viernes, 8 de octubre de 2021

El dolor se aprende (y se puede desaprender)

 

El pasado 4 de octubre en la Universidad de Deusto se cubrió el aforo presencial del acto de presentación del documental “El dolor se aprende y se puede desaprender” [1]. Mucha gente lo seguimos en streaming. Estuvieron presentes varias de las personas protagonistas del mismo, entre ellas Arturo Goicoechea (Jefe de la Sección de Neurología del Hospital de Santiago de Vitoria hasta su jubilación en 2011), impulsor del Modelo del Error Evaluativo Neuroinmune.  

Veamos cómo define IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) el dolor y seis apuntes claves sobre el mismo: “Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial” [2] [3]

  • “El dolor es una experiencia personal influenciada en diferentes grados por factores biológicos, psicológicos y sociales”.
  • “El dolor y la nocicepción son fenómenos diferentes. El dolor no puede ser inferido solamente por la actividad de neuronas sensoriales”.
  • “Las personas aprenden el concepto de dolor a través de las experiencias de vida”.
  • “Si una persona manifiesta una experiencia dolorosa, esta debe ser respetada”.
  • “Aunque el dolor usualmente cumple una función adaptativa, puede tener efectos adversos sobre la funcionalidad y el bienestar social y psicológico”.
  • “Una de las maneras para expresar dolor es por la descripción verbal; la incapacidad para comunicarse no niega la posibilidad de que un humano o animal experimente dolor”.

La Sociedad Española del Dolor señala que el dolor es una experiencia humana universal que se produce 100% en el cerebro, con independencia de cómo se sienta o cuál sea su duración. El dolor crónico, que afecta al 20% de la población mundial, tiene más que ver con la sensibilidad del sistema nervioso que con cambios estructurales en el cuerpo. En estos casos es importante prestar atención a los pensamientos y creencias. Encontrar mecanismos que reduzcan el estrés y relajen el sistema nervioso contribuye al bienestar emocional y a reducir el dolor. La dieta y el estilo de vida también influyen (atención con la nutrición, el tabaco, el alcohol y los niveles de actividad). Reconocer emociones profundas puede ser parte del proceso de curación. También es fundamental la actividad física y la funcionalidad. Lo ideal es moverse en niveles cómodos y sin miedo, porque así el cuerpo no se protege con dolor y se van recuperando progresivamente los tejidos corporales. [4 - Este vídeo es muy recomendable]

“Tres son los mecanismos fisiológicos desde los que se presenta el dolor. El dolor nociceptivo es un dolor adaptativo, el que va ligado a los tiempos de curación que varían según la lesión y el tipo de tejido. El dolor neuropático es un dolor ligado a los nervios, que normalmente evoluciona bien, a pesar de ser intenso durante las primeras semanas/meses. El dolor crónico es el dolor que persiste en ausencia de lesión o a pesar de la curación de los tejidos (a partir de 6 meses/un año de duración)” [2]

Como señala Arturo Goicoechea, el dolor existe, no hay más que escuchar a las personas que lo sufren. Pero no siempre que hay dolor, hay enfermedad. Puede haber dolor sin daño y daño sin dolor. Esto no quiere decir que el dolor sea psicológico. Es necesario saber dónde y cómo se construye el dolor [5]. Sin embargo, como se puede ver en el documental, muchas personas con dolor crónico se habían sentido profundamente incomprendidas: “Nadie me daba una solución”, “Me decían que tenía que aprender a vivir con dolor”, “Llegué a no creer en mi cuerpo”. En el diálogo Arturo Goicoechea contó el caso extremo de una persona que le comentó que un médico le dijo: “Usted es una de esas pacientes que hacen que uno tenga ganas de tirarse por la ventana”.

Hay dos formas muy diferentes de conceptualizar el dolor crónico. La apuesta de Arturo Goicoechea, que está avalada por la Neurociencia, es que el cerebro no modula el dolor, sino que lo construye. “Hay profesionales que conceptualizan el dolor crónico como una enfermedad, ‘de origen multifactorial’. Otros defendemos la ‘no enfermedad’, el cerebro sano que gestiona un organismo razonablemente sano pero que lo hace desde un estado de alerta injustificado, disfuncional, es decir, equivocado” [6].

En el documental dan testimonio profesionales del ámbito de la salud (medicina de familia, fisioterapia, etc.) que han comprobado cómo personas que han participado en los cursos no solo han mejorado en la gravedad del dolor y la intensidad de los síntomas, sino que han mejorado su calidad de vida. Y llegan a afirmar: “Atiendo de forma diferente”, “Ya no puedo ejercer como antes”, “Hemos obtenido resultados mejores que ensayos clínicos”. 

También está el testimonio de personas que han sufrido dolor crónico por mucho tiempo y que han sido protagonistas de la mejora en su calidad de vida: “Ahora tengo un botiquín en forma de conocimiento”, “Cuando ahora aparece el dolor aprieto más”.

Cierro con las palabras que definen el propósito del documental y que aportan luz para muchas personas: “Nuestro propósito es abrir una puerta hacia la esperanza a los pacientes de dolor crónico, haciéndoles ver que este abordaje está funcionando. Era necesario abrir una ventana, plantar una semilla, aclarando siempre que son varias las sesiones necesarias para entenderlo, pero dejando claro que hay un hilo desde el que empezar a destejer y volver a tejer” [7].


Referencias