miércoles, 22 de octubre de 2014

Sobre la mentira y la honestidad


[He publicado esta entrada el 21.10.2014 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb-desaparecido el 01.07.2024]


He leído recientemente un artículo publicado en  UNIVERSIA KNOWLEDGE@WHARTON que lleva por título “¿Toda mentira es ‘pecado’? Tal vez, no” y me ha suscitado varias reflexiones. El artículo presenta una versión editada de la entrevista concedida por Maurice Schweitzer y Emma E. Levine autores de la monografía “¿Los mentirosos son éticos? Sobre la tensión entre benevolencia y honestidad” [Are Liars Ethical?: On the Tension between Benevolence and Honesty].
Lo primero que me ha llamado la atención es el título del artículo. Menciona la palabra ‘pecado’ que tiene claras connotaciones religiosas [según el diccionario de la RAE: 1. m. Transgresión voluntaria de preceptos religiosos. 2. m. Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido]. Ciertamente es un título que puede tener gancho pero cuando se habla de cuestiones de ética y moral puede dar lugar a confusiones, ya que ética no es lo mismo que religión (aunque las religiones llevan asociadas una ética). Además, el tono del mismo puede suscitar la idea de que “todo depende” y esta cuestión es muy discutible y tiene muchos matices.
En un momento de la entrevista Emma Levine señala que “En general, el consejo que se daba era el siguiente: ‘Sea siempre honesto. La honestidad es la mejor política’. Lo que estamos diciendo es que tal vez debiéramos revisar ese consejo y proponer el siguiente: ‘Mienta, a veces’”. Como profesora de ética me cuesta aceptar este enunciado tal cual. Para empezar, no es lo mismo mentir que no decir la verdad. En clase suelo presentar el siguiente principio: “se debe comunicar la verdad en forma oportuna a las personas que tienen derecho a saberla, y que están en condiciones de asimilarla”. Comunicar la verdad no es lo mismo que decir la verdad; implica mucho más. A veces nos podemos esconder detrás de palabras que son ciertas pero cuya intención no es la de que nuestros  interlocutores compartan la información. Comunicar la verdad no es utilizarla como arma arrojadiza... Además, hay que transmitirla de forma oportuna;  hay que buscar el modo para que le llegue a la otra parte. No podemos retrasar sin motivo una información o compartir sólo una parte (teniendo siempre en cuenta que rara vez conocemos toda la verdad)… No se puede comunicar la verdad a cualquiera. Que algo sea cierto no nos da derecho a difundirlo de forma indiscriminada. Aunque en ocasiones puede que quien tenga derecho a conocer la verdad sea un grupo, un pueblo o incluso la humanidad entera… Y también debemos valorar que la persona esté en condiciones de asimilar la verdad. Un ejemplo claro podría ser cuando ocurre un accidente y una de las dos personas que va en el vehículo muere. Si la otra pregunta por su acompañante cuando va camino del quirófano no es el momento para decirle que ha fallecido; no está en condiciones de asimilarlo. Me gusta la idea de Javier Bárez de que “cuando se ve la verdad, se producen emociones que favorecen el cambio” (ver-sentir-cambiar). Es difícil ver la verdad si no se cumple el principio...
Me parece muy sugerente la propuesta de equilibrar la honestidad y la benevolencia y la apelación a tratar a los demás como nos gustaría ser tratados (la conocida regla de oro); está en sintonía con el principio que acabo de presentar. Pero eso no quiere decir que haya que “percibir el momento acertado para mentir”.
En el artículo se señala que en ocasiones el engaño puede promover la confianza. Me gustaría presentar algunos apuntes sobre la confianza, basados en Guarnieri y Ortiz de Zárate (2010). Intervenimos en el mundo según el grado de confianza que tengamos tanto en nosotros mismos, como en otros y en el propio mundo que habitamos. La confianza es una conversación. En la medida que nos decimos a nosotros mismos ‘yo confío’ o ‘yo no confío’ estamos emitiendo un juicio que va a condicionar nuestra intervención en el mundo y nuestras relaciones con otros. Además, es una emoción que predispone para unas acciones u otras. La falta de confianza genera miedo. La confianza se alimenta de tres juicios: sinceridad (desconfiamos de quien miente y viceversa; este juicio no siempre se basa en evidencias), competencia (confiamos en la medida que creemos que la persona va a ser capaz de cumplir lo prometido) y credibilidad (las experiencias pasadas influyen en nuestros juicios sobre la sinceridad y la competencia de los otros). La confianza no significa ingenuidad, cerrar los ojos a las evidencias, sino que debe ir de la mano de la prudencia que supone observar y tomar medidas dando oportunidades pero sin desentendernos de los hechos.
Recientemente escribía sobre para qué sirve la ética y citando a Cortina (p.93) decía que servía “para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos. Y que esto vale para las personas, para las organizaciones, para los pueblos y los países”.
Y me pregunto: ¿se puede cooperar sin actuar con honestidad?
Bibliografía:
  • Cortina, Adela (2013): ¿Para qué sirve realmente la ética?. Barcelona: Paidós.
  • Guarnieri, Silvia Ruth y Ortiz de Zárate, Miriam (2010): No es lo mismo. Madrid, etc.: LID, pp.59-69.

jueves, 16 de octubre de 2014

Inicio de mi personal camino de Ignacio


El pasado día 16 de septiembre inicié lo que voy a llamar mi personal camino de Ignacio. Durante tres años, de septiembre de 2014 a mayo de 2017, voy a participar en el Plan de Formación en Misión e Identidad Ignacianas que la Compañía de Jesús ofrece al personal de sus distintas obras. En el grupo participamos personas de la Universidad de Deusto, de varios colegios (Indautxu, Durango, Donostia, Pamplona, Tudela y Zaragoza), de Alboan, del Grupo de Comunicación Loyola, del Centro Ellacuria y del Santuario de Loyola. En la foto aparecen quienes serán mis compañeros y compañeras de viaje, así como algunos de nuestros formadores.

El plan tiene dos elementos que, como nos dijo Javier del Castillo sj, son consustanciales al mismo: a) los conocimientos (algunos nuevos y otros que nos servirán de repaso); b) la intersectorialidad (se trata de hacer juntos el camino - a lo largo del cual se crearán vínculos de amigos y compañeros; y que este recorrido repercuta en las distintas obras de las que procedemos). Cinco son los bloques de la formación: 1) Conocimiento personal; 2) Espiritualidad ignaciana; 3) Análisis de la realidad; 4) Conocimiento de la Compañía de Jesús; y 5) Teología. Las opciones metodológicas son muy interesantes: enfoque experiencial; recoger, procesar y discernir lo vivido; con tiempos y espacios más lentos de lo que estamos habituados; fomentando las relaciones y la conversación espiritual (profunda en las que comparto cómo me siento y cómo me vivo); con un uso generoso y responsable de los recursos (4 días en septiembre, 4 en enero y 2 en abril 'encerrados' en la Casa de Ejercicios de Loyola es un 'lujo').

Una de las primeras tareas que hemos hecho en la formación, y sobre la cual ha pivotado gran parte del módulo, es un ensayo autodescriptivo. Durante 40 minutos, y con una extensión y contenidos totalmente libres, teníamos que responder de la forma más completa posible a la pregunta: "¿Quién, qué y cómo soy?". Era un ejercicio individual y confidencial. Comparto aquí mi ensayo porque ésta es la Arantza que inicia el camino "con grande ánimo y libertad".
"¿Quién, qué y cómo soy? Arantza Echaniz Barrondo. Loyola, 16.09.2014. Estas preguntas resuenan en mí con fuerza desde hace tiempo. Son preguntas que me he hecho muchas veces. Soy el fruto de muchas experiencias, algunas dolorosas y otras gozosas. Un mosaico de momentos y experiencias con muchas personas clave que me han marcado. Soy una persona que se sabe bendecida con muchos dones y que siente un profundo agradecimiento por todos ellos. Soy madre, hija, compañera, amiga, profesora… Un mar de cariño: me gusta cuidar, atender, acompañar… Y recibo con agradecimiento lo que me den. Confiada convencida. Creo en las personas. Quiero ver lo que otros pueden ser y pueden dar. Firme defensora del Efecto Pigmalión. ‘Querer es poder… Creer es crear’ es el lema que defiendo desde hace tiempo. Intento ser fiel, en lo poco y en lo mucho. Defensora a ultranza de la vida, la familia y las personas. Intensa, muy intensa. Disfruto mucho y también sufro mucho; pero con una gran resiliencia. Trato de ver siempre lo positivo y de encarar la vida y lo que ella me depara según viene. Si me caigo, me levanto y procuro no mirar mucho hacia atrás. Poco a poco he aprendido a decir que no y a exigir que se respeten mis derechos. Soy una persona en camino que disfruta del viaje; que trata de vivir el momento aprendiendo del pasado y fijando también la mirada en donde quiero estar en el futuro. Tengo carácter pero no soy inflexible. Me gusta hacer fácil la vida a otros. Quiero contribuir a hacer del mundo un lugar mejor y, sobre todo, lo intento en mi pareja, mi familia y mi trabajo; así como con la gente que me voy encontrando en el camino. Soy una persona inquieta y en búsqueda. Soy lo que hago y lo que elijo. Soy lo que decido ser. Estoy contenta de dónde estoy". 


domingo, 12 de octubre de 2014

Pequeños (GRANDES) gestos


En una entrada anterior publicaba unos humildes versos que brotaron en mí ante una bonita muestra de cariño:
Cuando las palabras no alcanzan
a expresar lo que inunda el alma
Cuando las lágrimas reflejan
la emoción desbordada
Una palabra clama con fuerza
GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!
Arantza Echaniz
Hoy vuelven a mi memoria por un pequeño (gran) gesto de un amigo. Unas palabras sinceras de reconocimiento son el mayor regalo que se me puede hacer... Quien me conoce sabe que soy una persona abierta y generosa siempre disponible para mis amigos y seres queridos. Doy porque me nace de dentro y no suelo (aunque no siempre lo consigo) esperar nada a cambio; y me conmuevo profundamente cuando recibo. Hago lo que creo que debo hacer y me siento muy agradecida por todos los dones recibidos. De lo que más agradecida me siento es de todas las personas con las que me he encontrado en la vida. Hago mías las palabras de Pedro Casaldáliga:

"Al final del camino me dirán:
—¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres". 

Me despido con un inmenso ¡GRACIAS! ¡NAMASTÉ!.. a todos y cada uno de esos nombres...




lunes, 6 de octubre de 2014

A vueltas con la comunicación

[He publicado esta entrada el 29.09.2014 en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb -desaparecido el 01.07.2024]


Hace mucho tiempo que me interesa el tema de la comunicación, que es fundamental para el bienestar y el desarrollo personal. Las personas somos seres sociales, necesitamos del contacto de otros seres humanos. Aprendemos a hablar pero no quiere decir que nos comuniquemos bien. Igual que las máquinas necesitan aceite para que los mecanismos funcionen bien, las relaciones necesitan una buena comunicación.
Cuando daba clase de Comunicación en las organizaciones siempre empezaba con algunas definiciones (los subrayados son míos):
  • “Comunicación (Del lat. communicatĭo, -ōnis).1) f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse. 2) f. Trato, correspondencia entre dos o más personas” Diccionario de la RAE
  • “En el uso cotidianizado del término puede entenderse por comunicación aquel proceso que posibilita el intercambio de significados entre sujetos por medio de una serie de convenciones sistematizadas en unos códigos y aplicadas sobre un concreto tipo de medio semiótico (verbal, escrito, gestual…)” Diccionario de las Ciencias de la Educación, Santillana
  •  “El término comunicación procede –a través del substantivo correspondiente- del verbo latino communico, cuya traducción castellana es comunicar y también participar. Tanto el substantivo (communicatio) como el verbo tienen su origen en la palabra communis, raíz, a su vez de la castellana comunión. Este parentesco está indicando ya la estrecha conexión existente entre comunión y comunicación. Ambas, en efecto, tienen como denominador común la idea de comunidad, de posesión de algo en común” Diccionario de Pedagogía, Labor
Estas definiciones, a mi modo de ver, destacan el hecho de que la comunicación es un proceso circular, que supone mucho más que la transmisión de una información por parte de un emisor a un receptor. Veámoslo, de forma simplificada, en el siguiente gráfico:

Si nos fijamos en cada punto del proceso nos damos cuenta de lo débil y delicado que es. Intencionalidad comunicativa:  Cuando nos comunicamos tenemos una intención, un interés que nos mueve. Aunque puede ocurrir que sean intenciones múltiples, o que no sepamos exactamente el porqué o el para qué. Además, ¿y si no realizamos la acción más adecuada para la intención que tenemos? ¿y si no elegimos el medio adecuado?… Proceso de codificación/descodificación: Estos procesos son muy diferentes de unas personas a otras y están condicionados por nuestros filtros (fisiológicos, culturales o personales). Además, uniéndolo a lo anterior, una misma intencionalidad puede expresarse mediante distintas acciones; y una misma acción puede deberse a distintas intenciones. Otro tema a tener en cuenta es el del ruido, que puede ser interno o externo, y que se refiere a cualquier factor que dificulta o perturba la comunicación.
A toda esta complejidad añadiría una premisa básica que es la escucha. Basta que una de las partes no escuche para que la comunicación sea imposible. Siempre nos han dicho que escuchar no es lo mismo que oír. Para que se dé la comunicación es fundamental una actitud de escucha por parte de todos los interlocutores. “Una de las necesidades más grandes del hombre es la de comunicarse, la de manifestarse, la de ser comprendido. Pero esto no puedo ocurrir si, por la otra parte, no existe un interlocutor que escuche. La actitud de escucha se coloca entre la bondad y el arte. Saber escuchar significa ir más allá de las palabras para entrar en el mundo interior del otro y valorar las cosas desde su perspectiva” (O’Donnell, 1990, p.31)
Para terminar, animo a ver un corto divertido que muestra muy bien lo frágil que es la comunicación y lo necesaria que es para mantener una relación (en este caso de pareja). Mensaje post-itivo

¿Alguna vez te ha ocurrido algo como lo que muestra el corto?
Bibliografía:
  • O’Donnell, Richard (1990): “La escucha” en Pangrazzi, Arnaldo (ed.): El mosaico de la misericordia: relación de ayuda en la pastoral sanitaria. Santander: Sal Terrae, pp. 31-44.