Acabo de terminar un curso de 50 horas, que he impartido con
mi gran amigo Rogelio Fernández, sobre Inteligencia Emocional, organizado por DeustuLan
y subvencionado por la Diputación Foral de Bizkaia.
Lo que ha ocurrido en el curso ha sido algo fascinante y mérito de todas las personas que hemos
participado en él. Se ha creado un clima en el que poco a poco hemos ido compartiendo
parte de nuestra vida y nuestras experiencias. Como dice Rogelio, “hemos puesto las tripas encima de la mesa
y hemos revuelto en ellas”, desde un profundo respeto y con el objetivo de
aprender, crecer y enriquecernos. Nos hemos abierto al mundo de las emociones y
hemos conseguido, en la práctica, aunar emoción y razón.
Una inquietud que ha
surgido en el curso es si el manifestar nuestras emociones nos hace
vulnerables… Si es posible conseguir que nuestras emociones no nos dañen. Cuando
se tiene ya unos años y un recorrido las ‘cicatrices’ van aumentando y
reflejándose en todo tu ser. Y voy a contestar desde ahí, en función de mi
experiencia. Siempre me ha gustado ser clara, manifestar lo que siento y
pienso, aunque a veces eso suponga exponerme demasiado. Creo que la
comunicación es mucho más fluida y verdadera cuando uno se muestra sin
recovecos, sin esconder aquello que nos gustaría ocultar o no ser; sin
preocuparse por qué pensará el otro. Y esa comunicación profunda es fundamental
para construir relaciones… Más de una vez me han dicho que soy demasiado
transparente, que debo protegerme, que hay quien puede herirme… Y yo me
pregunto ¿para qué protegerme? Poner
barreras, distancia, supone reducir el riesgo de intromisiones pero también me
aleja de los demás, me resta intensidad en las relaciones. Prefiero vivir intensamente aunque ello conlleve sufrir también
intensamente. Prefiero arrepentirme por lo que he hecho que por lo que he
dejado de hacer. Prefiero tener ‘cicatrices’ que vivir en una burbuja. Creo que
hay que vivir con intensidad y aprovechar toda oportunidad de acercarnos a los
demás y conocer a gente interesante, y en
todos hay cosas interesantes si miramos con cariño y profundidad. Prefiero
equivocarme al abrirme a otra persona que perder una oportunidad de encuentro y
crecimiento.
Además, creo que lo que nos dañan no son nuestras emociones
sino nuestros pensamientos. Las emociones están y nos dan información. Quien
nos juega malas pasadas es nuestra razón que nos dice: “no se puede”, “no se
debe”, “no está bien”… Hay situaciones y
hechos que no se pueden cambiar pero siempre puedo elegir cómo reacciono ante
ellos… Nadie puede herirme (no hablo en sentido físico) si yo no le doy
permiso.
“El propósito de la vida es
vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia
y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras.” Eleanor Roosevelt
GRACIAS… Alberto, Amaia, Soledad, Ana, Arantza, Amaia, Ricardo, Arantza, Nahia, Iñigo, José Carlos, JJ, Gorka, Enrique, Raul, Edurne, Carlos, Ziortza y Rogelio… por lo compartido y lo aprendido. Afortunadamente… nos hemos encontrado.
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