer que esa historia sea la definitiva. En alusión a su infancia reflexiona que “todas estas historias me hacen
quien soy; pero si insistimos sólo en lo
negativo sería simplificar mi experiencia y omitir muchas otras historias que
me formaron”. La historia única crea estereotipos, y el peligro de los
estereotipos no es que sean falsos, sino que son incompletos. Es imposible
conectar con una persona o lugar sin entender todas sus historias. La historia
única roba la dignidad de los pueblos, niega la igualdad, subraya las
diferencias más que las similitudes. Acaba la conferencia con una reflexión
excepcional. “Las historias importan.
Muchas historias importan. Las historias se han usado para despojar y
calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las
historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar
esa dignidad rota […] Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos
cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una
suerte de paraíso”.
Según iba escuchando la conferencia me venían a la cabeza
muchos ejemplos sobre el peligro de la historia única, en la Historia hay
muchos y también en la mía propia… No hay más que pensar en todas los casos de discriminación
y persecución, ya sea por causa política, religiosa, de orientación sexual…
Detrás hay mucho miedo e incapacidad de ver lo que nos une, la humanidad…
Detrás hay historias únicas que hemos asumido acríticamente… En mi vida he experimentado también en
varias ocasiones esto… He tenido que reelaborar o revisar mis opiniones
sobre el matrimonio, la familia, la homosexualidad, el aborto… cuando me han ‘golpeado’
cerca… Y digo ‘golpeado’ porque en un primer momento he vivido así, como una
sacudida, lo que ha atacado mis creencias y valores…
La charla también me
hacía pensar en la lucha feminista, en el patriarcado. Durante muchos,
demasiados, años la historia de las mujeres ha sido contada e interpretada por
hombres. La voz de la mujer ha sido silenciada o minusvalorada… Todo cambio
hacia la real igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres pasa por
superar la historia única.
Posteriormente he visto otra conferencia de Chimamanda
que se ha convertido en libro, Todos
deberíamos ser feministas, y que será leído por todos los estudiantes suecos de dieciséis años. Al
comienzo del libro Chimamanda se define como una “feminista feliz africana que
no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos
para sí misma y no para los hombres”.
Revisemos nuestros
prejuicios, clichés, estereotipos, historias únicas… Este es el primer paso
necesario para relacionarnos en clave de igualdad; es el primer paso para hacer
realidad los Derechos Humanos.