No sé muy bien en qué estaba pensando el 22 de septiembre
cuando recibí la invitación de un profesor del Tecnológico de Monterrey en
Guadalajara (Jalisco, México) para impartir, junto con Lumi Velázquez, un
curso-taller sobre igualdad de género para profesorado. Bueno, realmente sí sé…
me tentaba el volver a un país que me parece fascinante, el compartir aula con
mi amigochix, el conocer una nueva ciudad (que enseguida me dijeron que era la
cuna del tequila y el mariachi)…
He pasado un cuatrimestre muy duro, con una nueva asignatura
a dos grupos de primero (hacía años que no daba clase en primero…). He tenido
que retomar la economía (que me ha vuelto a parecer fascinante). Se han sumado
otros cursos y compromisos personales y profesionales… He andado al límite de
mis fuerzas (y no soy de las que se achanta fácil)… Y ha ocurrido algo que era
previsible, tres días antes de ponerme de viaje me ha dado un ataque de lumbago,
de esos que te dejan como Cuasimodo… y con un viaje de más de un día de
duración… con esperas interminables…
Una primera anécdota me ha ocurrido en el Burguer King del
aeropuerto de Madrid. Hago el pedido del menú y añado… “No tenéis de postre eso
que… mmm…eee… es que sólo sé cómo se llama en el Mc Donalds… Mc Flurry”. El
chico al otro lado del mostrador me mira sorprendido y me dice… “Mira el cartel
del fondo y dime cuál quieres…”.
El viaje ha sido mejor de lo que esperaba. He podido dormir
algo y la espalda no me ha dado mucha guerra. Me imagino que las ‘drogas’
(legales, por supuesto) cumplen bien su misión. Al bajarme del avión he tenido
la misma sensación que la primera vez que pisé el DF. Lo primero que me ha
venido es un intenso olor a comida. Mientras andábamos por un pasillo, al otro
lado del cristal había dos operarios dormidos. [Me ha venido a la cabeza esa
imagen prototípica de dos mexicanos sentados en el suelo con su pocho y su gran
sombrero]. La cola del control de pasaportes ha sido lo peor [unos 10
funcionarios para tres vuelos intercontinentales que han llegado a la vez].
Íbamos en cola subiendo y bajando escaleras. Una cola para mexicanos, otra para
extranjeros y una tercera para las tripulaciones y las personas que necesitaban
asistencia. Qué pena que no se pudieran sacar fotos... Era una estampa curiosa…
Una cola de más de 20 sillas de ruedas con personal de tripulaciones
intercalado, junto a unos preciosos murales muy coloridos.
¡El encuentro con mi amigochix ha sido lo mejor! El hotel es un edificio de 23 plantas con una decoración setentera. Estamos en la 14 y hay una bonita vista de la ciudad. Hemos andado por el centro. Los edificios son preciosos. Lo que más me ha gustado es el Hospicio Cabañas, ahora convertido en museo. En el interior hay unos grandiosos murales de un pintor muy conocido mexicano, José Clemente Orozco. Es una ciudad de muchos colores, de mucha vida. Hemos estado en un mercadillo que era toda una explosión de color. Después hemos tomado un Uber [nunca había montado en uno y le experiencia ha sido muy buena] y hemos ido a S.Pedro Tlaquepaque [recomendación del marido de Lumi para ver mariachis y tomar algo]. Hemos llegado a El Parian, deliciosa comida, mariachis y más color… Según nos hemos sentado ¿qué ha tocado el mariachi? “Como quien pierde una estrella” (Alejandro Fernández), la música que tengo de tono de llamada en el móvil… Y Lumi diciéndome… “Aran, canta con ellos”… todavía no me había tomado el tequila. Hemos pedido una cazuelita, una bebida con trozos de fruta, sal y no sé qué más que venía acompañado de un vasito de tequila… Curioso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario