domingo, 13 de marzo de 2022

Tras los pasos del peregrino

 


Ignacio de Loyola se define en su autobiografía como peregrino. “Y lo fue, no sólo físicamente, por los miles y miles de kilómetros que recorrió, sino sobre todo por ese otro peregrinaje interior que le fue llevando desde el ‘hombre dado a las vanidades del mundo’ hasta aquél que tuvo como único norte ‘la mayor gloria de Dios’” (García, sf).

Tengo la suerte de haber estado recientemente en Manresa en el cierre de un proyecto de UNIJES, red de los centros universitarios vinculados a la Compañía de Jesús en España, relacionado con la pedagogía ignaciana. Me ha gustado recorrer la Manresa de Ignacio y hacerlo en compañía de las personas con quienes he compartido proyecto durante más de dos años. Y más en este año ignaciano, en el que se cumple el quinto centenario de la herida de Ignacio que fue el detonante de su conversión, y que lleva por lema: "Ver nuevas todas las cosas en Cristo".

Ignacio bajó de Montserrat a Manresa el 25 de marzo de 1522 y permaneció allí 11 meses en los que se fueron configurando su pensamiento y su acción.  En Manresa, como relata en su Autobiografía, tuvieron lugar experiencias místicas y espirituales que le inspiraron su obra principal Ejercicios Espirituales (EE), que es un método para ayudar a encontrar a Dios en la propia vida, una invitación a realizar una experiencia humana profunda.

Había estado antes en la cueva de Manresa pero no había captado todo el simbolismo que la envuelve hasta la explicación de Alberto Núñez, sj. Desde un lateral del santuario nos vamos introduciendo como en un embudo que se va estrechando. Nos vamos ‘abajando’ para entrar en la profundidad de la cueva. En realidad, no es una cueva sino un saliente rocoso que en tiempos de Ignacio no era visible desde el exterior ya que estaba tapado por unas zarzas. Es un lugar privilegiado porque, si el tiempo lo permite, permite ver el macizo de Montserrat.

En la ante cueva se nos presenta el libro de los EE. En la estancia hay imágenes de ángeles que sostienen frases de los EE y relieves con escenas de la vida Ignacio relacionadas con sus enseñanzas de los EE. En la parte alta encontramos personajes famosos de la historia de la iglesia que han realizado los EE. El suelo cuenta con unos bellos mosaicos: un girasol que representa el corazón del hombre que busca a Dios, un cañón y una bala en recuerdo de la herida de Ignacio y su escudo familiar flanqueando la puerta.

La cueva era el espacio para la intimidad del peregrino. No la vemos como él la conoció, pero podemos intuir algo de lo que allí vivió. Invita a la reflexión y el discernimiento. Los mosaicos del suelo muestran dos bellas metáforas en diálogo: por un lado, el dragón que representa las batallas que libró, la repulsa de sí mismo, su noche oscura; por otro la cierva que evoca el salmo 41: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo”.

Me quedo con el mantra con el que terminamos la contemplación de la mañana del viernes:

Gusta el silencio
Abandónate en Dios
En él descansa

Asimismo, invito a hacer un recorrido por los maravillosos mosaicos de Marko Rupnik que engalanan el santuario y hacen un recorrido por las cuatro semanas de los EE.



Referencias

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