El mismo día que publicaba la entrada anterior moría la "tía Gregori" de quien se puede afirmar con rotundidad que vivió, sufrió y murió con elegancia... No se puede decir otra cosa de alguien que ha sido ejemplo en muchos momentos de su vida y, para mí en especial, en la última etapa. Cuando le comunicaron que tenía un cáncer en estado avanzado dedicó tres días a estar consigo misma y decidir qué quería hacer y cómo quería vivir el tiempo que le quedaba. Quería ser dueña de su vida, de su dolor y de su muerte... Mantener su autonomía todo lo posible... Incluso preparó su funeral... (abren esta entrada dos de las lecturas que eligió para el mismo). En su boca siempre ha habido palabras de agradecimiento...
“Mi corazón está muy agradecido. He disfrutado de una vida de gran riqueza. Padres honestos y trabajadores, creyentes profundos y ejemplares en su obrar. Doy gracias a Dios porque, habiendo crecido en la casa y en la tierra en la que nací, me llamó personalmente para vivir mi vocación”
“Ha sido fuente de mi felicidad la familia, la naturaleza y la fe, que he tenido la oportunidad de hacerla madurar en el IMS [Instituto de Misioneras Seculares] y que me ha dado la fuerza necesaria para desarrollar mis funciones en todas las instituciones en las que he trabajado”Fue una de las primeras personas que conocí cuando entré en la universidad. Durante muchos años fue la Secretaria de quien fuera mi Director de Tesis, Dionisio Aranzadi. Su labor en el Decanato de Sociología fue muy importante. Conocía a todas las personas, profesorado y alumnado, por su nombre. "Trataba a cada cual como persona concreta, única e intransferible, por su nombre, respetando lo propio de cada cual" (Pako Garmendia y Xabier Aierdi).
Yo he tenido la suerte de poder acompañarla en algunos momentos desde que conoció su enfermedad. Tengo muy grabado el viaje que hicimos antes de Semana Santa ella, su sobrina Aitziber y yo a Madrid, y luego a Salamanca. Nosotras teníamos un compromiso de trabajo y ella quería aprovechar para despedirse de buenos amigos. ¡Cómo disfrutamos comiendo unos huevos con morcilla y patatas en Burgos! ¡Cantando en el coche! ¡Y viendo Ocho apellidos vascos con su amiga Isabel!... Incluso en momentos duros, cuando la sombra del fin es cercana, uno puede elegir disfrutar de pequeñas cosas, de cada encuentro, de cada persona... Impacta presenciar cómo se despiden personas que tienen la certeza de que no se van a volver a ver en esta vida... Inigualable testimonio...
Tampoco olvidaré la última tarde que pasé con ella. No tenía un buen día. Sentía náuseas y dormía a ratos. A media tarde que se encontraba mejor se levantó y fuimos a la sala. Tenía preparados varios libros para que me llevara. Yo había estado pensando qué podría hacer con ella y me imaginé leyéndole en voz alta. Como si me hubiera leído el pensamiento me dijo: "Arantza, ¿por qué no me lees ese libro que tengo ahí? Yo me canso mucho...". El libro era Sendino se muere [D’Ors, Pablo. Barcelona: Fragmenta Editorial, 2012]. El libro narra, desde la perspectiva del Capellán del Hospital, la última fase de una oncóloga, África Sendino, que cae enferma de cáncer. El libro comienza así:
“He dedicado mi vida a ayudar a los demás, pero no he podido marcharme de este mundo sin dejarme ayudar por ellos. Dejarse ayudar supone un nivel espiritual muy superior al del simple ayudar. Porque si ayudar a los demás es bueno, mejor es ser ocasión para que los demás nos ayuden. Sí, lo más difícil de este mundo es aprender a ser necesitado.”A medida que le iba leyendo las páginas ella me paraba y me iba haciendo comentarios. La verdad es que el libro se podría haber escrito sobre Gregori... Las tres mismas cosas que le sorprendían a D'Ors de Sendino se podrían decir de ella: 1) la compostura; 2) el modo de hablar y 3) el alto nivel espiritual.
¡Eskerrik asko Gregori, bihotz bihotzetik! eta ikusi arte... [Gracias Gregori de todo corazón... y hasta la vista].