viernes, 29 de noviembre de 2013

Gracias maestros y maestras!!!!!!!!!!!!!



A raíz de la entrada anterior he vuelto a leer un libro que es "una lección de la vida, de la muerte y del amor", Martes con mi viejo profesor. En él se narra el reencuentro de un profesor y un alumno al que no ve desde hacía 16 años con ocasíón de la fase final de la enfermedad del profesor, ELA (esclerosis lateral amiotrófica). En sus encuentros semanales van intercambiando ideas sobre temas diversos como el amor, el dinero, los valores, la familia, etc. Hay diálogos que son preciosos, como el que reproduzco a continuación (p.69):

-Mitch, me preguntaste por qué me preocupaba de personas a las que ni siquiera conozco. Pero ¿quieres que te diga lo que más estoy aprendiendo con esta enfermedad?
-¿Qué es?
-Que lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar.
Su voz se redujo a un susurro.
-Dejarlo entrar. Creemos que no nos merecemos el amor, creemos que si lo dejamos entrar nos volveremos demasiado blandos. Pero un hombre sabio que se llamaba Levine lo expresó certeramente. Dijo: "El amor es el único acto racional".

Me quedo con la conclusión que Albom extrae al final del libro, y que es el gran aprendizaje del reencuentro (p.215): "¿Has tenido realmente alguna vez un maestro? ¿Un maestro que te viera como algo en bruto pero precioso, como una joya que, con sabiduría, podía pulirse para darle un brillo imponente? Si tienes la suerte suficiente para encontrar el camino que conduce a maestros así, siempre encontrarás el camino para volver a ellos. A veces, sólo está en tu cabeza. A veces está junto a sus lechos". Yo he tenido la suerte de encontrarme personas así, incluso algunas que probablemente sin saberlo, me han enseñado mucho, me han hecho abrir lo ojos, o me han dado el empujón que necesitaba. Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el maestro. Por eso no puedo menos que decir...

¡Gracias a todos y cada uno de los maestros y maestras que me he encontrado en la vida y a los que están por venir!

Bibliografía:

  • Albom, Mitch (1998): Martes con mi viejo profesor. Una lección de la vida, de la muerte y del amor. Madrid: Maeva.
 


viernes, 15 de noviembre de 2013

Comunicación con personas con cáncer y sus familias


El 12 de noviembre de 2013 asistí a un taller organizado por el Departamento de Salud de la Oficina de Atención al Estudiante de la Universidad de Deusto, que llevaba por título el que encabeza esta entrada, "Comunicación con personas con cáncer y sus familias". Fue impartido por Estibaliz Alonso Undabeitia,  Psicóloga de la Junta Provincial de Bizkaia de la AECC. Voy a trasladar aquí algunas de las ideas que allí se compartieron junto con mis reflexiones más personales. 

Fueron dos los motivos principales que me llevaron a ese taller: 1) por trayectoria vital son varias las experiencias que tengo de enfermedades crónicas o terminales y creo que aún me queda mucho por aprender sobre cómo reaccionar en dichas situaciones; 2) me apasiona el tema de la comunicación y las relaciones; y la enfermedad siempre es una situación muy delicada desde el punto de vista de la comunicación.

Me sorprendió ver que, excluyéndome a mí, todas las asistentes tenían formación en Psicología, Educación Social o Educación Primaria. De un grupo de unas 25 personas sólo había un hombre. Salvo la ponente y yo, no creo que ninguna pasara de los 30 años. Algunas habían tenido contacto con la enfermedad pero la mayoría acudían motivadas por el enfoque profesional. La enfermedad, y en especial el cáncer, es algo que a todos nos sacude en algún momento de nuestra vida, pero parece que hay miedo a hablar sobre ello. Y parece que lo que no se nombra es como si no existiera... La ponente nos comentó que a ella le había llegado a pasar que participando como ponente en algunas Jornadas todas las charlas estaban llenas de gente menos la suya. ¿Acaso no es mejor saber qué hacer o qué no hacer; qué decir o qué no decir? El miedo es razonable pero que éste no nos impida responder como es adecuado.

El diagnóstico de una enfermedad, y más si es terminal, siempre supone una 'revolución' en una familia. Nada vuelve a ser igual. Se desatan muchas emociones y sentimientos (culpa, miedo, ansiedad, etc.) en todos los miembros. Hace falta tiempo para asimilar la noticia. Es difícil pensar con claridad y de forma global. Además, hay enfermedades con muy mala prensa, como puede ser el cáncer, aunque no siempre supongan un desenlace fatal. También podríamos hablar de las enfermedades raras, muchas de las cuales limitan de forma importante la vida de las personas pero ellas y sus familias las sufren sin la comprensión del resto.

¿Los familiares siguen con su vida normal? Normalmente a los familiares nadie les pregunta. Tienen que seguir adelante, reajustar su vida a la nueva situación. Es como si alguien les hubiera quitado su 'silla'. Cuando se les pregunta: "¿Y tú cómo estás?" suelen responder en nombre del enfermo: "Ayer estuvimos bien, no vomito..." y cosas similares. El objetivo de un grupo terapéutico para familiares es que respondan a la pregunta en primera persona del singular. De no ser así, van tirando, no se paran, no piden ayuda... Y eso pasa factura. Hay áreas muy importantes a explorar con las familias: ¿dónde estaban? ¿dónde están? ¿qué ha dejado de hacer? Centrarse únicamente en la persona enferma puede llevar a una situación sin salida, que no es buena para nadie.

Muy habitualmente se suele dar en torno al enfermo una 'conspiración de silencio', es decir, toda una serie de estrategias dirigidas a evitar que alguna de las partes involucradas (el propio enfermo, los hijos, los padres, etc.) conozca el diagnóstico, el pronóstico, las emociones o el propio malestar. Y esto suele generar un drama añadido. Lo peor que le puede ocurrir a uno es sentir que no tiene ningún control sobre lo que le está pasando.

Se suelen producir bloqueos de comunicación con la persona enferma, que podrían resumirse en el pensamiento "cómo le voy a contar que...". Es como si la de 'enfermo de cáncer' se hubiera convertido en su única identidad. De esta manera la persona pierde, además de todo lo relacionado con el diagnóstico, la capacidad de escucha, de atender a los suyos, de sentirse útil, de sentirse persona... La persona se puede sentir además de sola, aislada. A veces también ocurre que los familiares están tan agotados, tan angustiados que la persona enferma se inhibe, oculta cómo está, y se dedica a cuidar de ellos.

¿Cómo podemos saber las necesidades de la persona enferma? Hay que procurar no tener prisa, dedicarles tiempo con paciencia, atención plena y apertura. Escuchar y compartir emociones y sentimientos. Intentar no dar nada por supuesto, preguntándoles qué quieren y cómo se sienten. Es importante crear un clima de confianza. ¿Cómo? No imponiendo lo que se debe hacer; Intentando no culpabilizar a la persona ("Ya te decía yo que fueras al médico"); Evitando dar consejos o frases hechas ("No te preocupes", "No es nada", "Seguro que te pones bien").

En el proceso de una enfermedad puede haber muchos momentos difíciles, en los que es importante tener en cuenta lo siguiente:

  • Hay que respetar los silencios. La persona, y los familiares, pueden querer compartir o no; y además tienen sus tiempos. 
  • Debemos permanecer tranquilos ante la ira. Intentar calmar a alguien que está 'encendido' es inútil. No hay que interrumpir, es mejor esperar a que la ira se apacigüe, o al menos a que baje la intensidad. Debemos mostrarnos disponibles. Y una vez que intensidad descienda intentar saber cómo está la persona, cómo se siente.
  • Ante el llanto, debemos dejar que la persona llore, no interrumpirle. Hay que escuchar activamente lo que quiere decir. Si no sabemos qué decir no debemos sentirnos mal por ello. Mejor callar que frases del tipo "tranquilo, tranquilo, no pasa nada". ¿Cómo que no pasa nada...?

Al escribir estas líneas viene a mi mente un libro, basado en una experiencia real, Martes con mi viejo profesor, que es "La asignatura final de un catedrático: su propia muerte". Cuando el profesor recibe el diagnóstico de su enfermedad, ELA (esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa de origen desconocido), siente que se detiene el mundo: "¿No debería detenerse el mundo? ¿Es que no saben lo que me ha pasado?" (p.20). Experimenta poco a poco lo que es dejar de conducir, dejar de nadar, dejar de dar clase, dejar de ser autónomo, dejar de tener un secreto (su enfermedad)... Y aún así es capaz de prepararse para su final y hacer del mismo una buena experiencia, tanto para él como para los que le rodean. Llega, incluso, a hacer  sus "funerales en vida". Este libro es un ejemplo de una excelente comunicación en la enfermedad y el final de la vida. 

A mi modo de ver tres son las habilidades clave para la comunicación con personas enfermas y sus familias, que son claves para una comunicación efectiva en cualquier ámbito y están muy relacionadas entre sí:

  • Empatía: es necesario conectar con el torbellino de emociones, sentimientos y pensamientos que pasan tanto los enfermos como sus familias.
  • Escucha activa: no hay que dar nada por supuesto; hay que escuchar con los oídos y los ojos, lo que dicen y lo que callan, lo verbal y lo no verbal. Y para ello hay que dedicarles tiempo. Nunca se debe preguntar "¿cómo estás?" si no estamos dispuestos a escuchar.
  • Asertividad: “La asertividad es una estrategia de comunicación que se ubica como punto medio entre dos conductas opuestas: la agresividad y la pasividad (o no-asertividad). Los especialistas la definen como un comportamiento comunicacional maduro en el que el sujeto no agrede pero tampoco se somete a la voluntad de otras personas; en cambio, expresa sus convicciones y defiende sus derechos”. Decir que sí cuando es sí, decir no cuando es no pero siempre sin herir al otro. 

Bibliografía:

  • Albom, Mitch (1998): Martes con mi viejo profesor. Una lección de la vida, de la muerte y del amor. Madrid: Maeva.


martes, 12 de noviembre de 2013

Economía civil: Lecciones de Stefano Zamagni


Stefano Zamagni es catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Bolonia y profesor de Economía Política Internacional de la Universidad John Hopkins. También es consultor del Pontificio Consejo Iustitia et Pax y ha trabajado como asesor económico de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es uno de los principales promotores de la corriente de pensamiento conocida como Economía civil.

Tuve la suerte de escucharle el 8 de noviembre en el I Simposio Pensamiento Social Cristiano. En su conferencia presentó las tres grandes diferencias entre el paradigma de la Economía Política y el de la Economía Civil.

Primera diferencia: Fraternidad

La Economía Política funciona bajo dos principios: a) Intercambios de valor equivalente (así es como, en teoría, se fijan los precios de mercado), cuyo fin último es la eficiencia (óptimo de Pareto) y cuyo medio es el mercado; b) Redistribución, cuyo fin último es la equidad, la justicia distributiva (que es post factum) y cuyo medio es el Estado. A este modelo dualista la Economía Civil incorpora un tercer principio: c) Reciprocidad cuyo fin último es la fraternidad. La reciprocidad puede ser comprensiva (o benevolente): cuando la interiorización comprensiva de la postura de la otra parte es fundamental, y no es intrínsecamente anónima, importa la dimensión "del ser con"; o puede ser instrumental: cuya característica es el anonimato y su objetivo es obtener algo útil (Zamagni, 2012). Según la Economía Civil los tres principios deben dialogar entre sí. Sin fraternidad se da la autodestrucción.

Segunda diferencia: Refutación del NOMA

Richard Whately sería quien por primera vez formulara el principio del NOMA (Non-Overlapping Magisteria). La Economía Política siempre ha propugnado que es una ciencia axiológicamente neutra. La Economía seria como la Física de las Ciencias Sociales. Es la ciencia de los medios y éstos son neutros. La Economía Civil refuta el principio del NOMA porque entiende que la Economía, la Política y la Ética no son esferas independientes sino que deben estar en permanente diálogo.

Tercera diferencia: Bien común vs. Bien total

La Economía Política, cuya matriz filosófica es el Utilitarismo, habla del Bien total mientras que la Economía civil, cuya matriz filosófica es el Personalismo, habla del Bien común.
Bien total:  ∑bi=b1+b2+b3+...+bn
Bien común:  Πbi = b1.b2.b3...bn

Si en un producto uno de los factores es cero el total es cero, cosa que no ocurre en una suma. El estado del bienestar es consecuencia del Bien Total. Si no eres eficiente quedas fuera y el Estado ya te dará algo.

La Economía Civil propugna que la economía debe adaptarse a las personas y no al revés. Todas las personas pueden aportar al Bien común. Este principio lo tenía claro Francisco de Asís que propugnaba que "el hombre no vive para trabajar, pero no será hombre si no trabaja".

¿Por qué se está retornando al paradigma de la Economía Civil?

Razón 1: Ha fallado el turbocapitalismo

El turbocapitalismo, la financialización de la Economía, ha golpeado fuerte a muchos países. Estamos ante una crisis entrópica, endógena, que nace del interior del sistema. No estamos ante una crisis dialéctica, como fue la de 1929. La economía ha pecado de soberbia porque ha quedado demostrado que no se puede autorregular. Como ya hemos señalado ha quedado claro que el NOMA es falso.

Razón 2: La competencia posicional es autodestructiva

La Economía Política promueve la competencia posicional que implica que lo que uno gana el otro lo pierde. Y este tipo de competencia hace que se vuelva realidad la máxima de Hobbes de que "el hombre es un lobo para el hombre". Frente a esta nos encontramos la competencia cooperativa que lo que pretende es responder a los intereses de las partes, de todas. Competencia proviene del término latino com-petere (tender juntos hacia el mismo fin).

Razón 3: Paradoja de la felicidad

En 1974 el economista Richard Easterlin demostró en un estudio la paradoja de la felicidad. No son más felices quienes más tienen. A partir de un nivel de ingresos, que actualizado a la fecha de hoy rondaría los 35.000 euros, los ingresos adicionales lejos de aumentar la felicidad la disminuyen. Véase Zamagni (2007).

a) No es lo mismo Utilidad que Felicidad. La felicidad habla de la relación persona-persona(s), mientras que la utilidad habla de la relación persona-cosa(s). La felicidad tiene que ver más con las relaciones personales que con la acumulación de cosas. Pensemos, por ejemplo, en los suicidios. Hay muchas personas que gozan de un buen estatus que se suicidan. Sin embargo, el pobre no se suicida porque tiene la esperanza de que el futuro será mejor. 

b) La felicidad tienen que ver con los bienes relacionales, que son aquellos "cuya utilidad no sólo depende de la propiedad intrínseca del bien, sino que su utilidad depende de la relación entre las personas" (Zamagni, 2007). Ejemplos de bienes relacionales serían la amistad, el matrimonio, etc.

¿Es necesario un cambio radical?

Stefano Zamagni insistió en que es posible utilizar el mercado y sus instituciones para el desarrollo humano integral que tiene tres dimensiones: crecimiento, relacional y espiritual. De las dos primeras dimensiones se ocupa la Economía Política; de la última sólo la Economía civil. En italiano la palabra desarrollo es sviluppo (s-negación; viluppo-cadenas), es decir, "liberarse de las cadenas". Nótese que el libro de Amartya Sen es Development as freedom, que no Growth (crecimiento). Y existen ejemplos de que lo comentado es posible: Economía social; finanzas éticas; inversión socialmente responsable; cash-mob (concertar compras colectivas en pequeños comercios para salvarlos); Responsabilidad Civil de la Empresa; etc.

¿Cuál es el  gran reto de la Economía? Incorporar la justicia en el proceso de creación de riqueza; no se puede esperar al final del proceso para redistribuir.

Bibliografía:
  • Zamagni, S. (2007): "¿Es posible compaginar la competitividad de la empresa con la felicidad?" XVI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial (2006-2007). La ética en las estrategias empresariales del siglo XX. Disponible en http://www.etnor.org/doc/Zamagni-competitividad-felicidad-en-la-empresa.pdf [Acceso 12 de noviembre de 2013]
  • Zamagni, S. (2012): Por una economía del bien común. Madrid: Ciudad Nueva.




jueves, 7 de noviembre de 2013

Amar sin medida


“Mi madre solía decir que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que mereces o deseas.
-Déjalo salir a raudales- decía. Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra” 
El café de los corazones rotos, Penélope Stoke

Hace unos días leí estas líneas y me parecieron muy sugerentes. Cuando has dado mucho, cuando has puesto mucha vida en una relación, sea del tipo que sea, y ésta se acaba, se rompe o se 'diluye' a veces te asaltan las dudas, como decía la canción de Victor Manuel:
"Quién puso más, los dos se echan en cara
Quién puso más, que incline la balanza
Quien puso más calor, ternura, comprensión.
Quién puso más, quién puso más amor".

Con el tiempo he aprendido, después de muchos disgustos y 'rotos' en el corazón, que esa no es la cuestión; no tiene sentido preguntarse "¿quién puso más amor?". Hay personas que te acompañan durante todo el camino, o al menos un trecho grande; otras permanecen un tiempo, incluso llegando a tener una relación intensa durante ese tiempo; algunas aparecen y desaparecen como el Guadiana; unas están cerca; otras las tienes permanentemente presentes, aunque la distancia te separe de ellas... Pero todas, sin excepción, aparecen en tu camino para algo. Todas encierran una lección de amor. No creo que nada sea casual, todo es causal, como dice una gran amiga.

Lo importante, lo único realmente importante, aunque no siempre fácil, es dejar que el amor brote de tu corazón independiente de lo que hagan los demás con él. Eso no es tu responsabilidad, es la suya. En tu mano está amar, pero no el que te correspondan o que lo hagan como tú esperas. A mí me gustaría decir como Pedro Casaldáliga: "Al final del camino me dirán: -¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres".

"La medida del amor es amar sin medida" San Agustín.
                           
Autora del dibujo: Miriam Artola
Muxote Potolo Bat