martes, 4 de mayo de 2021

El peligro del poder

 


Situación: Martes, 4 de mayo, sobre las 20:15. Autobús línea 75 con unas 30 personas dentro. Se acerca a la parada de Pedro Martínez Artola 2, junto a la Comisaría de la Ertzaintza de Zabalburu precedido por una furgoneta de este cuerpo.  Frente a la comisaría hay varios coches patrulla aparcados y la furgoneta maniobra a su derecha, invadiendo la parada e iniciando una maniobra de aparcamiento marcha atrás. El autobús tiene que frenar bruscamente al no poder librar ni la furgoneta, ni el coche patrulla aparcado a su derecha. Un ertzaina se acerca al conductor y le dice que rebase a la furgoneta para poder aparcar. El conductor, en un tono amable, le dice que no puede hacerlo porque puede golpear a uno de los coches patrulla o a la furgoneta. El espacio es muy justo para el autobús, a la derecha tiene los coches patrulla y a la izquierda el murito de la entrada al parking. El agente empieza a subir el tono y a imponer su autoridad con unas formas inapropiadas. Tres agentes más salen de la furgoneta y uno de ellos ordena al conductor del autobús que abra la puerta y le increpa repitiendo las instrucciones del primer agente. El conductor se contiene e insiste en que es más fácil que la furgoneta suba un poco más arriba (también podría haberse metido en la entrada del parking y luego continuar la maniobra). El conductor, impotente, acaba haciendo lo que el agente le dice y consigue pasar. El pasaje está alterado, las personas en la parada también son testigos de la situación. El conductor antes de abrir la puerta en la parada pide en voz alta al pasaje si alguien le puede dejar sus datos. Me apresuro a darle los míos y los de mi marido y otra persona deja también los suyos. De pie, vuelve a preguntar si alguien más le da los datos y nadie responde.

Escribo estas líneas movida por la indignación y la solidaridad. Indignación por varias razones. En primer lugar, porque ha sido una situación clara de mal uso del poder. El hecho de llevar uniforme no legitima para hacer cualquier cosa. Pertenecer a un cuerpo de policía da mucho poder y parafraseando a Spiderman: “Todo poder conlleva una gran responsabilidad”. El Código Deontológico de la Policía del País Vasco (Ley 4/1992, de 17 de julio, de Policía del País Vasco) señala que “El servicio público de policía se ejercerá con absoluto respeto a la Constitución, al Estatuto de Autonomía y al resto del ordenamiento jurídico, y al mismo incumbe cumplir los deberes que le impone la Ley, sirviendo a la comunidad y protegiendo a todas las personas contra actos ilegales que impidan el libre ejercicio de sus derechos y libertades (…)  Los miembros de la Policía del País Vasco actuarán con absoluta neutralidad política e imparcialidad, y evitarán cualquier práctica abusiva o arbitraria”. En esta actuación he visto poco servicio y mucha arbitrariedad. En segundo lugar, porque he percibido también cierto corporativismo (RAE: En un grupo o sector profesional, actitud de defensa a ultranza de la solidaridad interna y los intereses de sus miembros). El resto de agentes presentes lejos de mediar y ayudar a solucionar la situación han apoyado a su compañero. Una mala actuación profesional va en demérito de la profesión que se ejerce y puede dañar la imagen pública y la confianza de la ciudadanía. En tercer lugar, por la falta de compromiso e implicación de las personas presentes. Quienes abusan de su poder se alimentan del miedo y del silencio cómplice de muchas personas. Martin Luther King decía: "No me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena".

En esta situación en mí ha podido más la solidaridad con la persona víctima de la situación, en clara inferioridad de poder. Podía sentir la rabia contenida del conductor ante la injusta situación. Su impotencia, su búsqueda casi infructuosa de apoyo, su decepción ante el silencio… ¿Quién nos asegura que un día no vamos a ser las víctimas en una situación así? Siempre es bueno recordar la regla de oro: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan” / “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan”.



3 comentarios:

  1. Como conductor de Bilbobus me he visto en esa misma situación muchas veces. Demasiadas.
    Hay agentes (no son mayoría, ni actúan así siempre) que interpretan su autoridad como derecho de pernada.
    Se ve en su sonrisa, el aire de victoria.
    En esta ocasión, el compañero ha sido rescatado por alguien como usted que nos da a muchos el aliento de la victoria de los justos, que da fuerzas para continuar remando.
    Gracias a personas como usted, la derrota diaria, puede ser victoria.

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    1. Gracias por tu palabras y compartir tu experiencia, Toño. Una de mis preocupaciones es desarrollar conciencia ante la injusticias. Es la única vía para transformar el mundo 😊

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  2. Sí, interesante, hace tiempo que me interesa la clínica Feskov.

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