[He
publicado esta entrada el 23.11.2018 en el Blog de Inteligencia Emocional de
Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
Recientemente he asistido a un concierto, más bien una
meditación comunitaria cantada, de la Hermana Glenda, a quien descubrí
hace unos veinte años. Es una cantautora de música cristiana nacida en Chile y
con nacionalidad española que se dedica a la evangelización a través de la
música. Una de las canciones, que hacía mucho que no escuchaba, me removió por
dentro, Nada es imposible para ti. Sus versos todavía resuenan en mí: “¿Por qué tengo miedo? (…) ¿Por qué tengo dudas?”
Como dice mi amigo Roge hay muchos
miedos… “Miedos desadaptativos, paralizantes, agresivos, humillantes,
cotidianos, invisibles, amigos, condicionados y condicionantes, viejos y
nuevos, aceptados, odiados, del pasado, del presente, del futuro… de los más
peligrosos. Miedos fóbicos, terroríficos, pavorosos, pero también sutiles,
silenciosos, permanentes, depresivos y deprimentes”. A veces nos cuesta vernos
como animales y no somos conscientes de que nuestra razón no puede acallar lo
que nuestras emociones ‘gritan’ por cada poro de nuestra piel. Ante el miedo nuestro cerebro tiene
grabadas tres respuestas: ataque, huida o inmovilidad. He de reconocer que
en mí la más habitual es la inmovilidad, el
miedo me paraliza, me bloquea. Y, como dice Roge, eso te hace presa fácil
de los depredadores y depredadoras, que huelen el miedo y les excita porque te conviertes en una presa. ¿Y cuáles son mis mayores miedos,
los fantasmas que me acompañan? En mi caso los tengo bien identificados: el
rechazo y el abandono… Y esto me habla del miedo
a la soledad.
Hay un vídeo muy sugerente de José María Rodríguez Olaizola
sj que se titula “¿Se puede bailar con la soledad?” (tiene también un libro con ese título).
Como señala puede parecer una paradoja porque el baile evoca algo alegre
mientras que la soledad evoca algo triste. En toda vida hay soledad (creo que
la mayor constatación de ello es que todas las personas nacemos y morimos solas
aunque estemos rodeadas de gente). Hay soledad buscada con la que es fácil
bailar. Lo complicado es bailar con esa soledad no buscada, la que te ataca
cuando miras las vidas de los demás y te parece que están llenas de vínculos y
encuentros mientras que la tuya no lo está. Rodríguez Olaizola da tres claves para bailar con esa soledad:
1) Escuchar la música, aprender a oír los ruidos y voces que nos hablan de vida
y nos demuestran que no estamos solos o solas; 2) Aprender a escuchar a las
demás personas, a reconocerlas, con sus luces y sus sombras, más allá de sus
máscaras; 3) Ofrecer afecto, no exigirlo… ahí empezamos a bailar.
Y merece la pena bailar porque, como señala el siguiente
autor al que vamos a mencionar, “la buena vida se construye con buenas
relaciones”. Robert Waldinger es el
4º director del Harvard Study of Adult
Development, una investigación sobre la vida (trabajo, salud, vida
familiar, etc.) de 724 hombres a lo largo de 75 años realizada a través de
cuestionarios, entrevistas, historias médicas, etc. La pregunta a la que tratan
de dar respuesta en el estudio es: ¿Qué nos hace felices y saludables? El mencionado estudio comenzó en 1938. En la
fecha de la charla, diciembre de 2015, 60 de esos hombres continuaban con vida
y seguían participando en el estudio. Había dos grupos iniciales: uno eran
alumnos cursando segundo año de carrera en Harvard; el otro eran chicos de los
barrios más pobres de Boston. Actualmente están estudiando a los descendientes
de los participantes en el estudio, más de 2000, y hace una década se incorporó
a las mujeres de los participantes. La conclusión central del estudio no tiene
que ver con la fama y el dinero: “Las
buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables”. Se derivan tres
aprendizajes importantes: 1) “Las conexiones sociales nos hacen bien y la
soledad mata”; 2)”Lo que importa es la calidad de las relaciones más cercanas”;
3)”Las buenas relaciones no sólo protegen el cuerpo, protegen el cerebro”. No es
necesario que las relaciones sean buenas todo el tiempo, en todas hay
altibajos, lo importante es saber que se puede contar con la otra persona.
Volviendo a la canción que mencionaba al principio… ¿Por qué tengo miedo sin nada es imposible
para ti y, añado, has llenado mi camino de personas que le dan brillo y
sentido?