lunes, 7 de abril de 2025

Testimonios que conciencian: la voz de las víctimas

 

El Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto organiza anualmente un Encuentro con víctimas de la violencia de motivación política, que, como señala Izaskun Sáez de la Fuente, “se enmarca en la opción de la Universidad por contribuir a la construcción de una cultura de paz que demanda un trabajo de conocimiento crítico de lo acontecido y la deslegitimación de la violencia desde el horizonte de la defensa de la dignidad y de los derechos humanos de todas las personas. Nada mejor que escuchar de primera mano a quienes han tenido que sufrir esa violencia en carne propia para mostrar con nitidez su injusticia e ilegitimidad”. En 2025 el Encuentro ha tenido lugar el 12 de marzo en dos sesiones. Una por la mañana con Mari Carmen Hernández, viuda de Jesús Mari Pedrosa (concejal del PP del Ayuntamiento de Durango asesinado por ETA en 2000); y otra por la tarde con Inés Núñez de la Parte, hija de Francisco Javier Núñez (profesor de matemáticas y víctima mortal de la violencia policial y parapolicial en 1977).

Este encuentro está dirigido al alumnado de Ética cívica y profesional, asignatura que se cursa en todos los grados de la universidad. Por segundo año consecutivo he acudido con mi alumnado tanto de Derecho Económico como de ADE. Impresiona ver el Auditorio lleno de jóvenes escuchando con atención una historia y unos hechos que no todos y todas conocen. Eran infantes cuando ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada el 20 de octubre de 2011. Impresiona aún más el testimonio de quienes han sufrido en primera persona las consecuencias de actos que son totalmente injustificables, que atentan contra la dignidad humana y que han marcado con nitidez un antes y un después, hechos que cambiaron radicalmente sus vidas. Además, en ocasiones, sufren también la falta de reconocimiento por parte del entorno y las instituciones, como se refleja en la reflexión de uno de los asistentes:

 “Afortunadamente, parte de mi familia que ha sufrido este tipo de violencia injusta ha sido reconocida por la sociedad como víctimas, como es el caso de mi abuelo judío [fue víctima del Holocausto y de la Revolución Húngara de 1956], o mi tío abuelo Osmundo. Sin embargo, el conflicto en Macedonia que vivió mi abuela paterna sigue considerándose una situación ‘política’ y no una injusticia sin sentido. O mi otro tío abuelo, que sufrió un encarcelamiento injusto por parte del régimen de Franco, que tiene que ver cómo a día de hoy hay gente que debate la seriedad y los problemas que causó la dictadura franquista en nuestro país. Todavía queda mucho trabajo por hacer para que las personas que han sido víctimas de este tipo de ataques puedan ser reconocidas por lo que son, y no tengan que estar constantemente luchando por el reconocimiento de su sufrimiento, o que tengan que escuchar como hay gente que minimiza o directamente se burla de sus experiencias. El odio que todavía tienen que sufrir, a pesar de haber pasado ya por una experiencia que es difícil de imaginar, es en mi opinión una extensión del ataque político que sigue perdurando”. Alexander Fried Pérez, 3º ADE + FAB

Del testimonio de Mari Carmen yo destacaría su serenidad y su mensaje exento de odio y abierto a la reconciliación (en gran medida gracias a su fe cristiana). Del de Inés, su tesón y valentía para reclamar justicia para su padre, a pesar de las fuertes presiones sufridas durante muchos años. Esto último lo recoge muy bien uno de los alumnos presentes en la sesión:

"Me gustaría hacer hincapié en que estos hechos tan dramáticos que tanto han hecho sufrir a una familia que no tenía culpa de absolutamente nada en términos políticos ni de ninguna otra índole, han perdurado en el recuerdo de sus más allegados pero no en el de la sociedad debido a la falta de visibilidad, y que, en mi opinión, si no fuera porque, su hija gracias a su esfuerzo y tesón hoy en día tiene un puesto en el que le permite poder tener acceso a determinados recursos y contactos (que le han permitido honrar como se merecía desde un principio la memoria de su padre), desgraciadamente la gran mayoría del resto de las familias de las víctimas no se les brinda el recuerdo que merecen y se les olvida ante una pavorosa impunidad que a día de hoy perdura". Enrique del Amo Mecinas, 3º ADE + FAB

Testimonios en primera persona ayudan a repensar cuál es el servicio que deben prestar a la sociedad las profesiones para las que preparamos en la universidad. En este sentido es reseñable la aportación de esta alumna:

“Esta reflexión me deja una certeza incómoda pero necesaria: no basta con conocer las leyes, ni siquiera con saber aplicarlas. Lo que marca la diferencia es desde dónde se ejerce el derecho y para quién. Escuchar los testimonios de quienes han sufrido la violencia política me ha confrontado con la urgencia de una abogacía comprometida con algo más que la resolución de litigios. Me ha hecho entender que el derecho puede ser una forma de amparo, una voz para quienes no han tenido voz, y también una vía para sostener la dignidad allí donde ha sido negada. Como futura abogada, no quiero limitarme a encajar casos en estructuras legales, sino ser capaz de reconocer el dolor detrás de los expedientes y trabajar para que ese dolor no quede impune ni olvidado. Quiero contribuir a tejer justicia con memoria, con escucha, con humildad, sabiendo que reconciliar no es borrar, sino mirar de frente lo que pasó y construir, desde ahí, un futuro más habitable”. Aroa Montero Ceballos, 4º Derecho económico

Me gustaría terminar con una frase que dijo Inés: “Ninguna idea justifica el recurso a la violencia y la vulneración de Derechos Humanos”. Ejercicios de memoria y de justicia como el Encuentro relatado son fundamentales para que la historia no se repita. La voz de las víctimas no se debe ni acallar ni utilizar indebidamente.


Referencias


viernes, 4 de abril de 2025

Semillas de esperanza

El 2 de abril asistí a la actividad "Cine, Mujeres y Compromiso Social", enmarcada en la estrategia foral Emakumeak. Tras la intervención de Teresa Laespada, Diputada Foral de Empleo Cohesión Social e Igualdad, se proyectó el documental "Semillas de Kivu", Goya 2025 al Mejor Cortometraje Documental. A continuación la periodista Isabel León moderó una mesa coloquio con: Iván Miñambres (productor de “Semillas de Kivu”); Ana Gutiérrez (Zinemakumeak gara!) y Ainhoa Pérez Arrospide (Técnica de proyectos en KCD Kultura, Communication y Desarrollo). Voy a presentar algunas de las ideas que se compartieron en el acto, así como algunas reflexiones que he hecho a partir del mismo.

Cuando escuché el título del documental lo primero que me pregunté fue qué será Kivu. Kivu es una región del Congo, limítrofe con Ruanda, de una belleza paradisiaca, de una gran riqueza extractiva y que lleva 25 años guerra. Mantener la guerra y la violencia es la forma de romper el tejido social y permitir que el expolio se haga de forma libre.

En su discurso la Diputada aludió a una de mis citas favoritas: “Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”, El principito, Antoine de Saint-Exupéry. El cine es herramienta denuncia, sensibilización y movilización. Una historia, un buen relato nos puede tocar de forma muy profunda y nos puede mover a actuar. Claramente nos puede llevar a la reflexión y la acción, incluso con relación a hechos que nos resultan lejanos.

Como empezamos a verlo cada vez más cerca, estamos tomando conciencia de que existen una cifra de contiendas sin precedentes desde la II Guerra Mundial. Una de las grandes conquistas de la Humanidad, los Derechos Humanos, están en serio peligro y muestran su fragilidad. A lo largo de la historia las mujeres han sido consideradas botín de guerra, un arma eficaz para destruir a las comunidades derrotadas. Esto deja secuelas más allá del fin del conflicto, tiene un efecto transgeneracional. El documental es un homenaje a las mujeres que han sufrido unos hechos muy dolorosos y ante los que han mostrado una gran resiliencia. Y lo hace de una forma muy bella y delicada, dándoles una voz que les ayuda a recuperar su dignidad. Me quedo con el testimonio de una de las mujeres que dice que ella no se irá con cualquier hombre, sólo con aquel que acepte a su hija, fruto de una violación, con todas las connotaciones y estigmas que esto supone en su cultura. Todo un signo de empoderamiento.

Hay una figura muy relevante en el documental, pero que no opaca a las verdaderas protagonistas (como explicó el productor, el documental iba a centrarse en él, pero se cambió el foco). El Dr. Denis Mukwege, congoleño, originario de Bukavu (capital de Kivu), galardonado en 2014 con el Premio Sájarov del Parlamento Europeo y en 2018 con el Premio Nobel de la Paz, reconstruyó el Hospital de Panzi en 1999 (fue destruido por la segunda guerra del Congo en 1998). En origen el hospital estaba pensado para luchar contra la mortalidad maternal, pero la primera mujer a la que atendieron había sido víctima de una brutal violación y presentaba lesiones muy graves. No fue la única. Pronto fueron llegando más. Tardaron poco en comprender que se encontraban ante una nueva patología, la violación como arma de guerra, a la que había que dar respuesta. El Hospital de Panzi, cuenta con 450 camas de las cuales 134 están reservadas a supervivientes de violencia sexual y mujeres que precisan atención ginecológica especializada.

Me quedo con la importancia de la diversidad de historias. No es cuestión sólo de conocer historias de mujeres, sino de aplicar una mirada diferente, de hacerlo con las “gafas violeta”, término acuñado por la escritora y activista feminista Gemma Lienas, que invita a “mirar al mundo desde una perspectiva crítica de género para ver y hacer evidentes las desigualdades y la violencia de género” (IMM, s.f.).

Como se señaló en el diálogo, el documental pide una segunda parte, el relato de las mujeres una vez que abandonan el Hospital de Panzi. En el diálogo Iván Miñambres, el productor, explicó cómo habían elegido el título. Los niños y niñas fruto de esas violaciones son la esperanza de un futuro diferente, son la semilla de la resiliencia.

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sábado, 8 de marzo de 2025

Historias que inspiran para coger la sirga

 


Este año he tenido la gran suerte de ser Jurado de los Premios Zirgari, que llevan su nombre en honor a las sirgueras de la ría de Bilbao, “aquellas mujeres trabajadoras que a finales del siglo XIX arrastraban a contracorriente las gabarras y otro tipo de embarcaciones con una cuerda o sirga desde El Abra hasta San Antón” (DFB, s/f). Y digo suerte porque me ha dado la oportunidad de conocer muchas historias inspiradoras que recuerdan la importancia y la necesidad de trabajar por la igualdad de oportunidades real, meta hacia la que lentamente vamos acercándonos, pero que parece no llegar nunca. Baste como dato lo señalado por el Foro Económico Mundial en su informe 2024 sobre la brecha de género: “Al ritmo actual de progreso, se tardará 134 años en alcanzar la plena paridad en 2158, es decir, dentro de unas cinco generaciones”. El año varía según la región del mundo, pero, de mantenerse, yo no lo veré. Además de ser lento, el avance es frágil. Lo vemos en situaciones como la pandemia en la que la brecha de género retrocedió una generación (FEM, 2021).

Afortunadamente no faltan mujeres, asociaciones y proyectos que trabajan de forma incansable por estrechar la brecha de género. Muestra de ello son las galardonadas de esta décima edición de los Premios Zirgari:

Premio Honorífico: Carmen Mijangos, “por su contribución a la investigación en química macromolecular y su incansable trabajo en favor de la igualdad en el ámbito académico y científico. Con una carrera que ha derribado barreras y ha abierto puertas a nuevas generaciones de investigadoras, Mijangos se ha convertido en un referente indiscutible en la lucha por la equidad en la ciencia” (DECSI, 2025) [ver semblanza y el discurso de Carmen Mijangos].

Premio a Entidad por la Igualdad: Mujeres con Voz (McV), “por su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres migradas. Su lucha contra la desigualdad estructural y su compromiso con el empoderamiento de las mujeres la han convertido en una organización esencial en el tejido social de Bizkaia” (DECSI, 2025) [ver página web y el discurso de Elizabet Gutiérrez Yax, representante de McV].

Premio a Proyecto por la Igualdad: Musika eta Zure Begirada (MZB), “innovador proyecto, impulsado por la Asociación eCivis, ha sido reconocido por su capacidad de sensibilizar a través de la música y el audiovisual. Su labor con adolescentes, a los que proporciona herramientas para cuestionar estereotipos de género y construir una sociedad libre de violencias, ha sido clave para su distinción en esta edición de los premios” (DECSI, 2025) [ver página web y el discurso de Sonia Prieto, representante de MZB].

Quiero destacar dos imágenes que me llevo de la Gala de entrega de premios por su gran fuerza evocadora. El comienzo, después de una breve presentación de Gurutze Beitia, la sala en silencio y a oscuras. Gospel Bilbao va entrando en fila y al ritmo de “Go Down Moses” (ver aquí), la voz de los esclavos y esclavas negros reclamando la dignidad, la libertad y los derechos. El final, la foto que abre esta entrada, mujeres comprometidas sujetando la sirga y caminando firmes hacia la igualdad (en mi mente al ritmo de “Go down Moses”) para todos y todas.


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lunes, 27 de enero de 2025

Y si la vida pesara demasiado

 

Soy consciente de que el título que he elegido para esta entrada puede resultar muy duro y chocante, más para quienes me conocen de cerca. Trataré de explicar de dónde surge y por qué lo he elegido.

Hace tiempo que me interesa el tema de la muerte y el duelo. Me resulta muy atractiva la idea de acompañar a personas que están cerca de esas realidades. Conocedora de esto, una amiga me recomendó ver la tercera y última temporada de Rapa (ver tráiler). Me he resistido un poco a hacerlo sabedora de que uno de los temas de fondo es el de la eutanasia. Los personajes principales se mantienen: Maite (Mónica López), sargento de la Guardia Civil; Tomás (Javier Cámara), profesor de Literatura de Instituto jubilado, aficionado a la investigación policiaca y enfermo de ELA; y Tacho (Darío Loureiro), un joven curtido en la calle que acepta cuidar a Tomás y que le ayuda en sus pesquisas. En esta temporada hay dos casos: un secuestro y un asesinato; en este último se ve implicada una persona que Tomás conoce personalmente. Desde el primer momento se ve el deterioro de Tomás y el sufrimiento que ello le provoca, lo que le hace solicitar la eutanasia. También son evidentes sus emociones encontradas y las de su entorno, especialmente las de Maite y Tacho.

Recientemente también, he visto la primera película de Pedro Almodóvar rodada íntegramente en inglés, La habitación de al lado (ver tráiler), basada en la novela de Sigrid Nuñez Cuál es tu tormento. Dos amigas se reencuentran: Martha (Tilda Swinton), quien fuera reportera de guerra, e Ingrid (Julianne Moore) novelista de autoficción. Martha tiene un cáncer terminal e Ingrid va a verla porque se lo cuenta una amiga común en una firma de libros. Ingrid decide acompañar a Martha en esta etapa con todas las consecuencias, ya que Marta ha decidido poner fin a su vida con una pastilla que ha comprado ilegalmente. Martha le pide a Ingrid que esté con ella, en la habitación de al lado, cuando ponga fin a su vida. Martha alquila por un mes una casa en un entorno idílico y las dos amigas comparten vida y conversaciones muy profundas en ese tiempo: la vida, las relaciones, la familia, la compleja relación de Martha con su hija, etc. Ingrid sabrá que ha llegado el momento porque la puerta de la habitación de Martha estará cerrada. Hay una frase tomada de la película Dublineses, de John Huston, que está basada en el libro Los muertos de James Joyce, y que Martha repite: “Cae la nieve, cae débilmente en el universo. Y cae suavemente sobre todos los vivos y los muertos…” a la que añade “No pienso marcharme sufriendo una agonía humillante”. La película me recordó a una que vi hace tiempo y me impacto mucho, Siete almas (ver la entrada que escribí sobre esta película, así como la entrada relacionada con el suicidio).

Explicado de dónde surge esta entrada, paso al porqué del título. Ahora que ya peino canas y he superado el ecuador de mi vida puedo reconocer que a lo largo de los años he sufrido lo que, a mi entender, es una lógica y buena evolución. He tenido la suerte de crecer en una familia de fuertes convicciones y valores cristianos. Me crie con mis padrinos de bautismo que el pasado mes de diciembre hubieran cumplido 110 años. La otra cara de la moneda de estas profundas raíces, es que durante mucho tiempo fui (espero no seguir siéndolo) un poco integrista, por así decirlo. Hace mucho tiempo que más que certezas tengo dudas, muchas dudas, y creo que mi mirada ahora es más comprensiva y compasiva. Entiendo muchas situaciones o decisiones, aunque crea que llegado el momento mi respuesta no coincidiría. Ahora que veo el final más cerca, que he visto sufrir y morir a muchas personas aparecen nuevas preguntas. La enfermedad y la muerte conectan con la pregunta por el sentido de la vida y en qué consiste una buena vida y una buena muerte. Para mí está claro que tanto la enfermedad como la muerte no es algo que pertenece o afecta sólo al individuo, sino que el entorno, e incluso la sociedad en su conjunto, pueden tener algo (o mucho) que decir. Los resultados de mis acciones no sólo tienen efectos sobre mi persona. Pueden repercutir, incluso en gran medida, sobre otras personas. Por ejemplo, en La habitación de al lado Martha es muy consciente de los problemas que su muerte le puede acarrear a Ingrid.

Recomiendo vehementemente la película Hay una puerta ahí (ver el tráiler, ver la entrevista de Ana Blanco a Enric sobre la película). Es la historia de una amistad que surge para despedirse. Los protagonistas son Enric Benito, médico especialista en cuidados paliativos, y Fernando Sureda, enfermo de ELA activista por la eutanasia en su país, Uruguay, que a lo largo de los meses que comparten vía online pasa de ser “un ateo convencido” a un “agnóstico esperanzado”. Hay un bonus de la película que es un vídeo en el que se recoge el encuentro de Enric con la familia de Fernando un tiempo después de la muerte de este último. Es una auténtica fiesta que celebra la vida de Fernando. Así mismo, recomiendo el libro El niño que se enfadó con la muerte, de Enric Benito (ver la entrada que escribí sobre el libro) que es el fruto de su experiencia y conocimiento clínico.

Creo que sé cómo quiero afrontar el final de mi vida y el de la de mis personas cercanas. No obstante, también puede ocurrir que la vida pese demasiado…

 

Referencias