miércoles, 21 de diciembre de 2016

Todo vivir humano ocurre en conversaciones…


He elegido como título de esta entrada parte de la frase de Humberto Maturana ya que encuadra muy bien  lo que voy a hacer… Voy a reflexionar sobre  algunas ideas extraídas de la ponencia  “La conversación en el conocimiento, la colaboración y la innovación” de Manel Muntada en la Jornada “El diálogo en las organizaciones”, celebrada el 02.12.2016 y organizada por Funts Project -un laboratorio de ideas creado “para promover un cambio profundo en la realidad organizacional”. [Las frases entrecomilladas están transcritas de la ponencia, que se puede visualizar al final de la entrada]

Como ya he escrito en otras ocasiones, el tema de la comunicación me apasiona. Cuando aún no había empezado los estudios universitarios mi padrino, que fue uno de mis mentores, me regaló dos libros que aún conservo y que me  iniciaron en este tema, La comunicación no verbal de Flora Davis y Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie. Durante varios años impartí la asignatura de Comunicación en las organizaciones y en la presentación de la misma solía decir al alumnado que la comunicación es el ‘aceite’ que hace funcionar las organizaciones porque es lo que permite crear y mantener relaciones. La comunicación es tan apasionante como compleja, tan frágil como necesaria…

“La conversación es una herramienta de sistematización, de formalización y de drenaje […] Poder hablar nos mantiene cuerdos; esto nos lleva a lo contrario… el aislamiento es una tortura justamente por esto”. Las personas aprendamos a hablar en la interacción con otras personas. Conversando aprendemos a hacer y aprendemos a ser. En cualquier relato de personas que han vivido una experiencia de privación de libertad o de aislamiento apreciamos cómo conversar es vital para el ser humano. En una ocasión escribí sobre una escena que me impactó del Secreto de sus ojos en la que el grito desesperado de uno de los personajes es “Por favor, por favor… pídale que aunque sea me hable… Por favor”.

“Sabemos lo que sabemos cuando lo decimos […] En una conversación de quien más aprendes es de ti mismo”. Quienes nos dedicamos a la educación sabemos que para demostrar que una idea se ha comprendido no hay como explicarla a otros. Además, ¿Quién no le ha contado algo a otra persona (o a uno mismo) para aclararse? ¿Quién no ha buscado una ‘oreja amiga’ sin otra intención que ser escuchado sin más para ‘situarse’?  Observando nuestras conversaciones podemos aprender mucho de cómo hablamos y cómo escuchamos, de cómo de nuestros mapas mentales y nuestras creencias…

“La conversación es una herramienta de creación de conocimiento propio. Para saber necesitamos un cerebro; para conocer se necesitan dos, aunque sea el mismo. Una cosa es lo que sabemos y otra es lo que conocemos. Eso también pasa con los estudios de opinión. Nosotros no opinamos continuamente. Opinamos cuando se nos formula una pregunta”. Hay preguntas muy poderosas como “¿qué opinas de…?”. En la respuesta e interacción con la otra persona es donde creamos nuestro propio conocimiento. Manel señala que aborda los proyectos con su forma de hacer, con su rutina, y que en los proyectos aprende no por la dificultad o la variación entre ellos sino por las conversaciones que mantiene con las personas con las que trabaja. Ahí es donde se da el cambio. “Una lección adquirida es la que recibimos continuamente pero sólo es aprendida cuando cambia comportamientos […] En la conversación yo filtro, depuro, enriquezco y creo lo que es mi propio pensamiento y ‘enzipo’. Si estás mucho tiempo sin hablar estás en un estado confusional”.

Como señala Manel Muntada las conversaciones tienen unas características propias diferentes de las de otros tipos de diálogos:

-Conversamos para relacionarnos. Lo importante no es el contenido sino decirnos muchas cosas para estar juntos.

-Las conversaciones no son útiles (no funcionan bajo el concepto de utilidad), no tienen objetivo. El humanismo es contemplativo, mientras que lo utilitario tiene que ver con mirar. Contemplar es acercar las cosas al ojo, entonces veo lo que hay. Sin embargo cuando miro acerco el ojo a las cosas y encuentro lo que busco. Los diálogos en las organizaciones están centrados en la tarea, en el mirar. Para innovar tenemos que desarrollar la mirada contemplativa.

Extracto de La utilidad de lo inútil. Manifiesto (Nuccio Ordine. Acantilado, Barcelona, 2013, p.9):

-Las buenas conversaciones no se terminan, se interrumpen.

-Las conversaciones generan bienestar, no todos los diálogos generan bienestar. Y lo generan porque hay respeto, porque no tenemos dudas de que somos escuchados.

-Tienen un carácter íntimo porque son genuinas. Se elaboran en el momento y para la persona a la que van dirigidas. Aportan una sensación de privacidad.

-Son una herramienta imprescindible de la colaboración y de la innovación. La innovación es el resultado de crear una cultura corporativa determinada, no el resultado de un proceso (aunque puede ayudar), una tecnología o la decisión de alguien. Cuando tomamos un café se da un clima en el que ‘todo te da igual’. Ahí se generan ideas espontáneas y divertidas. Por eso es importante generar espacios para conversar.

Las conversaciones crean nuestra realidad y nuestro conocimiento y eso me hace pensar en una de las conversaciones más importantes, la que mantengo con la persona que me mira en el espejo…

Estribillo de MAN IN THE MIRROR (Michael Jackson)
"I’m starting with the man in the mirror
I’m asking him to change his ways
And no message could have been any clearer
If you wanna make the world a better place
Take a look at yourself, and then make a change"
Estoy empezando con el hombre del espejo
Le estoy pidiendo que cambie su modo de proceder
Y el mensaje no ha podido ser más claro
Si quieres hacer del mundo un lugar mejor
Mírate y cambia  (la traducción es mía)