[He publicado esta entrada el 28.03.2016 en el Blog de
Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
Llevo unas semanas,
casi desde que empezó el cuatrimestre, dándole vueltas al tema de la justicia y
de los derechos humanos. En los dos grupos que tengo este año en la
asignatura de Ética cívica y profesional
se están dando unos debates que dan qué pensar…
Algún día he salido de clase consternada por las opiniones que he
escuchado… Además se suma el dolor por
los refugiados, por las personas que han perdido la vida por el sinsentido de
la guerra, del terrorismo y de todo tipo de violencia, por tanto sufrimiento
innecesario…
Parece mentira que jóvenes universitarios de poco más de 20
años sean capaces de defender de forma airada y rotunda que si una persona mata
a alguien cercano, ya sea por error o por una negligencia, ellos matarían a esa
persona. Que es justo, que es lo adecuado, que es normal… Y eso aun sabiendo
que no está bien, que no es correcto… El principal argumento es que se lo ha
buscado, que renunció a sus derechos al hacer daño a otra persona… ¿Cómo hablar de principios de ética
profesional si no se asume lo más básico, la centralidad de la vida, que los
derechos humanos son universales e inalienables…? ¿A dónde nos llevaría la
universalización de esa postura? Podríamos
entrar en una espiral de violencia sin fin… Esto suele ocurrir en los
conflictos armados y las guerras…
Hace un año escribí un post, Sentimientos de justicia, sobre la película El
secreto de sus ojos por el impacto que me produjo la historia. Puedo entender, no es difícil, el dolor que
produce la muerte injusta y violenta de tu pareja pero dedicar tu vida a la
venganza, bajo la apariencia de justicia, no te hace ningún bien. Te hace
perder tu humanidad. Te endurece el corazón. Te arruina la vida (aquí el
alumnado argumenta que la vida ya se te había arruinado con la muerte de tu ser
querido)…
Creo que debemos
educar y educarnos en la compasión y el perdón para no dejarnos llevar por nuestros
sentimientos e introducir racionalidad en la respuesta a las ofensas que nos
hacen.
Una de las mejores definiciones que he escuchado de
compasión es la de empatía en acción. “La compasión es el florecimiento absoluto de la conciencia. Es
la pasión despojada de toda la oscuridad, liberada de todas las ataduras,
purificada de todo el veneno. La pasión se convierte en compasión. La pasión es
la semilla y la compasión es su florecimiento. […] La compasión es inmotivada,
no tiene ningún motivo en absoluto. Ocurre simplemente porque tienes, porque
das, y no porque el otro necesite nada. En la compasión no hay ninguna consideración
hacia el otro. Tienes tanto que te desborda. La compasión es como la respiración,
espontánea y natural” Osho
Y en muchos casos no
es posible la compasión sin el perdón, que seguramente es una de las decisiones
más valientes y con mayor potencial sanador y liberador. Supone elegir el bien,
el amor y la vida.
“Perdonar. Perdonar siempre. El
perdón no es olvido, que muchas veces significa no querer mirar la realidad de
frente. El perdón no es debilidad, es decir, pasar por alto una ofensa por
miedo al que la ha cometido si es más fuerte. El perdón no consiste en decir
que no tiene importancia lo que es grave o que es bueno lo que es malo.
El perdón no es indiferencia. El
perdón es un acto de voluntad y de lucidez, por lo tanto de libertad, que
consiste en acoger a los hermanos como son no obstante el mal que nos han
hecho, como Dios nos acoge a nosotros, pecadores, no obstante nuestros
defectos. El perdón consiste en no responder a la ofensa con la ofensa, sino en
hacer lo que dice S. Pablo: ‘No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal
con el bien’.
El perdón consiste en darle la
oportunidad a quien te ha hecho un agravio de que pueda tener una relación
nueva contigo; la oportunidad de que ambos podáis retomar la vida, tener un
porvenir en el que el mal no tenga la última palabra”. Chiara Lubich
Me gustaría terminar con una preciosa canción de Gontzal Mendibil, “Lágrimas al viento”. Como dice la canción “Hoy me duele el alma, hoy lloro por ti”, lloro por tanta injusticia, por tanto dolor.. y elijo la vida, la compasión y el perdón".
Quisiera opinar respecto de la venganza, la justicia y el castigo de las acciones.
ResponderEliminarComo es natural ante un ataque, una agresión sufrida, inmediatamente surge un deseo de venganza, una reacción que equipare la ofensa recibida. EN este punto debemos tener en cuenta algunos factores:
1ro. es necesario distinguir entre sociedad e individuo. No podemos permitir que la "sociedad" actúe como un individuo. Lamentablemente existe tanta confusión, que muchas organizaciones de DD.HH. fomentan que la "sociedad" no tiene derecho a defenderse, que no puede VENGARSE. Eso es un absurdo colosal.
Es verdad que los individuos deben cultivar la empatia, la compasión y el perdón. Pero.... la sociedad como tal tiene la OBLIGACIÓN de castigar el mal y la ofensa que el individuo sufre.
Me explico; cuando la sociedad como tal califica a agresor y agredido con la misma medida, al decir "todos somos iguales ante la ley" ¿donde esta la excepción cuando alguien agrede, tortura, crea pánico y zozobra, roba, o mata a otra persona. ¿donde esta la diferencia contundente dentro del marco legal?¿ no es verdad que el ladrón o el sicario tiene los mismos derechos que su victima antes, durante y después del delito cometido? ¿puede calificar un profesor con nota sobresaliente, al alumno aplicado y al holgazán? lamentablemente eso es la realidad. Eso solo fomenta que la delincuencia campee, este empoderada y la gente de buena voluntad sea carnada de todo aquel que rompe la ley cuando le da la gana porque sabe que "sus DD.HH. están protegidos y salvaguardados". Se sabe "intocable".
Es en ese momento cuando el individuo al sentirse desprotegido siente Sed de VENGANZA porque sabe que no puede esperar nada de la sociedad misma porque la sociedad seudo "superada civilizada" trata con compasión y benevolencia al delincuente. En los tres momentos del delito; antes, durante y después. Tan es así que el agresor, el provocador ante la justa reacción de una victima queda convertido en victima.