viernes, 11 de octubre de 2019

¿Podremos vivir juntos?



El 9 de octubre asistí a una conferencia que llevaba por título: “¿Podremos vivir juntos? Reconciliar contrarios en un mundo de conflictos”, y que era el acto inaugural del curso del Centro Loyola de Bilbao. Fue impartida por Jacques Haers, sj, profesor de Teología en la Universidad de Lovaina y estudioso de la globalización, la violencia y la paz, el cambio climático. Licenciado en Matemáticas y Filosofía y Doctor en Teología. Voy a compartir aquí las principales ideas que me llevé y algunas reflexiones. La conferencia se centró en cuatro ideas.

1.Visión relacional de la realidad

Los seres humanos somos seres relacionales, no individuos separados de otros seres y del mundo. Somos seres que también nos relacionamos con nuestro propio ser. Somos mucho más que la suma de las moléculas que nos componen. Estamos en encuentro con otras personas antes de ser individuos. Y lo ilustró con dos historias personales una de las cuales intentaré reproducir:

Se encontraba en la cola de pagar de un supermercado. Allí había una señora mayor y detrás de ella una madre con un niño de unos cinco años que estaba molestando a la señora porque le daba golpecitos con el carro. La señora se quejó a la madre que respondió indignada: “Mi Tomás hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere”. Un hombre que también estaba en la cola tomó un botellín de agua, se acercó al niño y le vacío el botellín en la cabeza. La madre protestó enfadada y el hombre le contestó: “Yo hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero”.

Un sujeto que decide tiene que darse cuenta de la relación, que es un nivel más fundamental que lo escogido. Ya somos relación antes de escoger. El individuo es relación por su mera existencia. Sin embargo, estamos habituados a ver la sociedad como un conjunto de individuos separados. Si utilizamos la teoría de conjuntos, tenemos que darnos cuenta de que no hay elementos sin conjunto, y que el conjunto más importante es el de toda la realidad.

Si lo observamos desde un punto de vista de fe, la creación es el conjunto en el que las relaciones construyen subjetividades. Estamos conectados en el sentido de ser creados conjuntamente (alianza de destino). No podemos comportarnos como si no estuviéramos en relación con el resto de la realidad.

Yo no puedo considerar ‘otros’ solamente a una parte, los ‘otros otros’ ya están aquí, aunque tengan una alteridad diferente de la que me gustaría. Aquí reside el gran reto, tratar a esos ‘otros otros’ con el mismo respeto, derechos, etc. Hay identidades geográficas, de género, políticas, etc. muy diferentes ¿Cómo construimos un bien común desde esa complejidad de identidades? Una identidad en relación evoluciona, que no es lo mismo que decir que sea relativa. Este hecho cobra mucha relevancia en el diálogo interreligioso. La religión se puede vivir desde 3 perspectivas diferentes: 1) exclusivismo, sólo hay una fe verdadera y se trata de convertir a los que no la profesan; 2) inclusivismo, reconozco en la otra fe matices de razón; 3) pluralismo, somos diferentes y tenemos distintas opciones. En el diálogo interreligioso arriesgamos nuestra identidad para redescubrirla en Dios que se nos ofrece de diferentes maneras. En definitiva, participamos del mismo mundo, hay un plan que nos une.

2. Justicia restaurativa

Víctima y victimario viven en una comunidad herida y la justicia restaurativa trata de ver si se puede construir una realidad de consolación, si se puede transformar la realidad herida [Jean Schmitz, experto en Prácticas Restaurativas, explica en este vídeo las diferencias entre Justicia Punitiva y Justicia Restaurativa]. Esto supone un largo camino. Incluso hay heridas que no se pueden sanar en esta vida. En estos procesos es muy importante la figura de la persona mediadora, que es quien transmite la fe en la posibilidad de un mundo reconciliado. Es una persona amiga que va a hablar con ambas partes mostrándole a cada una el punto de vista de la otra y que ayuda a buscar el modo de reparar. La reparación es una decisión conjunta, un discernimiento en común para juntos construir una realidad reconciliada. La parábola de Lázaro y el rico (Lc16, 19-26) es un buen ejemplo de lo que ocurre cuando no sanamos la realidad. Cuando tanto Lázaro como el rico mueren la misma relación se repite pero al revés. Las divisiones nos llevan a caminos sin salida. No se trata de buscar la verdad o la falsedad sino aquello que da consolación. Es muy inspiradora esta historia de la aldea de Rwimikoni, El pueblo ruandés donde asesinos y víctimas del genocidio viven en armonía. Igualmente, es muy interesante esta charla TED de Daniel Reisel, profesor del Univertity College of London: “La neurociencia de la justicia restaurativa”. En ella apuesta por programas de justicia restaurativa como vía para “cambiar los cerebros” de quienes han cometido crímenes, ayudándoles a desarrollar la empatía y así facilitar su rehabilitación.

3. Encarnación

Para transitar el camino de la reconciliación hay que trabajar desde la herida, desde el saberse solidarios en el dolor. En la parábola de la mujer sirofenicia (Mc 7, 24-30), en un primer momento Jesús le dice que ella no es judía, pero reconoce la voz del padre en esta mujer y entra en su herida. Al entrar en la herida se puede hacer un cambio, se puede conseguir lo imposible de la reconciliación.

4. La persona mediadora es quien cuida de la misión

Hay una misión que se nos ha dado y a la que queremos ser fieles: encaminar hacia la reconciliación; empezar un camino que, a priori, parece imposible. Para los cristianos  esta misión es primariamente la de relacionarnos en Dios todos juntos, la creación entera; construir un mundo en paz.

No solo podemos vivir juntos sino que estamos llamados a transformar la realidad y construir la paz para todas las personas, para toda la creación.

En el siguiente vídeo (a partir del minuto 16) se puede ver la intervención, con el mismo título, de Jacques Haers, sj  el pasado 7 de octubre en el acto inaugural del curso del centro de estudios Cristianisme i Justícia.  




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