domingo, 16 de enero de 2022

Busca tus recursos


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 16.01.2022]

El último mes ha sido bastante complicado para mí y no solo porque las Navidades son un periodo intenso. Además, se suma que han sido las primeras sin mi ama. He tenido diversas complicaciones y las emociones han estado como una montaña rusa. He tenido que hacer frente a muchas situaciones estresantes. Ahora que estoy más tranquila he estado recapitulando qué me ha ayudado en este periodo. Quiero destacar dos ‘recursos’: escribir y conversar.

Soy una firme convencida de los beneficios de escribir, que son muchos: emocionales y también sobre la salud física (Jarque, 2013). Hace un tiempo escribí una entrada respondiendo a por qué escribo un blog y en ella decía: “Cuando más he escrito ha sido en las encrucijadas. (…) Si dejo de escribir un tiempo lo echo de menos, y cuando lo retomo es como volver a casa, como encontrar de nuevo el rumbo” (Echaniz, 2020). En las formaciones sobre inteligencia emocional que solemos dar mi amigo Rogelio y yo solemos recomendar un ejercicio, el diario emocional:

Contenido: Durante 21 días seguidos apuntar a diario, al menos, dos emociones positivas (agradables) que se hayan vivido y la situación o hecho que las ha provocado. Es importante que sean situaciones concretas y que se intente atinar en la emoción vivida. Es recomendable hacerlo al final del día y recogerlo en un cuaderno. Al principio puede costar expresar la emoción porque el vocabulario emocional no suele ser muy amplio. Igualmente puede costar encontrar emociones positivas. Si esto sucede se pueden releer los días anteriores. La razón de hacerlo durante 21 días es porque se dice que es el tiempo mínimo necesario para desarrollar o cambiar un hábito.

Objetivo: Este ejercicio sirve para conocernos mejor; para ayudarnos a desarrollar nuestra inteligencia emocional; para conocer qué hechos y situaciones nos resultan agradables; para desarrollar nuestro optimismo, etc.

Variantes: Se puede realizar o poner en común con hijos/as; con la pareja; con personas de confianza…

El segundo recurso es conversar… sin cortapisas, sin límites, de forma profunda, a corazón abierto e incluso, aunque parezca una paradoja, también puede ser en silencio: con la mirada, con un gesto, fundiéndose en un abrazo reparador… Hay un concepto muy interesante de Marian Rojas-Estapé, psiquiatra y escritora, las personas vitamina: “El mejor antídoto al sufrimiento y al dolor es el amor. Es sentirse querido, es sentir que no estás solo. Esa sensación de soledad no buscada, esa soledad involuntaria, es una sensación terrible para la psique, para la mente y para el corazón. Por eso, en muchas ocasiones cuando uno está solo, tener a alguien, a una persona “vitamina”, una persona que te apoye… Una persona que te escucha, que no te juzga, que te entiende, a la que le cuentas algo y automáticamente te hace sentirte mejor… Que da igual que haga un año que no la veas, que sabes que con esa persona las cosas son mucho más sencillas” (AprendemosJuntos, 2021). Si algo me ha servido en este tiempo, y en muchos otros, son los encuentros y las conversaciones con mis personas vitamina. Son como un bálsamo para mí.

Busca tus recursos para los momentos difíciles. Te invito a reflexionar sobre quiénes son tus personas vitamina y a ser persona vitamina para otras personas. Y por qué no, a escribir lo que vives y compartirlo.

Referencias