lunes, 27 de enero de 2025

Y si la vida pesara demasiado

 

Soy consciente de que el título que he elegido para esta entrada puede resultar muy duro y chocante, más para quienes me conocen de cerca. Trataré de explicar de dónde surge y por qué lo he elegido.

Hace tiempo que me interesa el tema de la muerte y el duelo. Me resulta muy atractiva la idea de acompañar a personas que están cerca de esas realidades. Conocedora de esto, una amiga me recomendó ver la tercera y última temporada de Rapa (ver tráiler). Me he resistido un poco a hacerlo sabedora de que uno de los temas de fondo es el de la eutanasia. Los personajes principales se mantienen: Maite (Mónica López), sargento de la Guardia Civil; Tomás (Javier Cámara), profesor de Literatura de Instituto jubilado, aficionado a la investigación policiaca y enfermo de ELA; y Tacho (Darío Loureiro), un joven curtido en la calle que acepta cuidar a Tomás y que le ayuda en sus pesquisas. En esta temporada hay dos casos: un secuestro y un asesinato; en este último se ve implicada una persona que Tomás conoce personalmente. Desde el primer momento se ve el deterioro de Tomás y el sufrimiento que ello le provoca, lo que le hace solicitar la eutanasia. También son evidentes sus emociones encontradas y las de su entorno, especialmente las de Maite y Tacho.

Recientemente también, he visto la primera película de Pedro Almodóvar rodada íntegramente en inglés, La habitación de al lado (ver tráiler), basada en la novela de Sigrid Nuñez Cuál es tu tormento. Dos amigas se reencuentran: Martha (Tilda Swinton), quien fuera reportera de guerra, e Ingrid (Julianne Moore) novelista de autoficción. Martha tiene un cáncer terminal e Ingrid va a verla porque se lo cuenta una amiga común en una firma de libros. Ingrid decide acompañar a Martha en esta etapa con todas las consecuencias, ya que Marta ha decidido poner fin a su vida con una pastilla que ha comprado ilegalmente. Martha le pide a Ingrid que esté con ella, en la habitación de al lado, cuando ponga fin a su vida. Martha alquila por un mes una casa en un entorno idílico y las dos amigas comparten vida y conversaciones muy profundas en ese tiempo: la vida, las relaciones, la familia, la compleja relación de Martha con su hija, etc. Ingrid sabrá que ha llegado el momento porque la puerta de la habitación de Martha estará cerrada. Hay una frase tomada de la película Dublineses, de John Huston, que está basada en el libro Los muertos de James Joyce, y que Martha repite: “Cae la nieve, cae débilmente en el universo. Y cae suavemente sobre todos los vivos y los muertos…” a la que añade “No pienso marcharme sufriendo una agonía humillante”. La película me recordó a una que vi hace tiempo y me impacto mucho, Siete almas (ver la entrada que escribí sobre esta película, así como la entrada relacionada con el suicidio).

Explicado de dónde surge esta entrada, paso al porqué del título. Ahora que ya peino canas y he superado el ecuador de mi vida puedo reconocer que a lo largo de los años he sufrido lo que, a mi entender, es una lógica y buena evolución. He tenido la suerte de crecer en una familia de fuertes convicciones y valores cristianos. Me crie con mis padrinos de bautismo que el pasado mes de diciembre hubieran cumplido 110 años. La otra cara de la moneda de estas profundas raíces, es que durante mucho tiempo fui (espero no seguir siéndolo) un poco integrista, por así decirlo. Hace mucho tiempo que más que certezas tengo dudas, muchas dudas, y creo que mi mirada ahora es más comprensiva y compasiva. Entiendo muchas situaciones o decisiones, aunque crea que llegado el momento mi respuesta no coincidiría. Ahora que veo el final más cerca, que he visto sufrir y morir a muchas personas aparecen nuevas preguntas. La enfermedad y la muerte conectan con la pregunta por el sentido de la vida y en qué consiste una buena vida y una buena muerte. Para mí está claro que tanto la enfermedad como la muerte no es algo que pertenece o afecta sólo al individuo, sino que el entorno, e incluso la sociedad en su conjunto, pueden tener algo (o mucho) que decir. Los resultados de mis acciones no sólo tienen efectos sobre mi persona. Pueden repercutir, incluso en gran medida, sobre otras personas. Por ejemplo, en La habitación de al lado Martha es muy consciente de los problemas que su muerte le puede acarrear a Ingrid.

Recomiendo vehementemente la película Hay una puerta ahí (ver el tráiler, ver la entrevista de Ana Blanco a Enric sobre la película). Es la historia de una amistad que surge para despedirse. Los protagonistas son Enric Benito, médico especialista en cuidados paliativos, y Fernando Sureda, enfermo de ELA activista por la eutanasia en su país, Uruguay, que a lo largo de los meses que comparten vía online pasa de ser “un ateo convencido” a un “agnóstico esperanzado”. Hay un bonus de la película que es un vídeo en el que se recoge el encuentro de Enric con la familia de Fernando un tiempo después de la muerte de este último. Es una auténtica fiesta que celebra la vida de Fernando. Así mismo, recomiendo el libro El niño que se enfadó con la muerte, de Enric Benito (ver la entrada que escribí sobre el libro) que es el fruto de su experiencia y conocimiento clínico.

Creo que sé cómo quiero afrontar el final de mi vida y el de la de mis personas cercanas. No obstante, también puede ocurrir que la vida pese demasiado…

 

Referencias