viernes, 4 de abril de 2025

Semillas de esperanza

El 2 de abril asistí a la actividad "Cine, Mujeres y Compromiso Social", enmarcada en la estrategia foral Emakumeak. Tras la intervención de Teresa Laespada, Diputada Foral de Empleo Cohesión Social e Igualdad, se proyectó el documental "Semillas de Kivu", Goya 2025 al Mejor Cortometraje Documental. A continuación la periodista Isabel León moderó una mesa coloquio con: Iván Miñambres (productor de “Semillas de Kivu”); Ana Gutiérrez (Zinemakumeak gara!) y Ainhoa Pérez Arrospide (Técnica de proyectos en KCD Kultura, Communication y Desarrollo). Voy a presentar algunas de las ideas que se compartieron en el acto, así como algunas reflexiones que he hecho a partir del mismo.

Cuando escuché el título del documental lo primero que me pregunté fue qué será Kivu. Kivu es una región del Congo, limítrofe con Ruanda, de una belleza paradisiaca, de una gran riqueza extractiva y que lleva 25 años guerra. Mantener la guerra y la violencia es la forma de romper el tejido social y permitir que el expolio se haga de forma libre.

En su discurso la Diputada aludió a una de mis citas favoritas: “Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”, El principito, Antoine de Saint-Exupéry. El cine es herramienta denuncia, sensibilización y movilización. Una historia, un buen relato nos puede tocar de forma muy profunda y nos puede mover a actuar. Claramente nos puede llevar a la reflexión y la acción, incluso con relación a hechos que nos resultan lejanos.

Como empezamos a verlo cada vez más cerca, estamos tomando conciencia de que existen una cifra de contiendas sin precedentes desde la II Guerra Mundial. Una de las grandes conquistas de la Humanidad, los Derechos Humanos, están en serio peligro y muestran su fragilidad. A lo largo de la historia las mujeres han sido consideradas botín de guerra, un arma eficaz para destruir a las comunidades derrotadas. Esto deja secuelas más allá del fin del conflicto, tiene un efecto transgeneracional. El documental es un homenaje a las mujeres que han sufrido unos hechos muy dolorosos y ante los que han mostrado una gran resiliencia. Y lo hace de una forma muy bella y delicada, dándoles una voz que les ayuda a recuperar su dignidad. Me quedo con el testimonio de una de las mujeres que dice que ella no se irá con cualquier hombre, sólo con aquel que acepte a su hija, fruto de una violación, con todas las connotaciones y estigmas que esto supone en su cultura. Todo un signo de empoderamiento.

Hay una figura muy relevante en el documental, pero que no opaca a las verdaderas protagonistas (como explicó el productor, el documental iba a centrarse en él, pero se cambió el foco). El Dr. Denis Mukwege, congoleño, originario de Bukavu (capital de Kivu), galardonado en 2014 con el Premio Sájarov del Parlamento Europeo y en 2018 con el Premio Nobel de la Paz, reconstruyó el Hospital de Panzi en 1999 (fue destruido por la segunda guerra del Congo en 1998). En origen el hospital estaba pensado para luchar contra la mortalidad maternal, pero la primera mujer a la que atendieron había sido víctima de una brutal violación y presentaba lesiones muy graves. No fue la única. Pronto fueron llegando más. Tardaron poco en comprender que se encontraban ante una nueva patología, la violación como arma de guerra, a la que había que dar respuesta. El Hospital de Panzi, cuenta con 450 camas de las cuales 134 están reservadas a supervivientes de violencia sexual y mujeres que precisan atención ginecológica especializada.

Me quedo con la importancia de la diversidad de historias. No es cuestión sólo de conocer historias de mujeres, sino de aplicar una mirada diferente, de hacerlo con las “gafas violeta”, término acuñado por la escritora y activista feminista Gemma Lienas, que invita a “mirar al mundo desde una perspectiva crítica de género para ver y hacer evidentes las desigualdades y la violencia de género” (IMM, s.f.).

Como se señaló en el diálogo, el documental pide una segunda parte, el relato de las mujeres una vez que abandonan el Hospital de Panzi. En el diálogo Iván Miñambres, el productor, explicó cómo habían elegido el título. Los niños y niñas fruto de esas violaciones son la esperanza de un futuro diferente, son la semilla de la resiliencia.

Referencias

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