lunes, 27 de octubre de 2025

De la relación al vínculo

Imagen tomada de: https://www.psicoactiva.com/blog/100-frases-la-confianza/

El pasado 10 de octubre asistí a un curso organizado por el Servicio de Orientación Universitaria de la Universidad de Deusto con el título “La construcción del vínculo en los procesos de acompañamiento”, impartido por Angela Pérez Burgos, Psicóloga y formadora del Modelo Relacional en el ámbito Social y Clínico. Voy a compartir lo aprendido que, en mi opinión, sirve tanto para el espacio tutorial, como para cualquier vínculo que queramos construir.

Empezamos el curso con una pequeña meditación a partir de la respiración. De esa forma conectamos con el “aquí y ahora”, intentando dejar de lado lo ajeno al curso. A continuación, un pequeño ejercicio de autoconocimiento -el mejor punto de partida tanto para el aprendizaje como para la construcción de vínculos; conocerme para conocer-. Cada persona señaló una fortaleza y un área de mejora en su labor tutorial.

La tutoría es un proceso de guía, de orientación. En principio está dirigida a mejorar el rendimiento académico, pero quien se nos acerca es una persona, con toda su trayectoria vital, no sólo un estudiante, una estudiante. Por eso debemos preguntarnos qué podemos hacer para que la relación fluya, cómo centrarnos en pasar de la relación al vínculo, cómo generar confianza y seguridad. Hay tres elementos a considerar: el tutor o tutora, el o la estudiante y la relación que fluye.

Es muy importante hacerme consciente de cómo estoy y cuál es mi estilo de comunicación que es fruto de mi historia personal -para poder adaptarlo al de la persona que acude a la tutoría-. Favorecemos que el vínculo avance en la medida que somos capaces de generar confianza y seguridad. También la flexibilidad lo facilita.

Es fundamental la presencia: estar accesibles, hacernos presentes, posibilitar espacios de encuentro. La calidad relacional depende de que la persona se sienta reconocida, escuchada, no juzgada. Esto tiene que ver con la normalización. Quien se nos acerca puede estar viviendo cosas por primera vez o cosas que quizá no esté gestionando bien. En esa situación ayuda el: “es lógico lo que te está pasando”, “hay más personas a las que les ocurre lo mismo”, aunque haya cosas que choquen con nuestra vivencia -es bueno preguntarnos cómo recibimos lo que la otra persona nos cuenta, cómo nos resuena- . Tiene que ver también con la validación. En ocasiones las personas vienen desbordadas, desanimadas, y puede ser lógico. Hay que entender y acoger ese malestar para poder afrontarlo. La presencia, la validación, la normalización se transmiten también sin palabras -cuidemos la comunicación no verbal-.

Tengamos en cuenta que sin la resonancia emocional, resonancia afectiva, no se da un espacio auténtico y relajado.  Debemos procurar dar un espacio de acogida, de protección, de esperanza, de escucha compasiva. Hay que dar tiempo y espacio para que la persona se desahogue, para que comparta. Una veces puede ser enfado, otras tristeza, también alegría… El “no es para tanto”, no ayuda en absoluto, es minimizar la vivencia de la otra persona. Puede ocurrir que no consigamos resonar, o no sepamos qué hacer. Siempre cabe el ofrecer, o sugerir, ayuda terapéutica.

A veces nos lanzamos a interpretar conductas. Es mejor preguntar de forma respetuosa, dar la posibilidad de que la persona se explique: “Te noto más…”, que no: “Cuéntame qué te pasa”. También podemos probar preguntando cómo está la persona con nosotros, con nosotras: “¿Cómo te está resultando la tutoría? ¿Hay algo que te gustaría cambiar?”.

Una reflexión a hacer es el uso del nombre propio dentro de la relación: “Buenos días, X”. Puede enriquecer la relación, hacer el vínculo más personal. Permanentemente debemos preguntarnos qué podemos poner dentro de la presencia que enriquezca la seguridad del espacio.

También debemos adaptar los ritmos internos. Cada persona lleva a la relación el cómo es: perfeccionista, con un estilo de liderazgo propio, con tendencia salvadora o a dar consejos…

Todas las personas tenemos una serie de necesidades relacionales que hay que tener presentes: a) tomar la iniciativa: hay quienes quieren dar el primer paso, pero también hay quienes valoran que sea la otra persona quien se acerque; b) seguridad, es necesario un espacio seguro, además, hay personas con experiencias vitales muy duras; c) acompañamiento/apoyo: hacer sentir que estamos presentes y disponibles para la otra persona, sin juicios ni valoraciones; d) validación: necesitamos que nos reconozcan, que nos vean, que nos cuiden; e) compartir experiencias: sentir que no somos las únicas personas que se sienten así, o las que les pasa determinada cosa; f) autodefinición: tiene que ver con la importancia de sentirnos únicos, de reconocer que tenemos características y necesidades propias, de quién soy y cómo me manifiesto en los distintos ámbitos de la vida; g) causar impacto: influimos, queramos o no, en otras personas; h) expresar afecto, amor, cariño, teniendo cuidado con las barreras físicas -no debemos actuar en función de nuestra necesidad de abrazar o tocar-.

Me quedo con una idea final: una relación de calidad humana puede transformar la vida de una persona. No sabemos ni cuándo ni cómo podemos influir en la vida de otra persona. Generemos vínculos que transforman y que nos transforman.

 

Referencias


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