Ayer vi en la tele una película que había visto hace mucho tiempo pero que me encantó volver a disfrutar, Memorias de una Geisha (2005). Está dirigida por Rob Marshall y producida por Steven Spielberg y ha recibido diversos galardones. Es una película interesante por mucho motivos, pero yo me voy a centrar en uno, su preciosa estética. Es una delicia visual, hay escenas que son de una gran sutileza y belleza. Lo mismo ocurre con los diálogos...
Llevo desde ayer dándole vueltas a una idea... La belleza contribuye a hacer un mundo mejor. Me explico. Contemplar la belleza, preocuparse por añadir belleza a nuestras tareas y actividades produce sintonía, paz y armonía. Si antes de hablar nos preocupáramos de que nuestras palabras fueran bellas habría menos probabilidades de que hiriéramos a otras personas. Si al mirar a otros nos fijáramos en lo que en ellos hay bello cambiaría nuestra mirada y nuestra percepción; y seguramente nuestra relación.
Recuerdo unas palabras de la película American Beauty, en la escena del vídeo de la bolsa: "Existe vida bajo las cosas y una fuerza increíblemente benévola que me hacía comprender que no hay razón para tener miedo jamás... A veces hay tantísima belleza en el mundo que siento que no lo aguanto y que mi corazón se está derrumbando".
UNO NO ESCOGE
Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.
Uno no escoge el tiempo para
venir al mundo;
pero debe dejar huella de su
tiempo.
Nadie puede evadir su
responsabilidad.
Nadie puede taparse los ojos, los
oídos,
enmudecer y cortarse las manos.
Todos tenemos un deber de amor
que cumplir,
una historia que hacer una meta
que alcanzar.
No escogimos el momento para
venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con
nosotros.
Belli, Gioconda (2009, 1ª 1992): El ojo de la mujer. 10º edición. Madrid:
Visor, p.90.