martes, 24 de mayo de 2016

El compromiso detrás de la mirada: Gervasio Sánchez


Del 20 al 22 de mayo se celebró el Bilbao Photo Experience. Gracias a mi profesora de fotografía, Belén Ibarrola Goiri, pude asistir a la ponencia de Gervasio Sánchez, fotógrafo especializado en fotoperiodismo de guerra, quien ha mirado más allá de su cámara los grandes conflictos de Europa, Asia, África y América Latina por más de treinta años. Salí conmovida de la conferencia, que fue mucho más que conocer su excelente labor fotográfica. Podría resumir lo vivido con una frase… El compromiso detrás de la mirada… las historias y los nombres más allá de la instantánea
Presentaré aquí algunas de las ideas que compartió y la reflexión que a mí me suscitaron.

Comenzó su charla subrayando el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2016, otorgado al fotoperiodista estadounidense James Nachtwey, “conocido por sus cuatro décadas de trabajo en guerras, campos de refugiados y ciudades castigadas por catástrofes naturales o ataques terroristas”.

Me impactó que continuó diciendo que no se atrevía a describir la guerra y el dolor que genera, que va más allá del “bang-bang”. Una guerra no se acaba cuando se deja de disparar, ni cuando dice Wikipedia... Acaba cuando se superan las consecuencias y eso puede tardar años, décadas o no darse nunca… Sin embargo, algunos periodistas se piensan que ellos son los protagonistas… Señaló que cada vez le importa menos  el “bang-bang”, que ha dejado de centrarse en la parte efectista. Le interesa más la vida cotidiana, el cómo sobreviven las personas… Según él los muertos son el ‘menor’ de los problemas de una guerra… ¿Qué pasa con los supervivientes? Así dicho puede sonar un poco fuerte pero cobra todo el sentido al seguir todo su discurso…

Comentó que desde hace dos décadas más que mostrar el “bang-bang” hace visibles historias con nombres y apellidos. Cada muerte deja una historia inconclusa. Ese niño, esa niña que mueren en una guerra podrían haber sido un Premio Nobel, los descubridores de la cura de alguna enfermedad… El día que veamos las guerras en función de las historias inconclusas nos lo tomaremos en serio. Y no hay que olvidar que cada vez que hay una guerra hay quienes hacen negocio y siempre se encuentran muy lejos de la primera línea de fuego. A pesar de su optimismo decía que por esa razón (los beneficios que generan) es muy difícil que dejen de formar parte de nuestra vida. Investigadores de la Universidad de Cambridge han mostrado evidencias de lo que parece que fue una matanza hace cerca de 10.000 años en Kenia. Él se ha encontrado con muchas personas cercanas a los 30 años, en países con una esperanza de vida que ronda los 40, que no conocen lo que es un país sin guerra… Es duro… Yo me pregunto cuáles serán los resortes de Gervasio para mantener el optimismo y la esperanza después de haber vivido de cerca por elección tanto dolor…

Para Gervasio la vida en medio de la guerra tiene mucho más valor. Comentó que hizo su primer trabajo en Sarajevo en blanco y negro para evidenciar que podría ser cualquier guerra, en cualquier tiempo y lugar, que todas las guerras comparten imágenes. Y en medio de toda guerra la vida continúa. Lo que pasa ahora en Siria ya pasó en Bosnia hace algo más de 20 años. En Europa hemos conseguido no matarnos. Hemos inventado auténticas brutalidades (esclavitud, nacismo, etc.) pero hemos conseguido dejar de matarnos; aunque seguimos apoyando matanzas en otros lugares. Cuando cayó el muro de Berlín él se encontraba en El Salvador. En aquél momento llegó a pensar que se iba a quedar sin trabajo. Antes había dos potencias y había cierto ‘control’, ahora hay caos. Según él hemos llegado a un momento en que todo puede empeorar. Nunca ha habido tantos refugiados y desplazados.

Una clave de su trabajo es que ha intentado ser compasivo. ‘La dignidad es lo que importa’. Según él es importante acercarte al dolor y pensar qué harías si estuvieras en su lugar. Ha renunciado a la foto impactante, que genera mucho debate y declaraciones vacías, como la foto del niño de dos años que apareció muerto en la playa. A raíz de ese último hecho hubo muchas reflexiones indignantes. Quizá lo mejor hubiera sido el  silencio del luto…

Al ver de cerca tanto dolor y sufrimiento constata que resulta difícil gestionar los sentimientos. Genera mucha impotencia y desesperación ver que todo se repite; es más, cada vez presencia escenas de mayor sufrimiento. Es complicado gestionar lo que ves, te lo tienes que ‘tragar’. Como ‘anécdota’ cuenta que en 1994 salió de Ruanda después de ver morir a miles de personas y se fue a descansar y desconectar a las playas de Siria. Y ahora…

Contó que cuando empezó su carrera profesional pensaba que lo que hacía serviría para algo, para golpear conciencias y abrir debate, para mejorar el mundo. Dio un consejo muy claro: hay que ser críticos y autocríticos. No se puede ser complaciente con lo que ocurre y con el poder. Él hacía una reflexión, ¿voy donde quiero? La respuesta es clara, “no, voy donde me lleva la ola mediática”.

Después de haber cubierto el cerco de Sarajevo durante tres años conoció la historia de Kuito (Angola) donde habían muerto tres veces más personas que en Sarajevo en el plazo de apenas 9 meses. Y se preguntaba, ¿dónde estaba yo cuando morían tantas personas? Así empezó el proyecto Vidas minadas que fue financiado por el dueño de varias revistas del corazón. Comentó que la suya es una profesión en la que un grupo reducido ha pervertido la esencia de la misma. Es necesario buscar equilibrios entre los tiempos de los proyectos y el modo de hacer las cosas, lo que exige mucho coraje. Los políticos y los Directores de comunicación quieren que los proyectos se hagan rápido… Y cada proyecto necesita su tiempo. “Los periodistas debemos vigilar al poder político y económico y no acostarnos con él”.

Para él es más difícil editar que fotografiar. Le interesa encontrar el hilo narrativo. Muchas veces al escribir lo que más le cuesta es la primera frase. Cuando tiene claro el hilo y la historia va todo seguido… Muchas veces le preguntan cuál es la foto que más le gusta. Suele decir que muchas veces las que han tenido menos brillo porque son las que le han conducido a las que han sido comunicadas, las que aparecen en los reportajes, las que todos eligen…

Uno de los nombres y apellidos del proyecto de Vidas Minadas es Adis Smajic a quien conoció poco después de que con 13 años le estallara una mina antipersona que se activó al recogerla del suelo para que nadie la pisara. Una mina que cuesta 6 euros, y a alguien le da un beneficio de 3, cambió su vida para siempre. Con 13 años ya era un veterano de guerra que se ha tenido que someter a más de 30 operaciones para paliar las consecuencias. Gervasio ha acompañado a Adis durante años y le ha visto crecer, conocer el amor y le ha acompañado en el nacimiento de su hijo… (véase el vídeo del final).

Otro proyecto al que Gervasio se ha dedicado desde 1998, recopilando material en diez países, es Desparecidos. Según él la desaparición forzosa es el mayor drama de una guerra. Los escombros desaparecen, los heridos se pueden curar, los muertos se entierran, las tumbas se arreglan… Pero… ¿Qué pasa con los desaparecidos? ¿Qué ocurre cuando todos quieren mirar hacia adelante pero hay quienes se han quedado atrapados? Normalmente no trabaja en España porque aquí viene a descansar, pero a raíz del comentario de una periodista el epílogo del libro lo dedicó a España. ‘La dignidad es lo que importa’. Las víctimas tienen derecho a encontrar una respuesta a su drama. Muchas de las actuaciones del Gobierno de Los Estados Unidos son criticables pero después del 11-S se comprometió a recuperar todos los restos humanos y han realizado programas y pruebas de ADN a los familiares para hacerlo. Hay quien ha recibido una uña… Se ha encontrado con gente que dice que para qué hacer tanto esfuerzo. La respuesta es clara… Pregúntate… Si fuera mi hijo o hija, padre o madre, esposo o esposa, hermano o hermana ¿qué haría?

Otro nombre propio… Ascensión Mendieta, que tenía 88 años cuando fue a Declarar a Argentina para que exhumaran el cuerpo de su padre de una fosa común en el cementerio de Guadalajara. Ascensión tenía 13 años cuando su padre murió. El tiempo apremia... Ella ahora tiene 90 años y está a punto de conseguir recuperar el cuerpo de su padre gracias a una jueza argentina y un sindicato noruego. Su razón para tanta lucha: cuando muera quiere que le entierren en la misma tumba que a su padre.

Gervasio comentó que con el tiempo ha caído en la cuenta de que en las desapariciones forzosas las víctimas no son los muertos, sino las familias que pasan años buscando. Él nunca ha escuchado la palabra venganza al pie de una fosa común, en ningún lugar del mundo.

¿Qué me llevo yo de la conferencia? Tocar una vida es fácil, transformarla no tanto… Basta con conectar con las emociones para producir un impacto; pero cuando tocas la vida de alguien tienes una  responsabilidad… Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad…

Para finalizar la historia de Adis Smajic, extracto tomado del documental Imprescindibles- Gervasio Sánchez, testigo de guerra, reconocido con el Delfín de Oro del Festival de Televisión de Cannes y emitido por la 2 de RTVE el 23 de octubre de 2014.


miércoles, 4 de mayo de 2016

Reconciliación: Análisis de la realidad desde la fuente de vida

[He publicado esta entrada el 04.05.2016 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]


Tengo la suerte de haber estado del 26 al 29 de abril en Loiola en una formación que se enmarca en un plan que dura cuatro años. El segundo día trabajamos el tema de la reconciliación con Elías López sj, consultor del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en el ámbito de la reconciliación. Le acompañaba Manu Arrue sj, responsable de Paz y Reconciliación de la Diócesis de Bilbao. 

Realizamos un trabajo colaborativo en el que vimos qué se aporta a los procesos de paz y reconciliación desde la espiritualidad ignaciana (espíritu ≡ aliento vital). Que nadie se asuste por el término… “La espiritualidad ignaciana intenta ayudar a vivir la vida de una forma integrada”, a la manera de Ignacio de Loiola.

Empezamos la mañana con el ejercicio de Mindfulness (atención plena) que aquí sintetizo:

El lugar… inmejorable, el jardín que está detrás de la Basílica de Loiola. En un corro hicimos unos ejercicios para trabajar la lateralidad y relajarnos. Después recibimos la invitación de cerrar los ojos y dejarnos llevar para trabajar la atención plena, realizando el siguiente recorrido:

Cada uno realiza tres inspiraciones profundas con la invitación de soltar, relajarse y sentir el cuerpo (las sensaciones que percibe).

Después cada uno respira a su ritmo llevando la atención a la respiración. Si llega una distracción practicamos las 2 R: no me Resisto; no Retengo (esta pauta se mantiene durante todo el ejercicio).

Empezamos a respirar diciendo mentalmente DENTRO al inspirar, FUERA al espirar. Así estamos un rato (de fondo siempre las 2 R).

Después llevamos la atención al silencio entre el DENTRO – FUERA y el silencio entre FUERA-DENTRO. Lo repetimos varias veces para luego llevar la atención al silencio que SOY.

Dirigimos nuestra atención al centro del silencio que SOY. Allí me encuentro una puerta. Me acerco, la miro y la abro. Me lleva a mi jardín interior. Me fijo atentamente cómo es mi jardín, qué veo, qué escucho… Me percato de que se oye el rumor de un riachuelo. Me acerco y lentamente lo remonto hasta llegar al origen. Ahí está la FUENTE QUE ME DA VIDA. Disfruto de la fuente, la observo, conecto con ella. Después de disfrutar esa conexión voy abandonando poco a poco mi jardín interior…

Es difícil describir lo sentido durante el ejercicio... Me faltan las palabras… Me sorprende mi jardín interior. Me siento muy a gusto en él. Percibo mucha fuerza, mucha energía. Según remonto el riachuelo veo rostros de personas, las personas de mi vida. Al llegar a mi fuente de vida no puedo reprimir el llanto. Me embarga la emoción…

Al acabar el ejercicio y volver a la sala, dejando atrás la naturaleza, hacemos nuestro primer registro del día (examen, que diremos más adelante):

¿Qué siento aquí y ahora? La sensación corporal es liviandad, me siento ligera; y el sentimiento es de gratitud.
¿A qué me mueve? Aparecen sin pensarlo tres verbos: amar, abrazar, sonreír

Ese simple registro es de una gran profundidad y ayuda. Doy un paso atrás (conecto con mi fuente de vida) para dar un paso adelante (a qué me mueve, desde la positividad). Para superar conflictos es fundamental hacer un análisis contemplativo de la realidad, un análisis desde la fuente de vida. [Esta es la vía para ganar en libertad interior, indiferencia, dirá Ignacio: da un paso atrás; respira; haz silencio; conecta con tu fuente de vida; entrega; agradece; da un paso adelante; transforma].

Una frase nos acompaña durante todo el día: “la inteligencia no está entre las orejas, sino entre narices”. La inteligencia es comunicativa, es fundamental incluir la voz del otro. A continuación reproduzco el mapa que construimos de forma colaborativa todas las personas asistentes después de responder a cuál es la primera palabra que relacionamos con reconciliación:


El contexto desde el que hablamos es el de la violencia que existe a distintos niveles: personal, educativo, social, religioso, político, ecológico, generacional, de género, etc. Hay que constatar, además, que las redes de violencia son muy complejas.  “RE-CON-CILIAR ≡ Volver – juntar – llamada”. Ha habido una ruptura porque ha habido una injusticia que atenta contra la dignidad. Algo muy importante es discernir la reconciliación según tiempos, lugares y personas, para dar modo y orden (éste es un concepto muy ignaciano y se refiere al cómo y al cuándo; al procedimiento, la metodología, que debe de ser siempre personalizada y acompañada). En los procesos de reconciliación siempre hay que poner una silla vacía, hay que pensar en quién queda excluido. Hay que ‘interrumpir’ para que la narrativa no sea totalizante, sino abierta y dialogada. El espacio es fundamental. Hay una vieja máxima inglesa que dice “Where you stand, depends on where you sit”. Dónde tenemos puestos los pies determina; defendemos dependiendo de dónde estamos sentados. Elías nos contó un testimonio conmovedor. Doña Socorro, una mujer a la que conoció en Cúcuta (Colombia), era una desplazada interna del proceso de reconciliación. Ella quería justicia pero no confiaba en la humana. En el conflicto mataron a su marido, su hijo, su nieto, un hijo estaba encarcelado y otro hijo desaparecido desde 2006. Ella veía que a cambio de verdad se podía reducir la responsabilidad penal (así sucedió con el asesino de su hijo). Y decía algo como: “¿Quién soy yo para perdonar? ¿Acaso puedo perdonar un dolor tan grande? Lo pongo en las manos de Dios. Así se alivia algo el dolor y yo algo también perdono…”. Doña Socorro es el ejemplo de que la reconciliación es posible. Su hijo desaparecido apareció muerto. Le dio sepultura y ahora vuelve a sonreír…

Cuando nos encontramos ante un conflicto, que no es otra cosa que la percepción de una incompatibilidad (es relacional), podemos abordarlo desde tres perspectivas: 1) Resolución de conflictos (tienen solución); 2) Gestión de conflictos (podemos dominarlo a través de técnicas); y 3) transformación de conflictos (partimos de que nunca se resuelven del todo, pero suponen una oportunidad de crecimiento). La reconciliación es una forma de transformar conflictos. “Para no vivir alienado, alinéate”.


La reconciliación es un proceso relacional colaborativo, en el que hace falta mucha creatividad; se necesita cambiar de perspectiva ¿Y qué se necesita para trabajar el estilo colaborativo? Escucha, empatía, verdad, etc.

Para Ignacio el deseo es lo que marca a la persona. Una vez se ha conectado con la fuente de vida hay que redefinir todo lo anterior. Una persona que está en contacto con la fuente de vida gana en libertad interior. En este proceso Ignacio da una gran importancia al Examen del día (es lo único que marca como obligatorio para los jesuitas). Se trata de al final del día dar un paso atrás para conectar con la fuente de vida y preparar el día siguiente.

Para transitar entre víctima y victimario hace falta una pedagogía del perdón que Elías López propone como la resultante de dos modelos en diálogo: 1) la justicia transicional (TARR, por su siglas en inglés) y 2) el sacramento del perdón (no voy a profundizar aquí; dejo para quien quiera este artículo de Elías).


Para terminar, una frase que me dio qué pensar… “Lo importante no es si estoy herida o no, sino cómo toco la herida, desde dónde toco la herida”… Conectemos con nuestra fuente de vida y desde ahí analicemos la realidad y sanemos las heridas…