El pasado 11 de mayo, con ocasión de su 60 aniversario,
Caritas Diocesana de Bilbao organizó en el Auditorio ‘Pedro de Icaza y Aguirre’
(Universidad de Deusto) un acto bajo el título que encabeza esta entrada. La ponencia
estaba a cargo de Adela Cortina- quien estaba presentada
y acompañada por Galo Bilbao. [En el último trimestre del año la profesora Cortina será la
primera mujer en recibir un Doctorado Honoris Causa por la Universidad de
Deusto]. Como todas las veces que he tenido la suerte de escucharle en directo
estuvo estupenda, clara, concisa, cercana y desafiante.
Empezó la conferencia señalando que tiene la convicción de
que los creyentes tenemos que ser ciudadanos (ciudadano ≡ ser su propio señor);
podemos y tenemos que ser ciudadanos de nuestro tiempo. La fe inyecta vida,
motivación y fuerza… Tenemos que trabajar codo con codo con quienes compartimos
la ética cívica. Parece que la marcha de la
historia va por el camino de la mirada compasiva y cordial, más que por el
de la competición, el conflicto y el individualismo salvaje… Y eso apela al cuidado de los más
vulnerables.
A. ¿Cuáles son las razones éticas que reclaman
el cambio?
1) Otro mundo es necesario, no sólo posible (como rezaba el lema del Foro de Porto Alegre, 2001). Y es necesario porque el que tenemos no está a la altura de lo que los seres humanos merecen; no está a la altura de las grandes declaraciones que hemos hecho (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Objetivos del Milenio, Objetivos del Desarrollo sostenible, etc.)… tenemos que proteger y respetar los derechos de todos sin exclusiones.
El lenguaje nos compromete (‘le tomo a usted la palabra’)… cuando decimos “Declaramos”, es más que soñar o una utopía, supone un compromiso. Y nuestras realizaciones están muy por debajo de nuestras declaraciones…
2) Lo que es necesario es posible y tiene que hacerse real. Kant no habla de utopías sino de ideas regulativas. Desde el punto de vista teórico nadie puede demostrar que hemos llegado a la paz perpetua, pero tampoco se puede negar. Cuando algo no se puede afirmar ni negar, estamos ante una idea regulativa; un uso de la razón práctica es orientar la acción. No debe haber guerras porque no es la forma adecuada de solucionar los problemas. Es una razón emocionada, motivada. La paz perpetua es una idea regulativa. Orienta la acción, hacia ahí debemos movernos; a la vez que supone una crítica para el momento actual, no estamos a la altura… Los derechos humanos son una idea regulativa. Y como son algo necesario hay que hacerlos realidad. No se discuten… el problema es cómo conseguimos hacerlos realidad.
Amartya Sen (Premio Nobel de Economía en 1998) señala, recuperando el sentido original de Adam Smith, que en el ámbito de la racionalidad económica el egoísmo es una motivación, pero no la única. Está también la simpatía. Y Sen añade también otra, el compromiso. Egoísmo, simpatía, compromiso… suele ir mezclados, lo importante es ver cuáles debemos potenciar. [Para profundizar véase Pedrajas (2006)].
B. ¿Cuál es
el nuevo modelo social?
Partió de un hecho evidente… El cambio es inevitable. Las
sociedades cambian inexorablemente. La cuestión es hacia dónde cambian… Por eso
lo importante es potenciar lo que queremos conseguir, para lo cual se tienen
que aunar y articular los esfuerzos de tres esferas: 1) política; 2) económica
y 3) social; teniendo claro qué le corresponde a cada uno de los actores.
1) Esfera política. El estado tiene que ser un estado de justicia, que busque el bien común. [Le gusta más hablar de estado de justicia que de estado del bienestar, aunque una tarea importante del momento presente es mantener lo conseguido. Igualmente prefiere hablar de bien común antes que de interés general, ya que la agregación de intereses siempre deja excluidos]. Acoger es una exigencia del estado social de derecho. Los miembros de una sociedad tienen que ver respetados sus derechos y se comprometen a proteger los de aquellos que estén en ese estado. El deber de hospitalidad se está incumpliendo en los últimos tiempos, de forma especialmente flagrante en la Unión Europea, lo que supone una fractura.
2) Esfera económica. Durante mucho tiempo se ha pensado que la economía no tiene que ver con la justicia. Para Amartya Sen la meta de la economía es ayudar a crear buenas sociedades, sociedades justas. Ya Aristóteles diferenciaba entre economía y crematística. Las sociedades necesitan los bienes materiales e inmateriales que puede aportar la economía. Estamos en un momento importante en el que incluso las empresas convencionales, aquellas que se mueven por ánimo de lucro, van a asumir los valores compartidos. Como dice Adela “la responsabilidad social debe asumirse como una herramienta de gestión, como una medida de prudencia y como una exigencia de justicia”, aunque muchas veces se dice que es pura cosmética. El sistema económico se puede cambiar desde dentro, muestra de ello es la economía social y solidaria.
3) Esfera social, entendida como organizaciones solidarias (odia la expresión ONG) - cuya principal tarea es la solidaridad y la inclusión, el bien-ser y el bien-estar - y la sociedad civil. Todos debemos contribuir con las organizaciones sociales ya que realizan una tarea impagable (por eso no se paga) que proporciona cohesión social (hay que tener cuidado porque a veces e puede conseguir de manera injusta). Para eso tenemos que generar estilos de vida que sean universalizables. Mientras el consumo sea el motor de la producción no tenemos remedio, es la pescadilla que se muerde la cola. El estilo de vida de los que están mejor situados no es universalizable, acabaríamos con el planeta. Tampoco es universalizable el de las clases más bajas. Es universalizable el estilo de consumo de las clases medias bajas.
C. ¿Es
posible el cambio?
Sí es
posible una sociedad en la que se articulen las tres esferas. Ya hay semillas
de cambio. Se trata de potenciar lo que
fomenta dicho cambio y dejar de lado lo que no. Es difícil porque el
desequilibrio entre declaraciones y realizaciones se debe al egoísmo humano (eso
explica la corrupción ,los paraísos fiscales, etc.). Su equipo de investigación
se adentró en la neuroética para ver si existía ese ‘gen egoísta’. Veamos
algunos de sus descubrimientos.
Los seres humanos tenemos una dimensión egoísta, busamos el placer y huímos del dolor (núcleo accumbens). Pero el cerebro humano es también social. El individualismo es un invento para intentar legitimar determinadas actuaciones desde el mundo económico y social.
Los seres humanos somos capaces de cuidar y cooperar. La ética
del cuidado tiene una base biológica. No
somos homo economicus, maximizadores
del beneficio, seres que basan sus decisiones exclusivamente en el beneficio
personal… somos homo reciprocans. Lo nuestro es la cooperación. Estamos dispuestos a dar
con tal de recibir, tal vez no de la misma persona a la que hemos dado. Las
especies que más viven son las que se basan en el apoyo mutuo. Kant afirmaba "el problema del
establecimiento de un Estado tiene siempre solución, incluso cuando se trate de
un pueblo de demonios: basta con que éstos posean entendimiento". La
reciprocidad es la clave de nuestra sociedad contractualista. Respeto y protejo
los derechos porque espero un retorno. ‘Hoy por ti, mañana por mí’. El egoísmo
total es patológico.
Adela describió tres tipos de actitudes éticas:
- Demonios estúpidos, sólo piensan en ellos mismos, sólo buscan su bien. A quienes actúan así ‘se les espera a la vuelta de la esquina’.
- Demonios inteligentes, al menos cooperan ya que aunque a corto plazo no compense, a largo sí.
- Personas inteligentes, justas y solidarias, que tienen sensibilidad moral y van más allá de la cooperación porque ésta tiene una limitación, excluye a los que no pueden devolver. Nuestros cerebros son ‘aporófobos’ (aporofobia, término acuñado por Adela, miedo y desprecio al pobre) y xenófobos, pero la persona con su libertad puede superar estos miedos.
Afirmó que el s.XXI
es el del paso de los demonios inteligentes a las personas. Es cuestión de
desarrollar una sensibilidad suficiente, que es la tarea fundamental de las
organizaciones solidarias. Se trata de
hacer ver el valor de TODAS las personas y esto pasa por reforzar los vínculos.
Somos vínculo. Los pactos son papel mojado si por debajo del contrato no está
la tradición de la alianza (reconocimiento recíproco de los seres humanos;
reconocimiento recíproco de su dignidad). Esto supone ir más allá de compromiso
y adentrarnos en el terreno de la gratuidad. No es una utopía, es una realidad. Las personas tenemos valor, no
precio. Recordemos la fórmula del fin en sí mismo del imperativo categórico de Kant: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu
persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo
tiempo y nunca solamente como un medio".
En el turno de preguntas
recordó una reflexión de Perich en Autopista (1970): “dicen
que la velocidad de los vehículos es cuestión de caballos en el motor pero yo
creo que es cuestión de burros al volante”. Esta reflexión me recordó una escena
de la película Cadena de favores. “El reino de las posibilidades está dentro de
vosotros… Aquí [señalando la cabeza]… Así que podéis hacerlo”… ¿Qué hago yo para cambiar el mundo?
Bibliografía
- Pedrajas, M. (2006). "La transformación ética de la racionalidad económica en Amartya Sen. Una recuperación de Adam Smith". Quaderns de filosofia i ciéncia, 36, pp. 105-117. Disponible en: http://www.uv.es/sfpv/quadern_textos/v36p105-117.pdf [Consulta 22.06.2016]