lunes, 16 de junio de 2014

Vivir, sufrir, morir con elegancia. In memoriam Gregori Mugarra Goikoetxea


El mismo día que publicaba la entrada anterior moría la "tía Gregori" de quien se puede afirmar con rotundidad que vivió, sufrió y murió con elegancia... No se puede decir otra cosa de alguien que ha sido ejemplo en muchos momentos de su vida y, para mí en especial, en la última etapa. Cuando le comunicaron que tenía un cáncer en estado avanzado dedicó tres días a estar consigo misma y decidir qué quería hacer y cómo quería vivir el tiempo que le quedaba. Quería ser dueña de su vida, de su dolor y de su muerte... Mantener su autonomía todo lo posible... Incluso preparó su funeral... (abren esta entrada dos de las lecturas que eligió para el mismo). En su boca siempre ha habido palabras de agradecimiento...
“Mi corazón está muy agradecido. He disfrutado de una vida de gran riqueza. Padres honestos y trabajadores, creyentes profundos y ejemplares en su obrar. Doy gracias a Dios porque, habiendo crecido en la casa y en la tierra en la que nací, me llamó personalmente para vivir mi vocación”
“Ha sido fuente de mi felicidad la familia, la naturaleza y la fe, que he tenido la oportunidad de hacerla madurar en el IMS [Instituto de Misioneras Seculares] y que me ha dado la fuerza necesaria para desarrollar mis funciones en todas las instituciones en las que he trabajado” 
Fue una de las primeras personas que conocí cuando entré en la universidad. Durante muchos años fue la Secretaria de quien fuera mi Director de Tesis, Dionisio Aranzadi. Su labor en el Decanato de Sociología fue muy importante. Conocía a todas las personas, profesorado y alumnado, por su nombre. "Trataba a cada cual como persona concreta, única e intransferible, por su nombre, respetando lo propio de cada cual" (Pako Garmendia y Xabier Aierdi).

Yo he tenido la suerte de poder acompañarla en algunos momentos desde que conoció su enfermedad. Tengo muy grabado el viaje que hicimos antes de Semana Santa ella, su sobrina Aitziber y yo a Madrid, y luego a Salamanca. Nosotras teníamos un compromiso de trabajo y ella quería aprovechar para despedirse de buenos amigos. ¡Cómo disfrutamos comiendo unos huevos con morcilla y patatas en Burgos! ¡Cantando en el coche! ¡Y viendo Ocho apellidos vascos con su amiga Isabel!... Incluso en momentos duros, cuando la sombra del fin es cercana, uno puede elegir disfrutar de pequeñas cosas, de cada encuentro, de cada persona... Impacta presenciar cómo se despiden personas que tienen la certeza de que no se van a volver a ver en esta vida... Inigualable testimonio...

Tampoco olvidaré la última tarde que pasé con ella. No tenía un buen día. Sentía náuseas y dormía a ratos. A media tarde que se encontraba mejor se levantó y fuimos a la sala. Tenía preparados varios libros para que me llevara. Yo había estado pensando qué podría hacer con ella y me imaginé leyéndole en voz alta. Como si me hubiera leído el pensamiento me dijo: "Arantza, ¿por qué no me lees ese libro que tengo ahí? Yo me canso mucho...". El libro era Sendino se muere [D’Ors, Pablo. Barcelona: Fragmenta Editorial, 2012]. El libro narra, desde la perspectiva del Capellán del Hospital, la última fase de una oncóloga, África Sendino, que cae enferma de cáncer. El libro comienza así:
“He dedicado mi vida a ayudar a los demás, pero no he podido marcharme de este mundo sin dejarme ayudar por ellos. Dejarse ayudar supone un nivel espiritual muy superior al del simple ayudar. Porque si ayudar a los demás es bueno, mejor es ser ocasión para que los demás nos ayuden. Sí, lo más difícil de este mundo es aprender a ser necesitado.”
A medida que le iba leyendo las páginas ella me paraba y me iba haciendo comentarios. La verdad es que el libro se podría haber escrito sobre Gregori... Las tres mismas cosas que le sorprendían a D'Ors de Sendino se podrían decir de ella: 1) la compostura; 2) el modo de hablar y 3) el alto nivel espiritual.

Para terminar quiero compartir una oración que le gustaba y que muestra su actitud vital, En manos de Dios, y una de las canciones que eligió como música de fondo para sus últimos momentos, Bizkaia Maite.

¡Eskerrik asko Gregori, bihotz bihotzetik! eta ikusi arte... [Gracias Gregori de todo corazón... y hasta la vista].




jueves, 5 de junio de 2014

Sillas vacías - Aulki hutsak

Para ver el Making of pinchar aquí


“El saber histórico es un recuerdo al servicio de una esperanza”
Pedro Laín Entralgo, médico, historiador, ensayista y filósofo 

Ayer, 4 de junio, asistí al acto que tuvo lugar en el Paraninfo Bizkaia Aretoa de UPV/EHU en Bilbao, que llevaba por título ‘Morir y vivir: el lugar del duelo’, y que estaba concebido como un espacio para la reflexión. El que el punto de partida fue el documental ‘Aulki hutsak’, dirigido por el médico de Osakidetza Iñaki Peña, especializado en atender a personas con enfermedades graves.

El documental reúne testimonios tanto de profesionales como de familiares y amigos de personas fallecidas por diversas causas (enfermedad, accidente, suicidio…). Principalmente son en euskera, pero también hay testimonios en castellano y en inglés. Se divide en cuatro capítulos: dolor, enfado, días señalados y esperanza; y termina con un epílogo. Le acompañan bellas imágenes y canciones de Ruper Ordorika, Gari, Gorka Urbizu… El documental no deja indiferente, a cada uno le llega de distinta forma. El diálogo posterior fue muy rico porque en el auditorio (con una afluencia mucho mayor de la esperada por la organización) cada uno tenía su o sus experiencias de duelo... había muchas "sillas vacías"... Voy a compartir aquí las ideas que más me resonaron o que me surgieron a raíz del acto.

Vamos a fijarnos en las dos primeras acepciones según la RAE, Duelo (Del lat. dŏlus, por dolor): 1. m. Dolor, lástima, aflicción o sentimiento; 2. m. Demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien. El duelo es un proceso único, un camino personal, relacionado con el dolor de la pérdida que cada uno vive a su manera y que antes o después en la vida, y seguramente más de una vez, todos tendremos que lidiar. Todas las reacciones son normales. Cada uno afronta el dolor a su manera. Muchas veces el doliente siente como si fuera su propia muerte, como si le hubieran desgarrado una parte de sí mismo. Esto probablemente es más intenso cuando se pierde a un hijo o hija que es algo que, en principio, parece contra natura. Las emociones y sentimientos puedes variar desde el alivio, la tranquilidad a la desesperación, la ira, la culpa... Puede que te ahogues en lágrimas o no puedas derramar ni una... Que necesites estar acompañado o que busques la soledad... Algo a tener en cuenta es que en nuestra cultura está mejor visto estar enfadado que estar triste. El enfado no te deja sentir el dolor y trabajarlo. Además te da energía mientras que la tristeza te da frío, un frío interno difícil de quitar.

Alguien hacía el símil de que cuando has perdido a una persona es como si fueras en el coche a 20 km/h y el resto de personas a más de 100 y ni siquiera te vieran. Yo suelo decir que siento como si se hubiera parado el mundo y yo pareciera la única que se ha dado cuenta. Cómo pueden todos reír, hablar, comportarse como si nada hubiera pasado... pero es mi mundo, o mi percepción del mismo, la que ha cambiado... el dolor es mío... Los demás no tienen por qué entenderlo.

El duelo necesita de sus rituales, que marcan el inicio de un camino de transformación, que no curación (porque no es una enfermedad). No podemos seguir como si tal cosa sin una despedida, y ésta puede adoptar muchas formas: una comida con lo que más le gustaba a la persona, unos cánticos, una misa, un recital, una excursión a uno de sus lugares favoritos, la lectura de un texto, aventar las cenizas en un lugar especial...

En cuanto a los modos de afrontar el duelo, me parece muy sugerente el símil del puño cerrado. Podemos rodearlo pero de esa forma no nos afectan el dolor y el sufrimiento, pero tampoco la alegría ni otras emociones agradables. Nos aislamos y alejamos de otros y de nosotros mismos. Sin embargo, también podemos atravesarlo abriéndolo, exponiéndonos. Eso significa que el dolor nos va a azotar, nos va a tocar pero puede salir, podemos dejarlo escapar... Algo que puede ayudar es escribir una carta a la persona fallecida en la que le escribamos todo aquello que no le hemos dicho o que le queramos decir, en la que le contemos cómo nos sentimos... y que 'se la leamos'. Me gustaron mucho las fases de las que habló el Dr. Julio Gómez: 1) pedir perdón; 2) perdonar; 3) agradecer; 4) decir "te quiero"; 5) decir "adiós".

Una persona doliente puede necesitar llorar y/o hablar de su pérdida. Lo mejor que podemos hacer para acompañar es escuchar, con los oídos y el corazón, lo que dice y lo que calla... Hay muchas frases bien intencionadas que poco ayudan: "ya se te pasará"; "no llores"; "tienes otros hijos"; "eres joven"; "ahora está en paz"... Como decía una de las personas en el documental "Es importante vivir, sufrir y morir con elegancia". Como sociedad tenemos que hablar de la muerte porque no podemos escapar de ella... es parte de la vida, es la otra cara de la moneda...

Para terminar, dejo unos recursos que pueden ser de ayuda o interés; un poema de Xabier Lete, que se recitaba en el documental, así como una canción suya que se suele cantar en ceremonias de despedida, Xalbadorren heriotzean.

Recursos
  • Alaia - Centro de Atención al Duelo. Tiene un blog
  • Apoyo al duelo - proyecto que surge de la unión de esfuerzos de Grupo ASV Servicios Funerarios y la Universidad Miguel Hernández de Elche.
  • Bidegin - Servicio de Apoyo al duelo y enfermedad grave avanzada. Ofrece interesantes actividades. 
  • Gure Txikixak - blog en euskera sobre duelo perinatal. En el apartado Material lagungarriak hay artículos, libros, etc interesantes muchos de ellos en castellano.  
  • Krisalida - Asociación de apoyo al duelo para padres y madres que han perdido un hij@ por accidente, enfermedad o suicidio.



domingo, 1 de junio de 2014

Regreso a Ítaca


Hay momentos en la vida en los que uno sale de su zona de confort y se lanza a aventuras en las que al final, sea cual sea el resultado, nunca se regresa al punto de partida... El escenario ha cambiado, los actores también... y tú ya no eres la misma persona...

En psicología se habla del Síndrome de Ulises, que se asocia a las personas que no han elaborado correctamente el 'duelo migratorio' que es un duelo múltiple, "compuesto por hasta siete duelos posibles, a saber: duelo por la familia y los seres queridos con la pérdida de apego que conlleva, especialmente si se dejan atrás hijos pequeños; duelo por la necesidad de adaptación lingüística y el menor contacto con la lengua materna; duelo por el cambio cultural incluyendo costumbres, religión, etc.; duelo por los cambios asociados a las características de la tierra, como su luminosidad, los colores, sus olores…; duelo por aspectos relacionados con el estatus social, por ejemplo la burocracia, el acceso al mercado laboral, la vivienda o la libertad; duelo por la ausencia de contacto con un grupo de pertenencia, que en muchos casos lleva a lidiar con el racismo o la xenofobia; y el duelo que conlleva perder la garantía de integridad personal, haciendo frente en ocasiones a riesgos como accidentes laborales o domésticos, el miedo a la expulsión, los abusos y el maltrato" (Unobrain, 2013). Una de las características de este síndrome es que se produce también al regresar. A muchas personas que han emigrado les sucede que se pasan meses o años soñando con regresar pero cuando lo hacen sufren un choque porque nada ni nadie es igual, su sueño se ha desdibujado...

Algo parecido sucede cuando uno ha estudiado fuera de su ciudad. Pasé cinco años estudiando en San Sebastián, a sólo 100 km de distancia, pero lo suficientemente lejos para que mi vida cambiara profundamente. Suelo decir que tuve la suerte de que no me aceptaran en una universidad a 20 minutos de mi casa...  No negaré que en momentos me resultó duro pero fue una gran experiencia de crecimiento personal. Entonces no fui consciente, lo veo ahora de forma clara y distinta, que no tendría que haberme empeñado en mantener amistades y relaciones que se habían descompensado porque yo estaba en otro estadio de conciencia... Hace tiempo leí un texto que refleja muy bien esto:
"Llega un momento...en tu escalera hacia convertirte en una mejor persona...en que puedes quedarte solo/a un tiempo...y duele...claro que duele...y mucho...pero luego, conforme vas avanzando...te vas encontrando en esos niveles con personas mucho más afines a ti...personas que gracias a su propio proceso...están en el mismo nivel que tú y que si tú sigues avanzando...ellos también..."
Una vez realizada la metamorfosis no tiene sentido volver a ser crisálida... Ha llegado el momento de entender qué son las Ítacas... y de buscar otras nuevas...


Bibliografía: