Me he parado a reflexionar qué pensaría la Arantza de 20 años,
comenzando la vida adulta, llena de sueños y con una energía desbordante de mi
yo actual. Con 20 años tenía una vida
bastante tranquila y despreocupada. Estudiaba Empresariales en el campus de
San Sebastián de la Universidad de Deusto. Vivía allí en un piso compartido con
compañeras de universidad durante la semana. Los fines de semana volvía a
Bilbao, normalmente a casa de mis padrinos con quienes me crie y viví hasta que
me casé. Iba a comer a casa de mis padres algún día del fin de semana. Tenía
novio desde 3º de BUP. Estaba en una comunidad cristiana. En los estudios me
iba muy bien y disfrutaba mucho de los paseos diarios por el Paseo Nuevo y la
playa de Gros (ahora Zurriola).
En los algo más de treinta años que han pasado han sucedido muchas
cosas, he tenido unos cuantos altibajos, luzco bastantes cicatrices (la mayoría
no se ven) y no sé hasta qué punto mi vida se parece a lo que me imaginaba
entonces. Me hubiera gustado que alguien
me hubiera dicho que escribiera una carta a mi yo del futuro y la guardara
para ahora saber más fidedignamente cómo me ha ido en cuanto al logro de mis
sueños…
Mis
padrinos (Fernando –en la foto- y Milagros) y mi padre (José Miguel) hace tiempo que no me acompañan en este
mundo (23, 20 y 12 años respectivamente), aunque sé que siguen mis pasos y
velan por mí. Me encantaría poder preguntarles cómo me ven y si me parezco a lo
que ellos también soñaban para mí. Creo que, a pesar de las vueltas que he
dado, estarían orgullosos de quién soy, en gran parte gracias a ellos. De ellos recibí valores, ejemplo,
formación, apoyo, cariño y muchos otros bienes materiales e inmateriales. Por
supuesto, de mi madre, que es la única que queda, también los recibí y sigo
recibiendo.
Mi titi, como yo le
llamaba a Fernando, no conoció a ninguno de mis hijos. Milagros solo a Xabi de
bebé y mi aita a los dos. Creo que les hubiera gustado mucho verles crecer y
convertirse en dos hombretones muy majos y en los que también se ve reflejado su
legado. Los tres conocieron a mi primer marido y con el paso del tiempo he
sabido por mi madre que ninguno de ellos estaba convencido de que aquello fuera
a llegar a buen puerto, como así sucedió después de 25 años, en total, de
relación. Con veintiséis años, que son con los que me casé, no hubiera captado
el mensaje. Sigo siendo bastante testaruda, pero en esa época creía que lo
sabía todo y aceptaba muy poco de lo que me decían, sobre todo mis mayores. Afortunadamente,
hace tiempo que abandoné esa imposible certeza. Además, ese sí que era uno de los sueños que tenía, formar una familia.
En lo que hasta entonces conocía, él era una persona que “cumplía los
requisitos” para ser el cabeza de familia… Las vueltas que da la vida… Me
siento feminista, y ejerzo, desde hace mucho tiempo, pero he tenido que superar
muchos mandatos de género que tenía grabados a fuego. Y no puedo decir que los
haya superado todos… Este aspecto no sé si les haría muy felices a mis mayores,
pero a mí me hace estar muy orgullosa… La lucha por la igualdad es una batalla
que merece la pena librar… Y, sin duda, contribuye a hacer del mundo un lugar
mejor para todas las personas. Y en cuanto al sueño, ahora sí que tengo un verdadero
compañero de vida y una familia, diferente a la que me podía imaginar con 20
años, pero que es una gran familia (en todos los sentidos). Por cierto, soñaba
con tener una familia numerosa y ahora, en total, tengo 5 hijos e hijas.
Otro sueño
que me ha acompañado siempre es el de dedicarme a una profesión de contacto con
personas. De pequeña, como muchas de mi generación criadas en colegio
religioso, fantaseaba con ser maestra o misionera. Y aquí estoy unos cuantos
años después ejerciendo una profesión que he confirmado que es mi vocación,
profesora. Por cierto, mis dos hermanas también lo son. Curioso ¿no? Este punto
estoy segura de que le hacía muy feliz a mi titi
que siempre me animó a hacer el doctorado y dedicarme a la docencia. No pudo
verme el día que me doctoré, mi madrina tampoco, pero estuvieron muy presentes.
Meses antes de morir compró un cuadro de formato grande que estuvo envuelto en
mi casa 5 años esperando a ese día y que me hizo llorar un mar (que es la
escena que representa) el día de la defensa cuando llegué a casa. Causó gran
expectación porque todos queríamos ver, por fin, cómo era… Estoy muy orgullosa
de haber aguantado 5 años para abrirlo... La paciencia, precisamente, no es una
de las virtudes que me adorna…. Aunque nada que ver con cuando joven…
Afortunadamente.
Algo que de joven me hacía sufrir bastante y que soñaba con que
mejorara era mi “pronto” endemoniado.
No en vano cuando mi madrina me iba a buscar al cole le decían: “Ahí baja su
leona”… Y no era solo por la pelambrera rizada… El alien que tenía dentro he conseguido, con el paso del tiempo y
mucho trabajo personal, tenerlo bastante controlado (quienes me conocen muy de
cerca dirían que cuando conduzco es la excepción). Para no olvidarlo nunca
tengo un hijo que tiene ese alien
corregido y aumentado… Increíble la de espejos que nos pone la vida…
También he afinado bastante la “boca chancla”. La fama de spoiler que tengo me la he ganado a
pulso. Siempre he sido un poco impulsiva, directa, bruta dirían algunas
personas… Del avance en este campo también estoy muy satisfecha. Mantengo la espontaneidad, pero he
aprendido a contenerla y a no decir todo lo que pienso o siento…
Otro gran
tema que me ha causado muchos desvelos y sufrimientos son las amistades. Siempre
me hubiera gustado tener un grupo de amistades que me acompañara desde el
principio. No ha sido así, pero este sí que ha sido un grandísimo descubrimiento.
No importa cuánto tiempo estén las personas contigo sino lo que aportan a tu
vida. Hay quienes están por mucho tiempo, hay con quienes solo recorres una
pequeña parte del camino, hay quienes están de forma intermitente… Y está bien.
Cada persona tiene una función en tu vida y hay que estar muy agradecida por
ello. Además, unido a esto, la soledad es necesaria y también puede ser una
gran maestra. Con 20 años nunca me hubiera imaginado lo que se puede disfrutar
la soledad…
Y el gran sueño que me ha acompañado siempre, y que espero que no
me abandone, es el de transformar el
mundo. Desde pequeña he sido la defensora de las causas perdidas. Una
idealista… Y ahí sigo… Creyendo en las personas, apelando a la bondad que
habita en cada persona, fiel a mis principios, sensible a las injusticias y
optimista infatigable…
¿Qué
pensaría la Arantza de 20 años? No lo sé, pero la de 50 pasados se siente
satisfecha y esperanzada por el camino que queda y los sueños que aún se pueden
cumplir o descubrir…
Querida Aran!...Me encantó leerte, somos un libro, escrito con distintos coautores...hay que abrazar nuestra historia completa, sus páginas es lo que somos... Florina
ResponderEliminarAmigochix he disfrutado cada párrafo, en muchos de ellos fue como volver a ver una peli que ya había visto y es muy buena!!!! te quiero y admiro muchooooo!!!!! Lumi #meencantó!!
ResponderEliminar