jueves, 31 de agosto de 2023

Leer es peligroso


 “Todas las mujeres llevamos dentro una mujercita que nos empuja al sacrificio. Esa es la primera a la que debemos callar” (Gioconda Belli, entrevista en El País).

Hace unos años una amiga me regaló un libro con un título muy sugerente que me ha inspirado el de esta entrada, Las mujeres que leen son peligrosas. El autor del mismo, Stefan Bollmann, tiene un libro posterior titulado Las mujeres que escriben también son peligrosas. Estas vacaciones me propuse hacer una desconexión total y disfrutar de la lectura ya que durante el curso suelo acabar los días agotada y me cuesta tanto lo uno como lo otro. Y parece que lo estoy consiguiendo... He cogido un buen ritmo de lectura. A 21 de agosto ya llevaba leídos 8 libros. En esta entrada voy a recorrer y hacer una reflexión sobre algunos de ellos, escritos por mujeres.

En El país de las mujeres, Gioconda Belli, poeta y novelista nicaragüense, nos ofrece una utopía muy sugerente. En Fanguas, país imaginario que aparece en sus novelas, las mujeres han accedido al poder debido a una catástrofe natural, la erupción de un volcán, y mandan temporalmente a los hombres a casa a hacerse cargo de los hogares. ¿Cómo se imagina Viviana Sansón, la Presidenta, su partido, el que ha ganado las elecciones? (Por cierto, se llama PIE - Partido de la Izquierda Erótica y tiene un manifiesto muy interesante, Eldivanrojo, 2011). “Yo imagino un partido que proponga darle al país lo que una madre al hijo, cuidarlo como una mujer cuida su casa; un partido ‘maternal’ que blanda las cualidades femeninas con que nos descalifican, como talentos necesarios para hacerse cargo de un país maltratado como este. En vez de tratar de demostrar que somos tan ‘hombres’ como cualquier macho y por eso aptas para gobernar, hacer énfasis en lo femenino, eso que normalmente ocultan, como si fuera una falla, las mujeres que aspiran al poder: la sensibilidad, la emotividad” (Belli, 2023: 139). Su objetivo de gobierno, instaurar la paz, la libertad, el respeto, la igualdad entre hombres y mujeres, el ‘felicismo’. [Para profundizar en esta obra sugiero leer este trabajo de Olga  Roussou].

Ana Porras, periodista, escritora y organizadora de eventos, en el prólogo de Vacíos y otras taras, que reúne 23 relatos sobre mujeres, nos recuerda: “Con los años vamos engrosando la piel con desencantos, desilusiones, con todo aquello que pudo ser y no fue, con frustraciones, con el miedo a equivocarnos de nuevo, con los amaneceres que no vimos porque estábamos dormidos, con los atardeceres que nos recordaron que la vida es una cuenta atrás. Vamos engrosando la piel con capas que pesan, que nos fracturan los huesos, que esconden lo que quisimos ser, lo que soñamos. Ponemos parches a los vacíos intentando llenar los huecos con lo que vamos encontrando por ahí. Un poco de esto, un poco de aquello y un poco de esto otro. Y así los vacíos se hacen más grandes, más sonoros, más adversos; ganan espacio creando una nada mayor”. Muchas veces las mujeres hemos cubierto o tapado esos vacíos de forma inadecuada…

De Isabel Allende, escritora, feminista, filántropa, así como una de las autoras más leídas del mundo he leído dos libros. Violeta, en el que, como señala el resumen: “En una carta dirigida a una persona a la que ama por encima de todas las demás, Violeta rememora devastadores desengaños amorosos y romances apasionados, momentos de pobreza y también de prosperidad, pérdidas terribles e inmensas alegrías. Moldearán su vida algunos de los grandes sucesos de la historia: la lucha por los derechos de la mujer, el auge y caída de tiranos y, en última instancia, no una, sino dos pandemias” [Ver el interesante artículo-entrevista a la autora sobre el libro]. En el segundo, El viento conoce mi nombre, presente y pasado se entrelazan y narra la historia de dos niños, Samuel Adler, un niño judío al que su madre consigue enviar a Inglaterra para salvarle de la Austria nazi, y Anita Diez, que con siete años sube a un tren con su madre huyendo del peligro en El Salvador y que al llegar a la frontera de Estados Unidos es separada de su madre. Me quedo con un retazo de otro de los personajes, Leticia, porque refleja la realidad que sufren muchas mujeres: “La relación duró muy poco, porque pronto ella comprendió que estaba viviendo con dos hombres diferentes. El que todos conocían era bullanguero, servicial, generoso y ganaba un buen dinero en su oficio, pero no ahorraba, porque siempre estaba dispuesto a comprar cosas superfluas, apostar o prestarles a los amigos. Ella se enamoró de esa versión del hombre, el alma de la fiesta, pero descubrió que por dentro llevaba un monstruo agazapado, que emergía con el alcohol” (p.93).

Auri Lizundia, pseudónimo de Nerea Azkona, quien en plena pandemia creó con una socia AIEDI Faktoria, “una cooperativa de iniciativa social que apuesta por el acompañamiento y la capacitación para crear círculos virtuosos de personas felices en organizaciones sostenibles y que utiliza la Agenda 2030 y los ODS como hoja de ruta y las perspectivas sostenibles, de género, inclusiva e intercultural como brújula”, en Madre en duelo nos habla desde su experiencia de un tipo de violencia que muchas mujeres hemos sufrido sin saber su nombre, violencia obstétrica. “Las mujeres sufrimos violencia machista en muchos ámbitos. En realidad importa bien poco lo que nos pase: la cuestión es violentarnos. Y, cuando hablamos de embarazos, partos y pospartos, la violencia obstétrica e institucional entra en juego. No es una violencia nueva para nosotras, pero son momentos en que las cotas llegan a niveles altísimos e incluso a contrasentidos (…) Cuando hablamos de mujeres y de sus derechos, la sociedad tiene la luz desenfocada. Si nos matan, el foco se pone en nosotras en vez de en los agresores. Si nos quedamos embarazadas, el foco se pone en lo que se está gestando, por lo que el aborto será estigmatizado y, si el bebé nace muerto, como veremos, la luz del foco directamente se apaga” (pp.9-12).

Presentado cada uno de los libros, ¿por qué leer es peligro? A mí, leer historias de mujeres contadas por mujeres me reafirma en el feminismo. Me encanta escuchar la voz de las mujeres sin intermediarios. Me hace aún más consciente de las dificultades, obstáculos, miedos que las mujeres viven y han vivido a lo largo de la historia, así como de lo necesario que es seguir trabajando para que la igualdad real se haga efectiva. ¡Ojalá llegue el día en que el feminismo no sea necesario! Además, las conquistas son frágiles, muy frágiles. ¡Que se lo digan a Viviana Sansón, la Presidenta del PIE, que sufre un atentado porque los hombres se sienten amenazados por la nueva posición de las mujeres en Fanguas! (El país de las mujeres, Gioconda Belli). O a las mujeres y niñas migrantes, o a las atrapadas en conflictos bélicos, o a aquellas que viven bajo ciertas dictaduras… Y que conste que soy muy consciente de que escribo esto desde el lado del privilegio.

Además, estas lecturas coinciden en el tiempo con un hecho real que ejemplifica a la perfección el machismo imperante, el beso en la boca no consentido de Luis Rubiales (Presidente de la Real Federación Española de Fútbol) a Jenni Hermoso (Jugadora de la Selección de fútbol española) en la ceremonia de entrega de medallas del Campeonato Mundial de Fútbol Femenino 2023. Cuando escuché la supuesta excusa que Rubiales dio en un vídeo no daba crédito: “Pues, porque en un momento de máxima efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, pues bueno, ocurrió lo que ocurrió, yo creo que de manera muy espontánea (…) Repito: sin mala fe por ninguna de las dos partes” (ver Labari, 2023). ¿Ninguna de las dos partes? ¿Alguna vez se entenderá plenamente qué significa el consentimiento? Y la guinda la puso con el discurso en la Asamblea de la Federación [Animo a leer el artículo de mi compañera de universidad, Gutiérrez (2023)]

Para terminar, una poesía y una recomendación, el documental Woman, realizado a través de 2000 entrevistas en 50 países, que es “un mensaje de amor y esperanza enviado a todas las mujeres del mundo. Un intento de comprender su vida, medir el progreso realizado, pero también todo lo que queda por hacer”.

Referencias




   

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