jueves, 29 de agosto de 2024

¡Cuidadme así!

 


Conocí al Dr. Jacinto Bátiz en febrero de 2014 cuando asistí a una conferencia que me atrajo inmediatamente por el título, “Cuidar con caricias”, que es el título de un artículo por el que resultó ganador de la VIII edición del Premio Reflexiones (Echaniz Barrondo, 2014). Me sorprendió gratamente escuchar a un médico frases como la que cierra el mencionado artículo: “Un apretón de manos, una caricia, un fuerte abrazo, no los lleva el viento, suelen pesar más que las palabras” (Bátiz, 2008). Además, suponía la confirmación de algunas de las convicciones que he ido desarrollando…

Diez años más tarde he disfrutado un libro, ¡Cuidadme así! Decálogo para morir bien, en el que pretende “compartir cómo deseo que sean estos cuidados cuando yo los necesite, basándome en lo que aprendí durante los muchos años que acompañé a los enfermos en fase terminal” (Bátiz, 2024: 15). Es decir, compartir los aprendizajes de una vida dedicada a los cuidados paliativos y que ha contado con las mejores maestras, personas enfermas. Veamos los puntos de este Decálogo.

1. “Tratadme como a una persona”. “No me contempléis solo como una estructura biológica, sino que además tened en cuenta mi dimensión emocional, social y espiritual” (Bátiz, 2024: 17). No basta con aliviar el dolor y cualquier otro síntoma… Y tampoco hay que olvidar a quien cuida, la familia. “Creo que fuimos muy bien entrenados para tratar enfermedades, pero con muchas carencias para tratar a las personas enfermas” (Bátiz, 2024: 18). Esto hay que tenerlo en cuenta no sólo ante las enfermedades incurables. Cuando se está llegando al final hay cuatro necesidades fundamentales que los profesionales de la salud tienen que identificar y satisfacer: 1. Alivio de los síntomas que provocan sufrimiento físico; 2. Apoyo emocional; 3. Compañía, las personas tienen derecho a no morir en soledad; 4. Apoyo espiritual (la más desconocida). En ese momento surgen con fuerza preguntas del tipo: “¿Por qué a mí? ¿Para qué seguir peleando? ¿Qué sentido tiene mi vida ahora que me encuentro mal? ¿Qué pinta Dios en todo esto, por qué no hace nada para parar esta enfermedad? ¿Existe algo después de la muerte?” (Bátiz, 2024: 24). 

2. “Permitidme expresar mis sentimientos”. El miedo a la muerte es una emoción muy enraizada en las personas. Hay que dejar que la persona enferma se exprese sin interrupciones, que comparta sus pensamientos y emociones, que se desahogue siempre que quiera. Asimismo hay que responder sus preguntas y dudas de forma realista.

3. “Permitidme participar en las decisiones sobre mis cuidados”. “Desearía que no ejerzáis conmigo el paternalismo de antaño, pero que tampoco caigáis en la obstinación autonomista. Ya sé que tengo derecho a mi autonomía, pero, si queréis ayudarme de verdad, deliberad conmigo las decisiones que se vayan a tomar; es decir, quiero que me ayudéis de verdad con una autonomía compartida” (Bátiz, 2024: 37). Para que se tengan en cuenta nuestras opiniones conviene dejar por escrito cómo queremos ser cuidados al final de la vida, o, al menos, expresárselo a quienes nos cuiden en ese momento. El Documento de voluntades anticipadas, Documento de instrucciones previas o, coloquialmente, Testamento vital es vinculante legalmente cuando está correctamente cumplimentado y registrado (para más información véase Gobierno Vasco, 2024).

4. “No me dejéis morir solo”. “Lo esencial en el proceso de acompañar es no dejar solo a quien no desea estar solo. Es de suma importancia que los moribundos no se sientan abandonados; en otras palabras, que sientan que están siendo cuidados por otros, incluso aunque sean conscientes de que no tienen cura. Deseo que respetéis mi soledad buscada y que me libréis de una soledad obligada” (Bátiz, 2024: 46). La persona moribunda necesita saberse acompañada por los profesionales sanitarios, la familia y sus amistades. La compañía reconforta, la soledad aumenta el dolor. Las familias con una persona ingresada en fase terminal tienen tres necesidades (Bátiz, 2024: 52-53): 1. Reajuste familiar en el tiempo de cuidado de la persona enferma; 2. Tiempo para gestionar todos los recursos; 3. Dinero. Para dar respuesta a esto es necesario que entren en acción profesionales de la Salud, de la Psicología, del Trabajo Social, personas voluntarias, etc. “El abandono y la obstinación terapéutica son los dos extremos de la mala praxis médica en la atención al final de la vida, que constituyen una grave vulneración del Código de Deontología Médica” (Bátiz, 2024: 60). [Véase OMC, 2022]

5. “Cuando os pregunte, no me engañéis”. “La persona, aunque enferma, tiene derecho a saber qué le ocurre, tiene derecho a tomar decisiones y tiene derecho a que se respete su dignidad” (Bátiz, 2024: 65). Muchas personas presienten la gravedad de su situación y piden que se aclaren sus dudas. Hay que comunicarles, de forma gradual y partiendo de lo que saben, la verdad que puedan comprender, asumir y aceptar. Y hay que prestar atención a la reacción psicológica al recibir la información. En ocasiones la familia pide al personal sanitario que participe en una “conspiración de silencio”, pero hay que tener claro que la obligación ética es con la persona enferma, no con la familia.

6. “No me juzguéis”. “Cuando el enfermo se encuentra en la situación clínica de terminalidad, no necesita nuestros consejos, necesita nuestra compañía y nuestra escucha. En ningún caso, nuestro acompañamiento tendrá como objetivo hacerle cambiar de opinión” (Bátiz, 2024: 74). Debemos conocer qué es dignidad para la persona que se encuentra en esa situación, porque su dignidad le pertenece. “Buscar el máximo beneficio para el enfermo continúa siendo el motor básico de la práctica médica, pero la voluntad del enfermo debe determinar la dirección correcta y el límite de nuestra atención médica” (Bátiz, 2024: 77).

7. “Comprendedme y ayudadme a afrontar mi muerte”. “Yo deseo que quienes me cuidéis, seáis además de competentes profesionalmente, personas cercanas a mis necesidades, seáis capaces de conocerlas, de comprenderlas y de satisfacerlas para ayudarme a afrontar mi muerte” (Bátiz, 2024: 81). La falta de formación en cuidados paliativos suele conducir a tres actitudes muy perjudiciales, que van en contra de una atención integral: el abandono, la autosuficiencia o el miedo.

8. “Cuidadme como os gustaría que os cuidaran”. Nos encontramos ante la Regla de oro, norma básica para una buena convivencia y entendimiento mutuo. En situaciones de alta vulnerabilidad, y la enfermedad lo es, somos más sensibles al trato carente de empatía y compasión.

9. “No adelantéis intencionadamente mi muerte”. “No tengo miedo a la muerte, tengo miedo a sufrir. Aunque no quiera morirme, ya sé que no va a ser posible, pero sí puede ser posible no sufrir. Por ello no deseo que adelantéis intencionadamente mi muerte, pero tampoco deseo que prolonguéis mi agonía con tratamientos inútiles en una situación clínica de terminalidad; que seáis capaces de no iniciar o de retirar tratamientos desproporcionados” (Bátiz, 2024: 95). Aliviar el dolor no es opcional, es una obligación ética, pero no debe consistir en “eliminar a quien sufre”.

10. “Cuidad a mi familia para aliviar su pena”. Es importante contribuir a que la familia no desarrolle un duelo enfermizo. La mejor medida preventiva para ello es saber que la persona ha fallecido con dignidad, en paz y sin dolor ni sufrimiento.  

¡Qué importante formarnos e informarnos sobre el proceso del final de la vida! ¡Qué diferencia, tanto para quien se va como para su entorno, si a la persona se le procura una atención integral!

 

Referencias

 

 


jueves, 22 de agosto de 2024

El trabajo de la mujer

 

El lema de la campaña de la campaña del 8 de marzo de 2012 de Emakunde es: “Emplea la igualdad… Un derecho y una medida para salir de la crisis”. Las políticas de igualdad de oportunidades en el ámbito de las organizaciones además de ser una cuestión de justicia social pueden convertirse en un elemento de innovación social. Como se señala en la presentaciónde la campaña

  • “Las políticas de igualdad en las empresas pueden favorecer la mejora en el rendimiento, el crecimiento de la productividad, el nivel de satisfacción y la retención de talento.
  • Incrementar la presencia de las mujeres en los puestos directivos favorece la representatividad y la diversidad, mejorando los modelos de gestión empresarial.
  • Incrementar la tasa de actividad de las mujeres supone aprovechar un talento, el femenino, que está siendo infrautilizado. Eso permitirá disminuir las tasas de desempleo y generar crecimiento.
  • Las medidas de igualdad en las empresas no deben asociarse únicamente con la conciliación personal, familiar y laboral de las mujeres sino con la corresponsabilidad de mujeres y hombres.
  • Las medidas de igualdad en las empresas deben incluirse en los planes estratégicos y contar con el consenso sindical para poder ser socializadas”. 

En el día de hoy también ha sido noticia la etiqueta de un pantalón que ‘bromea’ con el trabajo de la mujer… Me gustaría saber qué tendrá más difusión ¿la campaña de Emakunde o la imagen sexista? Ni qué decir tiene que uno y otro no aportan lo mismo al avance de la igualdad de oportunidades… Y luego hay voces que se preguntan qué necesidad hay de hacer tanto ‘ruido’ con la igualdad de oportunidades…

Da qué pensar, ¿no?

Bibliografía:

miércoles, 21 de agosto de 2024

Algo se muere en el alma

 

[Entrada publicada originalmente el 12.02.2012 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va,
Y va dejando una huella que no se puede borrar.
(…)
Ese vacío que deja el amigo que se va
Es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar”

Ayer recibía la triste noticia de la muerte por infarto de un amigo, y compañero de la Universidad de Deusto, Iñaki Beti.

La muerte no es un tema habitual de conversación, es algo de lo que no se suele hablar, a pesar de ser la única certeza con la que nacemos, de ser la necesaria contrapartida a la vida.  Ante la muerte de alguien nos suelen faltar las palabras; nos sentimos incómodos ante quienes lloran una muerte. El símil más bonito sobre la muerte que he oído nunca es el de la mariposa: “morir significa, simplemente, mudarse a una casa más bella, hablando simbólicamente, se sobrentiende. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a vuestra alma” (Kübler-Ross, 1989: 23).

La Dra. Kúbler-Ross hablaba de las cinco fases del duelo,  fases sobre las que se puede ir y venir: 1) Negación: uno se queda en estado de shock, no se hace a la idea de la pérdida, de que no se va a volver a ver físicamente al otro; 2)  Ira, enfado:  “¿por qué a él?”, “no es justo”, “estaba en lo mejor de la vida”…  que se puede aplicar sobre uno mismo o sobre los demás ; 3) Pacto: como la realidad es dura se intenta ‘negociar’ para superar la vivencia traumática; 4) Depresión: la persona se sume en una profunda tristeza que puede tener síntomas físicos y psíquicos, el peligro está en que esta etapa se cronifique; 5) Aceptación: se alcanza cierta paz y la vida se impone poco a poco… Creo que yo todavía estoy en la fase de negación. Cuando le has visto a alguien el día anterior y estaba como siempre, alegre, vital, lleno de proyectos… es difícil pensar que ya no está… No obstante, también es momento para agradecer el haberle conocido, por lo compartido y lo aprendido... Ha sido una suerte. Un abrazo muy fuerte para ti Ana y para vuestra hija.

Empezaba con una canción y acabo con otra… ¡Hasta luego Iñaki!

“No es más que un hasta luego
No es más que un breve adiós
Muy pronto junto al fuego
Nos reunirá el Señor”

Bibliografía:

  • Kübler-Ross, Elisabeth (1989): La muerte un amanecer. Barcelona: Luciérnaga.


martes, 20 de agosto de 2024

Escuchar con los ojos

 

[Entrada publicada originalmente el 06.07.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“Tú encontrarás la solución. Lo único que puedo hacer para que la encuentres es ayudarte a verte a ti misma. Intentar hacerte un buen retrato” (cita de apertura del libro)

Recientemente he leído un libro de Ferran Ramon-Cortés que lleva por título el que encabeza  este post, y que es muy sugerente como todo lo que escribe el citado autor sobre comunicación. Hace tiempo que estoy convencida que un requisito fundamental, y no siempre tenido en cuenta, para una buena comunicación es la escucha, que se debe realizar a través de todos nuestros sentidos. A lo largo del libro el autor presenta cinco claves para conocer a los demás, comprenderlos y conectar con ellos; y lo hace utilizando los pasos para realizar un buen retrato y que paso a comentar.

  1. “Mirar por el visor”. Es necesario cambiar la perspectiva; salir de mí para concentrarme en el otro; dejar de ser protagonista para convertirme en espectador.  Para ello debo parar mi ‘runrun’ interno y escucharle con todo mi ser, también con los ojos. Ésta es la única manera de que se sienta escuchado.
  2. “Encuadrar la imagen”. Una vez en el papel de observador debo conseguir que el otro se abra, que comparta sus sentimientos y que yo pueda ir explorando por los caminos que me va insinuando. Para lograrlo deberé conseguir que el otro se sienta cómodo, en confianza; deberé ser empático y aceptar sin juzgar lo que el otro me dice; y deberé animarle a que concrete, a que me proporcione ejemplos y casos concretos.
  3. “Elegir la luz”. Hay que buscar la raíz de los problemas y conductas para poder crecer. Muchas veces enmascaramos nuestros verdaderos problemas detrás de conflictos puntuales, porque igual ni siquiera nos damos cuenta de cuáles son. Dos habilidades son fundamentales para ello: la autenticidad (para que el otro te sienta cercano, y no que le estás analizando como un profesional) y la proximidad (que ayuda a concentrarse en lo que el otro siente aquí y ahora). “En las relaciones profesionales la amistad es una elección mientras que la confianza tendría que ser una obligación, porque si no hay confianza, los errores, los malentendidos y los conflictos están asegurados” (p.57).
  4. “Enfocar y disparar”. Para ayudar al otro debo ser capaz de captar y comprender lo que siente, que siempre será legítimo e indiscutible. En este proceso ayudan la confrontación (en este momento puedo evidenciar las posibles contradicciones sin herir) y la autorrevelación (exponer una vivencia que se parezca en el sentimiento y que la utilice para ayudar al otro, no para descargarme).
  5. “Revelar”. Se trata de propiciar el autoconocimiento, acompañar al otro hasta que lo descubra y le ponga palabras. Para esto es necesario tener valor (estar dispuesto a involucrarte con el otro, no sentir que el problema es de él, atreverse a decirle lo que hay que decirle) y ser sincero pero teniendo en cuenta lo que el otro puede aguantar (no se puede herir en nombre de la sinceridad).

Os animo y me animo a escuchar con los ojos… y con todo el ser…

Bibliografía:

  • Ramon-Cortés, Ferran (2011): Escuchar con los ojos. Barcelona: RBA.



lunes, 19 de agosto de 2024

Es de bien nacidos…


[Entrada publicada originalmente el 26.05.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]


CIELO E INFIERNO CERCANOS

 

Un samurai fue a visitar a un viejo sabio para plantearle una duda que lo atormentaba.

-Señor, estoy aquí porque necesito saber si existen el infierno y el paraíso.

-¿Quién lo pregunta? -contestó el maestro.

-Un guerrero samurai.

-¿Tú un samurai? -se burló el maestro-. ¿Con esa cara de idiota que tienes?

 

El guerrero no daba crédito a lo que oía.

-Seguro que además de estúpido eres un cobarde -se mofó de nuevo.

La ira se adueñó del samurai que desenvainó instintivamente su sable.

-¡Ahora se abren las puertas del infierno! -gritó el anciano.

 

El guerrero comprendió de súbito la actitud del maestro y guardó su sable avergonzado.

-¡Ahora se abren las puertas del paraíso! -exclamó de nuevo el maestro.

 

Cuento Tradicional de Oriente

 Hace poco más de un mes escribía un post [Las emociones nos hacen vulnerables] al acabar un curso.  Ahora he terminado otro, esta vez de 30 horas, también impartido con mi amigo Rogelio Fernández, sobre Liderazgo e Inteligencia Emocional (IE), organizado por DeustuLan y subvencionado por Hobetuz.

Algo de lo que se ha hablado mucho en el curso es el tema de la comunicación, con otros y con uno mismo. El liderazgo es un proceso de influencia en el que la comunicación es básica para generar credibilidad y confianza, que son dos pilares básicos para movilizar y ‘enganchar’ a las personas. El desarrollo de un liderazgo emocionalmente inteligente (entendiendo la IE como  la identificación, comprensión, uso y gestión de las emociones propias y de los demás) contribuye a dotar de sentido al trabajo y a que se dé una implicación que genera resultados superiores a los de la suma de las individualidades; y esto no se logra sin una buena comunicación.

En cuanto a la comunicación con otros, quisiera centrarme especialmente en la empatía. El diccionario de la RAE la define como “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. Para esto es necesario escuchar al otro con los oídos, los ojos y el corazón. Y escuchar no es hablar, es estar atento, observar, mirar con profundidad, ir más allá de las palabras… Es necesario salir de uno mismo con la voluntad de adentrarse con un profundo respeto en el otro, siempre que éste me “abra la puerta”. Muchos, por no decir todos, los problemas en las relaciones con los otros son problemas de comunicación. Y en muchas ocasiones se debe a que no nos hemos acercado al otro, no hemos hecho el esfuerzo por comprenderle, no nos hemos puesto en su lugar, no hemos sabido transmitirle nuestros deseos o pensamientos de forma adecuada…

Respecto a la comunicación con uno mismo, voy a hablar de la responsabilidad. Recientemente he leído una frase que me ha confirmado lo que yo ya intuía: “El lenguaje no sólo describe la realidad, sino que además es capaz de crearla. Nuestra forma de hablarnos a nosotros mismos afecta tremendamente a nuestra manera de relacionarnos con el mundo” (Alonso Puig, 2011, p.52). Muchas veces no somos responsables de lo que nos ocurre, de lo que otros nos hacen, de las situaciones que nos tocan vivir… pero de lo que sí somos responsables es de cómo nos lo tomamos, cómo lo afrontamos, qué nos decimos a nosotros mismos al respecto. Yo, normalmente, no voy a saber la verdadera intención con la que otra persona me dice o me hace algo pero está en mí decidir si dejo que me hiera o no; si voy a responder o no, y cómo; si voy a permitir que me perturbe o no… Recordemos el cuento del principio... Muchas veces nos empeñamos en ver constantes ataques y amenazas en el exterior y nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y las cosas que nos decimos. ¡Cuidado con lo que nos decimos! Si nos preocupamos tanto por lo que comemos, el ejercicio físico, la salud, etc. ¿Por qué prestamos tan poca atención al ‘runrun’ de nuestra cabeza?... “Si habláramos a los demás como lo hacemos a nosotros mismos, probablemente no tendríamos ni un amigo” (Alonso Puig, 2011, p.81).

Regala a los demás, y regálate a ti mismo palabras y mensajes positivos. Mírate y mira a los demás, no como lo que son sino como lo que pueden llegar a ser…

Y como es de bien nacidos ser agradecidos… No puedo acabar de otra forma… Gracias a todos (Leire, Iñigo, Mercedes, María, Andone, Ana, Mertxe, José Antonio, Ricardo, Ana, Pedro, Amaia, Susana, Alfredo, Leire, Txetxu, Edurne, Isabel, Dulce y Roge)… por el tiempo y la vida compartidos… por la oportunidad de conocernos y transformarnos.

Recordad la frase de Virgilio… “Possunt quia posse videntur” (Pueden porque creen que pueden).

Bibliografía:

  • Alonso Puig, Mario (2011): Vivir es un asunto urgente. 7ª ed. (1ª ed. De 2008). Madrid: Aguilar.

domingo, 18 de agosto de 2024

La supervivencia afectiva


[Entrada publicada originalmente el 05.05.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Cualquiera que ha pasado por una decepción amorosa o por el fin de una relación (que puede ser más o menos larga, más o menos intensa) hay momentos en los que siente que va a morir de amor, que algo se ha roto en su alma, y duda si alguna vez va a ser capaz de superar ese dolor. Acabo de leer el libro Manual para no morir del amor: Diez principios de supervivencia afectiva, de Walter Riso y me quedo con lo que en él se dice.

Principios básicos de supervivencia afectiva:

  1. “Si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente”. Una ruptura puede hacer que te duela hasta el alma, y más si no hay una razón aparente (porque entonces parece fácil deducir que el problema está en ti). “Cuando el amor se acaba, hay que enterrarlo” (p.27); debes dedicar toda tu energía a curarte, al menos ya no hay duda de si te quieren o no. Hay que tener cuidado con alimentar la esperanza, que casi siempre suele ser irracional e injustificada. Debes evitar  toda costa humillarte y herir tu amor propio. Necesitas en apoyo de quienes te quieren de verdad y buscan reducir tu dolor (no es el momento para la crítica constructiva). Uno se debe alejar de todo lo que le recuerda a su ex. Cuando caigas en algún ritual negativo generado por la nostalgia debes aplicar la técnica del stop (decirte en voz alta “stop”). La mente nos gasta malas pasadas, hay que recordar tanto lo bueno como lo malo porque ‘separarse’ de un ‘ángel’ es mucho más difícil que hacerlo de una persona con sus luces y sus sombras. Una solución puede estar en volcarte de forma sana en tus hijos, si es que los hay, o en tu familia: “tu ex te hunde, tus hijos te rescatan” (p.38).
  2. “Casarse con el amante es como echarle sal al postre”. Las relaciones prohibidas son muy adictivas porque producen un placer muy intenso, son como un oasis, y te atrapan por la intensidad emocional que suponen. Institucionalizar la situación tiene costes y riesgos:  a) costes sociales, puede que una parte de tu entorno te recrimine y no apruebe tu nueva relación; b) disminución de la pasión, ya que hay que reestructurar la relación por completo; c) puede haber hijos tuyos, míos y nuestros que no tienen por qué ser compatibles y pueden dificultar la relación; d) puede existir la tentación de volver a la relación anterior, que suele estar motivada por una de las siguientes causas: “echo de menos la comodidad que tenía antes”, aparecen “nostalgias inesperadas”, o la trampa de “mi ex me necesita” que puede hacer brotar de nuevo la chispa…
  3. “¿Ni contigo, ni sin ti? ¡Corre lo más lejos posible!” Cuando alguien duda de si te ama probablemente no te ame, y no es algo que se cure con paciencia. En una relación sana los dos andan por la misma senda, aunque a distintos ritmos. Cuidado con convertir la relación en un reto o desafío… A veces cuesta salir de una relación así por: a)  el apego sexual, que une fuertemente a las personas; b) la intolerancia a la soledad, que nos lleva a buscar compañía que no siempre coincide con el amor; c) el miedo al compromiso afectivo, que hará que cuanto más te amen, más se alejen; o d) el sentimiento de culpa, que les impiden alejarse y les mantiene cerca por caridad o compasión.
  4. “El poder afectivo lo tiene quien necesita menos al otro”. Debemos evitar la adicción afectiva, sobre todo, si ya no nos quieren, está en juego nuestra autorrealización o peligran nuestros principios. Quien sufre apego afectivo vive pendiente del “me va a dejar” o el “temo decirle que ‘no’”.  Además, quien ejerce el poder afectivo puede abusar y sacar ventaja de la debilidad emocional del otro, lo que puede ser muy nocivo. Para trabajar el desapego afectivo puede ser útil asumir y ejercer la libertad, aprender a disfrutar de la soledad o explorar situaciones nuevas.
  5. “Un clavo no siempre saca otro clavo: a veces los dos se quedan dentro”. Hay amores enquistados que te estancan emocionalmente y te impiden funcionar libremente. Hay quien se precipita a una nueva relación, normalmente porque necesitan ser amados, porque toleran mal el dolor afectivo o por revancha. “Aceptar la pérdida de manera saludable no implica crear una amnesia en torno a tu ex pareja, sino recordarla sin dolor ni rencor o con un dolor manejable y esclarecedor” (p.101). Para salir de forma sana de una relación es necesario elaborar el duelo, hay que dar tiempo al tiempo.
  6. “Evita el sacrificio irracional: no te anules para que tu pareja sea feliz”. Un sacrificio irracional sería el ser menos para que la pareja se sienta más, compensar en negativo. “Un amor que te obliga a involucionar es un castigo” (p. 126). La base de una buena convivencia está en equilibrarse en lo positivo, en las cualidades, no en los déficits.
  7. “Si el amor no se ve ni se siente, no existe o no te sirve”. El amor tiene un carácter transitivo: me alegro con tu alegría y me duele tu dolor. Cuando uno es incapaz de leer los sentimientos del otro o siente indiferencia ante ellos hay un problema, ya que no puede haber compenetración emocional. Lo importante no es cuánto te aman sino cómo lo hacen. “No te merece quien te hace sufrir” (p. 139).
  8. “No idealices al ser amado: míralo como es, crudamente y sin anestesia”. Hay distintas maneras de idealizar a la pareja: a) ignorando lo malo (ceguera amorosa); b) centrándose y exagerando lo bueno; c) minimizando los problemas; c) pretendiendo ser amigo de quien te hiere. “Amas lo que el otro es o no amas nada” (p.155), es mucho mejor una amor terrenal, de carne y hueso, porque es lo que hay…
  9. “El amor no tiene edad, pero los enamorados sí”. Con el paso del tiempo la brecha de la edad se ahonda y es algo que hay que sopesar. Existen también ciertas presiones sociales. Además, cuando hay una diferencia de edad importante ambas partes tienen que acercarse psicológica y afectivamente, sin renunciar a la esencia propia.
  10. “Algunas separaciones son instructivas, te permiten saber lo que No quieres del amor”. Una buena relación no debe estar basada en el sufrimiento y las lágrimas. “No hay que padecer a la persona amada, sino disfrutarla”. El final de una relación te debe servir para aclarar lo que nunca más vas a aceptar o tolerar, debe ser una especie de antivirus. Una buena relación debe sustentarse, al menos, en tres pilares: a) el deseo o atracción, deben existir ganas del otro; b) amistad, debe existir complicidad y sintonía; y c) ternura y entrega. “Si no vives en paz, amar no es suficiente” (p. 211). El sufrimiento debe ser la excepción y no la regla.

Quiero terminar con una reflexión que aparece en el epílogo: “El precepto es como sigue: Merezco ser feliz en el amor, no me resignaré al dolor de una mala relación, no me acostumbraré a tolerar lo que no debe tolerarse’. No morir de amor es rechazar cualquier vínculo afectivo que te sujete a una relación enfermiza o limitante” (p.229).

¿Estás dispuesto o dispuesta a no morir de amor?

Bibliografía:

  • RISO, Walter (2011): Manual para no morir del amor: Die principios de supervivencia afectiva. Barcelona: Planeta/Zenith.



sábado, 17 de agosto de 2024

¿Las emociones nos hacen vulnerables?

 

[Entrada publicada originalmente el 19.04.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Acabo de terminar un curso de 50 horas, que he impartido con mi gran amigo Rogelio Fernández, sobre Inteligencia Emocional, organizado por DeustuLan y subvencionado por la Diputación Foral de Bizkaia.

Lo que ha ocurrido en el curso ha sido algo fascinante y mérito de todas las personas que hemos participado en él. Se ha creado un clima en el que poco a poco hemos ido compartiendo parte de nuestra vida y nuestras experiencias. Como dice Rogelio, “hemos puesto las tripas encima de la mesa y hemos revuelto en ellas”, desde un profundo respeto y con el objetivo de aprender, crecer y enriquecernos. Nos hemos abierto al mundo de las emociones y hemos conseguido, en la práctica, aunar emoción y razón.  

Una inquietud que ha surgido en el curso es si el manifestar nuestras emociones nos hace vulnerables… Si es posible conseguir que nuestras emociones no nos dañen. Cuando se tiene ya unos años y un recorrido las ‘cicatrices’ van aumentando y reflejándose en todo tu ser. Y voy a contestar desde ahí, en función de mi experiencia. Siempre me ha gustado ser clara, manifestar lo que siento y pienso, aunque a veces eso suponga exponerme demasiado. Creo que la comunicación es mucho más fluida y verdadera cuando uno se muestra sin recovecos, sin esconder aquello que nos gustaría ocultar o no ser; sin preocuparse por qué pensará el otro. Y esa comunicación profunda es fundamental para construir relaciones… Más de una vez me han dicho que soy demasiado transparente, que debo protegerme, que hay quien puede herirme… Y yo me pregunto ¿para qué protegerme? Poner barreras, distancia, supone reducir el riesgo de intromisiones pero también me aleja de los demás, me resta intensidad en las relaciones. Prefiero vivir intensamente aunque ello conlleve sufrir también intensamente. Prefiero arrepentirme por lo que he hecho que por lo que he dejado de hacer. Prefiero tener ‘cicatrices’ que vivir en una burbuja. Creo que hay que vivir con intensidad y aprovechar toda oportunidad de acercarnos a los demás y conocer a gente interesante, y en todos hay cosas interesantes si miramos con cariño y profundidad. Prefiero equivocarme al abrirme a otra persona que perder una oportunidad de encuentro y crecimiento.

Además, creo que lo que nos dañan no son nuestras emociones sino nuestros pensamientos. Las emociones están y nos dan información. Quien nos juega malas pasadas es nuestra razón que nos dice: “no se puede”, “no se debe”, “no está bien”… Hay situaciones y hechos que no se pueden cambiar pero siempre puedo elegir cómo reacciono ante ellos… Nadie puede herirme (no hablo en sentido físico) si yo no le doy permiso.

“El propósito de la vida es vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras.” Eleanor Roosevelt

GRACIAS… Alberto, Amaia, Soledad, Ana, Arantza, Amaia, Ricardo, Arantza, Nahia, Iñigo, José Carlos, JJ, Gorka, Enrique, Raul, Edurne, Carlos, Ziortza y Rogelio… por lo compartido y lo aprendido. Afortunadamente… nos hemos encontrado.

viernes, 16 de agosto de 2024

Vivir es un asunto urgente

 

[Entrada publicada originalmente el 15.04.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“En el momento de nacer todos adquirimos de alguna manera una ‘enfermedad terminal’ que aunque puede prolongarse durante muchas décadas, no tendría que evitar el que nos diéramos cuenta de que vivir es un asunto urgente” Alonso Puig (2011, p. 20)

Recientemente he leído el libro Vivir es un asunto urgente del Dr. Mario Alonso Puig   y me ha parecido muy sugerente. Quiero compartir aquí las enseñanzas con las que me quedo.

Vivir y desarrollarnos es en sí una gran aventura; no hace falta someterse a riesgos y poner la adrenalina al límite para vivir una vida plena y con sentido. Hace poco recibí un vídeo que me envió una amiga en la que se lanzaba la pregunta: ¿Cuántos años tienes? La primera respuesta que me surge es 42. Sin embargo, el protagonista del vídeo me respondería, esos son los que ya no tienes… Invita a la reflexión… y a centrarse en el presente.

El estrés es consustancial a la vida, no podemos eliminarlo, debemos aprender a gestionarlo y para ello es fundamental comprender  su naturaleza, sus orígenes, sus causas y las consecuencias de no gestionarlo bien. Como señala el autor, una de las vías más eficaces para obtener cambios de conducta es evidenciar las consecuencias  de no hacerlo.

El estrés puede ser positivo (eustrés) o negativo (distrés). El eustrés lanza toda una serie de hormonas a nuestro torrente sanguíneo que mantienen nuestro interés, nos dan sensación de vitalidad, nos invitan a explorar, nos ayudan a enfocarnos, nos dan sensación de confianza, en definitiva, ponen nuestro motor a máximo rendimiento. Pero nuestro cuerpo no puede mantenerse a ese ritmo indefinidamente. Como máximo, al de 90 minutos debemos recuperarnos para que no se dispare el distrés, que hace que nos irritemos, nos sintamos agotados, perdamos concentración y memoria y la confianza se sustituya por miedo y desconfianza. Nos sumergimos en una especie de completa oscuridad mental. Según el Dr. Alonso Puig hay cuatro grandes orígenes del distrés: 1) incapacidad de decir no sin sentirnos culpables; 2) no tener claras nuestras prioridades; 3) la falta de coraje para dar la cara por nuestros valores; y 4) la dificultad para hablar con honestidad de nuestros sentimientos y el esperar a que se dé el momento oportuno, que nunca llega.

Como señala el Dr.Alonso Puig hay experimentos que demuestran, y es importante tomar nota, que cuando uno se siente capaz de responder a un desafío el organismo empieza a producir neuropéptidos que son unos potentes analgésicos a la vez que ayudan a anular el distrés. Por eso, es importante tener en cuenta que cuanto más distresada esté una persona, y cuanto mayor sea el nivel de incertidumbre, es fundamental de que se autoconvenza, y transmita a los demás, que existe una salida, que es capaz de superarlo (aunque la tendencia ‘natural’ sea la contraria). Muchas veces, cuando nos sentimos en un túnel sin salida el causante no es la falta de recursos sino más bien un estado mental limitante, que nos hace entrar en un círculo vicioso que nos lleva a recuperar en nuestra memoria sólo los registros negativos. Qué importantes son los mensajes que nos lanzamos a nosotros mismos y qué poca atención les prestamos. Si otro dijera de nosotros lo que a veces nos repetimos nosotros mismos; o si nosotros dijéramos eso mismo de otras personas… “El lenguaje no sólo describe la realidad, sino que además es capaz de crearla” (p.52). Para salir de esta situación son fundamentales las emociones positivas, que van a ser la clave de la resiliencia, de la capacidad de recuperarnos de las adversidades. Un símil de esta capacidad lo encontramos en los juncos y el viento.   “Nos obsesionamos  en defender la idea de lo que somos en lugar de arriesgarnos a descubrir la imagen de aquello que podríamos llegar a ser. La mayor parte de nuestras inseguridades y de nuestras desesperanzas no son reales, son aprendidas” (p. 68)

Cuando nos enfrentemos al miedo a lo desconocido, el peligro o la incertidumbre podríamos: 1) Enfocarnos en lo que podemos ganar en lugar de obsesionarnos por lo que podemos perder; 2) Dedicar unos momentos al día para reflexionar sobre las ocasiones en las que hemos tenido éxito ante los desafíos y la incertidumbre.

Existen tres grandes venenos muy perniciosos para nuestro organismo si no sabemos controlarlos y contrarrestarlos: 1) la culpa, que lejos de movilizar para la acción paraliza y nos vuelve manipulables; 2) la desesperanza, que se puede convertir en una actitud vital que se extiende a todos los ámbitos de nuestra vida y es muy contagiosa; y 3) la humillación, que te hace sentir inferior y te lleva a pensar que los demás también te ven así; y, además, nos puede hacer evitar retos nuevos por miedo a no dar la talla.

¿Cómo salir de aquí? Conectando con el gran potencial y las fuerzas que todos tenemos y no siempre desarrollamos; convenciéndonos de que podemos; confiando en nosotros mismos.

Para terminar quiero plantear una pregunta: ¿Qué eliges? ¿A quién alimentas, al lobo o al águila?

“Mi interior es un campo de batalla. Por una parte está el águila majestuosa, todas sus acciones están llenas de verdad, de bondad y de belleza. El águila que vive en mí vuela por encima de las nubes y aunque a veces baja a los valles, siempre deposita sus huevos en la cima de las altas montañas. Pero dentro de mí, también vive un terrible lobo, el representa mis bajezas, se sustenta sobre mis propias caídas y justifica su presencia cuando dice que él también es parte de mí. El águila y el lobo luchan por extender sus dominios a mis entrañas. ¿Quién ganará esta gran batalla? Ganará, aquel a quien día a día YO alimente”.

 Indios navajos Nuevo México

 Bibliografía:

  • Alonso Puig, Mario (2011): Vivir es un asunto urgente. 7ª ed. (1ª ed. De 2008). Madrid: Aguilar


jueves, 15 de agosto de 2024

Carta a un médico

 


[Entrada publicada originalmente el 30.03.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Estimado Doctor,

Hoy, 29 de marzo de 2011, has operado a mi madre y cuando has hablado con mi hermana y conmigo nos has dicho que esperas no arrepentirte de haberlo hecho. Yo espero que el dolor que nos han causado tus palabras se quede en una mera anécdota que comentemos un día mientras paseemos con mi ama.

Mi madre lleva con problemas de espalda desde hace más de dos años. Su movilidad y su calidad de vida han empeorado notablemente. Lleva mucho tiempo aguantando unos dolores insoportables, pero no ha perdido la esperanza y se ha esforzado sobremanera para no abandonarse y no quedarse relegada a una silla de ruedas. Hace un año y cinco meses estuvimos en tu consulta y nos dijiste que la única opción era operar y que entraba en lista de espera. Llevamos más de un año esperando la llamada para la operación. El preoperatorio que le hicieron caducó hace más de 9 meses. Y este tiempo de espera no ha estado exento de sufrimiento. En varias ocasiones ha tenido que ir a urgencias para que le dieran ‘chutes’ contra el dolor. Y eso que las listas de espera en Osakidetza supuestamente no superan los seis meses…

Esta mañana se han llevado a mi ama a las 8.30 al quirófano y nos han dicho que fuéramos a la sala de espera. Hasta las 13.30 no nos han llamado por el altavoz. Han sido 5 horas de nervios e inquietud que se suman a un par de noches de mal dormir.

La conversación que hemos tenido, bueno monólogo por tu parte, me ha parecido surrealista. Por más que lo pienso me cuesta comprender tu actitud. Creo que había razón en tus palabras pero tengo duda de si nos has visto como personas, más allá de la familia de un ‘número de historia clínica’. Nada más entrar, según nos hemos sentado nos has dicho: “He estado a punto de no operarle. No se puede operar a alguien tan gordo. Los médicos podemos correr riesgos en el quirófano, es nuestro trabajo, pero sólo si va a haber resultados. En este caso, esta operación no va a servir para nada y va a tener unos dolores horribles”. Esa ha sido la primera de las lindezas que nos has soltado. Yo no daba crédito y no podía articular palabra. Y ha habido muchas más: “La radiografía va a quedar perfecta, porque hemos hecho lo que teníamos que hacer, pero no va a servir para nada”… “Una persona normal pierde unos 450cc de sangre, vuestra madre, es vuestra madre, ¿no?, casi dos litros. Y eso siempre genera complicaciones. A los médicos no nos gusta tener cadáveres… ¿Y para qué? La experiencia me dice (he operado en condiciones similares a 6 personas, 5 mujeres y un hombre, de los que me acuerdo con nombre y apellido) que nunca adelgazan y entonces la operación no sirve para nada”… “Si Osakidetza no fuera el circo que es, si las listas de espera fueran de mes y medio, le hubiera mandado a casa y le habría dicho que adelgazara y entonces volviera”…  “Hace una semana tuvimos una intervención de lo mismo pero no se ha parecido en nada. Alguien que hubiera visto la de hoy le habría parecido, en comparación, una carnicería”… “Si hubiera sido mi madre no le habría operado. Vosotras veréis el método que utilizáis para que adelgace… como si le tenéis que coser la boca”… “He insistido mucho en que adelgazara” (sólo le has visto en una ocasión y desde entonces ha adelgazado).

Y todo esto lo decías con una sonrisa en la cara tipo Joker que quiero creer que era de nervios por la tensión de la intervención; y sin decirnos si había salido de la operación o no.

Y yo te quiero preguntar: ¿Hablas así a todos los pacientes? ¿Y a sus familias? ¿Los ves como personas? ¿O sólo como casos? ¿En algún momento piensas cómo se sienten? ¿Qué veías al mirarnos? Para ti será un número de historia clínica, un caso con complicaciones, pero para nosotras es quien nos ha dado la vida y quien nos ha criado como mejor ha sabido o podido.

Afortunadamente, lo bueno de esta situación es que probablemente tú seas el mejor ‘carpintero de huesos’ del hospital (ser médico me parece que implica mucho más) y que mi ama al menos tiene una posibilidad de mejorar su calidad de vida.

Quiero despedirme diciéndote que sé que tu profesión no es fácil, que agradezco lo que has hecho (no lo que nos has dicho), pero igual mirando a los pacientes y a sus familias como personas puedes conectar mejor con su dolor, que no es sólo físico, y contribuir a paliarlo.

Una familiar doliente

miércoles, 14 de agosto de 2024

Cien años de ¿celebración?

[Entrada publicada originalmente el 08.03.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

 “La igualdad de género tiene que ser una realidad vivida” Michelle Bachelet

Este año se cumplen cien años de la primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que tuvo lugar en  Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza el 19 de marzo de 1911. A aquella celebración se sumaron más de un millón de hombres y mujeres.

El lema elegido por la ONU para el 8 de marzo de 2011 es: “La igualdad de acceso a la educación, la capacitación y la ciencia y la tecnología: camino hacia el trabajo decente para la mujer”. Como señala BanKi-moon , Secretario General de la ONU:  “En este centenario celebramos los notables progresos que se han hecho gracias a una promoción enérgica de estas ideas, la adopción de medidas prácticas y la formulación de políticas progresistas. A pesar de ello, son demasiados los países y sociedades en los que la mujer continúa siendo un ciudadano de segunda clase”.

Es cierto que el nivel de educación y capacitación de las mujeres ha crecido mucho en estos últimos cien años. Sin embargo, no ha sido así en todo el mundo. En los países con bajos niveles de educación las mujeres muestran los menores índices de formación, lo que supone una desventaja en la capacitación para el mundo laboral y dificulta el salir de situaciones de pobreza.  El informe Progreso de las Mujeres en el Mundo 2005 provee datos que muestran que: “a) la proporción de trabajadoras envueltas en empleo informal es generalmente mayor que la proporción de trabajadores; b)  las mujeres están concentradas en los tipos de empleo informales más precarios y, c) el salario medio obtenido de estos tipos de empleos informales es demasiado bajo, en ausencia de otras fuentes de ingresos, para levantar hogares de la pobreza”. El trabajo decente para la mujer es un camino necesario para la igualdad de género y el desarrollo.

Muchas personas se cuestionan si el hecho de celebrar el Día Internacional de la Mujer no supone hacer una discriminación. En mi opinión, mientras la igualdad de oportunidades no sea una realidad, resulta necesario recordar y reivindicar las diferencias existentes para avanzar hacia sociedades más justas e inclusivas.

¿Harán falta otros cien años de ‘celebración’? Os invito a ver el siguiente vídeo realizado por las alumnas de una amiga mía.


Bibliografía:


 


martes, 13 de agosto de 2024

El ayudar como horizonte de vida


[Entrada publicada originalmente el 22.02.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Los días 4 y 5 de febrero de 2011 asistí en San Sebastián a un Taller que llevaba por título “Horizontes de vida”, impartido por el jesuita Darío Mollá. Era un taller centrado en las claves de la espiritualidad ignaciana, el legado de S. Ignacio de Loyola. Quiero compartir aquí algunas de las ideas y conclusiones que saqué del mismo porque tienen validez independientemente de que uno profese o no la fe cristiana. Son válidas para todo aquél que quiera una vida con sentido. 

El ayudar se presenta como un horizonte de integración, como la clave en torno a la cual se articulan todos los elementos de una vida, según la espiritualidad ignaciana. Integrar no es sumar; supone trabar, entrelazar. En muchas ocasiones vivimos con mucha dispersión, realizamos múltiples actividades que tienen fines y objetivos muy distintos. Ayudar supone ponerse al servicio de la necesidad del otro. Ayudar no es lo mismo que hacer, a veces es necesario dejar de hacer, mantenerse al margen, estar, permanecer, no hacer nada. Ayudar no significa hacer más, sumar nuevas actividades a nuestra vida. El desafío es hacer lo que tengo que hacer ayudando. Ayudar tampoco requiere hacer algo distinto, el reto está en transformar el vivir en ayudar.  Lo importante es cómo y desde dónde hacemos lo que nos toca hacer. Ayudar conlleva una tensión entre el deseo (disposición, ganas de comprometerse) y la humildad (debo concretar mi deseo en la ayuda que el otro necesita). El deseo sin humildad es prepotencia y la humildad sin deseo, conformismo. La humildad es tener un corazón tan grande que está dispuesto a hacer lo más pequeño como si fuera lo más grande (con generosidad, entrega, entusiasmo, etc). Ayudar es proponer, no imponer.

¿Qué elementos posibilitan un ayudar como el que hemos comentado? 1) Un vivir contemplativo, con la sensibilidad abierta, capaz de captar la necesidad del otro, con mirada atenta, con escucha. 2) El discernimiento. El movimiento siguiente a la contemplación es preguntarse qué puedo y qué debo hacer. 3) La gratuidad, una generosidad radical, que no pone condiciones, que es capaz de mirar por encima de los beneficios. 4) La abnegación, el salir del ensimismamiento, del autocentramiento, que no significa dejarnos o no cuidarnos a nosotros mismos. “Nadie da lo que no tiene”. Para que haya una ayuda auténtica y de calidad debemos dar lo mejor de nosotros mismos.

La fuente de alimentación del ayudar es el AGRADECIMIENTO. La experiencia de  agradecimiento nos pone en marcha y dinamiza para ayudar generosa y gratuitamente. El agradecimiento es una actitud de fondo, de base, que se manifiesta en momentos puntuales. Tenemos muchísimos motivos para el agradecimiento. Una buena práctica es tomarse 5 minutos antes de levantarse para hacerse consciente de lo recibido cada mañana. Igualmente bueno es tomarse 5 minutos al final del día para repasar todos los motivos para agradecer el día vivido (‘darse cuenta’). Sin embargo, nos cuesta vivir en el agradecimiento, nos resulta más fácil vivir en la queja y el lamento . Esto se debe a dos tipos de causas. Existen causas socio-culturales: a) vivimos en la cultura de la insatisfacción que nos recuerda permanentemente lo que no tenemos; b) la imagen social del agradecido no es buena, se le ve como tonto o ingenuo;  c) el agradecimiento no es un valor social, no se educa para ello. Y también hay causas personales. Todos tenemos motivos para quejarnos, heridas que nos ha dado la vida, hemos sufrido injusticias, minusvaloraciones, desprecios, etc. Lo que debemos hacer es apoyarnos en los motivos para agradecimiento para seguir adelante porque apoyarnos en los motivos para el lamento es estéril (la vida no devuelve las facturas), peligroso (nos mete en una dinámica destructiva, podemos acabar cayendo en el resentimiento que es un camino de difícil vuelta) e injusto (acabas pidiendo que los demás te compensen y te paguen).    

Con el motor del agradecimiento y el horizonte de ayudar nos queda ver cuáles son mis posibilidades en mis circunstancias concretas y cambiantes. Y esto es el DICERNIMIENTO, el proceso por el cual intento que mis decisiones cotidianas sean coherentes con mis convicciones. Implica hablar de: a) un proceso de toma de decisiones ; b) un talante personal; c) técnicas, métodos, reglas. Centrémonos en el talante personal, que podría verse como un conjunto, suma e interrelación de 6 actitudes. 1) Deseo. Es lo que lleva a la pregunta, la inquietud, la búsqueda del modo de ayudar. 2) Pregunta y búsqueda. Cómo y en qué concreto mi deseo, dentro de mis posibilidades concretas. El deseo lleva a concretar, lo que nos enfrenta a los límites y exige dejar cosas, renunciar. Es discernir para ayudar, que no siempre está claro, no es elegir entre algo bueno y algo malo. 3) Capacidad de análisis de la realidad, de captar la complejidad y asumirla. 4) Escucha interior. Las decisiones importantes producen movimientos interiores. 5) Capacidad de autocrítica o libertad interior. ¿Qué nos quita la libertad interior? Todo aquello que tiene que ver con mi imagen y mi prestigio; los afectos desordenados, cuando cosas, personas, lugares, situaciones, etc. se nos convierten en intocables, se salen de su sitio; los miedos, cuando nos dejamos arrastrar y decidimos desde ahí.  6) Humildad. Para dejarse acompañar, el discernimiento es siempre personal (es uno el que decide) pero no solitario. Para aceptar que el discernimiento tiene un marco, un campo de juego.  Para aceptar que me puedo equivocar.  El ayudar no tiene por qué acabar en éxito, puede que no hayamos hecho lo suficiente o lo que era necesario. Puedo hacer un discernimiento perfecto pero tomar una decisión equivocada. El discernimiento pretende hacernos honestos y limpios al decidir.

¿Te sientes llamado a hacer del ayudar tu horizonte de vida?

Bibliografía:


lunes, 12 de agosto de 2024

Las tres preguntas

[Entrada publicada originalmente el 09.02.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“No se puede empezar a recorrer el camino de la felicidad hasta que sean mis pies los que marquen mi huella, hasta que no sea mi corazón el que decida el rumbo, hasta que no sea yo quien corra los riesgos de mis decisiones, hasta que no sepa quién soy y quién no soy” (Bucay, 2008, p.63)

Hace unos meses leí un libro de Jorge Bucay que lleva por título Las tres preguntas: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Con quién? (Barcelona, RBA, 2008). Voy a hacer aquí mi lectura personal del mismo. Para Bucay esas tres preguntas suponen tres retos, tres desafíos a los que hay que hacer frente en ese orden.

¿Quién soy? Supone enfrentarse al encuentro con uno mismo, mirarse cara a cara en el espejo, con paciencia y cariño infinitos. Requiere el esfuerzo del autoconocimiento, de volverse hacia dentro, de contrastar los propios deseos, las fortalezas y las debilidades. Exige comprometerse con la construcción de la propia vida a través de las decisiones que vamos tomando, elegir y rechazar opciones, discernir nuestros deseos de las expectativas que otros han vertido sobre nosotros, responsabilizarse, hacerse cargo, saberse protagonista de la propia vida (que no actor único). En palabras de Bucay, avanzar en el camino de la autodependencia… Y esto cuesta en los tiempos que nos ha tocado vivir que invitan a la superficialidad, la rapidez y la desresponsabilización.

¿Adónde voy? “La felicidad es la tranquilidad de quien sabe con certeza que está en el camino correcto” (Bucay, 2008, p.125). Lo importante es saber el rumbo, conocer mi norte, para así encaminar mi energía hacia la acción adecuada, desde un optimismo realista. Hay quienes equivocan el rumbo y optan por el éxito o el poder como único objetivo, la persecución del placer instantáneo, la huida sistemática del dolor y los problemas, etc. Si hay rumbo es posible encontrar el sentido a las distintas experiencias que vamos teniendo.

¿Con quién? “Las semejanzas llevan a que nos podamos encontrar. Las diferencias permiten que nos sirva estar juntos” (Bucay, 2008, p.250). En el camino de realizarnos como personas iremos teniendo encuentros que no siempre acabarán siendo relaciones íntimas; pero sólo éstas últimas cobran verdadero sentido en dicho camino. Para que se dé intimidad debe existir, independientemente de que hablemos de un amigo, una pareja o un hermano: amor (cariño, afecto), confianza (un grado de sinceridad que excluye la mentira) y atracción (me tiene que gustar lo que el otro es).  Y estas relaciones pueden durar toda la vida o tener fecha de caducidad por lo que será muy importante aprender a elaborar los duelos, aprender a desprenderse y no aferrarse ni a nada ni a nadie.

Tres grandes desafíos que hay que enfrentar por ese orden. Necesito saber quién soy para poder elegir mi rumbo y una vez en el camino estar abierto a encuentros que puedan convertirse en relaciones íntimas y aportar sentido a mi existencia.

¿Te has enfrentado a estas tres preguntas?... ¿A qué esperas?

Bibliografía:

  • Bucay, Jorge (2008): Las tres preguntas: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Con quién? Barcelona: RBA








domingo, 11 de agosto de 2024

Sobre el perdón

[Entrada publicada originalmente el 31.05.2010 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024] 

“Y en cada tumba había plantado un girasol, recto y firme como un soldado en un desfile.

Me quedé mirándolos hechizado. Recorrí con mi mirada a un girasol que se elevaba desde la tumba. La cabeza de la flor parecía absorber los rayos del Sol como espejos y los atraía hacia la oscuridad del suelo. Parecía emerger desde el interior de la tierra y se asomaba al exterior como si fuera un periscopio. Estaba pintado de vivos colores y a su alrededor las mariposas volaban de flor en flor ¿Llevaban mensajes de una tumba a otras? ¿Acaso susurraban a cada flor que le diera un mensaje al soldado que yacía bajo ella? Sí, eso era exactamente lo que hacían: los muertos estaban recibiendo luz y mensajes.

En ese momento envidié a los soldados muertos. Cada uno tenía un girasol que los unía al mundo exterior, y mariposas que visitaban su tumba. Para mí no habrá ningún girasol. Me enterrarán en una fosa común en la que los cuerpos se apilarán sobre mí.

Ningún girasol traerá luz a mi oscuridad ni ninguna mariposa bailará sobre mi espantosa tumba.”

Wiesenthal, Simon (2008, 1ª ed.1970): Los límites del perdón: dilemas éticos y racionales de una decisión. Barcelona: Paidós, p.23.

 Las palabras que arriba reproduzco pertenecen a un clásico de la literatura sobre el holocausto nazi, Los límites del perdón, de Simon Wiesenthal. El autor las enmarca en una escena que le llamó la atención cuando volvían al campo de concentración después de un día de trabajo: un cementerio con un girasol en cada tumba. La conclusión a la que llega es que los soldados que allí yacían, incluso después de muertos, eran superiores a ellos.

En el libro Wiesenthal narra un dilema que se le presentó a él en la época de internamiento en Wilhaus. Un día, mientras estaba trabajando en un hospital, una enfermera le conduce al lecho de muerte de un joven soldado nazi que, atormentado por sus crímenes, quería confesarse y recibir la absolución por parte de un judío. Aún sabiendo que el enfermo probablemente no sobreviviría a aquel día, después de escuchar su confesión, él guardó silencio y salió de la habitación. Al día siguiente, que volvió a trabajar al mismo sitio, la enfermera le comunicó que el soldado había muerto el día anterior. Tiempo después de salir del campo de internamiento, aprovechando una visita a Munich, pasó por Stuttgart y visitó a la madre del soldado quien se había quedado viuda y guardaba una buena imagen de su hijo. En esa ocasión Wiesenthal también guardó silencio. Acabada la narración plantea al lector que se haga la pregunta: “¿Qué habría hecho yo?”. Y ese reto se lo propone a distintos personajes (profesores, rabinos, escritores, judíos, cristianos, etc.) que comparten su opinión con el lector en la segunda parte del libro (el simposio); algunas respuestas son muy diferentes entre sí, incluso opuestas. Como señala el autor: “el punto más importante es, por supuesto, la cuestión del perdón. Perdonar es algo que sólo el tiempo puede conceder, pero también el perdón es un acto de voluntad y sólo la víctima tiene autoridad para tomar la decisión” (p.80). Cada uno puede perdonar únicamente los crímenes o ultrajes que se han cometido contra su persona.

Por mi formación y mi tradición cristiana tiendo a pensar que siempre que haya arrepentimiento hay que perdonar. Leer el libro me ha abierto los ojos a cómo ven el tema los judíos. Me quedo con la exposición que hace Deborah E. Lipstadt. El teshuvah, arrepentimiento, sirve para reconciliarnos con Dios y con los demás seres humanos. Éste exige, en primer lugar, acudir a la parte agraviada; encontrarnos cara a cara con la parte ofendida. Después de ese encuentro, y de intentar corregir el mal, es cuando debemos volvernos hacia Dios. Pero no hay un teshuvah completo hasta que el individuo se vuelva a encontrar en una situación parecida y no repite sus pecados. Un paso más es la kaparah, expiación, que sólo se obtiene cuando se afrontan las consecuencias de los actos. Los actos buenos conllevan bendición y los malos castigo; no es suficiente con el arrepentimiento (pp.140-143). 

Si algo está claro es que lo que no podemos y no debemos es olvidar. Sería injusto para las víctimas y para toda la humanidad; nos podría llevar a cometer las mismas atrocidades o parecidas. Coincido con el planteamiento que hace Sven Alkalaj “Si el genocidio queda impune, sentará un precedente para genocidios futuros. Sin justicia nunca podrá haber reconciliación ni auténtica paz (...) debemos recordar que cada crimen contra el Derecho Internacional es un crimen contra la humanidad y no sólo contra la persona o sociedad que lo sufre” (p. 85). 

"Una vez leí en alguna parte que es imposible romper las creencias firmes de un hombre. Si alguna vez llegué a pensar que eso era cierto, la vida en el campo de concentración me enseñó que estaba equivocado. Es imposible creer en nada viviendo en un mundo que ha dejado de considerar al hombre como tal, que constantemente ‘demuestra’ que uno ya no es un hombre. Así que uno empieza a dudar, empieza a dejar de creer en que existe un orden mundial en el que Dios ocupa un lugar definido. Uno realmente empieza a pensar que Dios está de permiso. De otro modo, todo lo que está ocurriendo sería imposible. Dios debe haberse marchado. Y Él no tiene un sustituto” (p.19)

 ¿Usted qué opina?





sábado, 10 de agosto de 2024

Un deber de gratitud (II)

[Entrada publicada originalmente el 26.04.2010 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

Hace casi dos años escribía un post que llevaba por título Un deber de gratitud: en memoria de Dionisio Aranzadi, s.j. en el que hacía un pequeño homenaje a quien fuera mi director de tesis, amigo, ‘padre’, mentor... Cualquiera que le conociera coincidirá conmigo en que era todo un personaje, y que, sobre todo, no dejaba indiferente. Tenía mucho carácter, a pesar de su gran timidez. Desde joven ocupó cargos de responsabilidad dentro de la Universidad de Deusto: Rector, Vicerrector, director del Instituto de Estudios Cooperativos, Decano de la Facultad de Sociología, Director del Colegio Mayor, etc. Fue un experto en cooperativas, en gestión y liderazgo, en ética. Era avanzado e innovador en muchos temas. Le apasionaban las obras, el monte, la buena comida en compañía, etc.

El lunes 3 de mayo tendrá lugar, en la Sala de Conferencias de la Universidad de Deusto, la Jornada del 25º Aniversario del Instituto de Estudios Cooperativos (IEC) y la presentación del libro homenaje a su fundador, Dionisio Aranzadi Tellería SJ. El acto tendrá el siguiente programa:

17:30h: Presentación del libro Cooperativismo, Empresa y Universidad        

19:00h: Conferencia a cargo del profesor D. Santiago García Echevarria: "La dimensión ética de la Economía: Reto actual de la Formación Económico-Empresarial"

Desde aquí animo a participar en dicho acto a toda aquella persona que estuviera interesada. La entrada es libre pero hay que confirmar la asistencia bien por correo electrónico (mcolongu@iec.deusto.es) o bien por teléfono (944139003 ext.2020, por las tardes).

Nos quedará para siempre el lema que nos inspiró en algunos proyectos: “Possunt quia posse videntur” (“Pueden porque creen que pueden”, Virgilio).