lunes, 23 de marzo de 2020

Ya volverán los abrazos

[He publicado esta entrada el 23.03.2020 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]

Escribo estas líneas, más bien las lloro, el sábado. Es el primer día que salgo del confinamiento para ir al súper y encontrarme en la cola con mi marido, después de una semana sin vernos. El lunes, cuando se publique esta entrada, se cumplirá nuestro primer año de matrimonio. Por decisión compartida cada uno sigue viviendo en su casa. El encierro lo estamos viviendo yo con mis hijos y él en su casa, a cinco minutos de la mía, a la que se mudó hace unos meses. Nos separa el catarro y la prudencia, ya que mis hijos y yo tenemos mocos y él está bien.

Creía que salir a la calle y verle me iba a animar ya que no salir me estaba empezando a pesar. No ha sido así… La calle infinitamente más vacía de lo habitual, la cola en la entrada del supermercado, los guantes, las mascarillas, las personas evitando cruzarse demasiado cerca, incluso evitando mirarse… me ha invadido una tristeza que me ha costado comprender y asimilar…

Me vienen a la cabeza unos versos de la canción Codo con codo de Jorge Drexler:
Ya volverán los abrazos,
los besos dados con calma,
si te encuentras un amigo
salúdalo con el alma.

Sonríe, tírale un beso,
desde lejos sé cercano,
no se toca el corazón
solamente con la mano.
Racionalmente sé que no se toca el corazón solo con la mano, que se puede saludar con el alma, que ya volverán los abrazos… pero ahí radica mi tristeza. En la falta de contacto. Me ha resultado desgarrador estar con mi marido y no poder darle un beso. No poder abrazarle. No poder dejarme abrazar… con uno de esos abrazos que recomponen el alma. Afortunadamente puedo apapachar a mis hijos. Apapachar, preciosa palabra que dicen que es la más bella en castellano [véase el vídeo]. Pero parece que no es suficiente… echo mucho de menos a toda mi gente… a la de todos los días y a la que veo menos pero que siempre está ahí.

Curiosa paradoja la que vivimos en este momento… para poder volver a estar cerca tenemos que mantenernos lejos. Me acuerdo mucho de una amiga que ha muerto recientemente y que pasó la última época de su vida aislada en un hospital… ¡Qué duro! Ver que se te escapa la vida y no poder estar con los tuyos. Seguramente esto le está sucediendo a la gente que está perdiendo la vida estos días. Están recibiendo los mejores cuidados posibles pero no les puede sostener la mano un ser querido…

No quiero que parezca que estoy desolada… llorar me limpia el alma y la mente y me hace reconectar. Me brotan los versos de una canción que me llena de energía… “Recuerda que tenemos sólo un viaje de ida / Y hay que darle gracias siempre a la vida”.


4 comentarios:

  1. He enviado ya el comentario pero no estoy segura que os haya llegado. un saludo

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  2. Kaixo Arantza,en primer lugar agradecerte que nos hayas colgado las clase con unos días de antelación.
    Decirte que yo miro hacia arriba y abro los hijos,pero también cierro los ojos y veo y oigo ami ama,a mi aita,a mi hermano,y lo primero que me sale es una sonrisa,de sentirles tan cerca,y respirar con ellos me hace sentirme muy bien.Como también me hace sentirme bien las 26 llamadas que hago a diario a mi equipo de personas mayores,done le hago del hombre del tiempo,leemos unas hojas de un libro,hablamos de los tiempos pasados,de la niñez,y cuando nos despedimos me dicen que ha sido lo mejor del día que me quieren y mandan muchos besos por teléfono,ellos a mi también me hacen tener unos de mis mejores momentos del día y todo a través de la distancia telefónica
    Te deseo lo mejor y que os mejoréis de esos "mocos" y a seguir disfrutando de la vida (aunque a veces nos la pone un poquito difícil)
    Nos vemos

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  3. Buenos días.
    Me adhiero al agradecimiento que expresa Hilario por el hecho de haber colgado la clase con antelación y así facilitar que los alumnos la podamos explorar con calma y en el momento que mejor nos convenga, lo que parece que es una de las premisas que importan de manera relevante a nuestro colectivo.
    Creo que entiendo bien tu sentimiento respecto al hecho de escribir Arantza, ciertamente la escritura puede funcionar como atemperador de emociones y estados de ánimo.
    Un saludo solidario, nos vemos en clase¡
    Elena

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