lunes, 14 de septiembre de 2020

Educa la tribu

 

[He publicado esta entrada el 14.09.2020 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]

El sábado 12, escuché una entrevista a Francesco Tonucci, reconocido pedagogo y dibujante cuyo pseudónimo es Frato, en la que le preguntaban por qué defiende que si los niños salen a la calle, ésta es más segura. Reproduzco su respuesta: “Los niños tienen esta capacidad de obligar a los adultos que se encuentran a hacerse cargo de ellos. Es que, a pesar de malos que somos, queremos a los niños”. Basa su respuesta en la experiencia comprobada en barrios marginales de Buenos Aires, a principios de los 2000. Allí donde los niños iban solos a la escuela la criminalidad bajaba a la mitad. La presencia de los niños en la calle no solo es “simpática, bella… consigue efectos que no se conseguirían ni con más policía ni con cámaras”. Tonucci es el creador del proyecto La ciudad de los niños, que tiene una red internacional en la que participan más de 100 ciudades en todo el mundo.   [Para escuchar esta parte de la entrevista pinchar aquí, a partir de 24’50’’].

He de reconocer que las palabras de Tonucci me conectaron, automáticamente, con una experiencia cotidiana. No siempre cruzo los semáforos en verde para peatones, pero el hecho de que haya un niño suele ser un freno para no hacerlo. Siempre me acuerdo del día que mi amigo Roge me preguntó cómo se pueden transmitir valores y yo le dije que se enseñan en la práctica, con el ejemplo. Los valores no se cuentan, se practican. Mis hechos hablan más alto de mis valores que mis palabras. El problema es que no hay una única fuente de influencia. Todas las personas tenemos múltiples influencias: nuestra historia, nuestros educadores, nuestros mayores, nuestros iguales, los medios de comunicación, las redes sociales, etc.

Resultan muy esclarecedoras las palabras de otro gran educador, José Antonio Marina: “Ni los padres, ni los docentes, ni siquiera la unión de las familias y las escuelas puede educar. Es la sociedad entera la que continuamente está educando - bien o mal - a través de interacciones múltiples y de múltiples canales. Por esta razón intento poner en funcionamiento una movilización educativa de la sociedad, que tiene dos lemas principales. El primero es un proverbio africano que dice: ‘Para educar a un niño, hace falta la tribu entera’. El siguiente, añade: ‘Para educar bien a un niño, hace falta una buena tribu’. Queremos explicar a los adultos que consciente o inconscientemente están transmitiendo a los niños y jóvenes patrones de conducta, cuyas consecuencias, después, van a horrorizarlos. Estamos intoxicando a nuestros jóvenes de irresponsabilidad, estamos dándoles una imagen del ‘todo vale’, de ‘coge el dinero y corre’, de ‘a vivir, que son dos días’”.

Ahora que estamos en el inicio de un curso extraño, complejo, con muchas incertidumbres en el que la responsabilidad individual y grupal son vitales para avanzar en la solución me surgen muchas preguntas: ¿Qué están viendo los niños y niñas? ¿Qué imagen estamos dando los adultos, y también los jóvenes? ¿Qué transmiten los y las responsables de todos los ámbitos? ¿Estamos siendo una buena tribu?