Del 20 al 22 de mayo se celebró el Bilbao Photo Experience. Gracias a
mi profesora de fotografía, Belén Ibarrola Goiri, pude asistir a la ponencia de Gervasio Sánchez, fotógrafo especializado en fotoperiodismo de guerra, quien ha mirado
más allá de su cámara los grandes conflictos de Europa, Asia, África y América
Latina por más de treinta años. Salí conmovida de la conferencia, que fue mucho
más que conocer su excelente labor fotográfica. Podría resumir lo vivido con
una frase… El compromiso detrás de la
mirada… las historias y los nombres más allá de la instantánea.
Presentaré
aquí algunas de las ideas que compartió y la reflexión que a mí me suscitaron.
Comenzó su charla subrayando el Premio Princesa de Asturias
de Comunicación y Humanidades 2016, otorgado al fotoperiodista estadounidense James Nachtwey, “conocido por sus
cuatro décadas de trabajo en guerras, campos de refugiados y ciudades
castigadas por catástrofes naturales o ataques terroristas”.
Me impactó que continuó diciendo que no se atrevía a
describir la guerra y el dolor que genera, que va más allá del “bang-bang”. Una guerra no se acaba cuando se deja de
disparar, ni cuando dice Wikipedia... Acaba cuando se superan las consecuencias
y eso puede tardar años, décadas o no darse nunca… Sin embargo, algunos
periodistas se piensan que ellos son los protagonistas… Señaló que cada vez le
importa menos el “bang-bang”, que ha
dejado de centrarse en la parte efectista. Le interesa más la vida cotidiana,
el cómo sobreviven las personas… Según él los muertos son el ‘menor’ de los problemas
de una guerra… ¿Qué pasa con los supervivientes? Así dicho puede sonar un poco
fuerte pero cobra todo el sentido al seguir todo su discurso…
Comentó que desde hace dos décadas más que mostrar el
“bang-bang” hace visibles historias con nombres y apellidos. Cada muerte deja una historia inconclusa.
Ese niño, esa niña que mueren en una guerra podrían haber sido un Premio Nobel,
los descubridores de la cura de alguna enfermedad… El día que veamos las
guerras en función de las historias inconclusas nos lo tomaremos en serio. Y no
hay que olvidar que cada vez que hay una guerra hay quienes hacen negocio y
siempre se encuentran muy lejos de la primera línea de fuego. A pesar de su
optimismo decía que por esa razón (los beneficios que generan) es muy difícil
que dejen de formar parte de nuestra vida. Investigadores de la Universidad de
Cambridge han mostrado evidencias de lo que parece que fue una matanza
hace cerca de 10.000 años en Kenia. Él se ha encontrado con muchas personas
cercanas a los 30 años, en países con una esperanza de vida que ronda los 40,
que no conocen lo que es un país sin guerra… Es duro… Yo me pregunto cuáles
serán los resortes de Gervasio para mantener el optimismo y la esperanza
después de haber vivido de cerca por elección tanto dolor…
Para Gervasio la vida
en medio de la guerra tiene mucho más valor. Comentó que hizo su primer
trabajo en Sarajevo en blanco y negro para evidenciar que podría ser cualquier
guerra, en cualquier tiempo y lugar, que todas las guerras comparten imágenes.
Y en medio de toda guerra la vida continúa. Lo que pasa ahora en Siria ya pasó
en Bosnia hace algo más de 20 años. En Europa hemos conseguido no matarnos.
Hemos inventado auténticas brutalidades (esclavitud, nacismo, etc.) pero hemos
conseguido dejar de matarnos; aunque seguimos apoyando matanzas en otros
lugares. Cuando cayó el muro de Berlín él se encontraba en El Salvador. En aquél
momento llegó a pensar que se iba a quedar sin trabajo. Antes había dos
potencias y había cierto ‘control’, ahora hay caos. Según él hemos llegado a un
momento en que todo puede empeorar. Nunca ha habido tantos refugiados y
desplazados.
Una clave de su trabajo es que ha intentado ser compasivo. ‘La dignidad es lo que importa’. Según
él es importante acercarte al dolor y pensar qué harías si estuvieras en su
lugar. Ha renunciado a la foto impactante, que genera mucho debate y
declaraciones vacías, como la foto del niño de dos años que apareció muerto en
la playa. A raíz de ese último hecho hubo muchas reflexiones indignantes. Quizá lo mejor hubiera sido el silencio del luto…
Al ver de cerca tanto dolor y sufrimiento constata que resulta difícil gestionar los sentimientos.
Genera mucha impotencia y desesperación ver que todo se repite; es más, cada
vez presencia escenas de mayor sufrimiento. Es complicado gestionar lo que ves,
te lo tienes que ‘tragar’. Como ‘anécdota’ cuenta que en 1994 salió de Ruanda
después de ver morir a miles de personas y se fue a descansar y desconectar a
las playas de Siria. Y ahora…
Contó que cuando empezó su carrera profesional pensaba que
lo que hacía serviría para algo, para golpear conciencias y abrir debate, para
mejorar el mundo. Dio un consejo muy claro: hay que ser críticos y autocríticos. No se puede ser complaciente
con lo que ocurre y con el poder. Él hacía una reflexión, ¿voy donde quiero? La
respuesta es clara, “no, voy donde me lleva la ola mediática”.
Después de haber cubierto el cerco de Sarajevo durante tres
años conoció la historia de Kuito (Angola) donde
habían muerto tres veces más personas que en Sarajevo en el plazo de apenas 9
meses. Y se preguntaba, ¿dónde estaba yo cuando morían tantas personas? Así
empezó el proyecto Vidas minadas
que fue financiado por el dueño de varias revistas del corazón. Comentó que la
suya es una profesión en la que un grupo reducido ha pervertido la esencia de
la misma. Es necesario buscar equilibrios entre los tiempos de los proyectos y
el modo de hacer las cosas, lo que exige mucho coraje. Los políticos y los
Directores de comunicación quieren que los proyectos se hagan rápido… Y cada proyecto
necesita su tiempo. “Los periodistas debemos vigilar al poder político y
económico y no acostarnos con él”.
Para él es más difícil editar que fotografiar. Le interesa
encontrar el hilo narrativo. Muchas veces al escribir lo que más le cuesta es la
primera frase. Cuando tiene claro el hilo y la historia va todo seguido… Muchas
veces le preguntan cuál es la foto que más le gusta. Suele decir que muchas
veces las que han tenido menos brillo porque son las que le han conducido a las
que han sido comunicadas, las que aparecen en los reportajes, las que todos
eligen…
Uno de los nombres y apellidos del proyecto de Vidas Minadas es Adis Smajic a quien conoció poco después de que con 13 años le
estallara una mina antipersona que se activó al recogerla del suelo para que
nadie la pisara. Una mina que cuesta 6 euros, y a alguien le da un beneficio de
3, cambió su vida para siempre. Con 13 años ya era un veterano de guerra que se
ha tenido que someter a más de 30 operaciones para paliar las consecuencias.
Gervasio ha acompañado a Adis durante años y le ha visto crecer, conocer el
amor y le ha acompañado en el nacimiento de su hijo… (véase el vídeo del
final).
Otro proyecto al que Gervasio se ha dedicado desde 1998,
recopilando material en diez países, es Desparecidos.
Según él la desaparición forzosa es el
mayor drama de una guerra. Los escombros desaparecen, los heridos se pueden
curar, los muertos se entierran, las tumbas se arreglan… Pero… ¿Qué pasa con
los desaparecidos? ¿Qué ocurre cuando todos quieren mirar hacia adelante pero
hay quienes se han quedado atrapados? Normalmente no trabaja en España porque
aquí viene a descansar, pero a raíz del comentario de una periodista el epílogo del libro
lo dedicó a España. ‘La dignidad es lo
que importa’. Las víctimas tienen derecho a encontrar una respuesta a su drama.
Muchas de las actuaciones del Gobierno de Los Estados Unidos son criticables
pero después del 11-S se comprometió a recuperar todos los restos humanos y han
realizado programas y pruebas de ADN a los familiares para hacerlo. Hay quien
ha recibido una uña… Se ha encontrado con gente que dice que para qué hacer
tanto esfuerzo. La respuesta es clara… Pregúntate… Si fuera mi hijo o hija,
padre o madre, esposo o esposa, hermano o hermana ¿qué haría?
Otro nombre propio… Ascensión Mendieta, que tenía 88 años cuando fue a Declarar a Argentina para que
exhumaran el cuerpo de su padre de una fosa común en el cementerio de
Guadalajara. Ascensión tenía 13 años cuando su padre murió. El tiempo apremia...
Ella ahora tiene 90 años y está a punto de conseguir recuperar el cuerpo de su
padre gracias a una jueza argentina y un sindicato noruego. Su razón para tanta
lucha: cuando muera quiere que le entierren en la misma tumba que a su padre.
Gervasio comentó que con el tiempo ha caído en la cuenta de que en las desapariciones forzosas las
víctimas no son los muertos, sino las familias que pasan años buscando. Él
nunca ha escuchado la palabra venganza al pie de una fosa común, en ningún
lugar del mundo.
¿Qué me llevo yo de la conferencia? Tocar una vida es fácil, transformarla no tanto… Basta con conectar
con las emociones para producir un impacto; pero cuando tocas la vida de
alguien tienes una responsabilidad… Todo gran poder conlleva una gran
responsabilidad…
Para finalizar la historia de Adis Smajic, extracto tomado del documental Imprescindibles- Gervasio Sánchez, testigo de guerra, reconocido con el Delfín de Oro del Festival de Televisión de Cannes y emitido por la 2 de RTVE el 23 de octubre de 2014.