El 27 de junio tuvimos la cita anual de la Jornada del Tutor
organizada por el Servicio de Orientación Universitaria (SOU) de la Universidad
de Deusto. Contamos con un ponente de lujo, Francesc Torralba, con la
conferencia: “Acompañamiento tutorial y
sentido de la vida”. El acto fue abierto (y cerrado) por la Vicerrectora de
Comunidad Universitaria y de Agenda 2030, Aitziber Idígoras. El Director del
SOU, Manuel Marroquin sj, nos dirigió unas palabras para recordarnos el papel
fundamental del acompañamiento vital tanto en el proyecto profesional como
personal del alumnado; la constatación de que es una labor no suficientemente
reconocida y la filosofía de base del servicio: el humanismo trascendente. Compartiré
las principales ideas que me llevo de la conferencia junto con algunas
experiencias e ideas personales.
El profesor Torralba comenzó diciendo algo con lo que me
sentí muy identificada (me imagino que el resto del público también). Nos pasamos la vida en el aula (donde
exponemos) y en el despacho (donde escuchamos y normalmente no se habla del
temario). A veces los recuerdos más valiosos para nuestro alumnado se dan
en esas conversaciones difíciles (rupturas y perdidas no digeridas,
desorientación, dudas, etc.) a puerta cerrada.
Desde el principio explicó que iba a hablar desde su experiencia personal y desde la experiencia de otras personas. Y nos
presentó a tres pensadores que son sus grandes referencias para el tema que nos
ocupa: 1) Paul Tillich, teólogo
protestante, y su libro El coraje de ser. El proyecto
persona de vida es propio, genuino. Nadie quiere se “el clon de…”. Pero para
ello necesitamos a los demás. No somos “a pesar de” los demás, sino “gracias a”
los demás. Parafraseando a Descartes, “Soy cuidado, luego existo”. 2) Rollo May psicólogo y psicoterapeuta
existencialista estadounidense, y su libro The
courage to create, en honor a su maestro, Paul Tillich. 3) Edith Stein, o sor Teresa Benedicta de la Cruz, y su idea de que formar es acompañar a una persona a
devenir lo que está llamada a ser, no adoctrinar o teledirigir, para lo que es
necesario discernir en silencio.
Uniendo los tres autores mencionados, el profesor Torralba
nos presentó el mapa del acompañar. “La
formación es un proceso infinito, nunca realizado del todo”. Actualmente
tiene un doctorando de 92 años, que ha pasado toda su vida en un taller
mecánico y ahora ha descubierto la filosofía. El tutor se va formando en interacción
con el tutorando. Muchas veces cuando nos vienen a ver están rotos. Ahí se hace
un pacto de empatía. Es necesario que el tutor o tutora sean humildes, no lo
saben todo y no lo pueden todo. En ocasiones se siente una gran impotencia. La palabra tiene valor, pero a veces es
impotente. Existen otros lenguajes que permiten expresar lo que sentimos.
Cuando los seres humanos nacemos estamos desorientados. Hace
falta valor para asumir el reto de vivir. Actualmente se habla de la generación
de cristal, personas con una baja tolerancia al fracaso. ¿Cómo se forma el
carácter (ethos)? No podemos caer en
la visión idílica del “todo va a ir bien”. Tenemos
que ayudar al alumnado a desarrollar su proyecto con realismo sin ocultar los
obstáculos, las tensiones. Existen inteligencias múltiples, cada persona
tiene más desarrollada alguna, y también hay apoyos para hacerlas crecer. La
pregunta clave es la pregunta por el sentido, y esa es una tarea genuinamente
humana, no hay IA que nos pueda ayudar a encontrar la nuestra. Muchas veces
llenamos nuestra vida de actividad para huir del vacío, pero eso no nos procura
una vida plena. Tendremos que ayudar a quienes se nos acercan a digerir el
fracaso y redirigir el proyecto de vida.
Descubierto el sentido podemos ayudarles a ver los pasos necesarios para hacerlo realidad.
Muchas veces tienen una quimera, una imagen esperpéntica, de lo que es la
profesión (influida, por ejemplo por las series de televisión).
El profesor Torralba señaló tres momentos clave en cómo
concibe y practica el acompañamiento:
1. Autoconocimiento,
que es el punto de partida. Hay quienes tienen una visión desenfocada, bien
porque se subestiman o porque se sobreestiman. Es importante tener una imagen
real de uno mismo, de una misma. ¿Tengo las capacidades, habilidades, recursos,
etc. para este propósito? Hay muchos fracasos que son previsibles, que proceden
de la carencia de autoconocimiento. Acompañar este proceso requiere de varios
encuentros.
2. Autodeterminación.
Se trata de dibujar un horizonte siendo conscientes de que los procesos
exigen tiempo, algo no muy común en los tiempos de la inmediatez que vivimos.
El éxito, la excelencia, nunca es casualidad, no es fortuita. La autenticidad
tiene un precio, puede suponer que no visite la culpa o que tengamos que “salir
de la autopista” y tomar un camino más estrecho y lento. Como tutores, como
tutoras podemos decirles que ahí estaremos, a su lado.
3. Identificar los
eslabones, el momento más pragmático, que en muchas ocasiones es un trabajo
de la comunidad, implica a agentes diversos.
Y en todo este camino es imprescindible la ductibilidad, si
no es fácil la ruptura emocional. “La
rigidez es la muerte a la hora de dilucidar el proyecto personal de vida”.
Hay que aclimatarse a contextos y escenarios no imaginados. Hay muchas cosas
que son ajenas a la voluntariedad
Parafraseando a Romano Guardini,
filósofo de referencia del Papa Francisco, “el
ser humano es una obra de arte en proceso”… y nuestro papel es acompañar
ese proceso sobre el pilar de la confidencialidad, que es lo que construye la
confianza.
La conferencia del profesor Torralba trajo a mi memoria dos experiencias personales, de esas
que te confirman que la tarea merece la pena… El curso pasado un alumno que no
se había presentado en la convocatoria ordinaria acudió a la revisión, tal y
como yo había indicado. Era un alumno de esos que conoces porque tiene
dificultades desde el primer día, a pesar de hacerlo muy bien cuando se lo proponía.
Estuvimos un rato largo charlando, sobre su trayectoria, sobre la vida, sobre
sus aspiraciones… Cuando salió de mi despacho había tomado la decisión de
hablar con sus padres y dejar la carrera. La persona que entró en mi despacho
no era la misma que salió. Se había liberado de una carga. La pena que tengo es
que no sé cómo acabó el tema, aunque tengo el convencimiento de que ahora
estará mejor. La otra experiencia es muy reciente. Este curso he tutorado un
TFG que me ha dado bastantes dolores de cabeza. Hemos tenido muchas más
tutorías de las habituales. La alumna estaba muy desorientada… y muy desganada.
Su actitud no ayudaba. No hacía caso a las sugerencias, no avanzaba… La tutoría
para la devolución sobre el borrador final fue muy dura. Me puse muy muy dura
con ella. Le dije que su trabajo tal y como estaba no era un TFG, que no había
atendido a las sugerencias, etc. Reconozco que subí mucho el tono (hasta el
punto de que al acabar el compañero del despacho de al lado me dijo: “Sonabas
desesperada”). Le dije que la semana siguiente, antes de la entrega tendríamos
una tutoría extraordinaria y que me enviara el trabajo con antelación. En esa
reunión me dijo algo así: “Te agradezco que hayamos llegado hasta aquí y que el
otro día fueras muy dura conmigo. Lo pasé muy mal, pero me he dado cuenta de
que tenías razón en todo lo que me decías. Me vino bien la bronca”.
En el espacio de la
tutoría no siempre se da un conexión profunda, pero nunca sabemos cuándo una
conversación puede suponer un cambio en el rumbo de una persona...
Referencias
- Calvo Serraller, Francisco (2018, 23 octubre). El coraje de Paul Tillich. El País. https://elpais.com/cultura/2018/10/22/actualidad/1540227048_486298.html
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