lunes, 15 de mayo de 2023

Mirar de frente a la muerte


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 15.05.2023]

Acabo de terminar un libro sobre la muerte que me ha gustado mucho. Lleva por título: Mirar al sol [autor: Irvin Yalom; Leer un fragmento]. Tiene un subtítulo muy sugerente: Superar el miedo a la muerte para vivir con plenitud el presente. “No es fácil vivir cada momento con total conciencia de que moriremos. Es como tratar de mirar al sol de frente: solo se puede soportar un rato” (p.17). Compartiré algunas ideas del libro, que surge de la experiencia del autor y sus años de ejercicio como psicoterapeuta, y mis propias reflexiones sobre este tema que me encanta y sobre el que llevo leyendo y pensando desde que una buena amiga me regaló el maravilloso libro de Elisabeth Kübler-Ross, La muerte un amanecer. [Creo que fue a partir de ese momento cuando la mariposa pasó a ser mi animal y símbolo preferido].

Mirar de frente a la muerte asusta. Hay personas que intentan vivir de espaldas a ella, como si esta no fuera a alcanzarles y no cuidan ni de sí mismas ni de otras. Mientras, hay otras personas que buscan trascender a través de los hijos e hijas, un ser querido, una causa o un ser superior (las religiones ayudan a mitigar el miedo a la muerte). Quien más quien menos siente ansiedad ante la idea de la muerte y esta ansiedad o bien es reconocible o puede esconderse tenazmente detrás de otros síntomas. Todos probamos un anticipo de la muerte cada vez que dormimos o cuando estamos bajo los efectos de la anestesia.

“Aunque el hecho físico de la muerte nos destruye, la idea de la muerte nos salva” (p.46), nos conecta con nuestra vida y su sentido, con el aquí y el ahora. Posibilita cambios trascendentes y una comunicación mucho más profunda. Esto es algo que relatan mucha personas ante un diagnóstico negativo, o personas que han tenido la “experiencia de despertar” (p.49) provocada por sucesos como: la pérdida de un ser querido, una enfermedad, una ruptura, un hito vital, un trauma, la salida de los hijos del hogar, la pérdida de un trabajo, etc. Existe una “explícita correlación entre el temor a la muerte y la sensación de no vivir la vida” (p.63). ¡Qué importante es vivir una vida plena, con sentido, que nos haga tener pocos arrepentimientos cuando llega el final! [Esto me recuerda los cinco arrepentimientos más comunes recogidos por Bronnie Ware, enfermera experta en cuidados paliativos (Zamorano, 2018)].

Según Epicuro el omnipresente temor a la muerte es la mayor fuente de sufrimiento, por eso proponía almacenar experiencias placenteras, grabarlas en nuestra memoria y aprender a revivirlas. Yalom, que se declara ateo, utiliza tres de sus argumentos en el trabajo con los pacientes y también para enfrentar su propio miedo: 1) La mortalidad del alma: “si somos mortales y el alma no sobrevive, no tenemos nada que temer en una vida después de la muerte” (p.95).  2) La muerte como aniquilación total: “si soy, la muerte no es, pero si la muerte es, no soy” (p.95). 3) El argumento de la simetría: “nuestro estado de no ser después de la muerte es el mismo en el que nos encontrábamos antes de nacer”. También señala que de todos sus años de experiencia ha encontrado un concepto muy útil, el de la propagación por ondas concéntricas, que se refiere a “dejar algo de la propia experiencia de vida. Algún gesto, algún buen consejo, alguna guía, algún consuelo a los demás, sabiéndolo o no” (p.99), lo que no quiere decir que necesariamente nuestro nombre o nuestra imagen nos sobrevivan. Esta idea nos ayuda a pasar del terror a la satisfacción. También hay muchas tradiciones que para afrontar la transitoriedad insisten en vivir en el momento presente, en el aquí y ahora. Coincido plenamente con la idea de asumir la responsabilidad sobre la propia vida. “Una de las frases preferidas de Nietzsche era amor fati, ‘ama tu destino’. En otras palabras, ‘crea un destino que puedas amar’” (p.117).

Mi primera experiencia consciente de transitoriedad fue cuando a mi padrino, un gran médico con quien me había criado, recibió el diagnóstico de cáncer de pulmón. Desde muy niña fui consciente de que mis padrinos podían haber sido mis abuelos, me llevaban 54 años. Pero no fue hasta ese momento del diagnóstico que vi a la muerte acechando y me tuve que enfrentar al dolor de la cercana pérdida de una de las personas que han marcado mi vida. Después he vivido más muertes de personas muy queridas: mi madrina, mi padre, mi madre, mi mentor y director de tesis… Cada una de ellas ha revivido las anteriores y me ha confrontado con esa realidad que a todos nos espera: la muerte.

Recientemente escuché una entrevista a Mar Garcia Puig (filóloga, editora y política española, diputada por Barcelona en el Congreso de los Diputados) en el que hablaba de su libro La historia de los vertebrados. En él relata lo que sintió al ser madre: “Ya no puedo morir. Soy madre”. Cuando la escuché me sentí plenamente identificada, y me atrevo a decir que muchas mujeres (y supongo que hombres también) compartirán también esta experiencia. En ese momento sentí, percibí, comprendí de una manera clara que tenía que cuidar de mí para poder cuidar a ese niño que se había quedado grabado en mí para siempre. El nacimiento de mi segundo hijo no hizo más que confirmarlo. Ahora que ya he pasado los 50, que es evidente que tengo más vida por detrás que por delante, que he pasado a primera fila porque mis mayores ya no están, hay un pensamiento, un miedo, que aparece de vez en cuando: “¿Se acordarán de mi mis hijos? ¿Habré dejado una buena huella en ellos?”.

Para terminar un consejo del autor, Irvin Yalom: “No olvides que mantenerte consciente de la muerte, abrazarte a sus sombra, es una ventaja. Tal conciencia puede integrar la oscuridad a tu chispa vital y realzar lo que te queda de vida. La manera de valorar la vida, la manera de sentir compasión por los demás, la manera de amar cualquier cosa con más profundidad es ser consciente de que estas experiencias están destinadas a perecer” (p.166).

Referencias



miércoles, 12 de abril de 2023

¿Derecho? ¿Deseo? ¿Privilegio?

Ironías de la vida… Es miércoles, 29 de marzo, y mientras desayuno para ir a mi clase de Ética cívica y profesional en el campus de San Sebastián las noticias destacan dos titulares muy diferentes sobre una misma realidad. Por un lado, la noticia de portada dela revista Hola que lleva por título: “Ana Obregón, madre de una niña” y en una letra bastante más pequeña “por gestación subrogada en Miami”.  El otro titular “Tres detenidos en Extremadura por un supuesto caso de vientre de alquiler” (Barrena,2023). Son diferentes los nombres, y en mi opinión con matices importantes, que recibe esta realidad: maternidad subrogada, gestación subrogada, gestación por sustitución, vientres de alquiler, explotación reproductiva, etc. Me gustaría presentar algunas de las cuestiones éticas que veo en esta situación.

La gestación por sustitución, entendida como “gestación convenida mediante un contrato, con o sin precio, en el que una mujer renuncia a la filiación materna del futuro hijo, a favor del contratante o de un tercero”, no es legal en España y para inscribir en el Registro Civil español  el nacimiento y filiación de un menor nacido en el extranjero a través de esta vía hace falta cumplir algunas condiciones (Gobierno de España, 2022). [Para profundizar en los aspectos legales sugiero el artículo de Albert (2017)].

La primera, y fundamental, cuestión ética que me viene a la cabeza es la vulneración de los derechos humanos. Por un lado, nos encontramos con los relativos a la madre gestante, que no es un mero ‘contenedor’, una incubadora, es una persona y no puede ser tratada como un medio, como un objeto. Además, no hay que olvidar que en el útero se produce un intercambio de células entre el bebé y la madre (microquimerismo). Habrá quien piense que lo hace voluntariamente, que lo ha elegido, Pero esto es muy cuestionable. Hay personas que viven en unas condiciones que les impulsan a hacer cosas que no harían en otro contexto o situación. Además, habría que ver las condiciones del contrato (por ejemplo, ¿qué pasa si la criatura muere o desarrolla alguna enfermedad en la más tierna infancia? ¿o si nace con alguna discapacidad?). Puede haber, incluso, quien aluda a que hay quienes lo hacen altruistamente y que por esa razón hay que regularlo. Sobre esto volveré más adelante. Por otro lado, están los derechos de la criatura nacida por esta vía. Claramente es la parte más débil y vulnerable y también se le está tratando como un objeto, como una mercancía. Habrá quien argumente que ese niño o niña va a vivir en unas buenas condiciones, pero no es que se le mejore la existencia, no es que a partir de ese momento vaya a mejorar su vida, sino que ha sido “encargado” para responder al deseo de unas personas. “El mito de la subrogación altruista no puede llevarnos a legalizar de manera irresponsable una actividad que afecta tan intensamente a los derechos de mujeres y niños y a nuestra propia autopercepción como seres humanos. Si se legaliza, me parece más honesto reconocer que se trata de dar cobertura legal a los deseos de los comitentes que hacerlo en nombre de un supuesto “altruismo” de las gestantes” (Albert, 2017: 195).

El 3 de marzo de 2023 se firmó en Casablanca (Marruecos) la Declaración para la Abolición Universal de la Gestación Subrogada, que, como señala Gas Aixendri (2023), “aboga por la abolición de la maternidad subrogada en lugar de por su regulación. Los firmantes sostienen que la gestación subrogada es intrínsecamente contraria a los derechos humanos de las mujeres y los niños, y que ningún marco legal puede hacerla aceptable. Se ha demostrado en diversos países que la legalización de algunas prácticas ha implicado el efecto denominado slippery slope –pendiente resbaladiza– que produce un aumento de las conductas que se desean evitar o reducir”.

Otra gran cuestión en juego es la mercantilización de la reproducción humana. Según el filósofo Michael Sandel hay tres claros ejemplos de lo que el dinero no debería comprar: “la conservación de las especies animales en peligro de extinción, la acogida de refugiados y la subrogación comercial de úteros” (Guerra Palmero y Villarmea,2019). Someter la reproducción humana a las leyes del mercado conlleva grandes riesgos. ¿Cualquier cosa puede ser comprada y vendida? La globalización hace que el mercado también lo sea, lo que implica que sea relativamente fácil saltarse las normas contando con el respaldo del dinero. Esta práctica claramente aumenta las desigualdades. Se puede caer fácilmente en los abusos, la explotación y el tráfico y trata de personas. Las mafias son rápidas en detectar las oportunidades de hacer negocio. ¿Los niños y niñas son un producto más? ¿Vamos a fijar una garantía? ¿Se van a desarrollar nuevas líneas de turismo relacionadas con la reproducción? Me vienen a la memoria dos noticias. Por un lado, al inicio de la invasión rusa a Ucrania (uno de los pocos países donde la maternidad subrogada es legal) se evidenció la vulnerabilidad de las madres gestantes y los niños y niñas nacidos por esa vía. Por otro, la de la disculpa pública que tuvo que hacer el Colegio Médico Colombiano por publicar un artículo, basado en los trabajos de una profesora de la Universidad de Oslo, en el que se proponía utilizar los cuerpos de mujeres con muerte cerebral para “ayudar a las parejas sin hijos” (Reynoso, 2023).

En el caso que inspira esta entrada veo una serie de agravantes. La edad, que sería una causa que en España le excluiría de poder acceder a la adopción. El estado psicológico y los motivos para esta maternidad subrogada. Un hijo o hija no tiene como misión cubrir vacíos o huecos dejados por otra persona. El hecho de que haya una exclusiva, que frivoliza el caso y manifiesta claramente la mercantilización. En un primer momento cabía la duda de quiénes eran el padre y la madre biológicos. Una semana después, y con otra exclusiva de por medio, se ha desvelado que el padre era el hijo de Ana Obregón, fallecido en mayo de 2022 (Sans, 2023). Este hecho también genera interrogantes éticos. Lo que está claro es que Ana Obregón está muy bien asesorada legalmente y evidencia claramente que el dinero es poderoso y no tiene muchos escrúpulos. Podríamos mencionar también un tema de ética periodística. A mí me genera muchas dudas comprar una exclusiva sobre este tema. Aquí habrá quien “argumente” que, si no lo hago yo, otro lo hará. El modo de presentar el problema también es muy cuestionable. La foto de portada (Ana Obregón saliendo del hospital en silla de ruedas con la niña en brazos y con la pulserita en la muñeca) “normaliza” algo que no lo es y apela a la ternura que suele producir la maternidad.

Animo a ver el vídeo que cierra esta entrada y lleva por título ¿Gestación subrogada o explotación reproductiva? (Luc Loren, 2021). En él participan Sindy Takanashi, madre, influencer y matriactivista, contraria a la explotación sexual, y Juan y Chris, activistas por la regulación de la gestación subrogada en España, y padres de dos hijos que son fruto de este método reproductivo, uno en México a través de una agencia y el segundo en Australia, sin intermediarios ni compensación económica. También puede ser de interés acceder a las informaciones publicadas en la página Stop vientres de alquiler.

Para terminar, vuelvo a las preguntas que dan título a esta entrada. ¿Qué es la maternidad? ¿Derecho? ¿Privilegio? ¿Deseo? Y una pregunta más, la maternidad subrogada ¿supone un avance o un retroceso en los Derechos Humanos? A mí me recuerda a la distopía El cuento de la criada, sobre el que he escrito anteriormente y me produce una gran desazón (Echaniz Barrondo, 2021).


Referencias

Albert, M. (2017). La explotación reproductiva de mujeres y el mito de la subrogación altruista: Una mirada global al fenómeno de la gestación por sustitución. Cuadernos de Bioética XXVIII 2017/2ª. http://aebioetica.org/revistas/2017/28/93/177.pdf

Barrena, J. E. (2023, 28 de marzo). Tres detenidos en Extremadura por un supuesto caso de vientre de alquiler. El País. https://elpais.com/sociedad/2023-03-28/tres-detenidos-en-extremadura-por-un-presunto-caso-de-vientre-de-alquiler.html

Echaniz Barrondo, A. (2021, 8 marzo). 8-M: Sobre las distopías. http://echanizbarrondo.blogspot.com/2021/03/8-m-sobre-las-distopias.html

Gas Aixendri, M. (2023, 28 de marzo). Una declaración para la abolición universal de la gestación subrogada, clave para el futuro. The conversation. https://theconversation.com/una-declaracion-para-la-abolicion-universal-de-la-gestacion-subrogada-clave-para-el-futuro-201727

Gobierno de España (2022, 5 de diciembre). Gestación por sustitución. https://administracion.gob.es/pag_Home/Tu-espacio-europeo/derechos-obligaciones/ciudadanos/familia/menores/gestacion-sustitucion.html

Guerra Palmero, M. J. y Villarmea, S. (2019, 12 de junio). Lo que el dinero no debería comprar según Michael Sandel, un Sócrates de la era digital. The conversation. https://theconversation.com/lo-que-el-dinero-no-deberia-comprar-segun-michael-sandel-un-socrates-de-la-era-digital-117937

Luc Loren (2021, 17 de febrero). ¿Gestación subrogada o explotación reproductiva? - Charla de queridas [archivo de vídeo] https://www.youtube.com/watch?v=RLBhdJEu5cE

Reynoso, L. (2023, 2 de febrero) Usar mujeres con muerte cerebral para la gestación subrogada: la polémica publicación que obligó a rectificar al Colegio Médico Colombiano. El país. https://elpais.com/america-colombia/2023-02-02/usar-mujeres-con-muerte-cerebral-para-la-gestacion-subrogada-la-polemica-publicacion-que-obligo-a-rectificar-al-colegio-de-medicos-colombiano.html

Sans, E. (2023, 5 abril). Ana Obregón anuncia que la niña nacida por vientre de alquiler es su nieta e hija de Aless Lequio. El País. https://elpais.com/gente/2023-04-04/ana-obregon-anuncia-que-la-nina-nacida-por-vientre-de-alquiler-es-su-nieta-e-hija-de-aless-lequio.html

Stop vientres de alquiler https://stopvientresdealquiler.wordpress.com/


lunes, 20 de marzo de 2023

El valor de la práctica del silencio interior


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 20.03.2023]

El pasado domingo 12 de marzo participé en una conferencia online organizada por Mentorshow e impartida por Pablo D’Ors, sacerdote, escritor y fundador de la red de meditadores ‘Amigos del desierto’. Compartiré aquí los aprendizajes de la misma ya que la meditación es una vía privilegiada para el autoconocimiento y el desarrollo de la inteligencia emocional.

Meditar es para todas las personas porque todas tenemos interioridad; y si es así, tiene que ser fácil. “Todo lo espiritual es sencillo, sólo lo sencillo es espiritual”.

Es importante seguir una metodología. Pablo D’Ors se presenta como seguidor del jesuita Franz Jalics, cuyo libro Ejercicios de contemplación fue su fuente de inspiración durante mucho tiempo. Lo más difícil es querer meditar. Tenemos que ponernos a ello. ¿Qué es lo que amamos? Aquello en lo que ponemos atención. Presenta tres consignas de metodología: 1) Tiene que haber un anclaje con el cuerpo, la mente y el espíritu para poder realizar una escucha atenta. Es importante cuidar lo externo y lo interno. Para meditar él pone las palmas de las manos juntas a la altura del corazón. 2) Hay que seguir el ritmo natural y regular de la respiración y, añade, el corazón. 3) Recitación atenta de un mantra o una palabra sagrada.

Además de la metodología, son necesarias tres actitudes: 1) “Determinada determinación”. Hay que tener sed, anhelo de profundidad. 2) Humildad, que viene de humus – tierra. Hay que fiarse de una propuesta, un libro, una persona… y experimentar un tiempo para entrar en una escucha que tenga raigambre (él suele recomendar 100 días). 3) Constancia, fidelidad en la práctica. Es importante meditar un poco todos los días.

Realizamos, durante un breve tiempo, un pequeño ejercicio. Sentada. Con la espalda erguida, como si algo tirara de la nuca, y el mentón inclinado. Las palmas de las manos juntas a la altura del pecho. La atención en el centro de las palmas de las manos. La intención: Repetimos con calma YO (al inspirar) SOY (al espirar). Es muy importante la intención, el orientarnos hacia Dios, el universo o nuestro propio centro. Ante las distracciones, que vendrán, volvemos a llevar la atención a la palma de las manos. Al terminar, inclinamos la cabeza como muestra de respeto.

Nos pueden entrar dudas sobre si lo hacemos bien. Lo importante es practicar y comprender que lo decisivo son los hechos y no los sentimientos. Puso un ejemplo: si vas al hospital a visitar y acompañar a una persona que está enferma, seguramente no te sentirás bien. Lo importante es la entrega de tiempo que has hecho. Si entregamos nuestro tiempo, nuestro cuerpo y nuestra intención lo estamos haciendo bien. Cómo meditamos es un reflejo de cómo estamos. Si vitalmente estoy dispersa mi meditación lo manifestará.

¿Qué ocurre con nuestro desierto o sombra interior? La tradición que sigue Pablo D’Ors es la de los Padres (Madres) del desierto. Se habla de que unas 40.000 personas se retiraron al desierto para llevar una vida contemplativa. Tenemos una idea bucólica de que la contemplación te lleva a un estado de paz permanente. Sin embargo, la paz es un camino largo y sinuoso. Antes de llegar a un cierto recogimiento pasamos por: 1) Distracciones que, como ya hemos comentado, son inevitables (hay que derribar el mito de la mente en blanco). Con la práctica se consigue reducirlas. 2) Sombras, que es todo aquello que no está reconciliado en nuestro interior. No sólo somos seres de luz, también habitan en nosotros las sombras. No podemos dar paz si no estamos en paz. La buena noticia es que hay muchas heridas que se pueden sanar, que podemos limpiarlas.

No hay que tener una mente demasiado pragmática, pero es importante reconocer que los beneficios de la práctica del silencio interior se notan en la vida: 1) Claridad. La meditación ayuda a vaciar la mente. “Menos hacer y más ser”. La identidad no es una construcción, sino un descubrimiento que surge cuando conseguimos quitarnos capas.  2) Coraje. La claridad que obtenemos contribuye a liberarnos de los miedos. 3) Fecundidad. La vida es para dar frutos y el coraje nos permite ser fecundos, fecundas. 4) Alegría, que es el principal fruto.

Me sumo a esta invitación para ser hombres y mujeres de palabra, silencio y acción.

Referencias



viernes, 17 de febrero de 2023

La ruptura como camino de crecimiento


Recientemente un amigo me ha enviado una conferencia de Covadonga Pérez-Lozana que lleva por título Cómo superar una ruptura de pareja para que la viera y contrastáramos lo que en ella se dice. A continuación, voy a resumir aquellas ideas que me parecen más sugerentes para después hacer una lectura desde mi propia experiencia.

Cualquier separación es un desgarro, un fracaso, hay un duelo en toda regla (dicen que es similar al de la muerte de un ser querido, con la diferencia de que en la ruptura de pareja no dejamos ir, no soltamos). Ante una ruptura pasamos primero por una fase de negación (“no es posible”, “con todo lo que he hecho”…) y después de culpa (“Si hubiera…”, “si no hubiera…”, “hay algo en mí que no funciona”, “soy un fracaso”, “no voy a lograr tener pareja”, etc.).

Hay muchas creencias erróneas y mitos en la relación de pareja (ver al otro como príncipe-princesa, necesitamos encontrar nuestra media naranja para ser felices, para que sea buena un relación tiene que durar mucho, el amor para toda la vida…). Sin embargo, estamos en una relación para ser felices, no para aguantar (como decían nuestros mayores). Lo importante es vivir en presencia, en el aquí y el ahora, para poder disfrutar. El modelo de amor para toda la vida ya no sirve para el momento que estamos viviendo. El modelo preestablecido, el ideal social, es estar en pareja (si estás en pareja todo está bien en ti). Depende del momento vital en el que estemos puede que necesitemos estar solos.

Tendríamos que preguntarnos por el propósito de estar en pareja. Desde un punto de vista espiritual, podríamos decir que este propósito es ayudarnos a crecer, hacernos de espejo (para poder ver nuestras sombras y convertirlas en luz). La vida potencia que al estar juntos nos conozcamos y ambos nos sanemos. Un alma gemela no es alguien que te complementa, sino alguien que te va a sacudir, retar, mover. Nadie te da lo que no tienes en tu interior, pero te puede ayudar a descubrirlo. En esencia somos amor, pero se nos ha olvidado, nos hemos ido poniéndonos máscaras con el objetivo de recibir el amor y reconocimiento de los demás.

Cuando hemos vivido una experiencia de abandono de pequeños (real o no, pero la hemos vivido como tal) la vida necesariamente te va a poner un abandono, una ruptura de pareja en la edad adulta para tu sanación. La vida tiende al equilibrio. Necesito la experiencia para cruzarla y sanarme. En la época de nuestros abuelos estos procesos de crecimiento, a través de la relación de pareja, podía durar treinta o cuarenta años. Los aprendizajes les llevaban mucho más tiempo. Ahora el ser humano está despertando, estamos en la era de evolución de la conciencia. Ahora ese aprendizaje puede ser mucho más corto. Y cuando el aprendizaje está integrado, esa pareja ya no cumple su función, ha llegado el momento de soltar y seguir evolucionando. Como tenemos el sistema de creencias de nuestros mayores si rompemos una pareja nos sentimos mal, fracasados, defectuosos. Sin embargo, la ruptura es un proceso natural. Para algunas personas la pareja dura toda la vida, pero para otras no. Pensamos que si soltamos perdemos algo porque no confiamos en la vida y sus procesos. Cuando tenemos algún aprendizaje pendiente la vida nos lo vuelve a traer. Para aprender a amar una parte muy importante es aprender a soltar y a confiar en la vida y sus procesos.

Recapitulando, Covadonga hace los siguientes apuntes para superar una ruptura de pareja:

  • Mata la esperanza. No has perdido nada. Tenías que soltar. En lugar de llorar por lo perdido pregúntate qué aprendizajes puedes hacer.
  • Fluye, confía, conéctate con el ahora. Todo el sufrimiento es resistencia a la vida.
  • Deshazte de la culpa. Nada está mal en ti. Sé honesto, honesta, seguro que ya intuías que algo no funcionaba.
  • El propósito de una relación de pareja es la sanación. La vida te va a proveer de todas aquellas parejas que necesites para tu aprendizaje.
  • En pareja se aprenden unas cosas y en soledad otras (por ejemplo, integrar y gestionar nuestras emociones). Toda situación en la vida supone una oportunidad de sanación.
  • El hombre o la mujer de tu vida eres tú. Todas las relaciones son un reflejo de amor propio. 
  • Una ruptura de pareja es un evento neutro, no es ni bueno ni malo. Tú decides si lo ves como un fracaso o como una oportunidad para desarrollar relaciones desde la igualdad. Lo importante es aprender para no repetir patrones disfuncionales y poder evolucionar.

Paso a comentar la lectura que hago de estas ideas desde mi experiencia. Reconozco que me ha costado mucho desterrar los mitos mencionados más arriba, superar el ideal del amor romántico. He vivido en primera persona la idea errónea de “mi amor le cambiará”. Viví una relación de 25 años (10 de noviazgo y 15 de matrimonio). La herida tardó en cicatrizar y lo hizo con idas y venidas. Superé el miedo a “quedarme sola”. Aprendí que no se puede mendigar amor, que no había nada malo en mí, que no era una fracasada, que soy una persona completa, que si no estás atenta corres el peligro de repetir patrones, que la evolución pasa por quererme más y mejor, que la vida te da segundas (y más) oportunidades, que mis hijos están mejor si yo estoy bien, que solo se puede construir una buena relación desde el amor propio y el respeto a mí misma. Tardé en aprender, pero me ha merecido la pena. He ganado en autoestima y confianza. Estoy más capacitada para quererme bien y querer bien a otra persona, para construir relaciones desde la igualdad.

La vida te va poniendo en la vida las personas, no solo parejas, que necesitas para tu aprendizaje. Algunas personas están siempre, otras solo en algún periodo y otras van apareciendo en distintos momentos. Cada persona, cada encuentro te posibilita el crecimiento. Y eso da color a la vida.

Para terminar, unos versos de la canción de Rozalén La que baila para ti:

“Me desprendo de esta lanza

Que este odio es el que mata

Y la rabia también ata

Y ya es hora de dejarnos ir

 

Ya no seré yo

La que baile para ti”

Referencias



lunes, 6 de febrero de 2023

Sobre la resiliencia

 


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 06.02.2023]

No es la primera vez que escribo sobre la resiliencia, hace años lo hice a raíz de una conferencia de Luis Rojas Marcos (ver Echaniz, 2011). En esta ocasión la entrada está inspirada por las ideas que me llevo del curso “¿Podemos ayudar a que nuestros estudiantes mejoren su resiliencia?”, impartido por Elsa del Pozo García, para el Servicio de Orientación Universitaria de la Universidad de Deusto. He de reconocer que me llevó al curso el interés por acompañar bien a mi alumnado, pero también el obtener ideas y pautas que me sirvan a mí.

La resiliencia podría definirse como la capacidad para resistir y recuperarse ante circunstancias adversas, bien de carácter personal o social. Una imagen que se suele utilizar para explicar la resiliencia es la de un muelle que se estira pero, una vez que ha cesado la fuerza que tiraba de él, vuelve a su lugar. Hay que decir que también hay muelles que no vuelven a su forma original, y, no obstante, siguen funcionando.

La resiliencia se puede entrenar, es fruto del aprendizaje, lo que requiere constancia y fortaleza. Se puede entrenar a cualquier persona en esta habilidad, aunque algunas tienen un mejor punto de partida (bien sea por sus características personales, porque cuentan con una buena red, etc.). Es un factor protector para el bienestar, ayuda a salir antes del dolor y el malestar. Hay una escena en El Rey León en la que Rafiki va acompañando a Simba en su camino de resiliencia.

En los seres humanos hay dos fuerzas opuestas que son fundamentales para crecer y avanzar: la Physis (da vitalidad y energía) y la Homeostasis (da estructura: significado, continuidad, predictibilidad, etc.). "Sin homeostasis no tendríamos estructura y sin physis no tendríamos estímulo". El éxito está en equilibrar ambas [para profundizar ver Erskine, 2011]. Y para acompañar a otras personas necesitamos conocer mínimamente la historia de la otra persona, desde una mirada genuina, incondicional, sin juicio. Y esto exige tiempo y escucha.

Veamos los siete pilares de la resiliencia que los psicólogos Wolin, S.J. y Wolin, S. desarrollaron en 1993 (ver Medina, 2021):

  • La introspección, la capacidad de preguntarse y darse respuesta a qué me impacta, por qué y cómo respondo.
  • La independencia, la capacidad de poner distancia ente uno mismo y los ambientes en los que se desenvuelve, la habilidad para tomar distancia.
  • La capacidad para relacionarse, de crear lazos significativos con otras personas.
  • La capacidad de iniciativa, que tiene que ver con exigirse y ponerse a prueba, de ejercer control sobre las situaciones (o sobre nuestra reacción ante las mismas).
  • El sentido del humor, encontrar lo cómico en la tragedia.
  • La ideología personal, la moralidad, el comprometerse de acuerdo a valores morales, discernir sobre lo bueno y lo malo. Actuar como uno cree que debe hacer ayuda a sublimar el dolor.
  • La creatividad puede contribuir a crear orden, belleza y finalidad donde había caos.

Existe una herramienta, “Círculo de influencia, círculo de preocupación”, de la que hablaba Steve Covey en Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas (ver Apesteguia, 2017) que nos puede ayudar a desarrollar la resiliencia si aprendemos a centrarnos en aquello sobre lo que tengo algún tipo de influencia, que depende de mí (pensamientos, comportamientos, emociones y acciones), y dejo de preocuparme por aquello en lo que no tengo margen de actuación.

Para terminar, unos versos de una bonita canción de Diana Navarro, cuyo título, “Me amo y me acepto completamente”, sería bueno recitar a modo de mantra y grabárnoslo ‘a fuego’:

“Soy valiente por quererme, poco a poco soy más fuerte
En mis manos tengo el cambio, la tristeza ya es pasado
Tomo el mando estoy a salvo
Me amo y me acepto completamente”

Referencias



lunes, 23 de enero de 2023

Llegar bien a la meta: el proceso de morir

 


El pasado 18 de enero de 2023 asistí a la Master Class: “El proceso de morir, escuela de vida”, organizada por la Academia Ciencias Médicas de Bilbao y la Fundación Pía Aguirreche, que estuvo a cargo de Enric Benito Oliver, oncólogo especialista en cuidados paliativos. [Para ver la conferencia completa pinchar aquí]. Voy a compartir algunos de los aprendizajes que me llevo de la misma. Aunque pueda sonar un poco extraño, me apasiona el tema de la muerte y el acompañamiento a las personas en el proceso del final de la vida. Creo que es una “asignatura” que debería ser obligatoria y a la que nos deberíamos acercar desde la tierna infancia ya que la única certeza que tenemos es que algún día nos visitará la muerte, ya sea en primera o en tercera persona.

El Dr. Benito tiene una amplia experiencia clínica de acompañamiento a cientos de pacientes que le ha llevado a ver la muerte como un “proceso de transformación espiritual, fuente de inspiración y sabiduría vital”, de ahí el título de la Master Class.

Desde el punto de vista médico hay un momento en el que no se puede hacer nada por la enfermedad, pero en el que queda mucho que hacer con la persona. Se trata de acompañar un proceso natural que está bien organizado. La muerte no es un fracaso, si lo vemos así es fruto del miedo o la ignorancia. Nos falta entrenamiento. El Dr. Benito hizo símil con la formación para convertirse en piloto de avión. Te montas en el avión con un instructor que te va dando indicaciones, te enseña a despegar, te aconseja, te muestra para qué sirven los mandos y los indicadores… Pero imaginémonos que hay un supuesto de partida y es que ese viaje no tiene fin. Llega la hora de aterrizar y te dicen que eso no entra en la formación, y el instructor (o instructora) salta con un paracaídas y te deja solo (sola) en el avión. Aterrizar da mucho miedo si no hay nadie que acompañe.

En opinión del Dr. Benito, cuando hay una enfermedad terminal no hay nadie que no sepa que está en el final de la vida. El problema es que se puede morir muy solo. Además, si tienes la mala suerte de morir en un hospital en el que no hay cuidados paliativos, te van a hacer cosas muy caras, que no sirven, que no tienen sentido… y vives en una mentira. A partir de ahí el Dr. Benito nos regaló siete lecciones aprendidas en su trayectoria profesional y vital.

Lección 1: “Morir es normal y además es seguro. (…) La muerte no existe. Existe el nacimiento y el ‘morimiento’, hay un proceso de nacer y un proceso de morir, la vida emerge y se sumerge… Y los dos [procesos] están bellamente organizados”. Es importante dar información honesta para que la persona y quienes le acompañan puedan adaptarse a lo que está ocurriendo. Es una evidencia que hay que ahogarse para morirse, pero cuando llega el momento de morirse uno está desconectado de su propia percepción de la ausencia de aire, no tiene disnea. Y es importante saber esto.  Existe un umbral a partir del cual se entra en un nivel de conciencia en el que lo que hay es paz, serenidad, bondad, belleza. Y poder acompañar y vivirlo de forma vicaria es un regalo. Para acompañar bien hay que aprender a domesticar el propio miedo, la angustia y la tristeza. Lo único que hay que hacer es no interferir, no frenar, no luchar. Quien está en el momento final de su vida necesita silencio, intimidad, información honesta, ternura, compañía, paz. No hay que tratar la muerte como una enfermedad porque no lo es. Es un proceso natural y bien organizado. El Dr. Benito comentó que suele decir: “Si quieren saber cómo se trata en este hospital el proceso de morir hay una prueba del algodón que es la siguiente: cuánta gente muere con el suero puesto y la mascarilla de oxígeno. Porque esto, directamente, es mala praxis”. Es necesario fomentar una cultura de cuidados paliativos para acompañar a la persona en su máxima vulnerabilidad, para no vivir en la mentira, la ignorancia y no aumentar el sufrimiento de forma innecesaria.

Lección 2: “Morir nos abre a la verdad”. La verdad nos hace libres. La verdad nos hace propietarios del proceso, del tiempo que nos queda. Muchas veces cuando la gente siente que se muere dice cosas que ha guardado o no ha dicho suficientemente, hay experiencias muy profundas, se dan erupciones de ternura… Poder decir nos queremos, gracias y adiós es algo muy grande.

Lección 3: “Morir no duele”. Con los fármacos que tenemos el dolor físico se puede controlar bastante bien. El sufrimiento es opcional, proviene de la resistencia que oponemos a la realidad. “El rechazo de la realidad no cambia la realidad; es querer parar el tsunami con las manos y el tsunami te lleva por delante”. El secreto es la aceptación de lo que no puedo cambiar. Y cuando esto ocurre entras en un nivel de conciencia que trasciende lo que antes no podías asumir.

Lección 4: “¿Qué necesitamos saber? (…) En realidad lo importante es ser y no tener”. Quienes acumulan mucho en vida (cosas, cargos, experiencias, dinero, etc.) tienen una gran carga que les dificulta el momento de la partida, les cuesta soltar.

Lección 5: “El sentido nos abre el camino”. Normalmente todos llegamos al final de nuestra vida con experiencias de pérdida, sufrimiento, momentos difíciles y según cómo los hayamos ido adaptando, aprendiendo de esas pérdidas parciales estaremos mejor o peor preparados para asumir que la muerte es algo más que nos tiene que suceder.

Lección 6: “Podemos morir sanos”, entendiendo sano como íntegro, coherente, sereno, en paz.  Los cuerpos se deterioran, pero se puede tener esa mirada de la realidad. Quienes la tienen son verdaderos maestros (maestras).  Cuando aprendemos que somos algo más que cuerpo y que estamos conectados con lo que nos sostiene, “y eso no está nunca amenazado”, podemos ‘soltar’ con mayor facilidad el cuerpo. [Mientras escribo estas líneas he visto una película, Gente que viene y bah, en la que se refleja muy bien esta lección].

Lección 7: “Acompañar y estar ahí tiene premio”, es una forma de aprender sobre la vida sin intermediarios. Si consigues acercarte sin miedo puedes ver como el proceso de morir no es un proceso biológico, sino biográfico y relacional. ¿Cómo acompañar? No hay que hacer ni decir nada en ese momento, hay que estar. Tenemos que gestionar el propio miedo, la ira y la tristeza, porque de no hacerlo vibrará en el ambiente y el entorno condiciona la experiencia. Acompañar es dar una mirada de gratitud, de ternura y desearle un buen viaje. Y para que los y las profesionales puedan acompañar bien son necesarias: Competencia (conocimiento del proceso); conexión (relación íntima, de ser a ser); coraje (moverte en la incertidumbre).

“Como en todas las historias de acompañamiento siempre hay tres actores. Un protagonista: el que se va; y unos coprotagonistas, los familiares que intentan aceptar, apoyar y dejar partir y, en tercer lugar, unos profesionales que además de cuidar y acompañar deben saber cuidarse, tratar de no sobreimplicarse y, si lo hacen, saber elaborar -si es posible juntos- el reconocimiento de la realidad y aceptar que somos vulnerables, frágiles y recordar que el trabajo bien hecho no es resolver ni curar, sino acompañar desde la presencia y la compasión” (Benito y otros, 2016, p.370).

 Referencias

 





lunes, 9 de enero de 2023

La buena decisión

[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 09.01.2023]

Recientemente un amigo me envió un vídeo de un programa de radio en el que, Gabriel Rolón, psicoanalista, músico y escritor argentino, dialoga con sus contertulios sobre la película Los puentes de Madison. Tengo un gran recuerdo tanto de la película como del libro, que en mi opinión está fielmente adaptado en la película.

Francesca Johnson (Meryl Streep), es un ama de casa que vive en una granja del condado de Madison con su familia. Su tranquila, pero anodina y gris, vida se ve trastocada cuando aparece Robert Kincaid (Clint Eastwood), un veterano fotógrafo de la revista National Geographic que está de visita en el condado para fotografiar sus puentes cubiertos. Mientras su marido y sus hijos están unos días fuera para participar en un concurso de terneros, Francesca vive un apasionado romance con Robert que le abre a realidades para ella ignotas. Nos encontramos en la década de los 60 del siglo XX.

La noche anterior al regreso del marido, Robert le dice que se vaya con él, que lo que están viviendo es algo que no se suele dar en la vida. Ella le dice que sí, empieza a empacar sus cosas, pero Robert le pide que se siente y le dice que no es cierto que se vaya a ir con él. Ella, con gran pesar, le contesta que no puede. Qué pensarían sus hijos, no podrían superar el dolor y confiar en nadie. Además, también arruinaría la vida de su marido que es un buen hombre y le da todo lo que puede. Se despiden. El marido y los hijos regresan triunfantes porque su ternero ha ganado. Francesca regresa su vida cotidiana. Robert se queda unos días por el pueblo con la esperanza de que ella cambie de opinión. La escena final, que se puede ver más abajo, refleja el amor, la renuncia y el sacrificio. Es la última vez que se ven. Los hijos de Francesca se van enterando de la historia de su madre por el diario que les deja a su muerte, y eso les va transformando.

Y surge la pregunta: ¿Hizo mal Francesca al sacrificar el amor (la pasión) por quedarse con su familia, por cuidar a sus hijos, por no herir a su marido, un hombre bueno que le ha dado todo de lo que era capaz? ¿Hubiera hecho mal dejándolo todo por seguir esa pasión hasta entonces desconocida? Podríamos añadir muchas preguntas a estas: ¿Existe una buena decisión en esta situación? ¿Qué es el amor? ¿Qué es la felicidad? Y un largo etcétera.

Vayamos a la imagen elegida para abrir esta entrada, una serie de puertas cerradas. Cuando nos enfrentamos a una decisión nos planteamos una serie de alternativas, cada una abre la puerta de un camino que normalmente no sabemos dónde nos va a llevar. Y es ahí donde nos entra la duda, el miedo, la ansiedad, los quebraderos de cabeza. Nos encantaría poder abrir un poquito cada una de las puertas para saber a dónde nos lleva. Pero la vida no funciona así. Nunca podemos elegir con certeza absoluta y todas las decisiones implican pérdidas, caminos no elegidos, coste de oportunidad que se dice en economía. No se puede tener todo.

Entonces ¿cómo elegir bien? Cuando doy clases o charlas con mi gran amigo Rogelio Fernández solemos decir que la inteligencia emocional consiste en la unión de razón y emoción en todos los procesos mentales. En este sentido, las mejores decisiones son aquellas en las que acompasamos razón y emoción. No se trata ni de seguir locamente lo que el corazón nos dice, ni de acallarlo con el peso de buenos argumentos. Algo similar a esto ya lo decía San Ignacio que,  en sus reglas de discernimiento, indica que pensemos en cómo nos sentiríamos al tomar uno u otro camino, o que nos imaginemos en el lecho de muerte rodeados de nuestro seres queridos y percibamos qué decisión quisiéramos haber tomado. Y todo ellos teniendo en cuenta que en momentos de una gran emocionalidad es mejor no decidir, que sería la traducción de: “En tiempo de desolación no hacer mudanza”.

En el mencionado programa de radio a Gabriel Rolón le preguntan qué le diría a una persona que en su consulta le preguntara qué debería hacer. Su respuesta es magistral: "Tomá la decisión con la que puedas vivir". Cada persona debe asumir las consecuencias de sus decisiones. Y nadie mejor que uno mismo, que una misma, sabe con qué puede vivir. La conciencia es algo personal e intransferible que nos acompaña y nos conforma. Y, en mi opinión, no hay nada mejor que una conciencia tranquila.


Referencias

 

lunes, 7 de noviembre de 2022

Los límites de la profesión


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 07.11.2022]

Recuerdo que cuando vi por primera vez la película Al cruzar el límite (Extreme Measures es el título original) se me quedó grabada y la recordé en cuanto empecé a dar clases de ética. Es una película estupenda para reflejar diferentes modos de entender la profesión y los límites en el ejercicio de la misma. Habla de ética médica y ética en la investigación, pero hay enseñanzas que sirven para la ética de cualquier disciplina. Suelo utilizar la escena que aparece al final de la entrada para hacer un resumen de la ética de las profesiones.

En la mencionada escena, que vamos a analizar, hay tres personajes principales: el Dr. Guy Luthan, médico de urgencias (Hugh Grant); el Dr. Lawrence Myrick, director del hospital (Gene Hackman) y la recepcionista del hospital quien conoce los hechos que están sucediendo en el mismo.

Expliquemos el contexto de la escena. Guy Luthan es médico de urgencias en un hospital de Nueva York. Un día llega a urgencias un vagabundo con unos síntomas extraños, que acaba muriendo y sus informes desaparecen. Empieza a investigar y descubre que en las plantas de arriba del hospital están experimentando con seres humanos en la búsqueda de una cura para las personas parapléjicas. Para la experimentación secuestran a personas que viven en la calle y algunas acaban muriendo sin que nadie las eche de menos. A Guy le hacen una encerrona y le expulsan del hospital, pero él sigue investigando. Justo antes de la escena, secuestran a Guy y le hacen creer que se ha quedado parapléjico. Cuando empiezan a desaparecer los síntomas que le habían provocado se escapa. En el ascensor forcejea con el guarda de seguridad que pierde el conocimiento. Guy coge su arma. Ahí comienza la escena.

Se ven encarnadas las dos caras del fenómeno moral: las éticas teleológicas (la cara del bien) frente a éticas deontológicas (la cara del deber y las normas). El Dr. Guy Luthan representa la cara del deber y el Dr. Lawrence Myrick la cara de la felicidad, cayendo en “el fin justifica los medios”.

Guy le recrimina al director que se ha olvidado del bien interno de la profesión (toda profesión cumple un bien único y específico que la legitima y le da sentido). En el caso de la medicina podríamos definirlo con los fines señalados por investigadores del Centro Hastings (Nueva York): 1) La prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y la conservación de la salud; 2) El alivio del dolor y el sufrimiento causados por males; 3) La atención y curación de los enfermos y los cuidados a los incurables; y 4)  La evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila.

Además, Guy apela al Juramento hipocrático (primer código deontológico de la medicina): “Usted no puede hacerlo. Es médico e hizo un juramento”. En el juramento se recoge: “Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia”.

Podemos ver también que se ha caído en dos de los problemas éticos de la profesión: la corrupción (priorizar los bienes externos -fama, prestigio, poder, etc.- frente al bien interno) y el corporativismo (defender los intereses del propio grupo por encima de los intereses generales, del bien común). Todas las personas que sabían qué ocurría y callaban, en esta escena representadas por la recepcionista del hospital y el guarda de seguridad, son responsables de los hechos con la institución.

Se observa cómo se ven comprometidos los principios de la ética profesional: 1) Principio de no maleficencia (Ante todo, no hacer daño). Es un límite deontológico, no está permitido hacer daño. Sin embargo, en el hospital se secuestra, se tortura e incluso se mata. 2) Principio de beneficencia (Hacer el bien, haciendo bien lo que se hace sin caer en el paternalismo). La investigación persigue hacer un bien, pero los medios son inaceptables. 3) Principio de autonomía (la persona profesional debe potenciar la autonomía y toma de decisiones por parte del usuario/paciente/cliente). No se respeta la autonomía de las personas. Como recuerda Guy, no se piden personas voluntarias, y tampoco han participado ni la mujer ni la hija de Myrick. 4) Principio de justicia. Se ve vulnerado porque se ha dañado el de no maleficencia. No se puede actuar como un dios decidiendo quién vive y quién no.

También se puede ver reflejado el debate entre la obligación de guardar el secreto profesional y la de comunicar la verdad. En este caso, por los graves daños que se están produciendo, prima la obligación de comunicar la verdad. Son muchas las personas que faltan a esa obligación y se convierten en colaboradoras necesarias.

La ética y los valores se demuestran en la práctica y un buen ejercicio de la profesión no puede prescindir de ellos en su toma de decisiones.


Referencias


 

viernes, 2 de septiembre de 2022

La mirada apreciativa


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 29.08.2022]


 El Servicio de Orientación de la Universidad de Deusto organizó el 9 de junio de 2022 una nueva edición de la “Jornada del Tutor”, bajo el título: “La mirada apreciativa como recurso de la acción tutorial. En esta ocasión contamos con la presencia de un referente de la psicología humanista, la Dra. Ana Gimeno-Bayón. Psicoterapeuta y formadora desde hace más de treinta años, cofundadora, junto con el Dr. Ramón Rosal del Instituto Erich Fromm de Psicoterapias Integradoras Humanistas en Barcelona. En 2017 fue reconocida por la Sección de Psicoterapias Humanistas de FEAP (Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas), como una de las seis personas pioneras de la psicología humanista en España. [Se puede ver aquí la conferencia]

Voy a reflejar aquí algunas ideas que me llevé y que sirven tanto para mi labor como tutora, como profesora, como madre y como educadora, en general.

Existen dos perfiles en el ejercicio de la tutoría: el humano, atiende al ser y estar (es más cercano) y el profesional, atiende al saber y saber hacer (es más distante). Si nos preguntamos cuál es mejor, la respuesta es: el que mejor se adapte a las necesidades de la persona que tenemos delante. Hay quien acude a una tutoría por problemas académicos, otras personas por algún problema personal, o puede que unos y otros se entremezclen. En cualquier caso, es necesaria la mirada apreciativa. La tarea del tutor o tutora es acompañar en el crecimiento hacia la autonomía. Ver no es lo mismo que mirar, y podemos mirar de formas diferentes con resultados muy distintos. Mirar a una persona es complejo, exige mucha profundidad. Nos comunicamos con la mirada. Además, tiene riesgos, uno de los cuales es el rechazo.

Existen miradas malas: la intimidante (asusta, da miedo), apabullante (la que ve a la otra persona como alguien a quien maravillar), la inconstante (proporciona emociones agradables pero no de forma sostenida), la sobreprotectora (no ve a la otra persona como autónoma), molesta (la otra persona es un obstáculo o un incordio), la rígida (la otra persona es como arcilla a modelar), la tímida (no vaya a ser que la otra persona capte mis contradicciones o sombras), la rechazante (ve a la otra persona como alguien que le quiere parasitar). Hay quien ve a la otra persona, pero no le mira, la ve como un objeto, no capta su complejidad, sus cualidades y sus limitaciones, sus aspiraciones y sus deseos.

Existen miradas despistadas, miradas apreciativas pero despistadas. Esto es algo habitual en las relaciones de ayuda. El problema es la falta de realismo y las expectativas desajustadas. Se transmite el mensaje de que “hemos de ser perfectos”: sé perfecto/perfecta, esfuérzate, complace, date prisa, sé fuerte… Estos mensajes llenan de tensión a la persona. Pensemos que alguien nos pide que doblemos en cuatro un folio de forma perfecta… Por mucho que lo intentemos es una tarea imposible. La presión por la perfección hace que nuestro inconsciente se rebele (se puede dar una venganza inconsciente). Puede ocurrir que la persona venga con estos mensaje incorporados. Frente a eso podemos dar mensajes liberadores:

Frente a…Mensaje liberador
“Sé perfecto/perfecta”“Está bien hacer las cosas bien y es humano cometer errores”
“Esfuérzate”“Lógralo, con o sin esfuerzo”
“Complace”“Complácete y elige cómo, cuándo y a quién complacer”
“Date prisa”“Tómate el tiempo que necesites, para conseguir la calidad que quieres”
“Sé fuerte”“Está bien mostrar la vulnerabilidad y pedir ayuda”

Existe también una buena mirada, la mirada apreciativa, que responde a algo que llevamos incorporado, el cooperar. El ser humano está programado para ser sensible a los demás. Supone mirar sin tensión, con empatía, ‘abrazando’ a la otra persona. Incluye un aspecto sensorial (se mira con los ojos y con todos los sentidos), un aspecto afectivo (supone implicarse, dolerse y alegrarse con la otra persona) y un aspecto intelectivo (reconocer una historia, una vida). Símil: es la mirada del abuelo o de la abuela (todo amor o comprensión), no la del padre o la madre (que miran con la tensión de la responsabilidad). Es la mirada de quien descubre un tesoro. Los ingredientes de la mirada apreciativa: aprecio, interés, respeto, sinceridad y empatía. Los resultados: mucha fecundidad, crecimiento personal y profesional.

Todas las personas necesitamos esa mirada apreciativa, esa que ve más allá de lo visible, esa que nos ayuda a querernos y permite que queramos a otras personas, esa que contribuye a nuestro crecimiento, que nos transforma.



Referencias

lunes, 4 de julio de 2022

Ante la ocupación

 


[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 04.07.22]


¡Cómo te puede cambiar la vida de un día para otro! ¡Y sin tú hacer nada!

Lunes 7 de marzo, sobre las 19.00, recibo una llamada de mi hermana, que vive en Zaragoza y tiene un piso en el barrio de Rekalde en el que ella y su familia están cuando vienen a Bilbao (un piso modesto, pero mono y suficiente para sus necesidades). Se encontraba completamente agitada porque le había llamado el administrador de la casa para decirle que los vecinos le habían dicho que creían que se la habían ocupado. Mi marido y yo fuimos a una comisaría de la Ertzaintza. Allí nos dijeron que había que comprobar que el piso estaba ocupado, a lo que respondimos que teníamos llaves, pero nos daba miedo entrar. Nos dijeron que fuéramos hacia allí y de camino llamáramos al 112.

Llegamos antes que las dos patrullas de la Ertzaintza y comprobamos desde la calle que había gente en el piso porque las persianas estaban abiertas y había luz. Subimos con los ertzainas y abrimos la puerta con la llave. Dentro había tres personas. Los agentes pidieron permiso para entrar y empezaron a hablar con esas personas. Transcurrió un tiempo cercano a una hora en el que los agentes intentaron convencerles de que se fueran. Como había signos de que habitaban la casa no les podían sacar. Mi marido y yo esperábamos en el descansillo de la escalera y nos iban informando. Se asomaron también los vecinos que viven puerta con puerta. Por teléfono, mi hermana me decía que las escrituras estaban en su habitación y me hablaba de algunas otras pertenencias importantes para ellos. Los agentes pidieron permiso y me dejaron entrar a buscar esas pertenencias. El impacto fue tremendo porque estaba todo sucio, revuelto, y no encontré lo que me habían dicho. Y todo había sucedido en 2-3 días, a lo sumo. Fui a la sala en busca de la documentación y una de las personas me miró a la cara y me dijo: “Por cierto, qué guapos son tus hijos…”. Afortunadamente, me contuve. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que era un provocación para que reaccionara. De haberlo hecho violentamente la que hubiera salido esposada habría sido yo. En ese momento vi claro que esas personas estaban aleccionadas. Sabían lo que tenían que decir (aunque había muchas incoherencias y lo que decían era insostenible) y, lo peor, sabían que la ley estaba de su parte. Nos fuimos de la casa con el arpa folk de mi hermana (que era una de las pertenencias importantes para ella) y mucha tristeza, rabia e impotencia. Al llegar al juzgado de guardia nos dijeron que era mejor que la denuncia la pusiera mi cuñado que llegaba al día siguiente. Una vez en casa llamamos a una amiga abogada y nos dijo que pidiéramos una nota simple online para poder acreditar la titularidad.

A partir de ahí, asesorados por la abogada, iniciamos dos procesos: uno civil (para intentar un “desahucio express”) y uno penal (derivado de la denuncia). El 16 de mayo el Juzgado nos notificó que el lanzamiento (desalojo para entendernos, derivado del proceso civil) sería el 24 de junio a las 9.15. El juicio penal (Juicio por delitos leves… tiene lo suyo el nombre) tuvo lugar el 18 de mayo y hubo sentencia condenatoria para las personas demandadas. Dichas personas se presentaron al juicio y su abogada (de oficio) planteó a la nuestra que estaban dispuestas a pagar un alquiler, a lo que nos negamos rotundamente. El 24 de junio se produjo el lanzamiento y recuperamos la casa, que no es ni sombra de lo que fue.

Muchas y de diversa índole son las emociones que me han producido y me siguen produciendo estos hechos.

Incredulidad.  En un primer momento te cuesta creer lo que está pasando. Es algo sobre lo que has oído hablar, pero no lo has vivido de cerca. Produce incredulidad, también, y mucha indignación y rabia (entiendo que pueda haber a quien le provoque un ataque de ira), que legalmente no se pueda sacar inmediatamente de tu casa a quien la está ocupando ilegítimamente. Cae sobre los legítimos dueños el peso de la prueba. Más de tres meses y medio para sacarles legalmente. Parece mentira los plazos de los que estamos hablando. El tiempo se ha hecho eterno y la preocupación crecía día a día. Hay comentarios que hemos escuchado de forma repetida: “lo habéis conseguido rápido”, “conozco quien ha tardado incluso años”, “si llega a haber niños no les echáis”. Es muy sorprendente ver el estado en el que hemos recuperado la casa. Hay destrozos, daños y cosas que faltan que no se pueden entender. Que hacen incluso pensar que se han hecho por maldad o con la intención de causar más daño.  Nunca había vivido en primera persona una violación de la intimidad tan grave. Además, el gasto de luz y agua (que no se pueden cortar porque se puede entender como amenazas, lo que se puede volver en tu contra) ha sido completamente desorbitado. No solo te han quitado algo que es tuyo, sino que han vivido a tu costa gastando mucho más de lo que tú gastas.

Son muy profundos los sentimientos de injusticia e indefensión que tengo en este momento. La constitución española recoge la inviolabilidad del domicilio (art.18.2), el derecho a la propiedad privada (art.33) y el derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art.47).

Artículo 18. 2. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.

Artículo 33. 1. Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. 2. La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. 3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes.

Artículo 47. Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

Sin embargo, lo que es a todas luces injusto es que el derecho a una vivienda digna, cuyas condiciones de posibilidad las deben facilitar los poderes públicos, sea a costa del derecho a la propiedad privada, usurpada de forma ilegítima. Y cuando quieres hacer las cosas bien para recuperar lo que es tuyo, la vía es lenta y con un altísimo coste económico y personal. Y no quiero ni imaginarme lo que puede ser una situación así para personas que no tienen ni los recursos ni los conocimientos para seguir los pasos adecuados. Afortunadamente, nosotros hemos contado con una buena amiga abogada que nos ha ayudado a darlos. Mi impresión es que, tal y como está la legislación, anima a ocupar ilegalmente, fomenta que haya una especie de ‘mafias’ que entra en pisos y ‘vende’ las llaves a personas que están en situación vulnerable y no tienen nada que perder. Asimismo, da pie a que aparezcan negocios para el desalojo de viviendas ocupadas que, bajo mi punto de vista, están al límite de la legalidad, y cuyo número se duplicó durante la pandemia. Y, por supuesto, ha supuesto un espaldarazo al negocio de las alarmas.

Después de estos meses siento mucha tristeza y desolación, por cómo está mi hermana y su familia, por lo duro que está siendo todo, por cómo está la casa, porque hay unos daños y pérdidas irrecuperables… Siento miedo y desasosiego. Me hace sentir una indefensión y una vulnerabilidad que nunca había sentido. Algunas noches me despierto con pesadillas de que entran en mi casa y me hacen daño a mí y a mi familia (no me quiero imaginar las pesadillas que tendrá mi hermana). Y me ha suscitado un recelo y desconfianza que no tenía. Confío en recuperar la tranquilidad y la esperanza, y que mi hermana y su familia superen esta situación tan dolorosa.

 

Referencias

Burgos, Rafa (2022, 24 de marzo). Se ofrece okupa con experiencia para desalojar inquilinos. El Paíshttps://elpais.com/espana/comunidad-valenciana/2022-03-24/se-ofrece-okupa-con-experiencia-para-desalojar-inquilinos.html

Millán Alonso, Santiago (2022, 27 de abril). Movistar Prosegur Alarmas busca vías de crecimiento en la actividad de freno a la ‘okupación’. Cinco Díashttps://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/04/27/companias/1651051736_489384.html

Negro, Merche (2021, 12 de agosto). El número de empresas ‘desokupas’ se dobla desde la pandemia. El Paíshttps://elpais.com/espana/madrid/2021-08-12/el-numero-de-empresas-desokupas-se-dobla-desde-la-pandemia.html