[He publicado esta entrada el 01.06.2020 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
“Es un poco raro para mí contar mi historia para otros. Pero quería hacerlo porque sé que en los momentos más difíciles de mi vida, cuando estaba desesperado, si hubiera escuchado a alguien contarme algo parecido me hubiera ayudado… Da igual en el momento que estés, guerra, muerte, dolor, tristeza, enfermedad, soledad, da igual… La vida puede ser transformada con tu pasión, con tu fe, con tu amor, con tu confianza, con tu dignidad… Todas las historias del mundo deberían ser contadas para que al escuchar con el corazón abierto los unos las historias de los otros nos ayudaremos a vivir… Cada historia es una partitura única y la suma de todas es la melodía de este mundo que llamamos tierra, es el sonido de esta gente que somos los humanos… Tu historia es importante. Sean cuales sean tus sueños, cree en ti. Defiende la mejor versión de ti. Con toda tu voluntad para conseguirlo. Porque tu ejemplo iluminará a tu gente, iluminará tu vida, a ti y hará que las cosas cambien… De las peores circunstancias se puede sacar oro. Si tú quieres, puedes” (Ara Malikian).
Tengo que decir que nunca volveré a escuchar de la misma forma esa aria, que es de una grandísima belleza y que hace vibrar todo mi ser. Estas palabras la acompañarán inevitablemente… Y hoy resuena especialmente “Todas las historias del mundo deberían ser contadas”.
Tengo un gran amigo a quien no veo mucho en persona, pero a quien llevo en mi corazón, y con quien comparto conversaciones muy profundas. Le recomendé el documental antes de haberlo visto yo misma y me dijo que la vida de Ara Malikian le recordaba la suya en algunos puntos. En nuestra última conversación, una de las más largas que he mantenido nunca por teléfono, le sugerí que escribiera su historia. “¿Para qué?”, me preguntó. “Para los tuyos, para que no se olvide”, le respondí.
Después de ver el documental confirmo una idea que tengo desde hace mucho tiempo: Todas las historias son importantes, y merecen la pena ser contadas, ya que forman parte de la melodía de la vida, de la humanidad. Y me surgen nuevas preguntas: ¿Veríamos igual a las personas si conociéramos sus historias? ¿Nos comunicaríamos mejor? ¿Crecería el entendimiento entre las personas? ¿Si conectáramos nuestros corazones y nuestras vidas habría tantos conflictos y tantas escaladas de los mismos? ¿Sería el mundo como lo vemos ahora si realmente comprendiéramos que todos formamos parte de la melodía de la vida?
Estoy convencida de que toda vida tiene sentido. Algunas vidas se tuercen, pero ¿no será porque no han tenido a quién escuchar y quiénes les escuchen de verdad? ¿No se podría haber hecho algo para hacer la diferencia? Os animo y me animo a que escuchemos la música en cada persona con la que nos encontramos y seamos conscientes de que también es parte de nuestra propia música. Si queremos, podemos.
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