jueves, 9 de enero de 2020

Carta a la Arantza de 20 años



Me he parado a reflexionar qué pensaría la Arantza de 20 años, comenzando la vida adulta, llena de sueños y con una energía desbordante de mi yo actual. Con 20 años tenía una vida bastante tranquila y despreocupada. Estudiaba Empresariales en el campus de San Sebastián de la Universidad de Deusto. Vivía allí en un piso compartido con compañeras de universidad durante la semana. Los fines de semana volvía a Bilbao, normalmente a casa de mis padrinos con quienes me crie y viví hasta que me casé. Iba a comer a casa de mis padres algún día del fin de semana. Tenía novio desde 3º de BUP. Estaba en una comunidad cristiana. En los estudios me iba muy bien y disfrutaba mucho de los paseos diarios por el Paseo Nuevo y la playa de Gros (ahora Zurriola).

En los algo más de treinta años que han pasado han sucedido muchas cosas, he tenido unos cuantos altibajos, luzco bastantes cicatrices (la mayoría no se ven) y no sé hasta qué punto mi vida se parece a lo que me imaginaba entonces. Me hubiera gustado que alguien me hubiera dicho que escribiera una carta a mi yo del futuro y la guardara para ahora saber más fidedignamente cómo me ha ido en cuanto al logro de mis sueños…

Mis padrinos (Fernando –en la foto- y Milagros) y mi padre (José Miguel) hace tiempo que no me acompañan en este mundo (23, 20 y 12 años respectivamente), aunque sé que siguen mis pasos y velan por mí. Me encantaría poder preguntarles cómo me ven y si me parezco a lo que ellos también soñaban para mí. Creo que, a pesar de las vueltas que he dado, estarían orgullosos de quién soy, en gran parte gracias a ellos. De ellos recibí valores, ejemplo, formación, apoyo, cariño y muchos otros bienes materiales e inmateriales. Por supuesto, de mi madre, que es la única que queda, también los recibí y sigo recibiendo.

Mi titi, como yo le llamaba a Fernando, no conoció a ninguno de mis hijos. Milagros solo a Xabi de bebé y mi aita a los dos. Creo que les hubiera gustado mucho verles crecer y convertirse en dos hombretones muy majos y en los que también se ve reflejado su legado. Los tres conocieron a mi primer marido y con el paso del tiempo he sabido por mi madre que ninguno de ellos estaba convencido de que aquello fuera a llegar a buen puerto, como así sucedió después de 25 años, en total, de relación. Con veintiséis años, que son con los que me casé, no hubiera captado el mensaje. Sigo siendo bastante testaruda, pero en esa época creía que lo sabía todo y aceptaba muy poco de lo que me decían, sobre todo mis mayores. Afortunadamente, hace tiempo que abandoné esa imposible certeza. Además, ese sí que era uno de los sueños que tenía, formar una familia. En lo que hasta entonces conocía, él era una persona que “cumplía los requisitos” para ser el cabeza de familia… Las vueltas que da la vida… Me siento feminista, y ejerzo, desde hace mucho tiempo, pero he tenido que superar muchos mandatos de género que tenía grabados a fuego. Y no puedo decir que los haya superado todos… Este aspecto no sé si les haría muy felices a mis mayores, pero a mí me hace estar muy orgullosa… La lucha por la igualdad es una batalla que merece la pena librar… Y, sin duda, contribuye a hacer del mundo un lugar mejor para todas las personas. Y en cuanto al sueño, ahora sí que tengo un verdadero compañero de vida y una familia, diferente a la que me podía imaginar con 20 años, pero que es una gran familia (en todos los sentidos). Por cierto, soñaba con tener una familia numerosa y ahora, en total, tengo 5 hijos e hijas.

Otro sueño que me ha acompañado siempre es el de dedicarme a una profesión de contacto con personas. De pequeña, como muchas de mi generación criadas en colegio religioso, fantaseaba con ser maestra o misionera. Y aquí estoy unos cuantos años después ejerciendo una profesión que he confirmado que es mi vocación, profesora. Por cierto, mis dos hermanas también lo son. Curioso ¿no? Este punto estoy segura de que le hacía muy feliz a mi titi que siempre me animó a hacer el doctorado y dedicarme a la docencia. No pudo verme el día que me doctoré, mi madrina tampoco, pero estuvieron muy presentes. Meses antes de morir compró un cuadro de formato grande que estuvo envuelto en mi casa 5 años esperando a ese día y que me hizo llorar un mar (que es la escena que representa) el día de la defensa cuando llegué a casa. Causó gran expectación porque todos queríamos ver, por fin, cómo era… Estoy muy orgullosa de haber aguantado 5 años para abrirlo... La paciencia, precisamente, no es una de las virtudes que me adorna…. Aunque nada que ver con cuando joven… Afortunadamente.

Algo que de joven me hacía sufrir bastante y que soñaba con que mejorara era mi “pronto” endemoniado. No en vano cuando mi madrina me iba a buscar al cole le decían: “Ahí baja su leona”… Y no era solo por la pelambrera rizada… El alien que tenía dentro he conseguido, con el paso del tiempo y mucho trabajo personal, tenerlo bastante controlado (quienes me conocen muy de cerca dirían que cuando conduzco es la excepción). Para no olvidarlo nunca tengo un hijo que tiene ese alien corregido y aumentado… Increíble la de espejos que nos pone la vida…

También he afinado bastante la “boca chancla”. La fama de spoiler que tengo me la he ganado a pulso. Siempre he sido un poco impulsiva, directa, bruta dirían algunas personas… Del avance en este campo también estoy muy satisfecha. Mantengo la espontaneidad, pero he aprendido a contenerla y a no decir todo lo que pienso o siento…

Otro gran tema que me ha causado muchos desvelos y sufrimientos son las amistades. Siempre me hubiera gustado tener un grupo de amistades que me acompañara desde el principio. No ha sido así, pero este sí que ha sido un grandísimo descubrimiento. No importa cuánto tiempo estén las personas contigo sino lo que aportan a tu vida. Hay quienes están por mucho tiempo, hay con quienes solo recorres una pequeña parte del camino, hay quienes están de forma intermitente… Y está bien. Cada persona tiene una función en tu vida y hay que estar muy agradecida por ello. Además, unido a esto, la soledad es necesaria y también puede ser una gran maestra. Con 20 años nunca me hubiera imaginado lo que se puede disfrutar la soledad…

Y el gran sueño que me ha acompañado siempre, y que espero que no me abandone, es el de transformar el mundo. Desde pequeña he sido la defensora de las causas perdidas. Una idealista… Y ahí sigo… Creyendo en las personas, apelando a la bondad que habita en cada persona, fiel a mis principios, sensible a las injusticias y optimista infatigable…

¿Qué pensaría la Arantza de 20 años? No lo sé, pero la de 50 pasados se siente satisfecha y esperanzada por el camino que queda y los sueños que aún se pueden cumplir o descubrir…

2 comentarios:

  1. Querida Aran!...Me encantó leerte, somos un libro, escrito con distintos coautores...hay que abrazar nuestra historia completa, sus páginas es lo que somos... Florina

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  2. Amigochix he disfrutado cada párrafo, en muchos de ellos fue como volver a ver una peli que ya había visto y es muy buena!!!! te quiero y admiro muchooooo!!!!! Lumi #meencantó!!

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