[He publicado esta entrada el 05.08.2019 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
A mi alrededor tengo muchas bellas personas que han sido zarandeadas por las circunstancias de la vida hasta límites bastante duros. Hay una conversación con una de estas personas que se ha repetido en varias ocasiones y que en el fondo tiene la pregunta de por qué algunas personas tienen que sufrir tanto; por qué parece que la vida se ensaña con ellas cuando no se lo merecen. Esta persona me comentaba que el hecho de ser creyente ayuda pero que reconoce que en su interior a veces tiene un poco de enfado con la vida y con ese Dios que parece indiferente a su sufrimiento, que es también el sufrimiento de muchas personas.
Lo que está en el fondo es lo que se ha denominado la “noche oscura del alma” o el “silencio de Dios”. Incluso las personas con una fe más firme pasan en algún momento por ese desierto. El rapero ZPU tiene una canción que lleva como título, precisamente, “El silencio de dios” y que describe muy bien lo que supone. En el estribillo dice:
“Callado tan callado como los bloques de hieloCréelo tu señor no anhelo en entrar en tu cieloDuelo en cada calle porque ya nadie te vePorque las farolas iluminan menos que ayerCallas la vergüenza de este mundo sin consuelo”
Hay una frase de Buda que se suele citar a menudo: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” (es interesante al respecto la reflexión de Adriana Reyes). El hecho de vivir nos trae inevitablemente situaciones y experiencias dolorosas (son la otra cara de la moneda). Debido a éstas en ocasiones nos enquistamos en pensamientos y emociones de rabia, resentimiento y similares. Nos empeñamos en buscar responsables, en pedir cuentas incluso a Dios, en lamentarnos de la mala suerte… Y eso dificulta nuestro aprendizaje y desarrollo. Está claro que nadie elige ni las cartas ni las circunstancias que le tocan vivir. Lo que sí está en nuestra mano es cómo vivir esas situaciones y experiencias. No es lo mismo hacerlo desde la rabia que desde el amor. Quizá esta sea la clave, enfocar nuestra vida en el amor. Pensar, decidir y hacer desde el amor. Hacer del amor nuestra brújula. “El amor es un fuego que compenetra los corazones en fusión perfecta” (Chiara Lubich).
Hace tiempo escribí sobre la película Silencio que habla sobre este tema (véase Solo en el silencio). Reproduzco de nuevo el soliloquio final de uno de los protagonistas:
“-Señor, he luchado contra tu silencio.-He sufrido a tu lado, nunca he estado en silencio.-Lo sé. Pero aunque Dios hubiera estado en silencio, toda mi vida hasta el día de hoy… todo lo que hago, todo lo que he hecho habla de él. Fue en el silencio donde escuché tu voz”
Con el devenir del tiempo he desarrollado una profunda intuición… Quizá las bellas personas lo son no porque les haya tocado en una suerte de azar cualidades y circunstancias más favorables que al resto, sino porque viven las que les han tocado no con resignación sino con una consciente aceptación. Así han logrado dar un sentido profundo a su vida y a su sufrimiento. Y quizá han descubierto, como dice ZPU…
“Callas porque nos miras y sientesPorque tu silencio es el silencio de la gente”
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