[He publicado esta entrada en el Blog de Doce Miradas el 06.11.2018]
Hace tiempo escribí una entrada en mi blog que llevaba por
título “El peligro de la historia única”, que es el de una charla TED que dio la
escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en 2009. En dicha entrada llegaba
a esta conclusión:
“La charla también me hacía
pensar en la lucha feminista, en el patriarcado. Durante muchos, demasiados,
años la historia de las mujeres ha sido contada e interpretada por hombres. La
voz de la mujer ha sido silenciada o minusvalorada… Todo cambio hacia la real
igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres pasa por superar la historia
única”.
El patriarcado está inscrito muy fuerte en nuestro ADN
social. Una muestra de ello la podemos ver en el vídeo de BBC News Mundo (2018)
en el que se propone el siguiente acertijo:
“Un padre y un hijo viajan en
coche. Tienen un accidente grave, el padre muere y al hijo se lo llevan al
hospital porque necesita una compleja operación de emergencia. Llaman a una
eminencia médica pero cuando llega y ve al paciente dice: ‘No puedo operarlo,
es mi hijo’”
Como se explica en el vídeo incluso personas con mucha
conciencia feminista no se plantean que la respuesta es que la eminencia médica
es la madre debido a la “parcialidad implícita”, que tiene un origen cultural
pero que se vuelve parte de un proceso automático. Yo misma cuando acabé mi
tesis doctoral sobre el tema del liderazgo femenino llegaba a la conclusión de
que, en gran medida, estaba alienada. Ir contra los “mandatos sociales” exige
estar muy alerta, a sabiendas de que algunas veces no caerás en la cuenta y
reproducirás los mecanismos que perpetúan las diferencias.
Recientemente he leído un nuevo artículo de Adichie (2018),
cuyo título es: “El silencio es un lujo que no podemos permitirnos”. En él invita a la
valentía, a romper el silencio, a ir en contra de lo establecido y luchar por
la justicia. “Es la hora de la valentía, que no es la ausencia de miedo sino la
decisión de actuar a pesar de tenerlo (…) Esa experiencia [una relacionada con una visita a la iglesia de su niñez en la que se
habían dado pasos hacia atrás] me hizo abandonar mi idea boba y romántica
de que ‘hablar claro’ va unido a la certeza de un apoyo generalizado. Pero me
aclaró la importancia de hablar de lo que importa: no se debe hablar porque uno
esté seguro de que le van a apoyar, sino porque no puede permitirse el silencio
(…) Mi responsabilidad como ciudadana es la verdad y la justicia”. Las mujeres
tenemos que unirnos y dar a conocer nuestra voz. Y más cuando, como dice
Adichie (2018), “sabemos por las investigaciones que las mujeres leen libros
escritos por hombres y por mujeres, pero los hombres leen libros escritos por
hombres”. Los relatos de las mujeres son para todas las personas porque hablan
de la humanidad. Como decía Mao Zedong, “Las mujeres sostienen la mitad del
cielo, porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo”.
Dar a conocer nuestra voz pasa por reconocer las discriminaciones
múltiples y la necesidad de una aproximación interseccional. “Considerar además
del género, otras desigualdades exige pasar de un enfoque unitario a un enfoque
que ha de integrar desigualdades múltiples que incluyen primero la raza y la
clase social, luego en lugar de la clase social lo harán la edad, la religión o
creencia, la discapacidad y la orientación sexual” (Expósito, 2012, 207). No se
trata de dar a conocer la voz de la mujer sino las voces de las mujeres, que
son muchas y muy diversas en función de las mencionadas discriminaciones
múltiples.
Y una de las mejores vías para hacerlo es a través del
ejercicio de la sororidad, entendida como “una experiencia de las mujeres que
conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y
política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para
contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas
de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al
empoderamiento vital de cada mujer” (Lagarde, 2006, 126). En definitiva son
pactos entre mujeres a favor de mujeres y para hacer del mundo un lugar mejor
para todas las personas.
Apostemos por la sororidad. Como dice Burgos (2018), en lugar
de seguir el “mandato” y competir con cada mujer con la que te cruces, “decide ser su igual, su hermana, su amiga, su
aliada. Decide sustituir la envidia por admiración, las críticas por apoyo, la
lucha por amor”.
Referencias
- Adichie, Chimamanda N. (2009, julio). Chimamanda Adichie: El peligro de la historia única. [Archivo de vídeo]. Recuperado de: https://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story?language=es
- Adichie, Chimamanda N. (2018, 26 de octubre). El silencio es un lujo que no podemos permitirnos. El País. Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2018/10/26/babelia/1540567059_956054.html
- BBC News Mundo (2018, 8 de marzo). El acertijo que puede mostrarte algo de ti mismo que quizás no sabías [Archivo de vídeo]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=AYRg2DPj-FM
- Burgos, S. [SandraBurgos 30K] (2018, 30 de enero). Querida Eva... (Carta A La Sororidad, Carta A Una Mujer). Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=ibmG8dlApRw
- Expósito Molina, C. (2012). ¿Qué es eso de la interseccionalidad? Aproximación al tratamiento de la diversidad desde la perspectiva de género en España. Investigaciones Feministas, 3, 203-222
- Lagarde, M. (2006). Pacto entre mujeres. Sororidad. Aportes para el debate, 123-135. Ponencia para la Coordinadora Española para el lobby europeo de mujeres. Recuperado de: https://www.asociacionag.org.ar/pdfaportes/25/09.pdf
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