“La resiliencia se
ha definido como la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose
en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, condiciones de vida
difíciles y de traumas graves” (Cortés
Recaball, 2010)
Luis Rojas Marcos, doctor y profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, dio una conferencia el 30 de mayo de 2011 en el Paraninfo de la Universidad de Deusto sobre la resiliencia, el optimismo y otras herramientas clave para hacer frente a los retos ante los que nos encontramos en la vida. Este encuentro era una iniciativa de la Escuela de Liderazgo Eutokia con la colaboración de Deusto Innovación Social. Paso a comentar las principales ideas que yo saqué de dicha conferencia.
La charla empezó con una anécdota buenísima y de gran profundidad. Un amigo suyo epidemiólogo estaba realizando un estudio. Un día se encontraba haciendo encuestas en un pueblo pequeño y le preguntó a una señora a ver cuál era la tasa de mortalidad de la zona. La señora, tras pensárselo un poco, contestó: “Un muerto por persona”… Esto nos enfrenta a la única verdad inmutable, todos nacemos y un día moriremos. Y en el camino, al igual que le pasa a la hoja que se cae del árbol y vuela al son que le marca el viento, muchas veces nos veremos sacudidos por adversidades; y algunas de ellas amenazarán nuestra vida o la de personas cercanas y nos removerán emocionalmente. Entre estas adversidades fuertes algunas las esperamos (la muerte de nuestros mayores, la llegada de la enfermedad, etc.), pero otras no (una agresión brutal, una catástrofe natural, una muerte violenta, etc.). Los epidemiólogos han hecho estudios y han llegado a la conclusión de que en occidente nos toca a una media de dos adversidades fuertes por cabeza…
En los últimos 20 años se ha dado un avance importante en medicina. Se ha caído en la cuenta de que no basta con curar enfermedades sino que hay que investigar sobre las cualidades que nos ayudan a vivir y convivir. Entre éstas se encuentra la resiliencia, que es un término que procede del campo de la física y que alude a la cualidad que tienen los materiales para recibir un golpe, adaptarse y con el tiempo volver a su forma original. Resiliencia viene de resistencia y flexibilidad.
Veamos algunos componentes que contribuyen a la resiliencia:
- Las conexiones afectivas. Quienes tienen un grupo donde se sienten conectados (familia, hijos, comunidad, etc.) se recuperan mejor.
- Las funciones ejecutivas: autocontrol, planificación, capacidad de toma de decisiones, la búsqueda de información, etc.
- El centro de control interno (muy relacionado con la confianza en uno mismo). Quien en un momento de dificultad pone el centro de control dentro de sí mismo, la supera mucho mejor. Por ejemplo, no puedo hacer nada contra la crisis mundial, pero sí puedo hacer algo para que las consecuencias de ésta sean menores para mí y mi entorno. Y esto funciona aunque no sea cierto; la idea de control sobre la situación da la fuerza para salir.
- Una adecuada y calificada autoestima, que tenga una base realista, también ayuda.
- El optimismo, que no está muy bien
visto en Europa. Sin embargo, en EE.UU. se ha realizado un estudio entre
personas creyentes en el que éstos señalaban que cuanto más felices mayores
oportunidades de ir al cielo. El optimismo tiene mucho que ver con nuestro “estilo explicativo”. Todos tenemos la
necesidad de explicarnos las cosas. La mente humana no tolera demasiado bien el
“misterio”. Y este estilo explicativo aplica tanto al pasado como al presente y
el futuro. Cambiar este “estilo explicativo”, que se forja en la adolescencia,
no es fácil. Uno tiene que ser consciente (lo que exige reflexionar mucho
sobre cómo pensamos) y debe tener una motivación para hacerlo, para ir
cambiando y probando poco a poco. Es más fácil aumentar el optimismo (el
optimista analiza tanto lo positivo como lo negativo; y se queda con lo
primero) que disminuir el pesimismo (el pesimista se queda sólo con lo negativo
al analizar; el único modo de cambiar esto es tirando poco a poco del hilo de
optimismo que todos tenemos y que en algunos cuesta más encontrar).
- Personalmente añadiría otro componente importante
para mí, que es el sentido (recordemos a Viktor Frankl y El hombre en busca de sentido). Quien ha conectado con el sentido de su existencia
tiene mayor capacidad para sobrellevar y superar las adversidades.
También hay factores que impiden o dificultan la resiliencia, el principal de ellos el número de adversidades que uno ha sufrido. Existe la creencia de que cuantas más adversidades mejor; más preparado se está. El sufrimiento en sí no es útil. La lucha por superar el sufrimiento es lo que nos hace conscientes de cualidades y capacidades que no creíamos tener (crecimiento postraumático).
La conferencia terminó con dos consejos finales para vivir una vida feliz y recuperarnos de las dificultades:
- Diversificación.
Debemos separar las parcelas de nuestra vida; compartimentalizar racionalmente
nuestras esferas de felicidad. Por ejemplo, las parejas que se divorcian lo
superan mejor si son felices en su trabajo.
- Sentido del humor,
que ayuda a mirar en perspectiva, a tomar distancia, a manejar las disonancias
y contradicciones. Contó que cuando su madre todavía ni si quiera estaba
enferma le preguntaron a ver si prefería que le incinerasen o le enterrasen a
lo que ella respondió: “Luis… ¡dadme una sorpresa!”.
“En los botiquines debería ser obligatorio el sentido del humor” Luis Rojas Marcos
Paradojas de la vida. Yo tenía uno de esos días que uno piensa: “Mejor no me hubiera levantado”… Afortunadamente, asistí a la conferencia…
Referencias
- Cortés Recaball, Juana Elena (2010). La resiliencia: Una mirada desde la enfermería. Ciencia y enfermería, 16 (3), 27-32. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532010000300004
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