[He publicado esta entrada el 06.04.2020 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]
Aceptación frente a resignación. La resignación supone asumir lo que hay sintiéndose impotente para actuar. Puede generar desesperación. Nos hace víctimas absolutas de la situación. Cuando adoptamos una actitud pasiva algo le pasa a nuestro organismo que empieza a deteriorarse.
La propuesta es otra: “Tenemos que aceptar esta situación como si la hubiéramos elegido”. Suena paradójico porque en una situación de dolor, dificultad o incertidumbre la reacción más común parece ser la rebeldía, el enfado, la ira contenida (a lo que llamamos resentimiento). Es fácil caer en esos estados de resistencia, cuya consecuencia es que nos debilitamos física, mental y emocionalmente. En esos estados uno de los sistemas más atacados es el inmunológico. La aceptación supone relacionarnos con la realidad como si la hubiera elegido. El lenguaje puede jugar a nuestro favor o en nuestra contra. No genera las mismas reacciones ni conecta con las mismas experiencias hablar de cuarentena o confinamiento que de retiro. El Dr. Alonso Puig prefiere ésta última, aunque la realidad de estar en casa sea la misma. Cuando una persona asume que hay algo de valor a descubrir en una situación el sistema inmunológico se vuelve más agresivo y nuestro ejército natural (las células natural killer) entran en acción y se comen, literalmente, las células malignas.
Nos recordó que la parte del cerebro que más nos define como seres humanos es el área prefrontal, la que está detrás de la frente. Esta área es vital para: 1) las relaciones sociales (para interactuar); 2) prestar atención a lo esencial; 3) la creatividad, para aprender deprisa; 4) tomar decisiones. Esto se sabe por los estudios con personas que han sufrido traumatismos, hemorragias o tumores en esa zona. Y está comprobado que cuando una persona está muy tensa esa zona recibe menos sangre y, por lo tanto, funciona peor. La aceptación es la estrategia más inteligente. Sólo abrazando la situación podremos encontrar algo que compense el dolor y la dificultad.
¿Cómo podemos compensar la balanza?
Imaginemos que tenemos una balanza en la que en un platillo está toda la presión que sentimos en este momento (enfermedad, miedo, económica, soledad, estar lejos de tus seres queridos…). Tenemos que poner algo en el otro platillo que no sea impotencia porque eso nos hundiría en la tempestad. Tenemos que poner algo que nos haga seguir con esperanza. ¿Y qué podemos poner?
- Aceptación. Ya lo hemos mencionado. “Lo que se abraza se desvanece, lo que se resiste, persiste”.
- Cuidado del cuerpo. Tenemos que cuidarnos como nunca. El cuerpo tiene inteligencia somática. Tenemos que cuidar nuestro tubo digestivo (conviene hacer una dieta mediterránea baja en azúcar, el estrés aumenta la avidez por el azúcar). Y también tenemos que cuidar nuestro corazón y nuestra musculatura. Tenemos que movernos. El sedentarismo aumenta la ansiedad e incluso nos puede llevar a la depresión. Y tenemos que descansar y procurarnos un sueño de unas 7 u 8 horas, ya que el sistema inmunológico se vuelve más activo durante el sueño.
- Cuidado de la mente. Es muy importante cuidar el foco. Si todo el tiempo estamos oyendo noticias de muertos, infectados… eso empieza a ocupar todo y nos puede bloquear anímicamente. “Donde pongamos nuestra atención se hará más real para nosotros”. Está comprobado que después del 11-S quienes más revivieron las imágenes de la caída de las torres gemelas desarrollaron más síntomas de estrés postraumático. Tenemos que enfocarnos en las soluciones, cada uno y juntos; centrarnos en las oportunidades porque nuestro cerebro nos ayudará a lograrlo. Las palabras que usamos no son picotas, sino cerezas. Tenemos que usar palabras que nos traigan registros positivos porque eso mejora nuestro estado anímico y ponemos más peso en el platillo. Y tenemos que hacer todo lo posible por superar dos sesgos que se dan en estas situaciones difíciles: a) centrarnos en el pasado, lamentarnos por lo hecho o por lo dejado de hacer; b) proyectarnos en el futuro: ¿qué pasará? ¿qué haré? ¿cómo voy a…? Estos sesgos nos hunden en la tempestad, aumentan nuestra sensación de impotencia. Donde mejor funciona nuestro cerebro y donde más centrado está es en el presente. Y podemos empezar por entrenarnos en centrarnos en el ahora durante 10 minutos al día, cerrando los ojos y fijándonos en las sensaciones de nuestro cuerpo.
- Cuidado del alma. Dr. Alonso Puig no habla de ningún credo religioso aunque abarca a todos los credos religiosos maduros (aquellos cuya base es el amor, el respeto, la ayuda…) y también a quienes no tienen ningún credo pero están convencidos de que el cuerpo es algo más que un conjunto de células. ¿Cómo se añade al platillo de la balanza desde esta dimensión? a) Ejercitando la gratitud, que reduce el miedo y protege al organismo de muchas formas; b) Cuidando de otros, saliendo de uno mismo, conectando con otras personas, ofreciendo cualquier cosa que pueda ser de utilidad, siendo comprensivos con la tensión de los otros; c) Atendiendo nuestra dimensión espiritual, en lugar de dejarnos atrapar por la desesperanza del sinsentido, abrirnos a la esperanza del misterio.
Volveremos a un mundo distinto. Una sociedad más sana física y mentalmente, más justa, más feliz, en la que predominará el reino del ser y no el del tener. Nos habrá servido para transformarnos en una sociedad de mucho más nivel. Que así sea.