[He publicado esta entrada el 20.08.2018 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
Es una suerte conocer a un autor y en este caso más. Hace
unos meses Enrique Pallarés
me regaló un ejemplar del libro cuya imagen abre esta entrada. El título es
sugerente y la foto de portada más. Un vaso ¿medio lleno o medio vacío? Es un
libro muy fácil de leer que propone pautas para afrontar problemas comunes y
promover el bienestar personal. Es difícil no verse reflejada en sus páginas.
Me voy a apoyar para esta entrada en el capítulo 6 que enseguida captó mi
interés, “El caballo delante del carro”.
Conozco muchas personas que, por muy diversos motivos, pasan
o han pasado por momentos difíciles (yo misma) y que poco a poco van
aislándose, dejan de hacer aquello que les gusta y entran en lo que Pallarés
(2013: cap.14) explica como espiral
descendente: cuando la relación entre dos factores, hechos o fuerzas hace
que una de ellas aumente la intensidad de la otra dando lugar a unas
consecuencias cada vez más negativas. Hay muchos ejemplos de espirales
descendentes: dolor y tensión muscular (yo que sufro bastante de lumbago sé de
esto); culpabilidad o vergüenza e ira; insomnio y dormir durante el día;
insomnio y preocupación por no dormir (no puedes dormir y no dejas de calcular
las horas que te quedan para levantarte); ponerse colorado y advertirlo (esto
es muy habitual al hablar en público); atracón y ayuno; estereotipos y
prejuicios y distancia (actualmente está muy vivo el miedo a los inmigrantes). También hay espirales ascendentes
(funcionan igual pero sus efectos son positivos): positividad y apertura mental
o positividad y confianza.
Para romper la
espiral descendente que se activa con un estado de ánimo bajo o con la
depresión es bueno recordar que el caballo siempre va delante del carro.
Hay que retomar o iniciar las actividades en vez de esperar a que el ánimo
mejore. Dejar las actividades cuando uno tiene el ánimo bajo puede producir un
alivio pasajero, pero agrava la situación a medio o largo plazo. Pallarés
(2013: 37) ofrece una serie de orientaciones
para salir de esa situación de ánimo bajo o depresión, para poner el caballo
delante:
- Elaborar una lista de las actividades que te resultaban agradables antes de esta situación.
- Priorizar dichas actividades, clasificarlas para ver cuáles serían más fáciles de retomar.
- Hay que empezar, sin dilación, por aquello que resulte más accesible. La procrastinación puede ser uno de los peores enemigos para salir de un bache.
- Aplazar el sentir gusto o interés, al menos por un tiempo. Igual que cuando tenemos un problema de salud nos tomamos la medicina prescrita porque es eficaz para superarla, debemos retomar la actividad porque es bueno, aunque ahora no nos satisfaga.
- Esperar pacientemente a los efectos positivos. No serán inmediatos y probablemente nos costará verlos. Perseverar y no ceder. Una pequeña historia personal: Tengo el menisco interior izquierdo roto. La traumatóloga me dijo que en lugar de operar íbamos a probar con rehabilitación. No fue hasta la sesión 28, de 30, que noté la mejoría. Y de momento no he necesitado la operación. Renegué mucho, sufrí cada sesión de rehabilitación, pero la mejoría llegó. Y me alegro de haber esperado. Pallarés (2013: cáp. 24) nos recuerda que al hablar de recuperación ( y también de crear un hábito) no debemos pensar en una línea ascendente y recta, sino en una ondulada y con mesetas. Los avances y retrocesos forman parte del proceso.
- Ir paso a paso, sin forzar la marcha. No se trata de que el caballo vaya siempre al trote o al galope, basta con que no se detenga.
“Los judíos de una pequeña ciudad
rusa esperaban ansiosos la llegada de un rabino. Se trataba de un
acontecimiento poco frecuente, y por eso habían dedicado mucho tiempo a
preparar las preguntas que iban a hacerle.
Cuando, al fin, llegó y se
reunieron con él en el ayuntamiento, el rabino pudo palpar la tensión reinante
mientras todos se disponían a escuchar las respuestas que él iba a darles.
Al principio no dijo nada, sino
que se limitó a mirarles fijamente a los ojos, a la vez que tarareaba
insistentemente una melodía. Pronto empezó todo el mundo a tararear. Entonces
el rabino se puso a cantar y todos le imitaron. Luego comenzó a balancearse y a
danzar con gestos solemnes y rítmicos, y todos hicieron lo mismo. Al cabo de un
rato, estaban todos tan enfrascados en la danza y tan absortos en sus
movimientos que parecían insensibles a todo lo demás; de este modo, todo el
mundo quedó restablecido y curado de la fragmentación interior que nos aparta
de la Verdad”.
Para terminar quiero
dejar una melodía que muchos días me pongo para comenzar el día y empezar la
actividad más allá de si estoy bien o mal de si me apetece o no hacer algo… Es
un buen mantra “éste es el mejor momento”…
Bibliografía
- Pallarés Molíns, Enrique (2013). Cómo sentirse mejor con la ayuda de anécdotas e imágenes. Bilbao: Ediciones Mensajero.
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