sábado, 1 de noviembre de 2025

Cuidando y acompañando hasta el final


La Fundación Pía Aguirreche reunió el 15 de octubre de 2025 en el Auditorio Centenario de la Universidad de Deusto (Bilbao) a dos de los expertos en cuidados paliativos con mayor proyección internacional: KathrynMannix y Enric Benito. En este encuentro, que llevaba el título: “Cuidando y acompañando hasta el final”, y que se repitió al día siguiente en Madrid —el vídeo corresponde a este último—, entablaron un diálogo sobre las claves para vivir bien el final de la vida. Voy a recoger aquí algunas de las ideas que se compartieron y que me parecen especialmente sugerentes.

Enric Benito insistió en algunas ideas que ya le he escuchado y leído, pero que siempre es bueno recordar. Una buena muerte es una muerte aceptada y acompañada. Para ello hay tres tareas que realizar: 1) Aceptar lo vivido; 2) Conectar con lo querido, porque te sostiene de forma profunda; 3) Entregarse a lo pertenecido. Acompañar tiene premio, es una escuela de vida. La madurez moral y espiritual de una sociedad se mide en cómo se cuida a las personas más vulnerables. "Los vivos cierran los ojos de los muertos, pero los muertos abren los ojos de los vivos". Somos seres espirituales que tenemos una experiencia humana. Belleza, bondad y verdad es nuestro fondo más profundo. Tenemos un fondo sagrado al que podemos acercarnos. Ser humano es estar profundamente conectado con el fondo que te sostiene. No se trata de ritos.

El sufrimiento no tiene que ver con lo físico, sino con el distrés emocional, es dolor existencial. En el cuidar y acompañar es fundamental la presencia. Benito y Mindeguía (2021: 382) reconocen cuatro características principales en la presencia: 1) Apertura, conciencia abierta que permite percibir sin apropiarnos ni juzgar; 2) claridad, compuesta de lucidez y luminosidad; 3) ecuanimidad, que incluye imparcialidad, estabilidad y equilibrio; y 4) vitalidad, normalmente asociada a una sensación de alegría y gozo, que permite calidez en el encuentro. “A nivel relacional, la serenidad, confianza y paz interior que aporta el terapeuta en actitud de presencia es percibida por el paciente que, al sentirse escuchado, percibido, entendido y no juzgado, va naturalmente conquistando una experiencia de seguridad y confianza. Esta presencia relacional mutua también promueve la profundidad relacional, la seguridad y el proceso terapéutico de ambos”.

De la intervención de Kathryn Mannix destacaría las pautas para mantener conversaciones difíciles, conversaciones que nos intimidan (no sólo aquellas sobre la muerte, sino también las que tienen que ver con la enfermedad, las finanzas, la disciplina en una familia con adolescentes, etc.), y la invitación a no colocarnos la armadura, a no afrontarlas desde el modo lucha. Es evidente que son conversaciones delicadas en las que necesitaremos coraje, habilidades, paciencia, que nos harán sentir emocionales, o que harán que la otra persona se emocione. En lugar de la armadura, llevemos nuestra vulnerabilidad, nuestra ternura. Así, ambas partes colaboraremos, como en un baile. Y desde ahí las claves para llevar estas conversaciones: Invitar en lugar de insistir (“¿Podemos hablar sobre…?”); escuchar para comprender, no para responder o buscar soluciones; mantener la curiosidad (dar un espacio para llegar a lo profundo, para dar sentido a lo que ocurre); cuando nos compartan aquello que les angustia, reconocer su dolor, y esperar hasta que la persona esté preparada para compartir (uno de las mayores dificultades para afrontar estas situaciones es la prisa, la falta de tiempo); dejar que el silencio haga su trabajo (la persona está recordando, preguntándose, preocupándose, encajando las piezas del puzle, etc.); trabajo en equipo (“¿Quién más tiene que saber?”, “¿De quién necesito el permiso para compartirlo?”, “¿Quién más del equipo sanitario tiene que saber?”); cuidarse (cuidarnos para cuidar: no se puede dar indefinidamente, es importante saber decir que no, tenemos que dedicarnos tanta atención como procuramos a otras personas).

Cuidar y acompañar hasta el final puede ser un regalo, una escuela de vida. Nos puede brindar momentos de gran profundidad y la satisfacción de haber acompañado a otra persona en un momento clave. Merece la pena prepararse para hacerlo bien.

Referencias


No hay comentarios:

Publicar un comentario