[He publicado esta entrada el 23.11.2023 en el Blog de Inteligencia
Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
A principios de noviembre asistí a un taller que me cautivó
por el título, "El Poder de la
escucha". Además, conocía al ponente, Eugenio Ibarzabal, y eso también
lo hacía atractivo. Mis expectativas fueron superadas. Compartiré aquí las
principales ideas.
Hoy en día la comunicación se considera una herramienta
instrumental básica. Esta herramienta implica aprender a escuchar, aprender a
hablar y aprender a escribir. La escucha es un previo sin el cual difícilmente se
pueden desarrollar las demás. Existen muchos cursos de oratoria, hablar bien se
considera importante. Escuchar se ve
como algo de segundo nivel… Y es fundamental.
Las enseñanzas impartidas por Eugenio parten de su propia
vida y experiencia: “Escuchar me ha
cambiado la vida”, reconociendo que a veces es una ‘pelmada’ y que también
es necesario protegerse. El punto de partida del taller fue una invitación a
echar la vista atrás y recordar cuándo me he sentido escuchado, escuchada; en
quién pienso si tengo que compartir algún tema importante… Seguramente será una
persona callada, que sonríe, que no aconseja… Otra premisa importante: nos
hablaba para que cada persona asistente mejorara su escucha, lo que no quiere
decir que la demás personas te vayan a escuchar a ti. Lo que tenemos que tener siempre presente, y tenemos que hacérselo
notar, es que la protagonista, la importante, es la otra persona.
¿Por dónde empiezo?
(especialmente si es a alguien o un tema difícil). Hay que empezar por elegir
bien el lugar. Lo mejor es salir del
escenario habitual, del lugar en el que transcurre nuestra relación. Es
importante conocer el espacio en el que nos vamos a encontrar. Hay que tener en
cuenta que tenemos que contar con el tiempo
suficiente (dos grandes dificultades para la escucha son la falta de tiempo y
el ego, sobre esto volveremos). ¿Cómo convoco
a la persona? Lo mejor es que la otra persona ‘colabore’ en la convocatoria,
que sea una convocatoria ‘conjunta’. “¿Podríamos hablar en algún momento?” es
muy diferente de “Tú y yo tenemos que hablar”. Otras frases podrían ser:
“Tenemos un tema, me gustaría saber qué piensas”, “Me interesas, me interesa
saber lo que piensas”. Eugenio compartió
una imagen muy potente para él: do personas en un coche, mirando la carretera,
sin prisa… parece que tienen el mismo objetivo. Hay que intentar no dar mucha solemnidad a la cita, que forme parte de una
normalidad, así se rebajan el miedo y la tensión.
¿Cómo me preparo?
La mejor forma es visualizando el
encuentro. Es una técnica muy utilizada por deportistas de élite. Me vino a la
mente una entrevista fantástica a Enhamed Enhamed, un
medallista paraolímpico, que utiliza esta técnica. Podemos visualizar la conversación, cómo me
siento, cómo permanezco en silencio, etc. De esta forma se viven las
dificultades anticipadamente. Lo peor que nos puede pasar es tener miedo al
miedo. “¡Vívelo, pruébate sin riesgo!”,
nos decía Eugenio. Personalmente es una técnica que utilizo y recomiendo.
Recuerdo especialmente el día anterior a la defensa de mi tesis doctoral en la
que repasé la presentación y ‘viví’ por anticipado el evento… ¡Una experiencia
muy recomendable!
¿Cómo empiezo el
proceso de escucha? Conviene no ir
directamente al grano, empezar por una pregunta general. Un tema
relativamente amable es preguntar por la familia. No te has metido en el tema,
pero sí en la otra persona. Lo único que pretendes es generar confianza, o
superar la desconfianza inicial. A la otra persona le tiene que quedar claro
que no le vas a hacer daño y que te interesa. Funciona bien mimetizarse, acompasarse, con la otra
persona. Si se mueve un poco, yo también. Si cambia de posición, yo también. [Mensaje:
estoy pendiente de lo que me dices, me acomodo]. Tema de la respiración: Puedes llevar una reunión
según cómo respires. Se puede conseguir que dos personas respiren
acompasadamente. En un momento dado una pregunta que da buenos resultados es:
“¿Y tú qué tal estás?”. Seguramente se dará un silencio, levantará a mirada, la
dirigirá a la izquierda, puede que resuma alguna información que te ha dado
antes. Con esto lo que se trata es de borrar esquemas previos. A lo largo del
proceso es importante repetir,
contrastar, confirmar, pero no discutir.
[Mensaje: Lo que estás contando me interesa y quiero entenderlo bien;
disculpamos los errores, pero no que se aprovechen los malentendidos]. Vamos invirtiendo en confianza, se trata de
crear un entorno seguro [Mensaje: tranquilo/tranquila, nadie te va a hacer
daño]; es mucho más que guardar confidencialidad. Puede que la persona repita
varias veces la misma idea (normalmente si la persona está abrumada o
preocupada se puede liar, entremezclar cosas, etc.). Quien escucha puede ayudar
a desbrozar, lo que puede ser un gran apoyo. Tú tes vas aclarando y a la otra
persona le puede dar luz.
¿Qué pasa con el ego?
[Ya hemos dicho que es uno de los enemigos de la escucha]. Va a haber ocasiones
en las que el ego te va a estallar, vas a querer intervenir, puedes tener la
tentación de interrumpir (y no para contrastar o confirmar). Cada uno tiene que
desarrollar su propio mecanismo para no intervenir. Eugenio se dice a sí mismo,
a modo de jaculatoria: “¡Cállate!”. Hay quien se agarra a la silla, o aprieta
los pies… La escucha no va de dar
soluciones. Una muestra de una buena escucha es que se generan silencios.
¿Y si la otra persona
nos pide opinión? Darla a partir de los datos, los valore y las palabras de
la otra persona. Puedes darte tiempo para responder [si dices que le vas a dar
una opinión se la tienes que dar]. Pueden ayudar frases como: “No sé qué
decirte. Lo único que se me ocurre es lo que no haría [y dices qué]”, “Me llama
la atención… [y utilizas sus palabras]”. Como estás fuera de la situación
tienes otra perspectiva y puedes ayudar a la persona a dar importancia a cosas
que no veía.
La importancia de hacer
buenas preguntas. “Todos tenemos un límite de intimidad que no queremos
sobrepasar. Hay un fondo que no queremos desvelar, un fondo que, sin embargo,
explica buena parte del origen del problema y, en ocasiones, también cómo
podríamos encaminarnos hacia una posible solución. Si en ese momento haces a
quien está escuchando esa pregunta bien formulada y clave, la persona que ha
llevado el proceso conforme hemos señalado, inevitablemente, lo quiera o no,
dará el paso y contestará, desvelando lo que no tenía, hasta ese momento, la
menor intención de desvelar. Ésa es, al menos, mi experiencia” (Ibarzabal, 2022:
162).
NOTA- Estas
enseñanzas se pueden utilizar para lo bueno y para lo malo. Aquí se ofrecen
como pautas para escuchar mejor, para comprender a la otra persona, para romper
preconceptos.
Os invito a conocer
al marido de la inglesa que vivía en la casa del danés (Gestion2000Editorial, 2022)…
“Porque escuchar nos da la
posibilidad de abrirnos, de olvidarnos de nosotros mismos, de empezar nuevas
vidas, de conocer otros parajes, otras profesiones, otras historias, otros
platos de cocina, atrapar realidades en lugar de vientos, aprovechar todo eso
que tenemos delante y que ha estado a punto de pasar ante nosotros sin que
disfrutemos de ello.
Es vida que se nos ofrece para que
la vivamos. Basta con pararse y escuchar.
Y puede ocurrir a cada momento” (Ibarzabal,
2022: 186).
Referencias
- Aranzazu Echaniz Barrondo (2019, 5 noviembre). Extracto Visualización Enhamed Enhamed [archivo de vídeo] https://www.youtube.com/watch?v=kxV1Kdq5X3s
- Gestion2000Editorial (2022, 11 mayo). El marido de la inglesa que vivía en casa del danés - Eugenio Ibarzabal [archivo de vídeo]. https://www.youtube.com/watch?v=9IXWn3RjlSA
- Ibarzabal, Eugenio (2022). El marido de la inglesa que vivía en la casa del danés. Una historia sobre el poder de la escucha. Barcelona: Gestión 2000.
No hay comentarios:
Publicar un comentario