viernes, 7 de marzo de 2014

Soy feminista


Un año más conmemoramos el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. A quien no conozca la historia de esta simbólica fecha le invito a hacerlo (ver historia). Encabezo este escrito con una afirmación que a más de uno (y de una) les puede parecer extraña, incómoda, trasnochada, innecesaria, etc.

Hace más de doce años que defendí mi tesis doctoral sobre liderazgo femenino. Pasé unos cuantos años estudiando la situación de la mujer, cómo dirigían las mujeres, el techo de cristal, etc. Me llama la atención que pasado tanto tiempo podría suscribir las conclusiones referidas al momento actual, sin apenas cambiar nada. Ese hecho es significativo. La igualdad de oportunidades formal existe en muchas partes del mundo pero está lejos de darse en realidad. Persisten muchas discriminaciones indirectas y sutiles. Y podemos decir que las mujeres siguen siendo las más pobres entre los pobres. Urge dar la vuelta a la situación no sólo por cuestiones de justicia básica (recordemos el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros) sino también por estrategia, porque es la única vía para conseguir un mundo más humano y sostenible. Como señala el Informe de Desarrollo Humano 2013: "La inversión en desarrollo humano no tiene solo una justificación moral, sino que además buena educación, salud y buen bienestar social son esenciales para triunfar en una economía mundial más competitiva y dinámica. En particular, la prioridad de dicha inversión deben ser los más pobres; es necesario insertarlos en el mercado y aumentar sus oportunidades de subsistencia. La pobreza es una injusticia que puede y debe resolverse con acciones concretas. Existen recursos mundiales suficientes para lograr ese objetivo, si se dirigen hacia ese propósito".

Y mientras la igualdad de oportunidades no sea real (y lo hago extensivo a todos los grupos y colectivos que sufren discriminaciones) yo seguiré siendo feminista porque creo que empoderar a las mujeres hace avanzar en desarrollo humano. Entiendo empoderar como el apoyo para: a) la toma de conciencia de su situación y el aumento de su autoestima; b) la capacidad para tomar las riendas sobre la propia vida; c) la movilización para identificar sus intereses y transformar aquello que perpetúa la situación. No hay que identificar empoderar en términos de dominio sobre otros, sino de control de los recursos necesarios para el propio desarrollo. ¡Ojalá llegue el día en que deje de ser feminista porque ya no haga falta!

The girl effect: The clock is ticking

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