lunes, 30 de septiembre de 2019

Relaciones líquidas


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 30.09.2019]

Este verano he leído un titular de El País que me ha producido una gran tristeza: “Se compran amigos y abrazos: la epidemia de soledad en EE UU ya es un negocio” (Laborde, 2019). Me ha traído a la memoria un recuerdo de una época ya un tanto lejana… En cuarto de carrera [estudié Empresariales], en la asignatura de Antropología, una compañera y yo leímos e hicimos un trabajo sobre un libro de Enrique Rojas que me causó bastante impacto, El hombre light: Una vida sin valores. Inquietante subtítulo… Ya en el prólogo se enuncia la tesis del mismo: “Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los denominados productos light de nuestros días […] El hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo” (Rojas, 2000: 6). La primera edición del libro tiene casi 30 años (es de 1992) y a día de hoy podría suscribir cada una de las palabras (aunque hablaría de persona light). Probablemente hay mucha soledad porque hay muchas personas light que mantienen relaciones light y que no han construido lazos sólidos que trascienden las relaciones mercantiles… Y lo que es tremendo, en una sociedad light surgen oportunidades de negocio para personas sin muchos escrúpulos ni límites.
Unido a lo anterior está una inquietud-curiosidad que tengo hace tiempo, más o menos desde que mis hijos entraron en la adolescencia. Mis hijos, que son coetáneos de los alumnos y alumnas que tengo, viven pegados al móvil, pendientes permanentemente de las redes sociales, están informados (pero sólo de los titulares), pasan rápidamente de un interés u ocupación a otro, tiene relaciones amorosas y sexuales breves pero intensas… Dicen tener muchas amistades [alguna vez que han visto el número de ‘Amigos’ de mi Facebook han hecho bromas porque les parecían pocos], pero… ¿cómo de profundas son sus relaciones? ¿en qué medida les aportan cosas positivas a sus vidas? ¿qué entienden por fidelidad y cómo la valoran? ¿dónde buscan la felicidad? Mucho de lo descrito no es exclusivo de las generaciones jóvenes, cada uno y cada una deberíamos reflexionar seriamente sobre el tema.
El ya fallecido filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman acuñó el término de ‘modernidad líquida‘ que alude a la sociedad en la que vivimos que ya no es predecible y controlable. En este contexto el amor también es líquido. “Lo afinidad nace de la elección y el cordón umbilical jamás se corta. A menos que la elección se rehaga a diario y se concreten actos nuevos para confirmarla, la afinidad se marchitará y declinará hasta derrumbarse o desarticularse. La intención de mantener viva la afinidad es presagio de la lucha cotidiana y promesa de una vigilancia sin descanso. Para nosotros, habitantes del moderno mundo líquido que aborrece todo lo sólido y durable, todo lo que no sirve para uso instantáneo y que implica esfuerzos sin límite, esa perspectiva supera toda capacidad y voluntad de negociación” Bauman (2006: 48). [Aquí se puede ver un extracto de la entrevista que le hizo Jordi Évole y en la que hablando de Zuckerberg señala: “Se dio cuenta de que nuestra peor pesadilla es ser abandonados”]. ¿Son las relaciones de nuestros hijos e hijas líquidas? ¿Y las nuestras?
Según Alex Rovira [véase el vídeo del final de esta entrada] el amor se ha confundido mucho con la posesión y el deseo. En su opinión, el amor supone tres cosas respecto de la otra persona y que están profundamente relacionadas: voluntad de comprender (escuchar, observar, ‘leer’), cuidar (acompañar) e inspirar (ayudar a ser mejor persona y realizarse). A amar se puede aprender porque en esos tres ‘verbos’ nos podemos entrenar. Eso sí, añado, es necesario voluntad y dedicar tiempo. Hay que estar dispuestos y dispuestas a esforzarse, a fracasar, a no ceder ante el primer contratiempo, a apostar a diario por esa relación que consideramos importante, a buscar distintas formas de demostrar nuestro amor…  Nadie dice que sea fácil, pero sí merece la pena. Y también es importante asumir que el amor se puede acabar o que puede haber personas que no merecen nuestros desvelos. No es necesaria la heroicidad. El amor o es recíproco o no es amor. Probablemente en el amor así entendido esté el antídoto a las relaciones líquidas y sea la clave para una felicidad más profunda que nos aleje de la soledad.
He empezado hablando del libro de Enrique Rojas. En los últimas líneas del mismo muestra cuál es su propuesta frente a la persona light.  “Rastreando en el trasfondo de la felicidad nos vamos a topar con la fidelidad; es decir, lealtad a los principios, perseverancia en los ideales nobles, tenacidad en mantener los criterios de conducta a pesar de los oleajes y los vaivenes de tantas circunstancias. Se alinean así, en la felicidad verdadera, la coherencia, la vida como argumento, el esfuerzo porque salga lo mejor que llevamos dentro y la fidelidad. Cada ingrediente fija y sostiene lo que para mí es la clave que alimenta ésta, esa trilogía que está compuesta de amor, trabajo y cultura. Y su envoltura tener una personalidad con un cierto grado de madurez y equilibrio psicológico” (Rojas, 2000: 6).
Animo y me animo a que apostemos por el autoconocimiento y el conocimiento de las otras personas, por un amor profundo y comprometido, por una vida más sólida y menos light.
Bibliografía

jueves, 12 de septiembre de 2019

Hablemos del suicidio… Todos y todas podemos contribuir a su prevención


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 12.09.2019]

El pasado 10 de septiembre, con motivo del Día Mundial para la Prevención del suicidio, Biziraun (asociación de personas afectada por el suicidio de un ser querido – estas personas reciben el nombre de supervivientes) organizó una conferencia abierta a la ciudadanía impartida por Jon García Ormaza,  psiquiatra de la Red de Salud Mental de Bizkaia. Llevaba por título “Salud mental colectiva y prevención del suicidio”. La Organización Mundial de la Salud, OMS, define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.  Hablemos de salud y de prevención. Promover la salud mental es promover la vida. Voy a compartir aquí algunas notas y reflexiones a partir de la conferencia.
Nos encontramos ante un fenómeno tabú que genera mucho dolor y culpa, y que lleva asociado un gran estigma social. Del suicidio no se habla pero los datos hablan muy alto. Según la OMS “cada año se suicidan casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad global de 16 por 100.000, o una muerte cada 40 segundos. En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre las personas de 15 a 44 años en algunos países, y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años”. Incluso hay zonas geográficas en las que los datos se disparan, como en el llamado “triángulo de los suicidas”.
Se suele definir el suicidio como la acción de quitarse voluntariamente la vida. Pero ¿significa eso que la persona lo hace libremente? El suicidio es una muerte violenta, aunque no siempre se vea así. La persona que se quita la vida es presa de un sufrimiento que no puede soportar. Es importante tener claro que este es el punto de partida, la persona no quiere quitarse la vida quiere dejar de sufrir. A menudo se ven los intentos de suicidios como llamadas de atención, amenazas o chantajes. En todo caso son peticiones de ayuda. También hay que tener claro que para que una persona muera por suicidio: 1) tiene que estar sufriendo; 2) tiene que estar sola. Quien tiene un sentido para vivir no piensa en el suicidio. Hace tiempo escribí una entrada que titulé El peso de la vida. Para quien se suicida la vida pesa demasiado, ya no puede con ella. Un amigo, en una conversación sobre el tema, decía: “Cuando en un incendio uno se tira por el balcón no es porque quiera matarse, es que no ve otra salida”.
El suicidio es un fenómeno muy complejo que no tiene una única causa. Vamos a presentar una serie de factores que pueden afectar tanto a la persona como al entorno (es importante insistir en esto).
Hay una serie de factores de riesgo: intentos previos; trastornos mentales; accesibilidad a métodos peligrosos (la primera forma de suicidio en nuestro contexto es por precipitación); suicidio de una persona conocida (dentro de la familia o círculo de amistades); aislamiento social (hay un proverbio africano que dice: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”); acoso, abuso o discriminación de cualquier tipo (es fundamental desarrollar una cultura de denuncia del victimario y apoyo a la víctima); enfermedad crónica o minusvalía; servicios de salud poco accesibles o poco eficaces.
Existen una serie de factores precipitadores: fin de una relación sentimental, separación o divorcio; fallecimiento de un ser querido; detención o problemas legales; problemas económicos y la consecuente pérdida de estatus económico y social.
La falta, fallo o déficit de factores protectores puede desencadenar una crisis suicida en una persona vulnerable. Estos factores son: promoción de la salud; servicios de sanidad accesibles y de calidad; red social, a mayor pertenencia e integración en familia, grupos y comunidades menor incidencia del suicidio; habilidades de afrontamiento y resolución de problemas; resiliencia, entendida como la habilidad para adaptarse y superar el estrés y la adversidad, que está relacionada con la autoestima, el optimismo y el sentido para vivir [al final de la entrada hay una entrevista sobre resiliencia con Boris Cyrulnik, neuropsiquiatra y referente mundial en el tema].
Se suele hablar de que hay grupos de riesgo (teniendo siempre presentes los factores que acabamos de señalar que son generales):
  • Hombres, porque entre sus rasgos de personalidad suelen presentar mayor impulsividad y agresividad, tienen mayor accesibilidad a métodos letales (por ejemplo suelen tener más permisos de armas), suelen demandar menos ayuda y por las expectativas culturales (no lloran, son proveedores, etc.).
  • La adolescencia es una etapa de muchos cambios, de mucha influencia del entorno, a veces es el momento en el que debutan las enfermedades mentales, y todavía no se han desarrollado muchas herramientas personales.
  • Personas ancianas. En esta etapa un problema muy importante es el de la soledad que es un factor de riesgo relevante, también para muchas enfermedades. Hablamos de la soledad no buscada. En esta población el suicidio tiene algunas peculiaridades: los intentos están muy planificados, los medios utilizados son más letales y hay menos posibilidad de recuperación en caso de sobrevivir.
  • Colectivo LGTBI. Este es un colectivo que suele sufrir más discriminación y acoso.
El Black Dog Institute (Nueva Gales del Sur, Australia)  se dedica desde 1985 a la comprensión, prevención y tratamiento de las enfermedades mentales. Ha desarrollado LifeSpan que es una aproximación a la prevención del suicidio basada en evidencias. En la imagen se resumen las nueve estrategias que se muestran más eficaces en esta tarea (en la web señalada se puede ampliar la información sobre cada estrategia):
  1. Mejora de la atención de emergencias y seguimiento de las crisis suicidas. Como señalaba el ponente, actualmente ante la identificación de un riesgo de suicidio lo único que se puede hacer es derivar a la atención primaria o al servicio de urgencias con el servicio adecuado para estos casos (en nuestro caso Hospitales de Basurto, Cruces y Galdakao). Existen grupos de ayuda para supervivientes, como Biziraun, pero no para personas que han tenido algún intento de suicidio.
  2. Utilización de tratamientos basados en evidencias.
  3. Preparación del personal de atención primaria para que identifiquen personas en riesgo.
  4. Formación de los equipos de atención en crisis (policía, personal de emergencias, etc.) ya que sus interacciones con las personas que tienen intentos de suicidio pueden influir en su decisión de acceder a tratamientos.
  5. Promoción de la búsqueda de ayuda, la salud mental y la resiliencia en el ámbito educativo.
  6. Capacitación de la comunidad para el reconocimiento y respuesta a la suicidabilidad. Cualquiera podemos encontrarnos ante una persona que está en una situación límite. Cualquiera podemos ser esa persona que ha perdido las ganas de vivir.
  7. Involucración de la comunidad y facilitación de oportunidades para ser parte del cambio.
  8. Fomento de la seguridad y el propósito de la información en los medios de comunicación.
  9. Mejora de la seguridad y reducción del acceso a los medios de suicidio.
Quiero acabar esta entrada como la he empezado. Hablemos del suicidio, acerquémonos a este complejo fenómeno, formémonos en estrategias de prevención. Todos y todas podemos contribuir a su prevención…  Se puede recuperar el sentido para vivir ¡Y merece la pena!
Algunos recursos en línea
Información sobre películas y documentales: https://www.biziraun.org/ayuda-suicidio#peliculas
Asociaciones de supervivientesBiziraunDSAS



lunes, 2 de septiembre de 2019

Ha llegado el momento… Despliega tus alas



Ha llegado el momento… Es bueno para los dos… Es el empujón que necesita para entrar definitivamente en la vida adulta… Eso es lo que me repetía ayer a mí misma cuando íbamos camino del aeropuerto Xabier, mi hijo mayor, y yo. Se marchaba a Dublín de Erasmus para el primer semestre.

Culminaban meses de encontronazos, ‘peleas’, desvelos… No ha sido fácil preparar este viaje. Sé que he hecho mucho más de lo que me correspondía pero es que no le veía a él por la labor. Intuía su tentación de tirar la toalla. Y no podía dejar que desaprovechara la oportunidad… Tiene un pronto endemoniado que es su perdición y mi desesperación. Me recuerda mucho a mí con esa edad… Yo he conseguido controlar al alien (aunque sinceramente creo que el suyo es más rudo), y sé lo que se sufre y se hace sufrir. Recuerdo que desde pequeño le ha dado mucha rabia lo del alien. Cuando se ponía como loco le solía decir: “Cariño, sé que no eres tú el que habla, sé que es un alien que tienes dentro”. Eso le enfurecía aún más y soltaba una serie de improperios a los que yo respondía con una sonrisa tierna: “Ves, cariño, no eres tú, es el alien”… Estos meses su alien ha estado un poco desatado y más al final. Creo que al mío he conseguido mantenerlo bastante a raya…

Por experiencia creo que ese pronto tiene mucho que ver con una gran sensibilidad y con el manejo del miedo. El sábado por la noche cuando llegó a casa me contaba que había roto a llorar al despedirse de su novia. Me hablaba un ‘niño asustado’ que para consolarse decía: “Estoy seguro de que va a ser una buena experiencia. Está bien conocer otro país y otra universidad”. Yo para mis adentros pensaba: “Espero poder contenerme mañana. Si tu lloras al despedirte de tu amor desde hace dos años… ¿Qué diré yo que te quiero desde el momento que supe que estabas en camino?”. Y casi lo consigo... me desmoroné  en el abrazo en la puerta de embarque. Mucha tensión, cansancio, emociones encontradas… Me transporté al momento en que con 18 años mis padrinos, con los que vivía, y mi madre me dejaron en la residencia de estudiantes en San Sebastián. Mi padrino (que por edad podría ser mi abuelo) se marchaba sin mirar atrás. Corrí hacia él para darle un beso y vi cómo le caían unos enormes lagrimones... 

Hace tiempo escribí sobre lo que en psicología se conoce como el Síndrome de Ulises: “Hay momentos en la vida en los que uno sale de su zona de confort y se lanza a aventuras en las que al final, sea cual sea el resultado, nunca se regresa al punto de partida... El escenario ha cambiado, los actores también... y tú ya no eres la misma persona...”.

Te he dado raíces… He ‘cosido’ tus alas con jirones de mi alma. Soy el puerto en el que siempre podrás atracar… Pero ha llegado el momento de que despliegues tus alas y que vueles como estoy segura que sabes hacer… ¡Suerte Xabi!