sábado, 8 de marzo de 2025

Historias que inspiran para coger la sirga

 


Este año he tenido la gran suerte de ser Jurado de los Premios Zirgari, que llevan su nombre en honor a las sirgueras de la ría de Bilbao, “aquellas mujeres trabajadoras que a finales del siglo XIX arrastraban a contracorriente las gabarras y otro tipo de embarcaciones con una cuerda o sirga desde El Abra hasta San Antón” (DFB, s/f). Y digo suerte porque me ha dado la oportunidad de conocer muchas historias inspiradoras que recuerdan la importancia y la necesidad de trabajar por la igualdad de oportunidades real, meta hacia la que lentamente vamos acercándonos, pero que parece no llegar nunca. Baste como dato lo señalado por el Foro Económico Mundial en su informe 2024 sobre la brecha de género: “Al ritmo actual de progreso, se tardará 134 años en alcanzar la plena paridad en 2158, es decir, dentro de unas cinco generaciones”. El año varía según la región del mundo, pero, de mantenerse, yo no lo veré. Además de ser lento, el avance es frágil. Lo vemos en situaciones como la pandemia en la que la brecha de género retrocedió una generación (FEM, 2021).

Afortunadamente no faltan mujeres, asociaciones y proyectos que trabajan de forma incansable por estrechar la brecha de género. Muestra de ello son las galardonadas de esta décima edición de los Premios Zirgari:

Premio Honorífico: Carmen Mijangos, “por su contribución a la investigación en química macromolecular y su incansable trabajo en favor de la igualdad en el ámbito académico y científico. Con una carrera que ha derribado barreras y ha abierto puertas a nuevas generaciones de investigadoras, Mijangos se ha convertido en un referente indiscutible en la lucha por la equidad en la ciencia” (DECSI, 2025) [ver semblanza y el discurso de Carmen Mijangos].

Premio a Entidad por la Igualdad: Mujeres con Voz (McV), “por su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres migradas. Su lucha contra la desigualdad estructural y su compromiso con el empoderamiento de las mujeres la han convertido en una organización esencial en el tejido social de Bizkaia” (DECSI, 2025) [ver página web y el discurso de Elizabet Gutiérrez Yax, representante de McV].

Premio a Proyecto por la Igualdad: Musika eta Zure Begirada (MZB), “innovador proyecto, impulsado por la Asociación eCivis, ha sido reconocido por su capacidad de sensibilizar a través de la música y el audiovisual. Su labor con adolescentes, a los que proporciona herramientas para cuestionar estereotipos de género y construir una sociedad libre de violencias, ha sido clave para su distinción en esta edición de los premios” (DECSI, 2025) [ver página web y el discurso de Sonia Prieto, representante de MZB].

Quiero destacar dos imágenes que me llevo de la Gala de entrega de premios por su gran fuerza evocadora. El comienzo, después de una breve presentación de Gurutze Beitia, la sala en silencio y a oscuras. Gospel Bilbao va entrando en fila y al ritmo de “Go Down Moses” (ver aquí), la voz de los esclavos y esclavas negros reclamando la dignidad, la libertad y los derechos. El final, la foto que abre esta entrada, mujeres comprometidas sujetando la sirga y caminando firmes hacia la igualdad (en mi mente al ritmo de “Go down Moses”) para todos y todas.


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lunes, 27 de enero de 2025

Y si la vida pesara demasiado

 

Soy consciente de que el título que he elegido para esta entrada puede resultar muy duro y chocante, más para quienes me conocen de cerca. Trataré de explicar de dónde surge y por qué lo he elegido.

Hace tiempo que me interesa el tema de la muerte y el duelo. Me resulta muy atractiva la idea de acompañar a personas que están cerca de esas realidades. Conocedora de esto, una amiga me recomendó ver la tercera y última temporada de Rapa (ver tráiler). Me he resistido un poco a hacerlo sabedora de que uno de los temas de fondo es el de la eutanasia. Los personajes principales se mantienen: Maite (Mónica López), sargento de la Guardia Civil; Tomás (Javier Cámara), profesor de Literatura de Instituto jubilado, aficionado a la investigación policiaca y enfermo de ELA; y Tacho (Darío Loureiro), un joven curtido en la calle que acepta cuidar a Tomás y que le ayuda en sus pesquisas. En esta temporada hay dos casos: un secuestro y un asesinato; en este último se ve implicada una persona que Tomás conoce personalmente. Desde el primer momento se ve el deterioro de Tomás y el sufrimiento que ello le provoca, lo que le hace solicitar la eutanasia. También son evidentes sus emociones encontradas y las de su entorno, especialmente las de Maite y Tacho.

Recientemente también, he visto la primera película de Pedro Almodóvar rodada íntegramente en inglés, La habitación de al lado (ver tráiler), basada en la novela de Sigrid Nuñez Cuál es tu tormento. Dos amigas se reencuentran: Martha (Tilda Swinton), quien fuera reportera de guerra, e Ingrid (Julianne Moore) novelista de autoficción. Martha tiene un cáncer terminal e Ingrid va a verla porque se lo cuenta una amiga común en una firma de libros. Ingrid decide acompañar a Martha en esta etapa con todas las consecuencias, ya que Marta ha decidido poner fin a su vida con una pastilla que ha comprado ilegalmente. Martha le pide a Ingrid que esté con ella, en la habitación de al lado, cuando ponga fin a su vida. Martha alquila por un mes una casa en un entorno idílico y las dos amigas comparten vida y conversaciones muy profundas en ese tiempo: la vida, las relaciones, la familia, la compleja relación de Martha con su hija, etc. Ingrid sabrá que ha llegado el momento porque la puerta de la habitación de Martha estará cerrada. Hay una frase tomada de la película Dublineses, de John Huston, que está basada en el libro Los muertos de James Joyce, y que Martha repite: “Cae la nieve, cae débilmente en el universo. Y cae suavemente sobre todos los vivos y los muertos…” a la que añade “No pienso marcharme sufriendo una agonía humillante”. La película me recordó a una que vi hace tiempo y me impacto mucho, Siete almas (ver la entrada que escribí sobre esta película, así como la entrada relacionada con el suicidio).

Explicado de dónde surge esta entrada, paso al porqué del título. Ahora que ya peino canas y he superado el ecuador de mi vida puedo reconocer que a lo largo de los años he sufrido lo que, a mi entender, es una lógica y buena evolución. He tenido la suerte de crecer en una familia de fuertes convicciones y valores cristianos. Me crie con mis padrinos de bautismo que el pasado mes de diciembre hubieran cumplido 110 años. La otra cara de la moneda de estas profundas raíces, es que durante mucho tiempo fui (espero no seguir siéndolo) un poco integrista, por así decirlo. Hace mucho tiempo que más que certezas tengo dudas, muchas dudas, y creo que mi mirada ahora es más comprensiva y compasiva. Entiendo muchas situaciones o decisiones, aunque crea que llegado el momento mi respuesta no coincidiría. Ahora que veo el final más cerca, que he visto sufrir y morir a muchas personas aparecen nuevas preguntas. La enfermedad y la muerte conectan con la pregunta por el sentido de la vida y en qué consiste una buena vida y una buena muerte. Para mí está claro que tanto la enfermedad como la muerte no es algo que pertenece o afecta sólo al individuo, sino que el entorno, e incluso la sociedad en su conjunto, pueden tener algo (o mucho) que decir. Los resultados de mis acciones no sólo tienen efectos sobre mi persona. Pueden repercutir, incluso en gran medida, sobre otras personas. Por ejemplo, en La habitación de al lado Martha es muy consciente de los problemas que su muerte le puede acarrear a Ingrid.

Recomiendo vehementemente la película Hay una puerta ahí (ver el tráiler, ver la entrevista de Ana Blanco a Enric sobre la película). Es la historia de una amistad que surge para despedirse. Los protagonistas son Enric Benito, médico especialista en cuidados paliativos, y Fernando Sureda, enfermo de ELA activista por la eutanasia en su país, Uruguay, que a lo largo de los meses que comparten vía online pasa de ser “un ateo convencido” a un “agnóstico esperanzado”. Hay un bonus de la película que es un vídeo en el que se recoge el encuentro de Enric con la familia de Fernando un tiempo después de la muerte de este último. Es una auténtica fiesta que celebra la vida de Fernando. Así mismo, recomiendo el libro El niño que se enfadó con la muerte, de Enric Benito (ver la entrada que escribí sobre el libro) que es el fruto de su experiencia y conocimiento clínico.

Creo que sé cómo quiero afrontar el final de mi vida y el de la de mis personas cercanas. No obstante, también puede ocurrir que la vida pese demasiado…

 

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lunes, 30 de diciembre de 2024

Estilos de reciprocidad

 


Hace unos meses un amigo me regaló un libro con un título muy sugerente: Dar y recibir. Por qué ayudar a los demás conduce al éxito (Grant, 2023).

En este libro se hace una interesante reflexión sobre el éxito en el entorno laboral (aunque no sólo) y lo ilustra con numerosos ejemplos de personas concretas.  “Según la sabiduría convencional, la gente de éxito tiene tres cosas en común: motivación, capacidad y oportunidad. Si queremos alcanzar el éxito, necesitaremos una combinación de trabajo duro, talento y suerte […] En el trabajo, cada vez que interactuamos con otra persona, nos vemos obligados a elegir entre intentar conseguir el máximo valor posible, o contribuir con nuestro valor sin preocuparnos por lo que recibamos a cambio” (p.22). Grant incorpora un cuarto factor de éxito que tiene que ver con el estilo de reciprocidad dominante que cada persona tiene. Según la situación el estilo puede variar, pero todas las personas tenemos uno que está presente en la mayoría de las ocasiones.

Existen dos tipos de personas que se sitúan en extremos opuestos en cuanto a la reciprocidad. Por un lado tenemos a las personas receptoras, a quienes les gusta obtener más beneficio de lo que aportan. “Inclinan la reciprocidad a su favor y ponen sus intereses por delante de las necesidades de los demás. Los receptores creen que el mundo es un lugar competitivo, una auténtica jungla donde los unos devoran a los otros” (p.23). En el extremo opuesto tenemos a las personas donantes, quienes “inclinan la reciprocidad hacia el otro lado de la balanza y prefieren dar antes que recibir” (p.23). Y no estamos hablando de la relación que tienen con el dinero. Lo que diferencia a unas personas de otras son sus acciones y la actitud que tienen con el resto; cuál es el análisis coste-beneficio que realizan en cada situación. En el entorno laboral, en gran parte por miedo a ser consideradas ingenuas o débiles, aparece un tercer estilo: las personas equilibradoras, quienes “operan basándose en el principio de la justicia: cuando ayudan a los demás, se protegen a sí mismos porque buscan reciprocidad […] sus relaciones están regidas por un intercambio igualitario de favores” (p.24).

Según la experiencia de Grant las personas donantes se encuentran tanto en la parte inferior de la escalera del éxito como en la parte superior. Contrariamente a lo que se pueda pensar, las personas donantes no necesariamente son amables o altruistas; también son ambiciosas. Se diferencian en el modo alcanzar los objetivos. “Los donantes alcanzan el éxito de tal modo que se acaba produciendo un efecto dominó, que incrementa el éxito de todo el mundo a su alrededor” (p.30). Las personas donantes suelen construir entornos de confianza y acaban forjándose una buena reputación y creando unas relaciones que les ayudan a mejorar su éxito y el de su entorno. Se comportan de una forma exclusiva en cuatro áreas: el networking (crean redes de contactos potentes compartiendo generosamente sus conocimientos y enseñando sus habilidades sin preocuparse de lo que obtendrán a cambio; esto les proporciona una buena disposición a colaborar tanto por parte de sus vínculos fuertes -aquellas personas cercanas- como de sus vínculos débiles), la colaboración (“los donantes rechazan la idea de que la interdependencia sea débil. Los donantes suelen ver la interdependencia como una fuente de fortaleza, un manera de explotar las habilidades de un grupo para obtener un bien común más importante”, p.107), la evaluación (en lugar de evaluar el talento, se centran en encontrar el diamante en bruto oculto en todas las personas -efecto Pigmalión, ver Echaniz, 2016-) y la influencia (ganan prestigio a través de una comunicación sin fuerza, mostrando su vulnerabilidad y formulando preguntas).

¿Qué explica que algunas personas donantes se quemen (y se queden en la parte inferior de la escalera del éxito) mientras que otras florezcan (y se sitúen en la parte superior de dicha escalera)? Las primeras son altruistas (se sacrifican a sí mismas, se olvidan de su bienestar personal), mientras que las segundas son otristas (se preocupan tanto de los intereses de otras personas como de los propios). “Los donantes no se queman dedicando un exceso de tiempo y energía a la donación. Se queman cuando trabajan con personas necesitadas y son incapaces de ayudarlas de manera efectiva” (p.222). Aunque vaya contra la lógica, donar más, tener un impacto mayor, es lo que evita que las personas donantes se quemen y lo que las hace más resilientes. “Donar ayuda a aportar significado a nuestra vida, nos distrae de los problemas y nos ayuda a sentirnos valorados por los demás” (p.248). “Lo más inteligente es empezar como donante, puesto que las investigaciones demuestran que la confianza es difícil de construir y muy fácil de destruir. Pero en cuanto el donante detecta que alguien actúa claramente como receptor, tiene sentido alterar su estilo de reciprocidad y pasar a una estrategia equilibradora” (p.263). Me viene a la memoria la lección que mejor recuerdo de mis cinco años de Licenciatura, tercer curso, profesor de Psicología: “La confianza se da, siempre hay que confiar primero”.

Una idea muy interesante es la conveniencia de crear sistemas de donación generalizada, como pueden ser los anillos (o círculos) de reciprocidad (IBI, 2022). “Lo que cuenta es la conducta en sí. Si los receptores actúan beneficiando a los demás, aunque sus motivos sean egoístas en lugar de altruistas u otristas, están realizando contribuciones que perpetúan la donación como forma de intercambio” (p.323).

Un dato curioso que me ha hecho esbozar una sonrisa: “Los donantes suelen decantarse por carreras profesionales donde se perciben sueldos más bajos: están dispuestos a percibir sueldos inferiores a cambio de poder marcar la diferencia” (p.270). Hay un lema que tengo muy presente: “To teach is to touch a life forever” (enseñar es tocar una vida para siempre).

Este libro me ha hecho reflexionar sobre mi vida, mis relaciones y mis decisiones. Me ha reafirmado en la importancia de confiar y dar sin esperar a cambio, eso sí, sin olvidar mis propias necesidades. Me ha hecho repasar muchas caras y nombres de personas que he encontrado en el camino.

Ahora lanzo la pregunta que me hizo mi amigo antes de regalarme el libro: ¿Eres una persona donante o receptora?


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domingo, 8 de diciembre de 2024

Inolvidables

 


Hace unas semanas recibí un correo del Rector con la invitación al “Acto de agradecimiento a Donantes Becas Arrupe” el 4 de diciembre de 2024. La verdad es que mi primera reacción fue: “No voy ni loca, qué necesidad hay de hacer un acto de reconocimiento”. Al final confirmé mi asistencia porque me animaron a ello. Hablando con una amiga el mismo día del acto yo le comentaba que esa misma tarde tenía un acto al que me estaba arrepintiendo de ir. Resultó que ella también iba a acudir y me dio un argumento que me hizo cambiar el punto de vista. Me comentó que había conocido a Paola Aguirre, Jefa de la Oficina de Filantropía de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), que estaba haciendo su tesis doctoral en la Universidad de Deusto sobre fundrising (la defendió el 29 de noviembre). Según Paola, al modelo de Deusto le faltaba crear comunidad. Y creo que esto es lo que pretendía el acto.

Comenzó con la intervención de Jesús Riaño, Director de Deusto Alumni, quien explicó el origen y el sentido de las Becas Arrupe Deusto. Hasta ahora se han beneficiado del programa 76 estudiantes, de 14 titulaciones diferentes, y de los cuales 28 de ellos provienen de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Georgia, Honduras, Italia, Marruecos, Nicaragua, Paraguay, Perú, Portugal, Sáhara, Ucrania y Venezuela. Entre los donantes hay tanto empresas, como personas particulares.

Glòria Oliver, Directora General Adjunta de la Fundación Pasqual Maragall y Presidenta de la Asociación Española de Fundrising, impartió la conferencia “El poder transformador de la filantropía”. Partió de su propia experiencia, recordando a su abuelo que tenía lo que entonces se decía demencia y, probablemente, hoy sería un diagnóstico de Alzhéimer. Esto le hizo conectar con el propósito de la Fundación Pascual Margall de trabajar “para vencer esta enfermedad y conseguir un futuro en el que el envejecimiento esté asociado a experiencias positivas”. Fue recorriendo distintas experiencias de filantropía, que no es otra cosa que “amor al género humano” (RAE), y mostrando su poder transformador. Conectó con la conocida exhortación de Pedro Arrupe de formar “Hombres y mujeres para los demás” que inspira el objetivo de la educación de la Compañía de Jesús.

Me tocaron especialmente lo testimonios de Alma (4º Derecho) y María José (3º Ingeniería en Organización Industrial), estudiantes beneficiarias de las Becas Deusto Arrupe. La familia de Alma sufrió la dureza de los efectos de la pandemia. Sus padres se quedaron sin trabajo, se frustró su sueño de estudiar y tuvo que ponerse a trabajar. Gracias a las Becas pudo retomar los estudios y está a punto de cumplir su sueño. María José fue una de las afectadas por el cierre de la UCA de Nicaragua. En sus palabras: “Habéis conseguido que una niña de pueblo pueda convertirse en ingeniera”. Las palabras que resumen su experiencia: gratitud, esperanza, ilusión, resiliencia y transformación. El lema del cartel del acto “Sois y seréis inolvidables” recoge muy bien lo que para mí supuso su testimonio, algo que no se me va a olvidar. Personas transformando la vida de personas, en las dos direcciones.

El acto acabó con la intervención del Rector, Juan José Etxeberria, SJ, recordando las palabras de San Ignacio: “El amor se ha de poner más en las obras que las palabras” y agradeciendo a quienes forman “parte activa de un proyecto que busca contribuir a un futuro más justo y solidario”.

Y una invitación clara “Eres su fu(tú)ro”. Para conocer más visitar Becas Deusto Arrupe.


lunes, 25 de noviembre de 2024

25 de noviembre: banderas rojas y banderas verdes

El titular del comunicado de prensa de ONU Mujeres con ocasión del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres no deja indiferente: “Cada diez minutos, una mujer o niña muere a manos de su pareja u otro miembro de la familia” (ONU Mujeres, 2024a). En su informe Femicidios en 2023 ONU Mujeres (2024b) señala que: “A nivel mundial, 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionalmente en 2023”. Las noticias recientes en el Estado español sobre este tema son muy desalentadoras.

Al salir de clase me he sumado a la concentración convocada en la Universidad de Deusto, que celebra “durante toda la semana distintas actividades que este año, bajo el lema ‘Por las miles de historias calladas, alzamos nuestra voz’, están enfocadas a la violencia machista que sufren las mujeres con discapacidad” (Universidad de Deusto, 2024). Como señala la RUIGEU(2024): “Las universidades son el mejor entorno posible para generar reflexión crítica sobre lo que significa un espacio educativo seguro para las mujeres; para identificar los factores de riesgo y las formas posibles de discriminación por razón de sexo en cada uno de los distintos contextos; para diseñar e implementar campañas de sensibilización frente a la violencia; y para activar acciones comunicativas que ayuden a visibilizar las manifestaciones de violencia machista que aún hoy permanecen normalizadas”. Está claro… A mayor poder… mayor responsabilidad. 

Nada más acabar la concentración he asistido al evento Film interruptus: Tres metros sobre el cielo (Emakumeak, 2024), dinamizado por Leire Serrano y Sokoa Lasa (Espäcio Regäderä), quienes en su página de Facebook se definen como “Feministas y apasionadas de las relaciones saludables, con nosotras mismas y con los/las demás”.  En la presentación del evento Teresa Laespada Martínez, Diputada Foral del Departamento de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, aludía a la campaña del 25N de este año de la Diputación Foral de Bizkaia (véase la foto que abre esta entrada), que habla sobre los red flags (líneas rojas) y green flags (lo permitido): “Los últimos estudios señalan el creciente rechazo de algunos hombres al feminismo y a los avances en materia de igualdad, por lo que la campaña también se ha diseñado para tener especial incidencia entre hombres jóvenes. Sin embargo, no se ha buscado únicamente un mensaje en negativo o de remarcar los límites en su comportamiento, sino que también se les anima a convertirse en agentes de cambio por la igualdad” (DFB, 2024).

No había visto Tres metros sobre el cielo. La idea era un clásico: colegiala de clase alta (Babi) se enamora de chico malo (H – Hugo). Me ha parecido muy interesante visualizar fragmentos y comentarlos con las “gafas moradas” para ver cómo se socializa la cultura y los esquemas que tiene asociados; cómo construimos nuestras identidades chicos y chicas. Como han repetido Leire y Sokoa, “Lo que vemos es lo que somos”. Transmitir la cultura ha sido fundamental en la historia para la supervivencia de la especie. Al principio se hacía de forma verbal o gestual. Con la aparición de la escritura el relato se lo apropiaron los hombres, que eran quienes sabían escribir, y tenía una visión sesgada. Al principio la educación formal estuvo reservada a los hombres. En el siglo XX, con la globalización de la cultura, las mujeres accedieron a la misma (pero recordemos que tiene un sesgo importante). En el siglo XXI la transmisión de la cultura viene de la mano de la generalización de internet, el móvil, las redes sociales, etc. Y los algoritmos ayudan a que los roles asignados tradicionalmente se perpetúen.

Además, no podemos olvidar que el deseo es un constructo, se construye sobre todo en la adolescencia. Pensamos que somos libres, que podemos elegir, pero como muestra de que no lo somos tanto, basta la anécdota que ha contado Leire sobre Bernays, el sobrino de Freud, quien con una campaña consiguió que el consumo de tabaco entre las mujeres pasara de 0% a más del 30% en un año (Berrueta, 2019). Hay mucha igualdad, pero queda el reducto de las relaciones afectivo-sexuales. Las relaciones (el ser humano es un ser en relación), que son las que determinan cómo somos de felices, no se dan en igualdad. Erotizamos al malote, se convierte en el modelo a seguir para ganar popularidad. Erotizamos la violencia. Y esto también daña y mina la autoestima a los hombres. No podemos olvidar que el ser humano ha evolucionado por los cuidados. Desde la infancia nos socializan en el arquetipo del super héroe frente al de la princesa. Y a través de películas, canciones, videojuegos, etc. se va produciendo un goteo que perpetúa los roles de género y el privilegio de unos frente a otras. En la película se ve con claridad un esquema muy repetido: el malote te invade tu espacio, te aísla, te deja sola, y luego se convierte en tu salvador, sin tener en cuenta lo que en realidad quieres.

La sesión me ha recordado a una película de mi adolescencia Dirty dancing y a dos canciones que nos inculcaban sutilmente la idea del amor romántico: La quiero a morir (Y yo que, hasta ayer, sólo fui un holgazán / Y, hoy, soy el guardián de sus sueños de amor / La quiero a morir) y Ramito de violetas (Era feliz en su matrimonio / Aunque su marido era el mismo demonio / Tenía el hombre un poco de mal genio / Ella se quejaba de que nunca fue tierno). También he conectado con una película que vi ayer, La directora de orquesta, basada en la historia de Antonia Louisa Brico (la primera mujer que dirigió la Berliner Philarmoniker y la New York Philharmonic Orchestra) y que muestra lo difícil que lo han tenido las mujeres también en el mundo de la música.

Hoy me quedo con otra canción Justito a tiempo (Si me ven bailando sola / Es porque me da la gana, porque me da la gana / Porque hoy solita quiero estar / Que ¿por qué no te enamoras? / Porque me da la gana, porque me da la gana / Porque ahora quiero respirar) y un deseo, el de que entre todos y todas construyamos mejores relaciones, sobre una base de igualdad real.

Referencias


jueves, 29 de agosto de 2024

¡Cuidadme así!

 


Conocí al Dr. Jacinto Bátiz en febrero de 2014 cuando asistí a una conferencia que me atrajo inmediatamente por el título, “Cuidar con caricias”, que es el título de un artículo por el que resultó ganador de la VIII edición del Premio Reflexiones (Echaniz Barrondo, 2014). Me sorprendió gratamente escuchar a un médico frases como la que cierra el mencionado artículo: “Un apretón de manos, una caricia, un fuerte abrazo, no los lleva el viento, suelen pesar más que las palabras” (Bátiz, 2008). Además, suponía la confirmación de algunas de las convicciones que he ido desarrollando…

Diez años más tarde he disfrutado un libro, ¡Cuidadme así! Decálogo para morir bien, en el que pretende “compartir cómo deseo que sean estos cuidados cuando yo los necesite, basándome en lo que aprendí durante los muchos años que acompañé a los enfermos en fase terminal” (Bátiz, 2024: 15). Es decir, compartir los aprendizajes de una vida dedicada a los cuidados paliativos y que ha contado con las mejores maestras, personas enfermas. Veamos los puntos de este Decálogo.

1. “Tratadme como a una persona”. “No me contempléis solo como una estructura biológica, sino que además tened en cuenta mi dimensión emocional, social y espiritual” (Bátiz, 2024: 17). No basta con aliviar el dolor y cualquier otro síntoma… Y tampoco hay que olvidar a quien cuida, la familia. “Creo que fuimos muy bien entrenados para tratar enfermedades, pero con muchas carencias para tratar a las personas enfermas” (Bátiz, 2024: 18). Esto hay que tenerlo en cuenta no sólo ante las enfermedades incurables. Cuando se está llegando al final hay cuatro necesidades fundamentales que los profesionales de la salud tienen que identificar y satisfacer: 1. Alivio de los síntomas que provocan sufrimiento físico; 2. Apoyo emocional; 3. Compañía, las personas tienen derecho a no morir en soledad; 4. Apoyo espiritual (la más desconocida). En ese momento surgen con fuerza preguntas del tipo: “¿Por qué a mí? ¿Para qué seguir peleando? ¿Qué sentido tiene mi vida ahora que me encuentro mal? ¿Qué pinta Dios en todo esto, por qué no hace nada para parar esta enfermedad? ¿Existe algo después de la muerte?” (Bátiz, 2024: 24). 

2. “Permitidme expresar mis sentimientos”. El miedo a la muerte es una emoción muy enraizada en las personas. Hay que dejar que la persona enferma se exprese sin interrupciones, que comparta sus pensamientos y emociones, que se desahogue siempre que quiera. Asimismo hay que responder sus preguntas y dudas de forma realista.

3. “Permitidme participar en las decisiones sobre mis cuidados”. “Desearía que no ejerzáis conmigo el paternalismo de antaño, pero que tampoco caigáis en la obstinación autonomista. Ya sé que tengo derecho a mi autonomía, pero, si queréis ayudarme de verdad, deliberad conmigo las decisiones que se vayan a tomar; es decir, quiero que me ayudéis de verdad con una autonomía compartida” (Bátiz, 2024: 37). Para que se tengan en cuenta nuestras opiniones conviene dejar por escrito cómo queremos ser cuidados al final de la vida, o, al menos, expresárselo a quienes nos cuiden en ese momento. El Documento de voluntades anticipadas, Documento de instrucciones previas o, coloquialmente, Testamento vital es vinculante legalmente cuando está correctamente cumplimentado y registrado (para más información véase Gobierno Vasco, 2024).

4. “No me dejéis morir solo”. “Lo esencial en el proceso de acompañar es no dejar solo a quien no desea estar solo. Es de suma importancia que los moribundos no se sientan abandonados; en otras palabras, que sientan que están siendo cuidados por otros, incluso aunque sean conscientes de que no tienen cura. Deseo que respetéis mi soledad buscada y que me libréis de una soledad obligada” (Bátiz, 2024: 46). La persona moribunda necesita saberse acompañada por los profesionales sanitarios, la familia y sus amistades. La compañía reconforta, la soledad aumenta el dolor. Las familias con una persona ingresada en fase terminal tienen tres necesidades (Bátiz, 2024: 52-53): 1. Reajuste familiar en el tiempo de cuidado de la persona enferma; 2. Tiempo para gestionar todos los recursos; 3. Dinero. Para dar respuesta a esto es necesario que entren en acción profesionales de la Salud, de la Psicología, del Trabajo Social, personas voluntarias, etc. “El abandono y la obstinación terapéutica son los dos extremos de la mala praxis médica en la atención al final de la vida, que constituyen una grave vulneración del Código de Deontología Médica” (Bátiz, 2024: 60). [Véase OMC, 2022]

5. “Cuando os pregunte, no me engañéis”. “La persona, aunque enferma, tiene derecho a saber qué le ocurre, tiene derecho a tomar decisiones y tiene derecho a que se respete su dignidad” (Bátiz, 2024: 65). Muchas personas presienten la gravedad de su situación y piden que se aclaren sus dudas. Hay que comunicarles, de forma gradual y partiendo de lo que saben, la verdad que puedan comprender, asumir y aceptar. Y hay que prestar atención a la reacción psicológica al recibir la información. En ocasiones la familia pide al personal sanitario que participe en una “conspiración de silencio”, pero hay que tener claro que la obligación ética es con la persona enferma, no con la familia.

6. “No me juzguéis”. “Cuando el enfermo se encuentra en la situación clínica de terminalidad, no necesita nuestros consejos, necesita nuestra compañía y nuestra escucha. En ningún caso, nuestro acompañamiento tendrá como objetivo hacerle cambiar de opinión” (Bátiz, 2024: 74). Debemos conocer qué es dignidad para la persona que se encuentra en esa situación, porque su dignidad le pertenece. “Buscar el máximo beneficio para el enfermo continúa siendo el motor básico de la práctica médica, pero la voluntad del enfermo debe determinar la dirección correcta y el límite de nuestra atención médica” (Bátiz, 2024: 77).

7. “Comprendedme y ayudadme a afrontar mi muerte”. “Yo deseo que quienes me cuidéis, seáis además de competentes profesionalmente, personas cercanas a mis necesidades, seáis capaces de conocerlas, de comprenderlas y de satisfacerlas para ayudarme a afrontar mi muerte” (Bátiz, 2024: 81). La falta de formación en cuidados paliativos suele conducir a tres actitudes muy perjudiciales, que van en contra de una atención integral: el abandono, la autosuficiencia o el miedo.

8. “Cuidadme como os gustaría que os cuidaran”. Nos encontramos ante la Regla de oro, norma básica para una buena convivencia y entendimiento mutuo. En situaciones de alta vulnerabilidad, y la enfermedad lo es, somos más sensibles al trato carente de empatía y compasión.

9. “No adelantéis intencionadamente mi muerte”. “No tengo miedo a la muerte, tengo miedo a sufrir. Aunque no quiera morirme, ya sé que no va a ser posible, pero sí puede ser posible no sufrir. Por ello no deseo que adelantéis intencionadamente mi muerte, pero tampoco deseo que prolonguéis mi agonía con tratamientos inútiles en una situación clínica de terminalidad; que seáis capaces de no iniciar o de retirar tratamientos desproporcionados” (Bátiz, 2024: 95). Aliviar el dolor no es opcional, es una obligación ética, pero no debe consistir en “eliminar a quien sufre”.

10. “Cuidad a mi familia para aliviar su pena”. Es importante contribuir a que la familia no desarrolle un duelo enfermizo. La mejor medida preventiva para ello es saber que la persona ha fallecido con dignidad, en paz y sin dolor ni sufrimiento.  

¡Qué importante formarnos e informarnos sobre el proceso del final de la vida! ¡Qué diferencia, tanto para quien se va como para su entorno, si a la persona se le procura una atención integral!

 

Referencias

 

 


jueves, 22 de agosto de 2024

El trabajo de la mujer

 

El lema de la campaña de la campaña del 8 de marzo de 2012 de Emakunde es: “Emplea la igualdad… Un derecho y una medida para salir de la crisis”. Las políticas de igualdad de oportunidades en el ámbito de las organizaciones además de ser una cuestión de justicia social pueden convertirse en un elemento de innovación social. Como se señala en la presentaciónde la campaña

  • “Las políticas de igualdad en las empresas pueden favorecer la mejora en el rendimiento, el crecimiento de la productividad, el nivel de satisfacción y la retención de talento.
  • Incrementar la presencia de las mujeres en los puestos directivos favorece la representatividad y la diversidad, mejorando los modelos de gestión empresarial.
  • Incrementar la tasa de actividad de las mujeres supone aprovechar un talento, el femenino, que está siendo infrautilizado. Eso permitirá disminuir las tasas de desempleo y generar crecimiento.
  • Las medidas de igualdad en las empresas no deben asociarse únicamente con la conciliación personal, familiar y laboral de las mujeres sino con la corresponsabilidad de mujeres y hombres.
  • Las medidas de igualdad en las empresas deben incluirse en los planes estratégicos y contar con el consenso sindical para poder ser socializadas”. 

En el día de hoy también ha sido noticia la etiqueta de un pantalón que ‘bromea’ con el trabajo de la mujer… Me gustaría saber qué tendrá más difusión ¿la campaña de Emakunde o la imagen sexista? Ni qué decir tiene que uno y otro no aportan lo mismo al avance de la igualdad de oportunidades… Y luego hay voces que se preguntan qué necesidad hay de hacer tanto ‘ruido’ con la igualdad de oportunidades…

Da qué pensar, ¿no?

Bibliografía:

miércoles, 21 de agosto de 2024

Algo se muere en el alma

 

[Entrada publicada originalmente el 12.02.2012 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va,
Y va dejando una huella que no se puede borrar.
(…)
Ese vacío que deja el amigo que se va
Es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar”

Ayer recibía la triste noticia de la muerte por infarto de un amigo, y compañero de la Universidad de Deusto, Iñaki Beti.

La muerte no es un tema habitual de conversación, es algo de lo que no se suele hablar, a pesar de ser la única certeza con la que nacemos, de ser la necesaria contrapartida a la vida.  Ante la muerte de alguien nos suelen faltar las palabras; nos sentimos incómodos ante quienes lloran una muerte. El símil más bonito sobre la muerte que he oído nunca es el de la mariposa: “morir significa, simplemente, mudarse a una casa más bella, hablando simbólicamente, se sobrentiende. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a vuestra alma” (Kübler-Ross, 1989: 23).

La Dra. Kúbler-Ross hablaba de las cinco fases del duelo,  fases sobre las que se puede ir y venir: 1) Negación: uno se queda en estado de shock, no se hace a la idea de la pérdida, de que no se va a volver a ver físicamente al otro; 2)  Ira, enfado:  “¿por qué a él?”, “no es justo”, “estaba en lo mejor de la vida”…  que se puede aplicar sobre uno mismo o sobre los demás ; 3) Pacto: como la realidad es dura se intenta ‘negociar’ para superar la vivencia traumática; 4) Depresión: la persona se sume en una profunda tristeza que puede tener síntomas físicos y psíquicos, el peligro está en que esta etapa se cronifique; 5) Aceptación: se alcanza cierta paz y la vida se impone poco a poco… Creo que yo todavía estoy en la fase de negación. Cuando le has visto a alguien el día anterior y estaba como siempre, alegre, vital, lleno de proyectos… es difícil pensar que ya no está… No obstante, también es momento para agradecer el haberle conocido, por lo compartido y lo aprendido... Ha sido una suerte. Un abrazo muy fuerte para ti Ana y para vuestra hija.

Empezaba con una canción y acabo con otra… ¡Hasta luego Iñaki!

“No es más que un hasta luego
No es más que un breve adiós
Muy pronto junto al fuego
Nos reunirá el Señor”

Bibliografía:

  • Kübler-Ross, Elisabeth (1989): La muerte un amanecer. Barcelona: Luciérnaga.


martes, 20 de agosto de 2024

Escuchar con los ojos

 

[Entrada publicada originalmente el 06.07.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]

“Tú encontrarás la solución. Lo único que puedo hacer para que la encuentres es ayudarte a verte a ti misma. Intentar hacerte un buen retrato” (cita de apertura del libro)

Recientemente he leído un libro de Ferran Ramon-Cortés que lleva por título el que encabeza  este post, y que es muy sugerente como todo lo que escribe el citado autor sobre comunicación. Hace tiempo que estoy convencida que un requisito fundamental, y no siempre tenido en cuenta, para una buena comunicación es la escucha, que se debe realizar a través de todos nuestros sentidos. A lo largo del libro el autor presenta cinco claves para conocer a los demás, comprenderlos y conectar con ellos; y lo hace utilizando los pasos para realizar un buen retrato y que paso a comentar.

  1. “Mirar por el visor”. Es necesario cambiar la perspectiva; salir de mí para concentrarme en el otro; dejar de ser protagonista para convertirme en espectador.  Para ello debo parar mi ‘runrun’ interno y escucharle con todo mi ser, también con los ojos. Ésta es la única manera de que se sienta escuchado.
  2. “Encuadrar la imagen”. Una vez en el papel de observador debo conseguir que el otro se abra, que comparta sus sentimientos y que yo pueda ir explorando por los caminos que me va insinuando. Para lograrlo deberé conseguir que el otro se sienta cómodo, en confianza; deberé ser empático y aceptar sin juzgar lo que el otro me dice; y deberé animarle a que concrete, a que me proporcione ejemplos y casos concretos.
  3. “Elegir la luz”. Hay que buscar la raíz de los problemas y conductas para poder crecer. Muchas veces enmascaramos nuestros verdaderos problemas detrás de conflictos puntuales, porque igual ni siquiera nos damos cuenta de cuáles son. Dos habilidades son fundamentales para ello: la autenticidad (para que el otro te sienta cercano, y no que le estás analizando como un profesional) y la proximidad (que ayuda a concentrarse en lo que el otro siente aquí y ahora). “En las relaciones profesionales la amistad es una elección mientras que la confianza tendría que ser una obligación, porque si no hay confianza, los errores, los malentendidos y los conflictos están asegurados” (p.57).
  4. “Enfocar y disparar”. Para ayudar al otro debo ser capaz de captar y comprender lo que siente, que siempre será legítimo e indiscutible. En este proceso ayudan la confrontación (en este momento puedo evidenciar las posibles contradicciones sin herir) y la autorrevelación (exponer una vivencia que se parezca en el sentimiento y que la utilice para ayudar al otro, no para descargarme).
  5. “Revelar”. Se trata de propiciar el autoconocimiento, acompañar al otro hasta que lo descubra y le ponga palabras. Para esto es necesario tener valor (estar dispuesto a involucrarte con el otro, no sentir que el problema es de él, atreverse a decirle lo que hay que decirle) y ser sincero pero teniendo en cuenta lo que el otro puede aguantar (no se puede herir en nombre de la sinceridad).

Os animo y me animo a escuchar con los ojos… y con todo el ser…

Bibliografía:

  • Ramon-Cortés, Ferran (2011): Escuchar con los ojos. Barcelona: RBA.



lunes, 19 de agosto de 2024

Es de bien nacidos…


[Entrada publicada originalmente el 26.05.2011 en el Blog de Inteligencia Emocional de EITB, desaparecido el 01.07.2024]


CIELO E INFIERNO CERCANOS

 

Un samurai fue a visitar a un viejo sabio para plantearle una duda que lo atormentaba.

-Señor, estoy aquí porque necesito saber si existen el infierno y el paraíso.

-¿Quién lo pregunta? -contestó el maestro.

-Un guerrero samurai.

-¿Tú un samurai? -se burló el maestro-. ¿Con esa cara de idiota que tienes?

 

El guerrero no daba crédito a lo que oía.

-Seguro que además de estúpido eres un cobarde -se mofó de nuevo.

La ira se adueñó del samurai que desenvainó instintivamente su sable.

-¡Ahora se abren las puertas del infierno! -gritó el anciano.

 

El guerrero comprendió de súbito la actitud del maestro y guardó su sable avergonzado.

-¡Ahora se abren las puertas del paraíso! -exclamó de nuevo el maestro.

 

Cuento Tradicional de Oriente

 Hace poco más de un mes escribía un post [Las emociones nos hacen vulnerables] al acabar un curso.  Ahora he terminado otro, esta vez de 30 horas, también impartido con mi amigo Rogelio Fernández, sobre Liderazgo e Inteligencia Emocional (IE), organizado por DeustuLan y subvencionado por Hobetuz.

Algo de lo que se ha hablado mucho en el curso es el tema de la comunicación, con otros y con uno mismo. El liderazgo es un proceso de influencia en el que la comunicación es básica para generar credibilidad y confianza, que son dos pilares básicos para movilizar y ‘enganchar’ a las personas. El desarrollo de un liderazgo emocionalmente inteligente (entendiendo la IE como  la identificación, comprensión, uso y gestión de las emociones propias y de los demás) contribuye a dotar de sentido al trabajo y a que se dé una implicación que genera resultados superiores a los de la suma de las individualidades; y esto no se logra sin una buena comunicación.

En cuanto a la comunicación con otros, quisiera centrarme especialmente en la empatía. El diccionario de la RAE la define como “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. Para esto es necesario escuchar al otro con los oídos, los ojos y el corazón. Y escuchar no es hablar, es estar atento, observar, mirar con profundidad, ir más allá de las palabras… Es necesario salir de uno mismo con la voluntad de adentrarse con un profundo respeto en el otro, siempre que éste me “abra la puerta”. Muchos, por no decir todos, los problemas en las relaciones con los otros son problemas de comunicación. Y en muchas ocasiones se debe a que no nos hemos acercado al otro, no hemos hecho el esfuerzo por comprenderle, no nos hemos puesto en su lugar, no hemos sabido transmitirle nuestros deseos o pensamientos de forma adecuada…

Respecto a la comunicación con uno mismo, voy a hablar de la responsabilidad. Recientemente he leído una frase que me ha confirmado lo que yo ya intuía: “El lenguaje no sólo describe la realidad, sino que además es capaz de crearla. Nuestra forma de hablarnos a nosotros mismos afecta tremendamente a nuestra manera de relacionarnos con el mundo” (Alonso Puig, 2011, p.52). Muchas veces no somos responsables de lo que nos ocurre, de lo que otros nos hacen, de las situaciones que nos tocan vivir… pero de lo que sí somos responsables es de cómo nos lo tomamos, cómo lo afrontamos, qué nos decimos a nosotros mismos al respecto. Yo, normalmente, no voy a saber la verdadera intención con la que otra persona me dice o me hace algo pero está en mí decidir si dejo que me hiera o no; si voy a responder o no, y cómo; si voy a permitir que me perturbe o no… Recordemos el cuento del principio... Muchas veces nos empeñamos en ver constantes ataques y amenazas en el exterior y nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y las cosas que nos decimos. ¡Cuidado con lo que nos decimos! Si nos preocupamos tanto por lo que comemos, el ejercicio físico, la salud, etc. ¿Por qué prestamos tan poca atención al ‘runrun’ de nuestra cabeza?... “Si habláramos a los demás como lo hacemos a nosotros mismos, probablemente no tendríamos ni un amigo” (Alonso Puig, 2011, p.81).

Regala a los demás, y regálate a ti mismo palabras y mensajes positivos. Mírate y mira a los demás, no como lo que son sino como lo que pueden llegar a ser…

Y como es de bien nacidos ser agradecidos… No puedo acabar de otra forma… Gracias a todos (Leire, Iñigo, Mercedes, María, Andone, Ana, Mertxe, José Antonio, Ricardo, Ana, Pedro, Amaia, Susana, Alfredo, Leire, Txetxu, Edurne, Isabel, Dulce y Roge)… por el tiempo y la vida compartidos… por la oportunidad de conocernos y transformarnos.

Recordad la frase de Virgilio… “Possunt quia posse videntur” (Pueden porque creen que pueden).

Bibliografía:

  • Alonso Puig, Mario (2011): Vivir es un asunto urgente. 7ª ed. (1ª ed. De 2008). Madrid: Aguilar.