sábado, 13 de noviembre de 2021

Nos queremos mal

 

[He publicado esta entrada el 13.11.2021 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]

Recientemente he descubierto, gracias a una amiga, un poema que me ha llegado muy dentro porque de forma muy bella retrata con palabras algunas de las sombras de nuestra sociedad. Su autora, Patricia Benito, nacida en Las Palmas en 1978, pasó del casino (donde trabajaba como crupier) a dar recitales porque la poesía curaba su alma (ver entrevista aquí).  Si el texto es bello, recitado y acompañado de una danza de fondo me emociona hasta las lágrimas (ver el vídeo que acompaña a esta entrada).

Todo el poema me interpela, pero voy a reproducir y comentar los versos que más lo hacen:

No nos dejamos tiempo
para echarnos de menos,
y en los abrazos
ya ni cerramos los ojos.

Nos queremos mal.
Y rápido.

Como el conejo de Alicia en el país de las maravillas, nos pasamos la vida quejándonos de que no tenemos tiempo, sobre todo, cuando se lo robamos a aquello o aquellas personas que decimos que son lo más importante en nuestra vida. El tiempo de calidad es fundamental, pero la cantidad por supuesto que importa. Yo he descubierto esto a medida que mis hijos han ido creciendo y con ellos el reproche hacia mí misma: “Deberías haber pasado más tiempo con ellos”. Y el autorreproche aumenta al pensar en mis mayores que ya no están. Esto me recuerda los cinco arrepentimientos más comunes ante la muerte, según la enfermera de paliativos Bronnie Ware: 1) “Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera”; 2) “Ojalá no hubiera trabajado tanto”; 3) “Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía”; 4) “Habría querido volver a tener contacto con mis amigos”; 5) “Me hubiera gustado ser más feliz”.  A veces, para vencer la desazón que nos produce no estar dedicando tiempo a lo que realmente importa pasamos de unas actividades a otras sin dejar espacio ni silencio para confrontar nuestra vida y sus vacíos.

Y qué decir de los abrazos… Cuando empezó la pandemia una de las cosas que más echábamos de menos eran los abrazos, el contacto. En una entrada anterior escribía: “Racionalmente sé que no se toca el corazón solo con la mano, que se puede saludar con el alma, que ya volverán los abrazos”. Me gustan los abrazos sostenidos, apretados, con los ojos cerrados… pero hay distancias que son, o al menos parecen, insalvables. Y más después de la pandemia. Parece que hemos cogido miedo a las distancias cortas.

Ciertamente nos queremos mal y rápido. No dedicamos la atención y el tiempo necesarios ni a nosotros mismos ni a aquellas personas con las que tejemos nuestras vidas y nuestros sueños. Vivimos mirando el pasado o poniendo nuestras esperanzas en un futuro que no sabremos si llegará. Y la clave es vivir en el aquí y ahora. Disfrutar de cada momento, de cada encuentro, de cada oportunidad y hacerlo desde el agradecimiento... Siempre estamos a tiempo… ¿Por qué no hacerlo?

Referencias