lunes, 23 de diciembre de 2019

Historia de un matrimonio

[He publicado esta entrada el 23.12.2019 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]

Recientemente he visto Historia de unmatrimonio, película protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver. Me llevó a ella un diálogo de la misma que reproducía en un artículo de Ramírez(2019) que refleja una conversación entre la protagonista y su abogada y que me pareció muy certero:

“Te voy a parar ahí. La gente no tolera a las madres que beben y le dicen a su hijo ‘cabroncete’. Lo entiendo, yo soy igual. Un padre imperfecto es aceptable. El concepto de buen padre solo se inventó hace unos 30 años. Antes era normal que los padres fuesen callados, ausentes, poco fiables y egoístas. Claro que queremos que no sean así, pero en el fondo los aceptamos. Nos gustan por sus imperfecciones, pero la gente no tolera eso mismo en las madres. Es inaceptable a nivel estructural y espiritual. Porque la base de nuestra patraña judeocristiana es María, la madre de Jesús, que es perfecta. Es una virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene su cadáver al morir. El padre no aparece. Ni para echar un polvo. Dios está en el cielo. Dios es el padre y Dios no se presentó. Tú tienes que ser perfecta, pero Charlie puede ser un puto desastre. A ti siempre te pondrán el listón más alto. Es una jodienda pero es lo que hay”.

No es la típica historia de familia feliz que abunda en la parrilla televisiva navideña. Es una película un poco más larga de lo habitual, que puede parecer lenta en algunos momentos y que tiene una estética más parecida a un documental… lo que la hace más creíble y verosímil. Puede parecer muy dura, pero quienes hemos pasado por ese proceso nos podemos ver muy reflejados en algunos aspectos. Aunque no solo. Cualquiera puede conectar e identificarse con alguno de los personajes o con todos. No es una historia de buenos y malos. Se van viendo los errores que cada uno de los personajes comete. Y así suele ser la vida real, llena de aciertos y errores, suma de vivencias buenas y malas. Y todo depende desde dónde se mire…

Es muy interesante observar la comunicación entre los diferentes personajes. A mí me ha llevado a varias reflexiones. Doy clases y cursos de comunicación y siempre suelo decir que la comunicación es a las relaciones como el aceite a los motores. Cuando la comunicación falla las relaciones se complican y, a su vez, cómo es una comunicación nos puede hacer intuir cómo es una relación o dónde está. Y qué mal nos comunicamos a veces… qué difícil nos resulta canalizar bien cómo nos sentimos… qué daño hacen las palabras no dichas… hay silencios que cambian el rumbo de nuestras historias…

La película comienza mostrándonos momentos entrañables de familia y de pareja mientras cada uno de los protagonistas, con la voz en off, va narrando lo que le gusta del otro. Eso es algo que normalmente no solemos decirnos, o no suficientemente (cosa que no sucede con los fallos… que los comunicamos con facilidad). Hasta que se ve que la pareja está en un consejero matrimonial que les ha puesto como tarea poner por escrito las virtudes del otro para leérselas en ese momento. Uno de los dos se niega a hacerlo y todas esas palabras se quedan en el tintero… Y nos queda la pregunta de si hubieran cambiado las cosas de haberse leído los escritos. Aunque llegado ese momento serán muchas las cosas negativas que se habrán dicho, será mucha la rabia y la frustración contenida como para reparar lo dañado… Por mi experiencia, en las relaciones (no sólo de pareja) se da un punto de no retorno cuando se pierde el respeto y se desata la rabia y la lengua. Hay una escena que representa esto muy bien. El proceso de divorcio está tomando caminos muy dolorosos y se juntan para hablar. Ellos, que han compartido muchas cosas, no saben cómo ni por dónde empezar. Al principio se dicen cosas de forma suave pero comienzan a hacerse reproches y decirse cosas de una forma cada vez más violenta… [Recomiendo el cuento del Papel arrugado]

En una relación, y sobre todo de pareja, es muy difícil estar en el mismo nivel de aprendizaje y evolución [Recomiendo la lectura de la escalera]. Incluso puede pasar que nuestra evolución tome caminos muy diversos y que pueden ser (o volverse) irreconciliables. Y estos caminos diversos se proyectan claramente cuando entran en escena los hijos e hijas. Ahí es donde muchas veces nos damos cuenta de la diferente visión de la vida, los valores contrapuestos, los aprendizajes que traemos de nuestras familias de origen… Ella se siente frustrada porque dejó su carrera cinematográfica al casarse y unirse a la compañía de teatro que dirige su marido. Siente que ha estado a la sombra de él. Quiere iniciar un proyecto profesional por su cuenta en otra ciudad. Él tarda en darse cuenta de que las cosas no volverán a ser como antes. Ella se va para no volver. No se ha dado cuenta de que ya no era feliz… Y no basta con quererse… Quererse no es suficiente para mantener un proyecto de pareja y de familia. ¿Cuál fue el principio del fin? ¿Cuándo dejaron de compartir sueños? ¿Cuándo se separaron sus caminos? ¿Cuándo dejaron de mirarse y hablarse con la complicidad de quien quiere compartir su vida entera?

Una palabra sobre las terceras personas que dañan las relaciones (y no me estoy refiriendo a amantes). En el caso de la película son los respectivos abogados. Ambos muy competentes y preocupados por el bienestar de sus representados abocan a la pareja a una situación en la que más parecen contendientes en una batalla que personas interesadas en finalizar de manera tranquila y civilizada una comunidad de varios años. Utilizan ‘oportunamente’ las historias que sus representados les han contado aireando una intimidad y vivencias que solo los protagonistas conocen en toda su dimensión… ¿Y eso realmente les ayuda? ¿Y al hijo que tienen en común? ¿Necesariamente hay que arrasar con la vida anterior para comenzar una nueva?

Quiero terminar con un extracto de las palabras de Khalil Gibran en El profeta sobre el matrimonio…
“Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga,
porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.”


Bibliografía


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